Mmmmmm mujeres gordas y mmmmmm maduras (cuarta parte)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por alpez.
Al sentir su mano derecha, regordeta y suave sobre mi instrumento, como un mecanismo natural de defensa no pude evitar intentar llevar mi pequeña mano hacia el mas intimo sitio de mi cuerpo pero fui contenido de la intención por las palabras que resonaron nuevamente ahora mas suaves, mas cerca y mas claras que me repetían, ¡tranquilo mi niño, no pasa nada mi amor!
Sentí un ligero apretoncito sobre mi pene y su mano que abarcaba el cilindrito de carne que con la sensación mutaba su consistencia a una solidez casi metálica, sentí su brazo y mano izquierdas que ahora me rodeaban por la cintura hasta el ombligo.
A continuación sentí el primer roce de sus globos de carne en mi espalda y sin poder atinar a imaginar el tamaño real, en mi casi perdida poca inocencia creía que me abarcaban todo lo ancho de la espalda, aah! que sensación tan agradable y a pesar de encontrarme bajo el chorro de agua caliente mi cuerpo temblaba y mis piernas semejaban dos endebles trozos de hule que vibraban con la consistencia de una gelatina recién cuajada. La Sra. M… mantuvo su mano removiendo suavemente de arriba abajo aquel enhiesto pedacillo de carne, por mi parte me limite tan solo a dejarla hacer.
Todo sucedía con una vertiginosa velocidad inimaginable en un momento tan inesperado, que nunca ni por asomo llegue a pensar que ese día seria mi debut al mundo sexual y mucho menos con la vecina, la Sra. M… a quien puedo reconocer hoy que soy adulto, que le profeso un agradecimiento enorme por haberme iniciado en los juegos eróticos y las andanzas sexuales siendo yo un precoz adolescente. (Nota personal: Mejor instructora sexual y aun más, mejor iniciación a este mundo no pude haber tenido)
Para este momento el continuo chorro de agua sobre mi cabeza había diluido los residuos espumosos de jabón y me encontraba en posibilidad de abrir los ojos por lo que bajando la mirada pude distinguir con mucho placer la mano que rodeaba mi ya parado y loco pedacillo que dulcemente la Sra. M… alborotaba superlativamente jugando con la totalidad de su corta dimensión. Sin decir palabra me atrajo suavemente por la espalda, pegando íntegramente su humanidad a la mía y un nuevo shock nervioso me recorrió de los pies a la cabeza mientras enjabonaba nuevamente mi cuerpo con indescriptible dulzura, haciendo énfasis en esa parte que hasta entonces yo creía prohibida y que con tan poca vehemencia defendí. La Sra. M… me reconfortaba tan sutilmente que sentía elevarme al estrato celestial al momento que la intensidad de la sensación del roce de sus dedos sobre el glande descubierto me electrizaba cimbrando mi cuerpecillo aumentando la emoción con el frotamiento repetido de sus mullidas ubres y los sonrojados pezones que ahora distinguía duros percibiendo la intención de agujerear mi espalda.
En poco tiempo fue en aumento la cantidad de apretoncitos sobre mi instrumento ya palpitante y los sube y baja se repitieron con tal vehemencia que no tarde en sentir la incontenible turbulencia de los sentidos que no acertaban a dar solidez a las piernas, en dar calma a la respiración agitada, en sentir una taquicardia extraña e incontenible y los primeros espasmos en todo el cuerpo hasta que empecé a chicotear como culebra herida entre sus brazos y termine haciendo explosión entre su mano que se agitaba ahora con mas velocidad mientras oía nuevamente su voz en mi letargo que me decía – ¿así, así mi niño! Siente, siente..! un poco mas..! un poco mas..! yaaa, yaa, ya esta..! a la vez que emitía sonidos guturales ininteligibles como loco y aturdido sentí desvanecerme entre sus gruesos brazos… que momento tan intenso..! nada igual..! Confieso que para esa edad yo me había hecho ya algunas pajas privadamente pero nada comparable con la paja que me había propinado la Sra. M… eso era como viajar a lo mas cercano al paraíso prohibido y sin comprar boletooooo..!
Paso seguido, continuó amasándome suavemente la polla y cada roce de su mano sobre mi sensible glande causaba un renovado toque eléctrico que me hacia brincar y emitir un quejido leve de placer. Con la energía propia de la adolescencia y el ímpetu desenfrenado de un potrillo que empieza a probar las patas en carreras cortas no tarde en tener el brío renovado, con esas sublimes caricias pronto estaba tan duro como antes. Para entonces la Sra. M… me había girado, y habiendo quedado ambos frente a frente me encontraba admirando aquel por completo desnudo y voluptuoso cuerpo… que diablos..! Fue impresionante!, que bien luce una mujer desnuda! Pude ver frente a mi y devorar con los ojos, -creo desorbitados- esos pechazos blancos decorados con autenticas rosadas aureolas como grabadas a fuego, que semejaban el mejor postre de crema chantilly con su dulce redonda cereza roja.
Mire por impulso natural su barriga y vientre, parecía que había desaparecido lo voluminoso que denota la vestimenta exterior, excepto por las coyunturitas marcadas sobre su panza que contenían un ombligo bonito, redondo y profundo como el pocito de sus mejillas al sonreír.
El triangulo isósceles depilado de entre sus piernas se mostraba fino, exacto en sus ángulos, vértices en armonía que apuntando como punta de flecha en dirección a sus increíblemente pies blancos, llenitos y poderosos servían como base a sus pantorrillas nutridas y ovaladas que nunca pude comprender con la palma de mi mano. Sus pies de tamaño regular delataban su ego coronando su vanidad las decoradas uñas de sus dedos llenitos con un exquisito color rojo carmín que representaban la culminación de la seducción de la Sra. M… sobre mi persona. Esos pies elitistas (mi nuevo gran gusto-fetiche) que no aceptaban cualquier calzado y que después con el tiempo luciendo en sandalias comprobé que eran la incitación a la lujuria, a lo prohibido de estar con la Sra. M… que bien podía por su edad casi ser mi madre.
Mientras todo este cúmulo de apreciaciones me hacia observando la intimidad de la Sra. M…, ella por su parte no había dejado de toquetear mi instrumento que se encontraba orgullosamente dispuesto a un nuevo jueguito. La Sra. M… tomando mi mano la condujo y poso sobre su pecho, y yo, ya sin resistencia alguna aunque con cierta vergüenza e inhibición había iniciado mi exploración sobre las enormes tetas que ahora estaban a mi entera disposición… que tersura, que material tan blando, que color tan blanco, mis manos se paseaban por cada uno de esos deliciosos balones y caí en la cuenta de que aun con ambas manos no podía rodear completamente tan solo uno de esos tremendos volovanes. Me sentí acobardado cuando la Sra. M… ligeramente y bajo el chorro de agua que se abatía sin cesar acerco su rostro al mió y sin mediar palabra estampo sus labios en mi boca y con fruición marco mis labios a fuego con su bocaza gruesa, la sensación de extraño fue en aumento cuando sentí su lengua violando la intimidad interior de mi boquilla torpe que no aceptaba el nuevo jueguito y despegando sus labios lo necesario hasta que solo se rozaban con los míos dijo quedamente como en un susurro cuando se quiere compartir un secreto…
– abre tu boca chiquito –
y volvió a estampar sus labios sobre mi boca que cedió por completo a sus intenciones sin dejar de frotar mi ya metalizada pija, así mantuvo sus labios moviendo despacito su lengua y seguro hasta que sintió que me asfixiaba, solo me dio tiempo a un respiro y nuevamente poso su boca en la mía a la vez que tomaba mi mano derecha y la conducía a su bajo vientre. Por primera vez sentí la anatomía de una vagina en mi mano y entre mis dedos.
La regadera continuaba derrochando agua sin parar…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!