Mmmmmm mujeres gordas y mmmmmm maduras (tercera parte)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por alpez.
Tercera parte
Sin salir de mi estupefacción y sin palabras que decir me quede de una pieza, sin reaccionar al verme descubierto sino hasta que sentí el tirón de la prenda que se fue de entre mis manos y quise querer componer el hecho sin acertar en que hacer..
La Sra. M… me miro algo turbada pero con un gesto mezcla de molestia, pena y confusión sin atinar a decir cual era mas intenso. Para ese momento la Sra. M… a quien yo en ese momento veía mas como una amenaza, pregunto enérgica que es lo que hacia en su recamara, por no decir que hacia con sus calzones en la mano y no tuve ninguna respuesta por el tan confuso momento, solo me limite a manera de respuesta en fruncir la boca y medio levantar los hombros sin decir nada. En cosa de segundos me agarro del antebrazo y prácticamente me arrastro en dirección al cuarto de baño mientras decía en tono amenazante “Ahora veras grandísimo…! diciendo y haciendo me empujo al chorro de agua que ahora caía de la regadera y yo aun vestido pues ni tiempo había tenido de despojarme de la ropa por ir a fisgonear con sus prendas.
En lo precipitado de su salida en rescate de sus calzones no se había echado encima la bata azul sino que solo se medio cubrió el cuerpo con la toalla de baño que usaba, pero lo voluminoso de su cuerpo no lo alcanzaba a cubrir en su totalidad aquel lienzo de tela que miserablemente obstruía la vista de su abultado bajo vientre, parte de sus redondos pechos y mínima parte de sus gruesas piernas. En el mínimo forcejeo de los dos, la toalla que le rodeaba el cuerpo perdió estabilidad y se desprendió cayendo casi por completo al suelo.
Esta es la primera vez que vi ese voluptuoso cuerpo desnudo. Su reacción espontánea al sentir que caía la toalla al suelo, fue intentar cubrir su desnudez dando medio giro para darme la espalda pero mas grato fue para mi lo que pude contemplar ya que me regalo automáticamente la vista de su espalda pero también la vista de su culo, un culo que parecía mas bien las nalgas de la luna, blanca su piel, redondo, ancho donde adivinaba la tersura de la seda y partido por esa larga ranura entre nalga y nalga que ocultaba la oscuridad de su ano. Ahora estaba contemplando el baúl que ocultaban aquellos tamaños calzonazos. Mas abajo sus piernas gruesas, regordetas, tan sólidas que parecían de tan monumentales las columnas del Partenón.
Mientras ella se sujetaba nuevamente la toalla, yo, intentaba salir en fuga del chorro de agua fría que se abatía sobre mí ser…
El momento amargo paso rápido ya que la sorpresa que tuvo al perder por un momento casi por completo la toalla que le cubría su imponente cuerpo le hizo distraerse de mi y al verme salir vestido y mojado como un gato callejero de una tina de agua helada y bufando por la sensación congelante del agua fría sobre mi piel le produjo tal momento de risa que cambio repentinamente su gesto de enojo y ahora se burlaba de mi miedo al agua con esa temperatura. Acto seguido, su reacción ahora fue de disculpa y con cierta ternura me empezó a quitar la ropa mojada a lo que yo accedí conscientemente para que lo hiciera pues la ropa mojada se me adhería al cuerpo férreamente.
De este modo me despojo de la camisa y playera, los zapatos tenis, calcetines y luego continuo con los pantalones, al llegar a esta prenda yo trataba de obstaculizarla para hacerlo yo solo. Mientras tanto yo no perdía oportunidad de mirarle todo lo que podía y curiosamente quizás con ayuda del agua fría mi mini herramienta se erguía dentro de mis calzones mojados reclamando ser testigo presencial de aquella vista monumental que ya contemplaba yo minutos antes y me martirizaba desde esa tarde-noche pensando en su volumen.
Mi emoción iba en aumento al sentir sus manos blancas que pretendían desnudarme forzudamente y yo sin cesar en el intento de defender la débil resistencia del resorte de los calzones que cedía ante la fuerza de sus jalones y más me aferraba a la defensa por el temor y la pena de verme descubierto en un estado de excitación. – para mi en ese momento indeseable – Ya para entonces no atinaba a asegurarme si su empeño se debía a recomponer la situación de mi cuerpo con la ropa mojada o con la pretendida velada intención de mirarme la pija que ya se delataba por el bultito que se marcaba sobre mi calzón.
Pudo mas su fuerza que la mía y apareció haciendo su debut mi pequeña herramienta que en cuánto se vio libre adopto la posición elegante y correcta de saludar a la Sra. M irguiéndose educadamente. La Sra. M… se mantuvo seria esbozando una leve sonrisa con los ojos fijos en momentos en mis ojos para saltar en otro momento sobre mi cuerpo y sobre mi educado pedacito. Yo, solo permanecí ahí impávido y serio, temeroso y hecho una madeja de nervios con una avalancha de colores que atacaban mi rostro yendo y viniendo. Un severo estornudo que salio de mi pecho a ambos nos saco de tal trance y la Sra. M… alarmada dijo – “hay m’ijo a bañarse rápidamente o te vas a resfriar”- procediendo a girar la manilla del agua caliente y empujarme a la regadera una vez mas pero esta vez con suavidad y una ternura mas que maternal. Ahora el que giraba en su eje fui yo al momento que le mostraba las nalgas enclenques y escurridas.
Se apresuro a decir mientras tomaba el jabón y lo deslizaba sobre mi cabeza frotando suave – ¿así es como querías que te bañara? – y reía efusiva. La mezcla de jabón y agua empezaba a deslizarse de mi cabeza hacia la cara y el resto del cuerpo por lo que cerré los ojos para evitar el ardor y reclamando que yo podía ya hacerlo solo me entregó el jabón en las manos diciendo pues lo harás solo. Confuso aun por el acontecimiento y con los ojos cerrados no me percate de lo que la Sra. M.. hacia a escaso medio metro hasta que sentí su presencia cerca de mi…
La Sra. M… se había despojado de la mini toalla y estaba ingresando nuevamente a la ducha… pero desnudaaaaaaaaaaa!
Si el corazón me armaba una total trifulca desde antes, ya para ese momento sentía el golpe de sangre en el pecho y seguro estaba a punto del infarto…
La Sra. M… me tomo del hombro e inicio un masaje con la esponja de baño por sobre mi espalda, el pecho y así continuo, las piernas, los brazos, las nalgas y por ultimo pero ya sin esponja y con mucha delicadeza sobre mi pene que estaba palpitante y a mil, mi pecho era un portento de desconcierto invadido por una inmensa sensación de angustia, miedo, gusto, desesperación y ansiedad que sentía sofocarme, me faltaba el aire y los pensamientos no fluían, simplemente no fluíaaaan… y me dejaba hacer mientras tragaba bocanadas de saliva…
La Sra. M… noto mi desesperado estado de turbación y con voz maternal y casi en secreto me susurro desde mis espaldas al oido, – tranquilo mi niño, tranquiloooo, no pasa nada, tranquilito mi amor-
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