Mi mujer descubre mi fetichismo.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por mundoriki77.
Quería contarles la vergüenza que pase cuando mi mujer descubrió mi afición a su ropa interior y mi fetiche por sus aromas más íntimos.
Soy un hombre casado, que llevo una vida muy tradicional, tengo 38 años soy moreno y tengo un cuerpo atlético gracias a que me gusta practicar deporte y además por mi trabajo en una gran empresa siempre intento llevar una imagen muy cuidada.
Mi mujer tiene una estatura media, aproximadamente 1,67 es rubia y con la piel tirando a blanquita, al igual que yo le gusta cuidarse, aunque ella tiene un ligero sobrepeso, que sin estar gorda hace que se marquen más las curvas de su culo y sus tetas. Suele vestir bastante discreta aunque siempre lleva algún escote, que sin ser excesivo deja entrever sus grandes pechos.
Llevamos mucho tiempo juntos y tuvimos los hijos muy temprano, por lo que durante este tiempo hemos descuidado nuestra relación de pareja y el sexo se ha convertido en monotonía; postura del misionero una vez cada 15 días con suerte. Lógicamente para mí esto no es suficiente por lo que suelo masturbarme habitualmente.
Hace ya unos meses mi vida sexual cambio, me encerré lavabo para ducharme y cuando abrí el cesto de la ropa sucia para dejar la mía, vi las braguitas de mi mujer
Era unas braguitas blancas con unos pequeños encajes, no me hubiera fijando en ellas sino porque estaban ligeramente manchadas a la altura del coñito, y sin saber porque, como si fuera un gesto instintivo las acerque a mi nariz para olerlas.
Esto bastó para que mi pene se pusiera tieso como un palo. Tenía una erección como las de hacías mucho tiempo, seguí oliéndolas mientras me masturbaba hasta que finalmente me corrí salpicando todo el baño.
Había disfrutado como nunca con aquel aroma, a mí siempre me había gustado practicar el sexo oral y de hecho lo hacía con todas mis novias, me daba morbo comerles el coño, esos aroma tan íntimos, ver como se estremecían hasta correrse. El aroma de aquellas braguitas trajo a mí todos aquellos recuerdos.
Aquel aroma me tenía loco, quería volver a sentirlo, así que a los días intente practicar sexo oral con mi mujer, pero a ella no le gustaba lo rechazo diciendo que era una guarrada y como siempre tuve que conformarme con tocarla un poco para luego terminar con la penetración.
Otro día me habría conformado con aquello pero ahora ya no era suficiente, al terminar solo hacía que oler mis dedos para intentar sentir aquel aroma. Desde entonces todos los días me encerraba en el baño para buscar las braguitas de mi mujer y poder desahogarme.
A veces estaban totalmente limpias y apenas olían, otras veces estaban manchadas con restos de flujo e incluso alguna vez con resto de su pis o de su de caca…me daba igual para mi todos aquellos olores eran deliciosos. Aquello termino siendo una rutina y cada vez que mi mujer iba al baño a duchase entraba yo para buscar mi premio
Pero un día todo cambio, era sábado por la mañana y estábamos solos en casa, ella venia del gimnasio y dijo que iba a darse una ducha porque no había podido ducharse en el gimnasio.
La mire y la vi toda sudada, llevaba unas mallas gris claro que marcaban todas sus curvas, sus braguitas e incluso ligeramente su coñito,…además sabia que el día de antes no se había duchado porque pensaba hacerlo en gimnasio.
Se dio una ducha y salió al salón, yo me levante como un rayo y fui directo al baño, me cerré la puerta con cerrojo y me puse a buscar como un loco entre la ropa sucia, pero para mi sorpresa no encontré su braguitas…estaba toda la ropa sucia y solo faltaban las braguitas, no podía ser!!!!Tal vez no llevaba!!!
Abrí la puerta totalmente frustrado y al salir me quede de piedra cuando vi a mi mujer plantada junto a la puerta con sus braguitas en la mano. Me quede blanco, totalmente bloqueado, hasta que ella balanceando las braguitas me dijo:
-Buscabas esto???
No sabía que responder, como si fuera tonto, delatándome por mi nerviosismo le dije:
-Quien yo?? No no, porque???
-Vamos no te hagas el tonto, ya hace tiempo que dejo mis braguitas en el cesto bien escondidas debajo de toda la ropa y siempre aparecen en la parte de arriba. Vamos cuéntame que haces con ellas??
-Yo no hago nada…y no he cogido nada.
-Te crees que soy tonta? He visto como cada vez que me ducho entras y te encierras en el baño un buen rato…además crees que no te escucho!!! dijo riéndose.
Me encontraba totalmente humillado no sabía que decir,
-Escuchas el que??
-Como te pajeas por muy silencioso que seas puedo oír el ruidito, vamos admítelo te ponen cachondo con mis braguitas??? Te pajeas con ellas puestas??? Te gustaría ser una mujercita???
Mi mujer jamás me había hablado así, con ese desprecio, con esa frialdad, finalmente me derrumbe porque no quería que pensara que era gay.
-No es lo que piensas, no me ponen tus braguitas, solo las uso para poder olerlas y masturbarme
-Ah pues entonces lo que eres es un guarro y un pervertido no???
Y mientras me las lanzaba a la cara me dijo:
-Vamos, demuéstrame como lo haces, quiero verte.
-Estás loca??? Ni hablar
Ella empezó a reír con desprecio y me dijo:
– Venga ahora no vas a tener vergüenza, míralas están muy sudadas, si te gusta olerlas seguro que te gustan así, no???
Mire las bragas y vi que además de sudadas estaban totalmente manchadas de todo tipo de fluidos, porque las había llevado durante dos días. A pesar de la situación solo verlas me había empalmado.
La situación era muy morbosa en la puerta del baño estaba mi mujer, todavía no se había vestido solo llevaba un albornoz que dejaba entrever todas su piernas.
-Vamos a qué esperas, he dicho que quiero verte.
Sin pensar más acerque las braguitas a mi nariz y al oler aquellos aromas mi pene casi explota en mi pantalón. Abrí mi bragueta y comencé a tocarme delante de mi mujer mientras olía aquellas deliciosas bragas. Mi vergüenza se había convertido en morbo y excitación. No pasaron ni dos minutos cuando mi pene estallo en borbotones de semen que inundaron el baño.
Estaba tan excitado que no me di cuenta que mi mujer se había comenzado a tocar ligeramente el coñito, creo que le excito y mucho aquella imagen, pero solo me dijo:
-Eres un guarro y un pervertido, no entiendo cómo puede gustarte oler unas bragas sucias.
Jamás en mi vida había pasado tanta vergüenza, pasaron los días y lógicamente no volvimos a hablar del tema, ni yo volví a buscar en el cesto de la ropa sucia. Pero una noche cuando estábamos desnudándonos para ir a dormir, de repente me dijo:
-Hoy no me he duchado, te gustaría que te dejara mis braguitas??.
Pensaba que solo quería humillarme y mientras me tumbaba en la cama dándole la espalda, solo le dije:
-Ya sabes que sí, pero tampoco hace falta que te rías de mí y me humilles.,
-Ahora no te hagas en indignado, eres un guarro pero si quieres puedo dejártelas o tal vez prefieras oler directamente mi coño?
Ahora había cambiado el tono y su voz sonó mucho más morbosa, me gire y la vi tumbada junto a mí totalmente desnuda con las braguitas en la mano y con las piernas abiertas mostrándome su coñito rosado.
Me acerque, la bese, cogí las braguitas y las tire al suelo, mientras bajaba lamiendo sus pechos en dirección a su coño.
Llevaba meses soñando con aquello, cuando llegue a su coño comencé a chupar su clítoris, ella se estremecía de placer….contiene bajando y pude comprobar todos aquellos aromas, eran mucho más fuertes que en su braguitas, introduje mi nariz en su coño y continúe chupándolo
Intercalaba juegos en su clítoris con fuertes lametones a todos su coño, ellas se retorcía de placer….gemía y gemía y su coño se lleno de fluidos, parecía una fuente… hasta que le llego un gran orgasmo, tuvo que sujetar mi cabeza para que parara porque no aguantaba tanto placer.
Pero yo en lugar de parar, solo baje el ritmo y escape de sus manos para chupar un poco más abajo, quería oler y probar todos sus aromas. Seguí lamiendo con la intención de llegar a su culo pero sus nalgas estaban cerradas y mi legua apenas llegaba.
Sus contracciones ya habían terminado, bajo sus manos y cuando pensé que me iba a parar comenzó a acariciarme la cabeza, y volvió a abrir sus piernas, yo volví a intentar llegar a su culo.
Ella se abrió mas las nalgas con sus manos para facilitarme el paso…no podía creerlo!!! estaba dispuesta a dejarme chuparlo!!!. Empecé a lamerlo mi mujer volvió a retorcerse de placer….así que abrí bien sus nalgas y seguí lamiendo a pesar de que su sabor y olor era muy fuertes. Continúe dándole un gran beso negro y mientras lo hacia comencé a tocarme y pajearme.
Cuando se dio cuenta mi mujer me dijo:
-Espera, espera…no te corras todavía estoy muy caliente, penétrame por favor.
Así que pare y comencé a penetrarle el coño, enseguida le vino un gran orgasmo sus gemidos podían oírse en todo el barrio, suerte porque yo ya no podía mas y me corrí inundando su coño.
Estuvimos uno sobre el otro hasta que me bajo la erección, notaba como su coño chorreaba de semen, y cuando ya pensaba que habíamos terminado, ella me dijo:
-No me habías dicho que dejarías limpio mi coñito?
La mire a los ojos con una sonrisa cómplice y baje para lamer mis propios fluidos…contiara.
Espero que les haya gustado
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