MI PERRA SULEMA… MI PRIMER AMANTE
…tenía ya toda mi verga hasta el fondo y no dejé de moverme hasta que la eyaculación llegó; uno, dos tres, cuatro, cinco disparos dentro de ella y sin sacarla por algunos minutos, sentí que el placer supremo del sexo….
MI PERRA SULEMA… MI PRIMER AMANTE
Rondaba por lo 14 años cuando descubrí la eyaculación, la masturbación y la vulva de mi perra. Sulema era una dóberman que por descuido había sido preñada por un perro de la misma raza propiedad de un amigo de mi Padre.
Después de que la perra parió, sus pezones crecieron y cuando le llegó su siguiente ciclo de celo, la vulva le creció también y su actitud cambió. La muy puta se le ofrecía a quien estuviera cerca, se ponía de culo y levantaba la cola como esperando o invitando a ser montada. Para ese momento yo me jalaba la verga en el baño del patio cinco o más veces al día, era un adolescente súper caliente y me envicié con el placer sexual.
En cierto momento, me fui a mi baño especial y la Sulema me siguió y, por no perder tiempo ni llamar la atención, la dejé pasar. Me senté en el retrete con la verga parada y lista para masturbarme; sin embargo, la perrita puta se dio la vuelta y me ofreció la cuca. Aún sentado la altura de la vulva de Sulema quedaba exacta para que mi verga rosara su dilatada panocha.
Me pareció extraño verle la cuca tan grande pero no dejaba de ser atractivo el manosearla, y al no haber testigos, el morbo me subió de manera acelerada y la dureza de mi verga se incrementó de manera extraordinaria… pensé en acercarme a su panocha y hacer como que le metía la cabeza de la reata en su humedecida vulva. En efecto, le entró la cabecita del pecado y yo sentí que el paraíso se abría para mí, pues la sensación era exquisita, era indescriptible y verdaderamente caliente.
De repente las dudas me asaltaron, pues mi perniciosa educación religiosa y el hecho de que se tratara de un animal, me hicieron pensar en mil consecuencias dramáticas. Imaginé que de seguir en ese acto podría dejar a la perra embarazada y que la posible cría sería una aberración mitad humano y mitad perro; imaginé que me infectaría gravemente por tener contacto con sus fluidos; imaginé que me descubrirían mis padres y que las implicaciones serían desastrosas. Le saqué la cabeza y me salí del baño.
Pero la calentura pudo y puede más… siempre.
Al día siguiente, por la mañana y sin escuela, la casa entera era para mí. Llamé a Sulema, la llevé a la recamara de mis padres y sola se subió a la cama; de inmediato la puse en cuatro patas situándome yo atrás de ella. Sin mediar ningún pensamiento, de manera instintiva, le acaricié la vulva y se la abrí levemente, le acerqué la verga y le entró un poco más que la cabeza; Sulema, al sentirse penetrada, empezó a arquearse y a moverse con ese movimiento que ejecuta un perro que pretende penetrar a una perra. Quedé maravillado y al tomarla de las ancas, la jalé hacia mí, haciendo que mi durísima verga entrara más en esa deliciosa pepa canina.
Ella dejó su movimiento de apareamiento y yo inicié el mete saca de una manera natural, fue puro instinto, entrar y salir de esa panochita era delicioso e inexplicable, pues nadie me había explicado que debía moverme para sentir. Un par de clavada más y al sentir la salida inminente de mi esperma; saqué la reata y los disparos de mis fluidos cayeron en el piso. La perra empezó a dar vueltas como loca sobre la cama y al detenerse se lamió la vulva; pensé que era la excitación su molestia por haberle sacado la verga.
Ese mismo día pero por la tarde, la llevé a baño del patio a coger de nueva cuenta, en esta ocasión se la metí estando yo sentado en el excusado y de repente, como impulsado por un resorte, me puse de pie sin sacarle el pito, ya la tenía bien ensartada como en la posición de carretilla; tenía ya toda mi verga hasta el fondo y no dejé de moverme hasta que la eyaculación llegó; uno, dos tres, cuatro, cinco disparos dentro de ella y sin sacarla por algunos minutos, sentí que el placer supremo del sexo sería el motivo para consagrar mi vida a coger y disfrutar de cualquier panocha que llegara a mi vida.
Puedo decirles que, durante los días posteriores, la estuve clavando y moqueando de manera brutal, hasta que su celo terminó y su comportamiento se hizo diferente y un tanto distante. Me importó poco su nueva actitud, yo ya había probado la cuca y ahora y nunca la iba a dejar. Desde ese día, en cualquier lugar y en la primera oportunidad, le metía la verga. En mi recamara dormían mis hermanos, pero yo hacía que la perra durmiera conmigo y la metía dentro de las cobijas, con la luz apagada y aún con la tenue luz del televisor, le buscaba la panocha para meter mi verga y sentir lo apretado de ese coño.
Con el pasar del tiempo, mis encuentros con mi perra fueron siendo más apasionados y calientes. También de manera instintiva, aprendí a mamarle el coño, a chupar sus pezones, e incluso a besarla en el hocico. Ella ya me lengüeteaba la boca y yo le correspondía, me lamía la verga y se la metía en el hocico, varias veces me vine dentro de el y sobre sus tetas (que también eran muy sabrosas) cada que deseaba cogerla, le llamaba y le decía que sí quería coger o que me diera las nalgas, supongo que ella entendía esas frases porque de inmediato se daba vuelta y me enseñaba sus deliciosos agujeros del placer.
Le deba verga en todas las posiciones: en cuatro patas, misionero, de ladito en la cama (muy frecuente) yo sentado o acostado y ella ya ensartada de frente a mi (lo que me permitía darle dedo por el culo) en fin, de todas las formas imaginables.
La primera vez que le di por el culo, fue cuando después del segundo año, ella terminó su celo. Ya en meses anteriores la había estado dedeando constantemente, para que su entrada posterior se fuera acostumbrando y pudiera recibir mi verga bien parada. Esa tarde, a solas en mi recamara, le unté a ella en culo y vulva algo de aceite para bebé y también aceité mi fierro. La cogí por el coño, le di un poco de dedo y la puse en cuatro para ensartarla por el agujero chiquito. Mi verga entro poco a poco, hasta que la cabeza estuvo adentro de manera completa; la tomé fuertemente de las ancas y empujando lentamente se tragó toda la verga, la empecé a clavar y ella chillaba, no me detuve y en unos minutos más, ya muy caliente, le aventé el semen en ese apretado y delicioso culito.
Estoy muy seguro que se envició con el sexo que le daba (5 años son muchos) y de que me quiso de verdad hasta que desafortunadamente murió como consecuencia de un atropellamiento. Me quedé con dos de sus hijas y a ellas les daba verga de manera fuerte y sabrosa, pero nunca me hicieron sentir tanto placer y cariño por ellas.
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Abril 2024.
Exelente ,detallado con mucho morbo. Relata con las crías como te fue y así de descriptivo como este
Grácias!
SALUDOS. BUSCA PERRA BORRACHA Y TRÍO CON DOS PERRA, AHÍ ESTÁ MI EXPERIENCIA CON LAS HIJAS.
Hola! Me gusto y me calento mucho tu relato. Un amigo y yo estamos buscando una perrita para cogernola entre los dos.
FELICIDADES. SEGURO ENCUENTRAS PERRAS SABROSAS Y PUTONAS EN LOS ALBERGUES CANINOS. CÓGELAS Y DEVUÉLVELAS PARA TOMAR A OTRAS.
Ufffff!! Buenísimo!!
ME DA GUSTO QUE TE HAYA PARECIDO INTERESANTE.
ME DA GUSTO QUE TE HAYA PARECIDO INTERESANTE. TÚ ESCRIBES???
De donde eres zoorromexico? Tengo mascota
SALUDOS GONZZO, SOY DE LA HERMOSA CDMX Y SIGO EN ACTIVIDAD Y ESPERO QUE ESTÉS GOZANDO DE TU MASCOTA.
Ufff hermano! No ha intentado con yeguas? Nastytwink en tele