Mis jóvenes vecinas y mis ganas de hacer algo diferente (I)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por htr1969.
Primero habría que decir que ya tengo 45 años y casado dos veces. La segunda duró poco, la verdad. Pero desde hace tres años vivo solo en un apartamento en las afueras de la ciudad. Normalmente solo, aunque tengo dos amigas casadas que me llaman cuando sus maridos las dejan abandonadas.
Mi vida sexual, por tanto, era bastante suave. Me gusta mucho el morbo y me encanta masturbarme. Muchas veces lo hago con la ventana abierta y me caliento pensando que alguna vecina me ve y se toca lo que hace que yo tenga unos orgasmos intensos.
Una de mis vecinas, de unos 20 años, era testigo de mis juegos sin yo saberlo. Es estudiante universitaria con novio y se llama Pilar. Su amiga vive en el mismo edificio, 20 años también y de nombre Ana. La primera me espiaba desde hacía semanas y la segunda solo sabía de mi existencia por los comentarios de su amiga.
Una mañana me las encontré en un centro comercial, ellas se acercaron a saludar y entonces Pilar le dijo a su amiga:
– Ana, este es el viejo que te digo que se pajea con la ventana abierta. Cuando se corre echa mucha más leche que mi novio.
Las dos se rieron y yo no supe que decir.
– Esta tarde tenemos que prepararnos para nuestros chicos y en casa de nuestros padres no podemos. ¿Te importa que lo hagamos en tu casa?. Así te pajeas mirándonos. Ambas se rieron de nuevo, pero yo les dije que estaba de acuerdo. Podían venir y mientras ellas se arreglaban yo me pajearía.
Pensé que no vendrían ya que les respondí lo que no esperaban oír. Pero vinieron. Entraron en el apartamento y me dijeron que lo que querían era depilarse para sus novios. Les dejé entrar al baño y dedicarse a ellas mismas. Yo llevaba un pantalón de pijama y una camiseta nada mas.
Ellas salieron del baño desnudas de cintura para abajo con sus chochitos recién depilados. ¿Qué te parecen? me preguntaron. Deliciosos, respondí.
– ¿Por qué no estás pajeándote?, preguntó Ana.
– Tienes razón, debería empezar. Respondí mientras dejaba caer el pantalón y me acaba la camiseta. No voy al gimnasio, así que mi abandonado a su suerte cuerpo, quedó frente a esas dos jóvenes medio desnudas.
Me cogí la polla, que ya estaba ligeramente dura, y me pelé delante de las dos. Ellas me enseñaban el coño, el culo, Se ponían cerca de mi. Metían un dedo en su sexo y me daban a oler y se divertían viendo como mi polla estaba a punto de soltar toda la leche.
Pilar fue la que me preguntó si me gustaba ser un cerdo. Respondí que si y que me encantaba que me meen encima. Me hicieron sentar en el suelo y ambas con sus sexos abiertos me mearon por todo el cuerpo mientras yo no paraba de pajearme hasta que me corrí en mi mano.
Las dos se quedaron de pié mirandome mientras recuperaba mi resppiración.
– Ahora vamos a follarnos a nuestros novios y luego por la noche vendremos para que nos limpies los coños con la boca. Quizás te meemos otra vez. Dijo Pilar que estaba muy excitada en ese momento.
Se marcharon al cabo de un rato muy arregladas y con unas ganas tremendas de que les metieran una polla. Volvieron tarde, de madrugada, y llamaron a mi puerta.
……
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