Mis vagabundos de diferentes razas
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Wool.Manal.
Hola, Soy Maria Antonieta (Tony), está vez no me voy a enrollar en introducciones perezosas, solo por contexto diré que ya que tengo 23 años, vivo sola en otra ciudad, alejada de cualquier persona relacionada con mi familia.
Mi pasión son los vagabundos.
Cualquier ser vivo que no tenga hogar.
Perros, gatos, hombres y mujeres.
Sobretodo hombres y entre mas sucios mejores.
Me encanta darles amor, hacerles saber que aun hay algo porque vivir.
El lugar donde yo vivo es a los pies de un cerro, donde hay una mina abandonada, algunos de los pordioseros con los que he estado en más de una ocacion se han mudado a la mina.
En las noches cuando toda la colonia duerme, me salgo a ver a mis pordioseros.
Cuando recién comencé a vivir sola me daba miedo salir de noche, por miedo a que me fueran a herir gravemente o incluso matar.
Pero en las tres ocaciones en que me he encontrado en una situación de peligro, solo basta con entregarme a ellos para que no me lastimen de gravedad.
Así que ahora más segura, protegida por la oscuridad con el clima a mi favor salgo desnuda a la calle, a visitar a mis pordioseros.
Actualmente tengo 3 vagabundos El más grande de ellos es un viejito que debería rondar los 60 años y a quien nombre chimuelo, ya que no tiene dientes.
El siguiente es un niño como de unos 7 años, el me contó que perdió a su familia en un incendio, y el señor que se haría cargo de el era muy malo así que escapo.
El tercero es un perro, no es de raza pero tiene la estatura de un pastor alemán.
Ellos son mis mascotas, así que cada 3 días les llevo comida, y después de haber cenado, cuando recobran sus fuerzas comienza la diversión.
El primero en obtener su dosis de amor es chimuelo, le encantan mis pechos, y a mi también, ya que no tiene dientes puede morderlos lo más fuerte que puede, algunas veces regresó con moretones los cuales duran días.
Después de disfrutar de mis melones, chimuelo recibe una súper mamada.
Por lo regular con eso ya tiene para venirse, pero en cuanto veo que su mirada esta por llegar al éxtasis, paro todo y le comienzo a golpear en la carga, en el estomago, pero sobre todo en el pene, incluso cuando esta tirado en el suelo brinco sobre el, hasta que comienza a llorar.
Cuando eso sucede, vuelvo a tomar su pene entre mis manos y me lo llevo a la boca, así hasta que se le vuelve a poner duro.
Lo siguiente que sucede es que me pongo en cuatro y chimuleo detrás mio, comienza a follar mi vagina, después mi ano, y así continua alternándose vagina, ano, vagina, ano.
Siempre termina en mi ano.
Cuando terminamos, ayudo a sostener en pie a chimuelo, juro que algún día morirá de un infarto.
Lo llevo hasta el monton de cobijas y lo recuesto, chimuelo queda dormido y feliz.
Después el siguiente afortunado es el perro, comienzo metiendo mi lengua en su hocico, casi siempre apesta mierda, una vez que ya he llamado totalmente su atención, tomo su verga en mis manos y me la llevo a la boca.
Le hago una de mis mejores mamadas.
Cuando el perro está que no puede más, me pongo en cuatro, el perro se monta en mi, y ya no es necesario que le guíen su pedazo de carne, él le atina a mi vagina a la primera, así se esta empujando rápido y fuerte, cada embestida me excita un poco más que la anterior, y así nos estamos, disfrutandonos, hasta que un liquido caliente me inunda y el perro se baja de mi, quedamos abotonados.
Y mientras espero a que se le baje la excitación al perro, llamo al niño, me platica como ha ido su día, lo que ha hecho, incluso a veces me pide consejos.
Una vez que la excitación del perro se calma, nos separamos, y por un momento me siento triste, vacía, pienso que es igual a si me amputaran algún miembro.
Mi favorito de todos es el niño, y por eso lo dejo al último.
Comienzo dándole de mis tetas, chupa mis pezones, los succiona, los muerde, juega con ellos como si fueran golosinas, mientras yo lo masturbo, su pene es obviamente más pequeño que el del perro y el hombre.
Aún no le salen pelos y eso me pone súper caliente.
Cuando se cansa de mis tetas, es mi turno de usar la boca, me la lleno con su verga, la cual me cabe con todo y bolas, mientras con una de las manos acaricio mi vagina, y con la que queda libre le acaricio su anito.
El niño no aguanta tanta excitación y comienza a gemir de locura, es en ese momento cuando le clavo mi dedo indice en el ano, y así comienzo a darle un masaje por dentro de el, las primeras veces decía que le dolía mucho, que se lo sacara, pero ahora ya no, ya resiste.
Como he dicho antes, aguanta poco y comienza a venirse en mi boca.
y le dejo hacerlo, me los trago sin derramar una gota.
Aunque ese no es el final, es mi favorito.
Le doy un momento para que se recupere, y cuando ya esta más calmado comienzo a sobarle su miembro de nuevo, ahora viene lo mejor, me recuesto de espaldas al suelo y me abro de piernas, ofreciéndole el manjar a mi niño.
Llevo su pequeña verguita a mi ano, y la introduzco completa.
Tomo una de sus pequeñas manos y comienzo a sobar mi vagina, introduzco uno de sus dedos, luego 2, 3, 4 y así hasta que todo su puño esta dentro de mi, comienza a abrir y cerrar su puño dentro de mi, lo cual hace que me arquee de placer, esa situación me hace llegar al máximo de mi excitación, me vengo en su puño, se suelta de mi, y mi ano y vagina que solos se quedan.
Ahí donde quedo yo hago que el niño se recueste encima de mi, al ser muy enano cabe perfectamente encima de mi, me llevo su verga, que aun está un poco parada a mi vagina, y mi niño orina dentro de mi.
Nunca dejo que se salga de mi, duermo la verga de mi niño en la vagina y su orina en mi vientre.
Es la cereza del pastel.
Antes de que amanezca completamente, salgo de la mina y voy lo más aprisa a mi casa, donde me baño y tomo tantas precauciones como el doctor me indica.
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