Miguelito, el Pequeño Demente: Locuras Lechosas desde los 6 Años / 3
Locuras en el bus: Miguelito, el obsesionado con vergas lecheras corrompe a su acompañante prt 2.
Pasaron apenas 3 horas de las 10 que nos faltaban para llegar a nuestro destino, y ahí estaba yo, con mi mano sobre el bulto de Alejandro. A pesar de su expresión seria, él no rechazó mi apretón.
El veía a la ventana pero más centraba la mirada hacia al frente donde estaban mis papás, al ser un chico alto podía ver las cabezas de todos los pasajeros así que podía anticipar alguna persona viniendo al baño ya que lo teníamos al lado. Yo como si supiera lo que hacía para continuar con nuestro juego supe que al observar la ventana era señal de que podía seguir apretando su bulto, mientras eso sucedía el abría su boca dejando salir un aliento de placer empeñando el vidrio de la ventana.
Mis mano se volvio traviesa, jugueteando con su bulto mientras yo le desviaba la atención hacia algo tan inesperado como los dinosaurios. Le sonreía maliciosamente, sabiendo que la distracción solo aumentaba la intensidad del momento.
El pobre Alejandro estaba entre la ansiedad y la excitación! Su mirada inquieta buscaba señales de observadores indiscretos, mientras yo seguía desafiándolo con mis travesuras. Recordé la noche con Max, y la sensación de ese deseo prohibido se apoderó de mí. Me encantaba jugar con las emociones de este nuevo chico, sumergiéndolo en un mar de apuros y placer.
La situación se calentaba aún más! Mis mano no conocí límites, y con una juguetona osadía, expandí mi palma y mis dedos para provocar aún más a Alejandro. Su bulto reaccionaba, creciendo ante mis travesuras. El me miraba de vez en cuando, podía notar en el su preocupación pero el deseo lo consumía dejándome hacerle mis pequeñas travesuras. No tardó mucho en erectarse por completo cuando su gran tronco se remarcaba de lado, recostado sobre su muslo derecho por lo cual con mi mano la sobaba de arriba abajo como Max me había enseñado. Alejandro movía de ves en cuando su cabeza a los lados en señal de que esto estaba mal pero no podía hacer nada, yo tenía todo el control y el culposo disfrutaba de ello. Mientras más le frotaba aquel bulto más se remarcaba el glande sobre el pantalón.
¡La situación se volvía más atrevida! Alejandro, con nerviosismo y deseo, desabrochó lentamente su cinturón, manteniendo la atención en los demás pasajeros. Abrió su pantalón solo lo suficiente, dejando el botón y la cremallera cerrados. Decidido, guio mi mano hacia la intimidad de sus boxer, sumergiéndonos en un juego de placer oculto.
¡Oh, los placeres ocultos lo estaban llevando al límite! Mi mano provocativa sobre su glande hizo que Alejandro temblara, soltando gemidos sugerentes. Nuestras miradas se encontraban en un juego juguetón, donde la complicidad y el deseo se reflejaban sin inhibiciones. ¡Las cosas se estaban poniendo salvajes! A pesar de la presión de los boxers, sentí la magnitud de su miembro, alcanzando los 17 cm. Mis mano izquierda juguetona no se detuvo y al masajear su tronco, provocaron la liberación de líquido preseminal. Extendí el fluido por toda la verga y llegué a sus testículos, presionándolos con la yema de mis dedos. Alejandro, sumido en el placer, retorció los ojos y me sonrió nervioso, indicándome que ya no era una molestia, sino un cómplice en esta travesura prohibida. ¡La complicidad se sellaba con el placer compartido!
Viendo que la mayoría de los pasajeros estaban en calma, Alejandro se soltó aún más. Desabrochó su pantalón, bajó la cremallera y liberó por completo su verga. Al bajar sus boxer rojos, reveló una verga morena con un glande rosado y vello varonil. El olor fuerte y a sudor activó una señal automática en mí. La luz que entraba por la ventana del camión resaltaba el excitante color de su miembro. Mi mano continuaba su travesura, subiendo y bajando, mientras el líquido preseminal seguía fluyendo hasta humedecer los testículos. ¡La travesura alcanzaba nuevas alturas de deseo!
¡La travesura alcanzaba niveles épicos de placer y culpabilidad! El olor impregnante de su verga y huevos sudados saturaba el ambiente. Alejandro, entre gestos de culpa y placer, experimentaba sensaciones contradictorias. Mientras mi mano hacía su trabajo, me aventuré con la otra, masajeando sus testículos empapados de líquido preseminal. La mano que lo masturbaba se infiltró bajo su camisa, llegando al pezón derecho. Recordando las preferencias de Max, comencé a mover lentamente sus pezones, humedeciéndolos con su propio presemen. Alejandro, en un torbellino de placer, se ruborizó y emitía gemidos en tono bajo, luchando por concentrarse en medio de la excitación y la culpa.
¡La travesura alcanzaba su clímax! Mi mano derecha trabajaba sin descanso, masajeando sus testículos y masturbándolo. Los dedos rozaban su pezón, intensificando la experiencia. Aceleré el ritmo de la masturbación hasta que, llegando al límite, aparté mi mano para que mi boca quien estaba ansiosa de volver a probar un pedazo de carne continuara la labor que había comenzado. Alejandro me miró con mucho deseo y me dijo al oído “No mames que rico, como sabes todo esto?
Su pregunta quedó sin respuesta mientras me sumergía en el placer de su verga en mi boca. El olor y el sabor impregnaban cada parte de mí. La chupada generaba un ruido erótico, pero Alejandro tomando el control, detuvo mi movimiento y comenzó a moverme lentamente al ritmo de su deseo.
Yo acariciaba su muslo derecho velludo mientras mi mano frotaba ese pezón tan suave bajo su playera y mi boca hacia su trabajo, el elevaba y bajaba las caderas para follar discretamente mi boca, la cual babeaba mucho y el excedente de saliva se depositaba en sus testículos que a su ves empapaban el boxer. Sentía cada vez su verga más grande, sus testículos se contrajeron y empezaron a subir y su verga se tenso, sentía como venía aquella leche caliente y espesa sin embargo un golpe abrupto me interrumpió.
Alejando me levanto rápidamente y con su brazo derecho me quito la mano de su pezón, acariciando violentamente su abdomen velludo, su cara se puso pálida, con la otra mano sostuvo mi cabello bruscamente y lo jalo hacia arriba yo saqué mi boca de su verga con aquel jalón del cabello que recibí. Sin embargo ví claramente como su glande rosado junto con su verga brillosa y mojada comenzaba a soltar chisguetes de semen incompleto, uno cayó en mi boquita. La actitud de Alejandro se debía a qué mi papá se estaba poniendo de pie para venir al baño. Alejandro sabía que no podría abrocharse el pantalón de inmediato así que tomo su chaqueta y la coloco sobre sus piernas, yo lo seguí y me recosté sobre ellas subiendo mis pies a mi asiento, a modo de que estuviera yo acostado. Mi papá comenzó avanzar con precaución ya que el camión andaba en movimiento, al llegar hasta nuestro lugar yo me hice el dormido pero Alejandro tuvo que dar la cara por mí.
“Que tal señor ya viene al baño jeje”
Mi papá le dijo : si jeje es que ese litro de agua ya tiene que salir por algún lado, Miguelito ya se durmió en sus piernas, ay que pena con usted a veces hace eso
Alejandro le dijo : No que va, no se preocupe es un niño y a mí me caen muy bien espero algún día tener un hijo así de bien portado como el suyo, de tanto hablar de los dinosaurios le dio sueño.
Mi papá le agradeció que me cuidase y se metió al baño.
Por mi parte yo saboreaba la última gota de leche que pude tomar de su rica verga, mis ojos cerrados daban la ilusión de un sueño tranquilo. Descansaba con la cabeza sobre las piernas de Alejandro, sintiendo su temblor ante la peligrosa situación, mientras yo salía impune.
Mi padre salió del baño y noto lo que aparentaba ser una gota de “baba” a lo que se acercó un poco y me dijo:
Miguelito hijo no vayas a manchar al joven despiértate un poquito.
En eso Alejandro temeroso le contesto:
No sé preocupe señor, déjelo dormir no me preocupa que manche un poquito la chamarra además va muy cómodo.
Mi papá le agradeció apenado y le comentó que cualquier cosa les avisará ya que iban a dormir un poco. Alejandro asintió con una sonrisa sin hacer mucho ruido para que según yo siguiese “dormido”
Una vez mi papá se acomodo en su asiento, Alejandro pudo dejar de temblar y con su mano cálida me acaricio el cabello preguntándome si ya me había dormido. Yo moví mi cabeza dejando entrelazar mi cabello ondulado sobre los dedos de Alejandro. El me dijo que sería buena idea que durmiera pero yo le dije que no quería que quería seguir jugando. El me contestó muy enfadado con una negativa rotunda, sus ojos se veían culpables de lo que había estado haciendo pero yo sabía que fue un deleite para el, así que hice como que me importo su advertencia y me acomode para dormir normalmente, dentro de mi sabía que no había ordeñado por completo aquella verga así que no lo iba a dejar hasta obtener toda su leche pero de momento nos venía bien dormir.
De tanto pensar en como volver a calentarlo me dio sueño y comencé a quedarme dormido en un sueño profundo. Al despertar me di cuenta que ya era de noche, Alejandro venía dormido, su cara recostada sobre el cristal denotaba preocupación, no sabría cuánto tiempo estuvo tratando de digerir la mamada que le había dado hace unas horas un niño de tan solo 6 añitos. Yo miraba su chamarra, se le había caído al suelo, me percaté que ya se había subido sus pantalones pero notaba como esa verga daba algunos movimientos, estaba erectandose por el sueño o por la respuesta involuntaria al dormir. Yo no sabía porque seguía erecta hasta ese entonces no conocía muy bien mi cuerpo y mucho menos el de un hombre adulto desarrollado.
Así que sentí que sería el momento justo para entrar en acción, coloque mi manita sobre el muslo derecho de Alejandro y ví que solo frunció la cara pero seguía muy dormido, así que comencé a sobarlo y lentamente comencé a bajar a su bulto. Una vez en él lo apretaba suavemente para tratar de no despertarlo, su erección se remarcó más grande y fue ahí cuando Alejandro abrió los ojos.
Alejandro abrió los ojos y noto nuevamente mi mano sobre sus genitales. Podía notar como su cara se tensaba por el estrés como si su pesadilla no fuese un sueño si no una realidad. En eso subió la mirada en vigilia hacía los demás pasajeros, al ver que todos iban dormidos me miró nervioso y con angustia, yo le regrese la mirada con malicia diciéndole que el juego no había terminado pues aún no le salía leche.
Alejandro poco a poco iba cambiando esa cara de angustia a placer nuevamente, con más práctica retiro mi mano con gentileza, se desabrochó el pantalón y como en una actitud de resignación y placer bajo completamente sus pantalones junto con el boxer llegando a su rodilla. Podía apreciar sus piernas peludas y morenas color caramelo, me fascinaban, me asome al pasillo y Vi que la mayoría estaba durmiendo así que me desabroché el cinturón de seguridad y me coloque enfrente de Alejandro, el me miraba con confusión de lo que estaba haciendo como si ya tuviera experiencia, lo que no sabía es que está era mi segunda mamada pero yo le miraba con cara de inocencia como si realmente para mí solo se tratara de una travesura, ello lo calmaba un poco.
Me hinque a como pude, sus pantorrillas me quedaban a la altura de mis hombros pero pude ver bien aquellos huevos subiendo y bajando, el olor a testosterona volvía a salir y su prepucio olía más potente, tal parece que no se limpio el poco semen que salió anteriormente. Con un movimiento de cabeza me indico que ya podía comenzar.
Yo muy contento comencé a lamer sus testículos haciendo movimientos constantes con mi lengua de arriba abajo y en círculos, Alejandro comenzaba a temblar, yo coloque mis manos sobre sus piernas peludas y comencé acariciarlas, el solo veía al frente. Pasado un par de minutos comencé a lamer esa rica verga morena como si fuese un caramelo para mí, mi lengua llegaba hasta el glande y bajaba pues quería lamerlo como una paleta y experimentar con más calma, Alejandro se encontraba más sofocado y más rojo, su mirada a veces bajaba para apreciar lo que yo le hacía a su verga, de la uretra comenzaban a brotar gotas de líquido preseminal y caían hacia su tronco dónde eran absorbidas por mis lengüeteos. Con mi mano derecha tome su gran verga de 17 cm y la baje para metermela a la boca y comenzar a mamar cuál becerro. Me sujete fuertemente de sus rodillas para que mi boca no se saliera por el movimiento del camión y llegará lo más profundo que pudiese, el con sus dos manos me agarró de la nuca y comenzó a follarme la boca. Éramos cuidadosos con los sonidos, cuando ya se escuchaba un poco más bajabamos la intensidad y así seguimos por varios minutos hasta que llegó el momento que tanto ansiaba desde el inicio de este viaje.
Sus huevos se hincharon a la vez que subieron, su verga se expandió y el glande se esponjo aún más, yo metí mi lengua sobre la uretra y el solo soltó un gran quejido que pudieron haber escuchado algunos pasajeros de enfrente pero ellos iban muy dormidos. Alejandro me miró y yo a él, su cara comenzó a fruncirse de placer y yo empecé a sentir aquellos chorros de leche, eran amargos y espesos. Abrí más la boca y tragué todo lo que pude, nuevamente tenía leche y eso me hacía el nene más feliz, seguía chupando para que saliera la última gota. Alejandro me agarró de las mejillas y lentamente me fue quitando de su verga, yo le saque la lengua a modo de grosería infantil sin embargo mi lengua estaba blanca por toda la leche que tome, el solo sonrió amargamente, su verga comenzaba a deshincharse y ese proceso me mantuvo concentrado, nunca había visto como se volvía hacer pequeño. Una vez quedó flácido me hizo señas de que me levantará y me subiera al asiento, luego el subió rápido sus boxer rojos y su pantalón negro, yo lo mire con una sonrisa y le dije “Que rica leche” el me contestó : Si? Que bueno que te haya gustado ahora ya duérmete con una leve sonrisa, podía notar como su culpa culminó por fin en este viaje. Yo asentí y me acomode para dormir plácidamente, por la mañana estaríamos llegando a Cancún así que ya podía dormir.
El chófer nos despertó con el alto parlante para informarnos que en unos 30 minutos estaríamos llegando a la estación de Cancún para que agarráramos nuestros equipajes de mano y no retrasáramos el descenso. Antes de que el autobús se detuviera Alejandro me dijo con un tono de preocupación:
Miguelito por favor no le digas a tus padres a qué jugamos ya que esos juegos no los pueden saber.
Yo le dije en un tono de diversión infantil: “Si ya se, esos juegos son secretos como el que jugué con Max”
Alejandro se paró con angustia y preocupación de que yo dijera algo, paso enfrente de mí dejándome ver por última vez aquél bulto tan rico que me había amamantado durante este viaje para luego avanzar sobre el pasillo y descender. Mi mamá me hizo señas con la mano para que fuera donde mi familia y bajáramos para comenzar con nuestras vacaciones en Cancún.
Uff miguelito es todo un putito…
Ay miguelito miguelito!! el pequeño ya no puede evitar tener una verga entre sus manos. Se convirtio en todo un putito.
Me encanta… miguelito es todo un goloso.
gran relato como sigue
como sigue? necesito mas….
Miguelito ya no puede vivir sin la verga de Max, se volvio todo un putito en tan poco tiempo.
Miguelito es muy inteligente… sabe perfectamente lo que hace.. me encanta.
Como sigue?