Santiago adelantó su cuerpo quedado encima de las celulíticas nalgas de Susana, manteniendo durante unos pocos minutos sus manos masajeando aquella espalda. Susana, alzaba sus caderas para sentir la entrepierna del niño sobre su trasero..
-Karina, perdóname por pedirte una cita un viernes tan tarde… esta semana ha sido un caos para mí y pensé que hablar contigo era una buena idea
-Dale Santi, no tienes de que disculparte, toma asiento y dime ¿Qué era eso que me querías contar?
Karina tenía 42 años casi el doble que Santiago. De color castaño, corto y lacio, su cabello era el complemento perfecto de su cuerpo ancho, un sinónimo de erotismo, unos senos grandes que dificultaban las terapias de Santiago especialmente cuando sus pezones podían verse a través de la fina tela de su ropa, además de la ropa interior que se marcaba en su gordo trasero, Santiago encontraba en ella una evidente y escandalosa cantidad de sensualidad.
Sus terapias sucedían dos o tres veces por mes, aunque lo llevaban haciendo ya más de un año.
En esta ocasión la conversación fluyo como nunca:
-siente envidia de tu compañera? -no es… envidia, simplemente me sorprende que lo admita con tanta simpleza
–que es lo que te sorprende exactamente?
–no lo sé… si tú fueras lesbiana podrías contárselo a alguien? -Santiago… no soy lesbiana
–pero estás segura?
–tú has tenido un deseo homosexual alguna vez? Santiago negó con un movimiento rápido de cabeza
–te preocupa que alguien piense que seas homosexual?
-no soy gay Karina, simplemente fue una de las cosas raras de esta semana, ella tiene una especie de orgullo por ser lesbiana… de cualquier manera no era esto de lo que quería hablar contigo
–de que querías hablar entonces? Santiago tuvo un profundo y lento suspiro antes de hablar, como si se liberase del peso de una confesión
-ayer al regresar a mi casa… me encontré con un amigo de mi infancia y… fue algo muy incómodo, había olvidado que alguna vez fue mi amigo
–porque te pareció incómodo?
-no sé… creo que nuestra amistad no termino muy bien
–porque?
-no recuerdo, fue hace mucho tiempo
–como se llamaba?
-Selso
–y como lo conociste? -Era… mi vecino, su casa estaba en la esquina de la cuadra.
–y solías jugar con él? -sí… En su casa… hasta que dejamos de ser amigos
–fue antes de que tus padres se divorcien? ¿Antes de irte a vivir a la capital?
-mmm no recuerdo muy bien… se divorciaron en el 89 o el 88 seguramente fue antes de mis 8 años, pero creo que un tiempo antes de mudarme a la capital deje de ir a su casa.
–entonces porque dejaron de ser amigos? -no recuerdo muy bien porque fue… sus padres peleaban demasiado y… el ambiente solía ser un poco extraño
–porque era extraño? ¿Era por las peleas?
-mmm… el ambiente era un poco tenso, creo que existían problemas entre los papas de Selso… aunque su padre no solía estar muy presente en su casa
–Recuerdas como se llamaba?
-mmm… no recuerdo su nombre, creo que fue militar o algo así…
–y su mama?
-ella… se llamaba Susana Conforme aquel nombre salió de la boca de Santiago, su mirada se perdió por unos segundos en una mancha negra en el blanco techo del consultorio, en su mente había caído el peso de un recuerdo ahogado
–y como era Susana? Lo recuerdas
-ella era… era muy atenta conmigo, muy… cariñosa, un poco intensa
-¿intensa? ¿En qué sentido?
-supongo que era porque me trataba mejor que a su hijo, aunque a Selso no le importaba.
Los recuerdos enterrados revivían en la cabeza de santiago, sus palabras trataban de representar aquellas tumbas llenas de tierra, y en su mente se proyectaban imágenes de aquella casa… imágenes de Susana que eventualmente se transformaron en secuencias de lo que alguna vez vivió.
En su mente se proyectaba sentado en la sala mientras Susana con corta estatura, su pálida y blanca piel, su cabello teñido y su gordo y celulítico cuerpo se acercaban a él:
-Santi, me alegra que estés aquí, ya almorzaste cariño? Debes tener mucha hambre- dijo Susana mientras abrazaba al pequeño Santiago apretándolo contra sus gordas tetas, justo antes de gritarle a su hijo que estaba en el piso de arriba:
-Selso ve a comprar una cola, seguro que Santi debe estar muriéndose de sed
– dijo mientras sonreía y guiñaba un ojo a santiago
-Ve donde tu tío y también compra pañales para tu hermana por favor, no olvides saludar a tu tía
Marce, dijo que te tenía un regalo
– Inmediatamente Selso bajo las escaleras:
-un regalo?
-si ve rápido antes de que se enfríe el almuerzo
Selso salió emocionado por la puerta. Susana desapareció en un instante dejando a Santiago solo.
A los pocos minutos Santiago subió las escaleras queriendo ir al cuarto de su amigo, pero escucho los lloros de la hermana recién nacida de Selso.
Santiago se acercó a la fuente de aquellos ruidos para encontrar, dentro del cuarto, a Susana de espaldas a la puerta, no llevaba puesto nada en su torso, su espalda estaba desnuda mientras amamantaba a su hija con naturalidad, santiago mantuvo su curiosidad mientras se asomaba y la miraba. Susana no tardó en darse cuenta de que el amigo de su hijo estaba en la puerta.
-Santi, mi niño. Sabes que es de mala educación espiar a las personas?- dijo Susana con una sonrisa en su cara
–eehmm, perdón…ehh es que no sabía que…
-tranquilo cariño, lo que estás viendo es muy normal. Las madres tienen que dar su leche a sus hijos para que puedan desarrollarse bien. No… tiene nada de malo que esté amamantando a mi hija… ¿Verdad Santi?
–ehhh… yo… no lo sé…- Santiago no podía dejar de ver las tetas de Susana, la dulce y abrumadora miel de encontrarse con lo desconocido… una sexualidad, hasta ese entonces, inexistente había empezado a nacer y el orden de lo natural, el mundo de santiago, cambio repentinamente. Susana colocaba a su hija en la cuna junto a su cama, mientras Santiago la miraba paralizado.
-Sabes Santi, ser madre muchas veces es algo muy difícil, requiere de mucho esfuerzo.
– decía mientras volteaba su cuerpo y apuntaba sus desnudos pechos hacia santiago
-Mis pechos no paran de producir leche, hay momentos difíciles cuando mi hija tiene sueño y ya no puedo darle su
lechita… y al no poder salir, me empiezan a doler mis pechitos
– dijo mientras los acariciaba suavemente con sus manos. Santiago se mantuvo en silencio contemplando la explicación.
–Santi, cariño… crees que puedas hacerme un favor?
–mmm… que favor?
–crees que puedas darme un masaje?
El ambiente se mantuvo tenso, y Santiago acepto la propuesta con un movimiento incómodo vertical de cabeza. Susana se acostó bocabajo sobre su cama, he invito a Santiago a navegar sobre su espalda desnuda
-ten cuidado con mi espalda cariño Santiago subió a la cama y arrodillado a un costado de Susana, empezó a mover sus manos sobre la espalda de la mama de su amigo
-Santi, súbete sobre mis piernas, así es mucho más fácil que me hagas el masaje Santiago se ubicó sobre sus piernas y rápidamente ambos se dieron cuenta en un intento fallido de Santiago que sus brazos no alcanzarían la espalda alta de Susana:
El momento, el poco tiempo presente, preocupaba a Susana, pues su hijo podría llegar en cualquier momento. Sabía que si quería aprovechar a santiago tenía que hacerlo rápido. A los pocos minutos Santiago suspiro profundamente y Susana preguntó:
-Cariño, ¿ya estás cansado?
-mmm… sí, es muy cansado ser masajista- dijo con una ligera mueca de frustración. Susana le invito a que se acueste junto a ella quedando boca arriba sobre la cama con la cabeza apoyada encima de su brazo.
–seguro que si jaja, quieres que ahora sea yo tu masajista?
-bueno.
Susana empezó a mover su mano derecha sobre el vientre del niño, y a pocos centímetros de su cabeza sus labios susurraban:
-Santi… ¿Te sientes bien? Su mano empezó a moverse sobre el cuerpo de santiago hasta llegar a su entrepierna, y ahí empezó a jugar con su pene.
–A mí me gusta dar masajes, pero solo a los niños que se portan bien, tú te portas bien verdad cariño? Tocaba el glande con su dedo índice, y luego agarraba sus testículos para acariciarlos, iba y venía, su mano se adueñaba de aquellos genitales y santiago era incapaz de actuar.
-Santi, hermoso… ¿Puedes hacerme un último favor? Santiago mantuvo la mirada fija en el techo y un silencio total
-Mira, mucha de la leche que tengo no ha salido todavía. Crees que puedas… chupar mi pechitos?- dijo con una falsa cara de tristeza, tratando de manipular la inocente bondad del niño. Susana dirigió sus tetas cerca de la boca de santiago impidiéndole actuar. Su mano derecha agarraba suavemente la cabeza del niño y tomaba control de su ser acercándolo a su pecho. Santiago, por inercia abrió ligeramente sus labios. Convirtiéndose inevitablemente en la corriente del río que lo arrastraba.
-mmm… eso es cariño Santiago empezaba a mover sus labios chupando aquel pezón.
–ahh… lo haces muy bien Santi. Deberías ayudarme más seguido.- Santiago empezó a ignorar su incomodidad y su lengua empezaba a moverse sobre aquel seno, con aquel movimiento buscaba delimitar y entender la complejidad de aquel mundo que había llegado a su boca, mientras que sus labios y sus dientes buscaban devorarlo.
Con la confusión y el desconocimiento Santiago se encontraba totalmente perdido Susana lamia y mordía sus labios, disfrutando aquella perversa escena en la que se encontraba, el amigo de su hijo estaba chupando sus tetas mientras se excitaba. Llena de lujuria soltó su cabeza para volver a dirigir su mano al pequeño pene del niño y empezó a jugar con él.
–ahhh… Cariño…ahh.
Colmada de placer dirigió su mano a su entrepierna y empezó a frotar sus dedos contra ella. Hundió su mano debajo de su pantalón e introdujo sus dedos en su gorda y húmeda vagina, gemía mientras el niño succionaba intensamente sus tetas
–Mi amor… que rico, te gustan mis tetas? No dejes de chuparlas… mmm.
Susana traspasó finalmente uno de los límites con los que, hasta ese entonces, tan solo había soñado acercarse.
No dejo de masturbarse hasta que llego al orgasmo, apretando a Santiago a su pecho y moviendo su cuerpo en intensos espasmos. Entendió que la existencia de Santiago era aún más que suficiente, sus historias podrían ser aún más larga, y la necesidad de tenerlo inmensa, como la superficie del océano.
Karina, al otro lado de la realidad, imaginaba detalladamente lo que Santiago narraba de sus recuerdos. El lápiz que sostenía en su mano derecha se dirigió a sus labios.
Con un rápido suspiro Santiago corto su voz y las imágenes de aquel pequeño Santiago, en la mente de Karina, se esfumaron y volvió a la realidad. Tenía a santiago en frente contándole algo tan profundo. Dominada por aquel vértigo seductor, Karina encontraba algo familiar en el silencio de santiago, y se asomaba a aquel abismo con la certeza de poder encontrar un reflejo de sí misma. Sus piernas se cruzaron e inmediatamente se dio cuenta de que estaba mojada, su vagina estaba húmeda y su mente confundida.
Santiago, perdido en sus recuerdos, los revivía acostado boca arriba, mientras en su mente Susana estaba junto a él, acostada mirando fijamente sus ojos, movía su mano sobre su pecho, y como si de una persecución se tratase, Susana buscaba en aquellas perlas inocentes, una nueva forma de poder experimentar su perversión, buscaba una nueva forma de marcar el alma de Santiago, una nueva oportunidad para desbordar su sed, una nueva tela la cual pueda mojar, una nueva forma de poder disolver a aquel pequeño niño.
-Santi, cariño, este es nuestro secreto, no podemos dejar que nadie sepa acerca de esto…- El timbre sonó interrumpiendo su discurso, Selso anunciaba su llegada, su madre se levantó y se vistió rápidamente, bajo las escaleras dejando a santiago solo y en silencio.
El trato de ordenar su conciencia. Con su mirada perdida en el hondo y sucio color blanco del techo… se encontraba desnudo acostado en la cama de la mama de su amigo
Exelente relato, muy bien narrado y preciso, espero más relatos como estos, saludos