Mi primo el mecánico.
Debajo de un Citroën XM, el antiguo auto de mi tío….
(relato erótico que no contiene escenas sexuales.)
Se encontraba mi primo, cada fin de semana para estudiarlo y hacer mantención, esa era su rutina desde que empezó a estudiar mecánica, en cambio, la mía era sentarme cerca para poder observar con atención lo que el hacía.
Al principio no hablábamos mucho entre nosotros, teníamos 8 años de diferencia y solo lo veía desde lejos en reuniones familiares, pero todo cambio con el inicio de la separación de mis padres.
Como era pequeño no entendía que es lo que pasaba, de un momento a otro, la casa de toda mi vida ya no era mía, debíamos mudarnos, mis padres ya no estaban juntos y lo peor de todo es que me dejaron a un lado, pues de la noche a la mañana me encontraba viviendo con mis tíos.
Eran demasiadas emociones para alguien tan joven y lo peor de todo, es que llegaba en el peor momento la pubertad, pues no solo había cambios en mi cuerpo, si no que la percepción del mundo que me rodeaba también cambiaba, en especial la manera de mirar a ciertas personas, uno de los afectados y el primero fue mi primo Javier.
No entendía porque, siempre fui muy lento para estas cosas, pero sentía que no podía dejar de mirarlo, me ponía más tonto de lo habitual cuando él estaba cerca, mas complaciente, si el necesitaba un vaso de agua, yo corría a traérselo, era tal mi actitud con él que mis tíos se reían de la situación, pues creo que tampoco llegaban a comprender que es lo que realmente me pasaba.
Para mi y Javier se nos hizo habitual estar cerca, obvio era yo el que lo seguía a todas partes, al punto que muchas veces Javier se hartaba y se encerraba en su habitación.
Llego el verano, el calor a veces era insoportable, pero mi primo seguía en su rutina de los fines de semana, se quedaba en el jardín para hacerle manutención al auto viejo de su padre, el plan de él era empezar temprano cuando el sol aun no pegaba tan duro y como a las 10 de la mañana, él ya estaba de pie frente el capó.
Yo le seguía la rutina, me quedaba sentado en una banca que tenía el jardín, observando cómo movía los brazos, con un semblante serio, a veces parecía como si estuviera intentando resolver algún puzle.
No entendía porque, pero me gustaba verlo desde lejos y de espalda, en especial cuando se inclinaba, me daba una sensación agradable, mi mirada recorría desde su cabello negro, pasando por su nuca, el inicio de su overol azul y su espalda hasta bajar a su trasero, que cuando tenia suerte se marcaba la línea que separaba cada nalga.
Más de una vez veía como Javier me miraba de reojo cuando estaba inclinado en el capó, sorprendiéndome en el acto, como si supiera que lo miraba, aun así, él no decía nada, se mantenía callado y volvía a hacer lo suyo, llevábamos un par de meses haciendo esta rutina, así que me imagino que ya estaba acostumbrado a mis miradas.
Cuando debía meterse debajo del auto, era cuando el me pedía ayuda, para no tener que salir a cada rato, yo le acercaba las herramientas que iba necesitando y guardaba las que ya no utilizaba.
Pasaron tres horas, el tiempo se nos paso volando, ya eran las 1 de la tarde y escuchábamos como mi tía nos gritaba para que nos preparemos para comer.
Ese día el calor estaba asqueroso, mas de una vez tuve que ir a buscar agua para refrescarnos, mi primo al fin salió de debajo del auto completamente agotado y sudado, me miro con una sonrisa cansada, mientras con un paño muy sucio se limpiaba sus manos llenas de aceite negro y me dio las gracias por ayudarlo, obvio yo me puse super feliz.
Nada me prepararía para el regalo que estaba por recibir, sin previo aviso, delante de mí se bajó la cremallera abriendo su overol, debajo se encontraba un pecho desnudo y sudado, sus pezones estaban duros, eran oscuros y alrededor de ellos habías unos cuantos pelos que estaban pegados a su piel de lo mojados que estaban.
Creo que se me cayo la saliva en ese momento, porque mi primo sonreía mirándome la cara.
¿Quieres tocar? —Pregunto mi primo casi susurrando, con un tono muy profundo.
No pude decir nada, pero mi cabeza se movió sola, asentí, levanté mis manos e hice contacto con una piel trigueña muy caliente y resbaladiza, comparado con mis manos su pecho era muy grande.
Mis dedos inevitablemente se fueron a sus pezones, pasaba mis pulgares por encima de ellos una y otra vez, con cada movimiento cambiaban de dirección cada vello alrededor de estos.
Sentía como mi primo a veces daba unos sobresaltos y con cada uno de ellos un quejido, un gemido y una respiración ahogada.
Mi tía grito nuevamente que nos apuráramos, rompiendo un trance en el que parecía que ambos estábamos, yo retire con brusquedad mis manos y mi primo se volvió a subir el overol, pero sin cerrarlo y con algo de nervios dijo que se iría a bañar, me dejo solo en el jardín sin saber que había ocurrido, con un sentimiento de querer más y con una erección en mi pantalón.
El almuerzo transcurrió como si nada hubiera pasado, aunque de vez en cuando nuestras miradas chocaban, nos observamos por un buen rato y luego mirábamos para otra parte, después de comer no hablamos de lo sucedido, ni en la semana siguiente.
Pero el fin de semana volvió, al igual que nuestra rutina y la pregunta que me hizo.
/Bueno, un gusto en conocerlos y escribir este primer relato, se que fue muy tranquilito comprando con otros que he leído por aquí, pero quiero ir incrementando de a poco.
perdonen las faltas de ortografías, no soy mucho de escribir, pero me gustaría contar algunas cosas que pasan por mi mente, como chismes, anécdotas y fantasías, advierto que estará todo mezclado, no avisare cuando es cada cosa y cuando un relato es mío o no, por privacidad jaja /
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