Milk y El Sádico pt 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por AbogadoSádico.
Resultó ser una investigación sobre matrimonio civil igualitario y los encargados eran dos estudiantes bastante aclamados de la universidad.
Uno de ellos era el típico tipo guapo, de gimnasio, alto y el otro, que capturó mi atención de inmediato, era un gordito bajito y con grandes habilidades para exponer.
Una vez acabaron su presentación y recibieron la nota aprobatoria, celebraron y salieron del auditorio, dándome la oportunidad perfecta de acercarme a ellos y pasar como un amable espectador.
El gordito sonreía y tenía lágrimas en los ojos por la felicidad, el alto estaba al teléfono con su familia.
Me acerqué al gordo para darle la mano y vi que tenía temor de hacerlo, como si mi presencia lo asustara y decidí aprovecharme de eso.
Le expliqué quién era, mi posición dentro de la universidad y se sintió halagado que me tomara el tiempo de verle y le propuse que me ayudara con la redacción de un artículo sobre ese tema (era solo una excusa).
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Una vez terminó con todo lo referente a su grado se acercó a mi oficina para discutir los términos en que colaboraríamos para el artículo y siempre procuraba dejar mi paquete visible aunque sin ser muy descarado.
Él terminaba siempre nervioso y dirigiendo su mirada “discretamente” a mi pantalón, a mi verga y eso me estaba poniendo a mil, poco después mi erección era muy evidente y decidí arriesgarme.
Le di un beso en la frente, le agarré por las sienes y empujé su rostro hacia mi verga que estaba a punto de romper la tela y en lugar de luchar, abrió la boca y empezó a lamer mi pantalón desesperado.
Dejamos hasta ahí pues en la universidad no es conveniente ni práctico hacer las cosas y nos pusimos de acuerdo para otro día, el viernes 26.
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Lo invité a mi casa, quedó de llegar a las 5 de la tarde y muy puntual apareció ante mí, con un pequeño morral en que me traía una sorpresa, algo que después vino a ser muy útil.
Le dije que iríamos a mi casa de campo para tener mejores paisajes y salimos.
Una vez nos subimos al carro, abrí mi pantalón y su boca se tragó mi verga por entero.
Más de 40 minutos de viaje en que sólo paró dos veces para respirar, estaba contento con mi nuevo juguete.
Llegamos a la casa, el buen perro bajó todo y lo puso donde le ordené y me pidió permiso para ir a cambiarse, le permití ir mientras yo organizaba la cámara y otras cosas que procedí a esconder lo mejor posible.
Quedé sólo con mi jean, bóxer y las medias.
Apareció unos minutos después usando un collar de acero, guantes de boxeo a modo de patas, y un consolador con forma de cola de perro.
Apenas me vio, se puso a cuatro patas y comenzó a ladrar y a mover la cola, grande y gorda.
El ingenuo pensaba que eso para mí sería algo nuevo.
Me senté y le ordené quitarme las medias con sus dientes pero el perro me desobedeció y empezó a lamer mis pies encima de las medias, dejándolas totalmente húmedas y después las quitó para lamer mis pies, dedo por dedo, la planta, todo.
No quedó pedazo de mi pie sin recorrer.
Empezó a ladrar y mirar mi verga y era claro que quería mamar pero le tenía otros planes.
CONMIGO SE HACE LO QUE YO ORDENO, NO LO QUE EL PUTO PERRO QUIERE HACER.
Lo agarré del cabello, lo tiré contra el suelo y él se quejaba de dolor pero eso no me importaba, puse mi pie derecho sobre su cara y la empujaba contra el piso.
Empezaba a desesperarse pero yo tengo toda la paciencia necesaria.
Le solté la cara y con una patada en la barriga hice que quedara boca arriba, puse mi pie sobre su ridículo pene y empecé a pisarlo tan duro como podía, después de un rato le di un par de patadas en sus testículos.
Sus gritos eran música para mí.
Intentaba recuperar el aliento, intentaba quitarse los guantes con los dientes pero no lo dejaba, seguía golpeándolo y alejándole las patas de su cara.
Yo reía a carcajadas viéndolo revolcarse, oyendo cómo me pedía un poco de tiempo para recuperar fuerzas.
Eso no iba a pasar.
Lo tomé por el cabello y lo arrastré hasta la habitación de invitados, donde guardo mis juguetes, tomé una de las máscaras de cuero que tengo y dejé solo su nariz y boca libres.
Tomé una fusta, me subí a su espalda y empecé a azotar su gran culo con la fusta, entendió que quería que me llevara a caballo y así lo hizo, aunque quejándose del dolor en sus rodillas y espalda.
Lo obligué a seguir así hasta el baño donde tuvo su primera recompensa de la noche: lo metí a la bañera y empecé a orinarlo por completo, dándole cachetadas, golpes en sus tetas y en ese culo tragón que aún tenía el consolador.
Poco después de haber empezado con su lluvia dorada, el perro estaba rogándome que lo dejara tragar mi orina y se lo permití.
(sólo continuará si lo desean)
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