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Fantasías / Parodias, Fetichismo, Incestos en Familia

Mi obsesión prohibida

Pero si tan solo no fuéramos primos….
Que injusto, las mujeres más hermosas siempre son las más difíciles. Por alguna razón en la naturaleza del hombre hay una regla no escrita que a menudo nos afecta a un sector de la población: Si eres feo, eres nadie. Cada que ves a una chica con lindos senos y buen culo, te decides a hablarle. Piensas muchas cosas en el tiempo en el que te vas acercando a ella: «¿Huelo bien?, Ojalá no tenga novio. ¿Y si me dice que no?»

Todo hasta ahí normal hasta que a mitad del camino para acercarte, te das cuenta que eres demasiado feo para acercarte a una chica con una cara tan linda y ¿Por qué no decirlo? Con un cuerpo hermoso y bien proporcionado. No importa, a todos nos pasa alguna vez, y más para los que somos tímidos. Todo sería más sencillo si tan solo… No tuvieras que tener esa primera interacción con una desconocida. Alguna forma debe haber para darle «skip» a todo ese momento poco cómodo. ¿Sería posible eso? Pues, déjame decirte que si. Y esta historia es testimonio de ello.

 

Recién estaba en tercero de secundaria, tenía 14 años ya cumplidos y honestamente pocas veces había tenido interacciones con mujeres, salvo mi hermana, mi mamá y mis primas. Crecí entre puras mujeres así que, jamás tuve interés por una relación con alguna o alguna amistad. Así que no tuve novia y ni siquiera pensaba en ello. Solía imaginar que saturarme mucho de mujeres en mi vida, me había quitado interés en convivir más tiempo con ellas. Pero que equivocado estaba.

Intenté tener novia en algún momento, recién cuando cumplí quince tuve ese despertar sexual que jamás había sentido, tan solo de ver a Itzel, mi compañera de clase, solía sufrir erecciones espontáneas que en verdad eran sumamente incómodas, sobre todo en la escuela. Era de las pocas niñas que habían empezado a desarrollarse, y la verdad es que ella tenía unas nalgas muy hermosas. En algún momento llegué a espiarla mientras orinaba…. Probablemente nunca quiso ser mi novia por eso, pero valió la pena ver cuándo menos, algo de sus nalgas. La verdad es que tenía un cuerpo hermoso y una cara sumamente inocente para su edad. No puedo contar las veces interminables que imaginé que la desnudaba y la cogía con dureza… Los hombres sabrán de que hablo. Adolescencia

En fin, solo pude dedicarle algunas cuantas chaquetas pero no pude concretar nada con ella. Me odiaba. Sus amigos una vez me comentaron que al salir de la secundaria, les envió su pack completito. Ellos me describían con tanto detalle, que jamás dudé de la veracidad de sus palabras, pero me dejaron claro que si ya era bonita con el uniforme escolar, desnuda era una diosa adolescente.

Mi obsesión con Itzel duró poco, no porque dejara de interesarme por si misma sino más bien porque mis ojos voltearon a alguien que era mucho más accesible para mí. Hasta el día de hoy me siento culpable por eso, ya que esta nueva obsesión no ha cambiado de nuevo. Miriam….

Miriam ha estado en mi vida desde que tengo memoria. A los siete años de ella y ocho míos, vivíamos juntos en una sola casa. Crecimos un poco como hermanos, aunque éramos primos hermanos. Hacíamos todo juntos, desde ducharnos juntos hasta la tarea. Hasta ese momento a mis quince años, Miriam jamás habría sido objeto de mis deseos más profundos. Es más, ni siquiera pensé en considerarla mínimamente atractiva, pero esto fue distinto.

Aquel día llegué a casa y como de costumbre, subí las escaleras para dejar mis cosas en mi cuarto y recostarme un rato, pero en cuanto crucé la puerta, me topé una sorpresa que cambiaría mi vida para siempre.

Miriam estaba dormida en mi cama, estaba recostada sobre su lado izquierdo y vestía unos leggins ajustados y una blusa un poco holgada. El sol le tocaba un poco las piernas, llegando hasta las plantas de sus pies desnudos, que eran hermosamente iluminados. Parecía una delicada flor descansando.

Algo dentro de mí, se sintió extraño. Estaba maravillado con lo que estaba viendo. ¿Es ella de verdad? ¿Siempre se ha visto así? Wow, de verdad que es linda. Solo tenía catorce pero me di cuenta que ya no era la misma niña con la que solía tomar baños de horas mientras jugábamos con el agua. Era distinta, su cuerpo había cambiado de forma muy bella.

La barrí con la mirada mientras me recargaba sobre el marco de la puerta para admirarla dormir profundamente. Mi corazón se aceleraba y algo más en mi cambiaba. Mi ropa interior empezó a sentirse algo privativa y una corriente eléctrica me sacudió. Sentí un pequeño cosquilleo en mis testículos. La situación era crítica. Ella dormida, yo excitado por su nuevo par de senos en formación, esas caderas que ahora se veían anchitas, un par de nalguitas redonditas y esponjosamente uniformes y… Lo que más llamó mi atención: sus pies. Esas plantas rosadas y suaves que me llamaban con tanta lujuria. Sentía una necesidad tremenda de acercarme, y probar su sabor. Una sensación jamás sentida por mi.

Con cuidado, deje mi mochila en su lugar, mientras los pensamientos morbosos penetraban en mi mente

«Aprovecha que está dormida, manoseala» «pero mira que rico culito, yo que tú me acercaba a besarlo» «mira esos pies… Esos dedos… Esa plantita con una curva tan perfecta» «Tómale fotos, levantarle la blusa»

Empezaba a tener calor y al mismo tiempo, el valor me consumía y me convencía a actuar de una forma irracional. No exagero cuando digo que si hubiera garantizado que no despertaría, la habría desnudado completamente y habría aprovechado su cuerpo para satisfacerme pero, tampoco estaba tan embriagado por la calentura para hacer eso, así que decidí cerrar la puerta, ponerle seguro (aunque no había nadie más en casa) y ver de qué manera podría aprovechar su situación de vulnerabilidad. Me acerqué con cuidado, y vi más de cerca su escote… No tenía puesto nada más que esa blusa. Por lo visto quería descansar bien, y al mismo tiempo me daba más motivos para querer observar debajo de su ropa, así que levanté un poco su blusa… DIOS, QUE DELICIA. El primer par de senos que veía en mi vida. Eran perfectos, pequeños para considerarlos maduros pero de una forma tan sensual. Sus areolas estaban tan rositas y ambas caían por la gravedad hacia su lado izquierdo.

Desprendía un olor embriagante, parecía que recién se había duchado puesto que su perfumado cuerpo me ocasionaba cada vez una erección más fuerte.

Llevado por el éxtasis, me acerque a sus glúteos y sin pensarlo, inhalé efusivamente. En realidad no capturé ningún aroma pero el pensar que algo del aire que rodeaba su sexo ahora estaba en mi nariz me excitaba de sobremanera.

Sin más resistencia, bajé hasta sus pies, saqué mi teléfono y les tomé todas las fotos posibles de todos los ángulos. Sus uñas con ese barniz negro me provocaban tanto que sin pensarlo dos veces, no aguanté más y decidí satisfacerme por completo.

No dejaba de oler sus pies, empecé a besarlos y a meter sus deditos en mi boca mientras me masturbaba. Con frecuencia volteaba a ver su carita para verificar que no despertara y seguía con mi fechoría. Una vez que sentí que dentro de mi, nacía algo delicioso, apunté hacia sus rosadas plantas y con la potencia digna de una fuente, mi semen brotó y se alojó entre sus deditos largos y delgados. Llevado por la locura, gemí involuntariamente, lo que terminó de despertarla aún si el tacto de mis fluidos y mis besos en sus piecitos no lo habían hecho.

—¿QUE HACES? —gritó notablemente molesta, pero sobre todo confusa.

 

Gracias por leer este relato. Se que es algo genérico este inicio y puede parecerse a miles de cosas que ya han leído con anterioridad, pero habrán más partes que harán la diferencia de el resto de la historia, los invito a que comenten si les ha gustado y les prometo que en las siguientes partes la cosa se pondrá mucho mejor.

De nuevo, gracias

-Liklim

117 Lecturas/9 junio, 2025/1 Comentario/por Liklim_090
Etiquetas: amigos, culo, hermana, hermanos, maduros, primos, semen, sexo
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1 comentario
  1. Luciano2023 Dice:
    10 junio, 2025 en 1:01 pm

    ¡Uf!, me hiciste recordar algo muy parecido que hice con mi prima también. Esperaré la continuación muy excitadora. Por esa experiencia propia debes saber que te entiendo y comprendo muy bien

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