Mi primera vez como niña

Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi aficion por la ropa femenina comenzo a los 12 años, a esa edad me probaba la ropa de mi madre, la cual me quedaba a la perfeccion, usaba sus zapatos, pero siempre a escondidas. Con el paso de los años, fui creciendo y la ropa de mi madre dejo de quedarme.

Crei que esto se habia acabado, pero con forme fueron pasando los años, mi obsesion por vestirme como una mujer comenzo a aumentar. Asi fue como comenze a visitar paginas de Internet relacionadas con los trasvestis. Mi cuerpo era delgado, ademas me gustaba hacer ejercicio, por lo que mi cuerpo era parecido al de una mujer. Mi cara no era tan femenina, pero me gustaba soñar que era una travesti.

Con el tiempo comenze a comprarme ropa de mujer, ligueros, bikinis, sostenes y zapatillas. Me gustaba vestirme y maquillarme en mi habitacion, pero esto consumia parte de mi tiempo, por lo que mis calificaciones eran bajas. Corria el riesgo de repetir el año, asi que tuve que halar con algunos de mis maestros. Algunos decidieron ayudarme a cambio de tareas extras, pero uno me dijo que no.

Para mi era necesario pasar de año, asi que hice lo posible por hablar en privado con el maestro. Ya estando en privado le dije que sabia que el era divorciado y que yo le podia ayudar en su problema de soledad por las noches, a cambio de que me pasara. El solo se me quedo viendo de pies a cabeza y me dio una direccion. No sabia que hacer, asi que se me ocurrio ir y vestirme para el. Tenia que hacerle la mejor mamada para que me pasara.

Ya en la direccion indicada encontre una llave, pase y al interior no habia nadie, asi que procedi a cambiarme. Ya en el baño me puse un ligero color rosa, junto con las medias. La noche anterior me habia depilado todo mi cuerpo, asi que estaba completamente lisa mi piel. Despues me coloque un sosten y una blusa de color azul. Para simular mis senos, me coloque un relleno de algodon. Me puse una tanguita color rosa y una minifalda azul. Me maquille y me puse una peluca, al final el cambio era impresionante, parecia una verdadera jovencita. Me puse unas zapatillas de color negro y me prepare para recibir al profesor.

Aproximadamente a los diez minutos de mi transformacion llego el profesor. El se imaginaba a una mujer en su casa, pero grande fue su sorpresa cuando me vio de espaldas, creyo que se trataba de una de sus hijas. Grande fue sus sorpresa cuando me di la vuelta y me vio transformado, se me quedo viendo con los ojos bien abiertos y pude notar en su pantalon un bulto.

– Jamas pense que tuvieras estas mañas, preciosa- me dijo el profesor

– Esto es solo para usted- le conteste tratando de cambiar mi voz y hacerla lo mas femenina posible.

El se m e acerco y dijo que habia sospechado algo asi, ya que mi comportamiento era muy diferente al de los demas estudiantes de psicologia. El decia que habia notado cierta feminidad, pero jamas imagino esto. Se acerco a mi y me ofrecio algo de tomar, me pregunto por mi nombre y solo pude decir que mi nombre era Azucena, ademas de que era una flor que nunca habia sido deshojada.

El se acerco a mi y me acaricio la pierna, mi corazon latia a mil, de pronto senti su boca besando la mia, su lengua jugaba en mi boca y era tan excitante, sus manos se deslizaban en mi, una en mi espalda y la otra en mis piernas, de pronto se detuvo y me dijo que lo acompañara. Me llevo a una habitacion que estaba llena de cosas de mujer. Me dijo que era la habitacion de su hija, y que este dia yo iba a ser su hija. Abrio el armario y habia ropa de escuela, me pidio que me la pusiera, pero frente a el. Asi que me comenze a desnudar, el acariciaba mi cuerpo mientras me desnudaba, eso me excitaba. Cuando estaba en ropa interior me dijo que me comenzara a vestir, el escogio una falda escocesa corta y una blusa blanca.

Me peine con una media cola y me puse maquillaje nuevamente en los labios, tambien tome algunos adornos de su hija. Me parecia mucho a ella segun me decia. Me acerque a la cama y me sente en ella, sin darme cuenta que habia puesto su mano para tocar mi trasero.

De porto me acaricio las piernas y se desabrocho el pantalon, entendi lo que queria, asi que comenze a hacer lo que habia visto en las peliculas pornos. En un principio su verga me supo rara, pero conforme fui chupandola y lamiendola el sabor cambio, sentia como palpitaba en mi boca, era muy excitante. Se la segui chupando y su gemidos me indicaban que lo estaba haciendo muy bien.

De pronto senti algo caliente en mi boca, trate de sacarla de mi boca, pero sus manos me mantuvieron bien sujeta a su verga. Me hizo tomarme toda su lechita, se la termine limpiando tan excitada que no me importaba nada. Me levante del piso y me sente en sus piernas para poder acariciar su cuerpo, era excitante sentir a un macho. Con sus manos tomo mi tanguita y la bajo, estaba ansioso de meterme su verga hasta el fondo. Yo solo abri las piernas para que me la metiera, al principio era un dolor muy intenso, intente detenerlo, pero el no queria, decia que debia sufrir como la puta que era. De mis ojos brotaron unas lagrimas, de pronto senti que habia acabado de metermela. Pero solo habia parado para ver mis lagrimas.

Comenzo un mete y saca que era doloroso, pero mi ano se acostumbro muy rapido, lo que habia sido doloroso, despues de algunos minutos era placentero. Mis gemidos de puta se comenzaron a escuchar y el comenzo a metermela con mas fuerza. Me tiro sobre la cama y siguio dandome por el culo. Mi cuerpo se partia de placer, era tan excitante. Me arranco al blusa y comenzo a morderme, mi sosten lo rompio y comenzo a morder mis pezones. Yo solo gemia de dolor y placer juntos.

Asi estuvimos unos minutos, de pronto me la saco de mi ano y comenzo a masturbarse en mis piernas. Le comenzo a salir mas lechita, la cual limpie con un gran placer. El quedo tendido en la cama, yo solo me cambie y sali de ahi, con un gran dolor entre las piernas, pero con una gran sonrisa por el placer que habia experimentado.

Despues de eso mi profesor intento que se volviera repetir , pero no lo permiti, ya que logre pasar su materia y ya no era necesario.

Autor: Anonimo