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Fetichismo, Heterosexual, Incestos en Familia

Nuestra pequeña Greta 2

Genáro tiene efectos secundarios tras aquél encuentro en el living. Para entender esta historia es necesario leer la primera parte: Nuestra pequeña Greta.
Greta yacía bañada, vestida y recostada en su cuarto, Genáro se había encargado de dejarla limpia y dormida en su habitación mientras él, también limpio ahora, bajaba hasta la sala para limpiar el desastre de ese sofá. No quería ni pensar en todo lo que había sucedido, se sentía un pésimo padre y además un horrible ser humano, se había aprovechado deliberadamente de la inocencia de una dulce niña que además… era su hija. Su hija de cinco años. Aunque lo consolaba el hecho de que no se había dejado llevar lo suficiente como para follársela justo cuando la tenía de piernas abiertas con su conchita pegada a su verga.

— ¿Qué mierda me pasó por la cabeza…? ¿Desde cuándo eres un maldito pedófilo Genáro? —se cuestionaba así mismo mientras se agachada frente al sofá y miraba que de este aún caían gotas de semen mezclado con los flujos de su bebé. Pero en ese instante, sin tener control de sí mismo, acercó su rostro hasta esta superficie e inhaló aquél olor a sexo qué emanaba de ese lugar y sin pensarlo, pasó su lengua por cada rincón sucio del sofá, tragándose los flujos de su hija y consigo su propio semen. — Sin embargo… esto es delicioso. —admitió luego de tragarse aquellas sustancias para posteriormente pasar un trapo húmedo y con producto de limpieza sobre las zonas afectadas, aunque no podía evitar que este se vea mojado.

— ¡LLEGUÉ! — «mierda» pensó Genáro. Más se quedó en en silencio y sin más, se volteó a ver a su esposa con una sonrisa. — Amor, ¿Cómo te fue? —trataba de disimular. — Excelente, las niñas son hermosas. —dijo Ana con una sonrisa. — Lo sé… —respondió bajo Genáro. — ¿Qué amor? No te oí. —añadió Ana mientras se deshacía de sus cosas. — Nada amor, iré un momento al baño. —y sin decir más, fue corriendo hacia la planta alta y se metió en el baño, tomando rápidamente cepillo y destrífico para lavarse los dientes y quitarse cualquier rastro de olor inapropiado.


Se acercaba la hora de la cena y Genáro ya casi estaba listo para degustar la deliciosa comida que su mujer preparaba, cuando de momento a otro baja Greta corriendo por las escaleras directo a abrazar a su madre. — MAMIII, te extwañé mucho — Greta le sonreía. — Mi vida, yo te extrañé mucho más. ¿Te divertiste hoy? —Genáro tosió. — Sip! Me divedtí mami, pewdo me dio sueño y me quedé dodmida. Papi me bañó y me decostó —en ese momento, Genáro adoraba la inocencia de su pequeña, por otro lado, sonreía a la par de Ana y Greta. — Me alegro que te hayas divertido mi amor, y me alegra que me hayas obedecido. Ahora siéntate, serviré la comida. —

Greta al igual que Genàro y Ana se encontraban cenando y riendo, como una familia feliz, como lo que eran y siempre serían. Ambos oían hablar a Greta de princesas y ocurrencias, y se miraban entre sí con ternura y amor. Se sonreían como dos enamorados, aunque ahora Genáro se sentía un poco decepcionado de sí mismo, se odiaría si Ana llegara a sufrir por su culpa.

— ¿Gen…? ¡GENÁRO! —llamó Ana a su esposo, quién inmediatamente salió de sus pensamientos. — Disculpa, amor. Recordé algo del trabajo, mañana debo salir y regreso a cenar. —mintió, no tenía trabajo. — Es domingo, amor. Descansa un poco. —le comentó Ana y a su vez, Greta lo miró con un puchero. — Sí papito, es domingo, quédate en casita… —la niña acarició su mano y Genáro rápidamente le sonrió. — Lo siento hermosas, pero el deber no se puede retrasar. Pero trataré de volver antes.


La cena había transcurrido y luego de un rato Greta ya estaba dormida, o eso creían.

Ana y Genáro estaban en su habitación, ambos estaban sobre su cama y mientras Genáro devoraba la boca de su esposa, esta le correspondía al mismo tiempo que se montaba sobre su verga parada y se la metía sola, cabalgando encima de esta con lentitud mientras hacía que sus dos tetas chocaran contra el pecho de Genáro, quién no perdía tiempo y se apresuraba a apretárselas con ambas manos mientras a su vez comenzaba a mover sus caderas de arriba hacia abajo para cogerse a su esposa como tanto le gustaba.

Del otro lado del pasillo, Greta se había despertado tras tener una pesadilla que la llevó a abandonar rápidamente su cuarto para ir al de sus padres, pero antes de entrar escuchó lo que parecían ser gritos así que sólo se tapó la boca completamente preocupada. — «AHG! Puta de mierda, qué lindo me follas la verga… Joder.» —reconoció inmediatamente la voz de su papito y pensó que estaría peleando con su mamita, ya que se escuchaba un consecutivo «plaft plaft plaft» y chillidos. — ¡S-si! ¡A-AAH! ¡aah…! HMg Amor qué rico, sigue… Hmg! SIGUE COGIÉNDOME, AAHG! —fue ahí cuando Greta decidió entrar a la habitación de sus padres, viéndose ignorada por los mismos gracias a su calentura, pero lo que se topó no fue una pelea, parecía que sus papis estaban jugando al juego del caballito… Sólo que ladeó su cabecita confundida porque veía la gran cola de su mami elevada y más abajo, podía ver como el grueso pene de su papito estaba enterrado dentro de la florcita de su madre. « ¿Por qué papi no metió su pene en mi florcita también? Parece que a mami le gusta muchísimo » pensó con una pizca de celos en su interior, haciendo que formara un puchero. Pero algo que notó también, es que su pequeño calzoncito de princesa estaba mojadito y fue como un reflejo el querer torcarse ella solita mientras miraba a sus papás seguir jugando al caballito pero de una forma muy brutal.

— Me vengo Ana…, ¿La quieres, hm? —habló Genáro sujétandola del cabello mientras Ana sonreía con masoquismo. — Sabes que siempre me gusta que me acabes adentro amor, hazlo… por favor. —y sin más insistencia, Genáro soltó un gran gemido tras haberse corrido dentro de su mujer, y al mismo tiempo, esta pegó un leve grito cuando sintió la frescura en su interior, acercándose a su esposo para querer besarlo otra vez.

— Papis, ¿Terminaron de jugar? —inmediatamente ambos padres se alarmaron y se cubrieron, Ana parecía menos preocupada, pero Genáro estaba más rojo qué antes. — Greta, ¿Por qué no tocaste la puerta? —preguntó frunciendo su ceño. — Lo hice pero no me escucharon, y tuve una pesadilla. —ambos padres se miraron y rieron instantáneamente. — Está bien amor, ven a dormir con nosotros. —apenas escuchó eso Greta, se subió a la cama y se recostó entre medio de ambos, subiendo una de sus piernas encima del abdomen de su papá, que aún seguía desnudo al igual que Ana, haciendo que sin querer su conchita cubierta toque el glande de su padre. No era la primera vez que la niña los veía así, así que no había porqué alarmarse. Así que sin más, Ana apagó la luz de la lámpara dejando la habitación en completa oscuridad, salvo por aquella luz que provenía de afuera a través de la ventana. — Mami, ¿yo también me puedo quitawd la dopita? —Ana miró a Genáro y este asintió. — Sí amor, ven, te ayudo. —fue entonces cuando Ana bajó la ropa interior de su niña y a la vez, Genaro retiró su remerita. — ¿Algo más que quiera la bebé? —preguntó esta vez Genáro. Pero la niña no respondió, ambos padres sólo la observaban. Lo próximo que hizo, dejó tanto a Ana como a Genaro de boca abierta, ya que por su propia cuenta se montó sobre su mami con las piernitas abiertas. — Mami, ¿puedo tomad chichi? —preguntó con ternura y Ana, confundida, miró a su esposo antes de responder. — Pero ya eres grande para chichi amor. —Greta quiso llorar. — Okay, okay. Puedes tomar chichi. —inmediatamente la niña cambió su expresión y volvió a su lugar, pero esta ves dándole la espalda a Genáro y metiéndose una de las tetas de su madre a la boca, quien estaba de costado mirando a su bebé y a la vez a su esposo, quién parecía disfrutar la vista.

De momento a otro la atmósfera cambió, Ana estaba completamente excitada otra vez gracias a que su bebé le estaba chupando las tetas y Genáro llevaba un rato masturbándose, con la verga dura como hierro otra vez. — Joder… —que quejó Genaro. — Bebita, abre piernitas. —dijo Ana sorprendiendo a Genáro, pero Greta obedeció sin dejar de chupar aquél pezón. Ana le hizo una señal a Genáro para que se acerque a la niña, y este la miró dudoso. — ¿Qué crees que haces? —bufó. — Estamos jugando con nuestra bebé, ¿Quién mejor que sus padres para esto, hm? Adelanta, frótate contra su conchita. —decía mientras llevaba su mano hasta la pija de su marido para acercarla hasta la vagina pequeña de su bebé, haciendo que se rocen mutuamente, acto que hizo a Greta gemir. — Hmm… —jadeó Genáro antes de apegarse por completo a la menor de cinco años, sujeándo su verga para después enterrarla entre los labios de su vaginita hasta tocar su bontoncito feliz y terminar por guardarla ahí, para luego hacer que Greta cierre sus piernas otras vez y las apreté, logrando que la verga de Genáro quede prisionera de la conchita de su bebé, para que luego pudiera comenzar a simular penetraciones con un leve vaivén mientras mordía sus labios y apretaba sus párpados. — Dios… Qué delicia… —comentó en un suspiro largo acelerando cada vez más sus embestidas. — Aaah…! ¡humh! P-papi!! MMGH! Síii que dico pap.. Agm!! — Greta sólo cerraba sus ojitos y disfrutaba del placer que era sentir la verga de su papá rozarle el culito y la conchita de esa forma tan rica. Por otro lado, Ana estaba con las piernas abiertas metiéndose tres dedos y gimiendo sin dejar de ver cómo su esposo estaba a nada de cogerse a su hijita, y oír los gemidos infantiles de su bebé la volvían loca y quería más y más. — Genáro… Sigue…, sigue restregándole la verga a nuestra bebita, su conchita es tan linda que quiero que se la rompas con tu enorme pija mi amor… —Ana no daba más del placer y a su vez, Genáro aumentaba el ritmo de sus movimientos contra la vulva de su hija. — ¿Hace cuánto quieres este momento, Ana…? —preguntó con el corazón en la boca, conocía a su esposa y sabía que por su reacción, esto era algo premeditado. — Desde que Greta tiene tres años. Hmmg… Cada vez que la bañaba aprovechaba para tocarla de más, su tetitas… su boquita, su coñito… después cuando la traía al cuarto desnudita le chupaba toda la conchita y después me subía encima de ella para ahogarla con mi concha… —para ese entonces Genáro estaba muy caliente, el relato que su mujer le estaba contando era tan enfermo que le ponía la verga todavía más dura. — ¿Y qué más? ahg… Joder… —gemía. — Al cumplir los cuatro años le dije que si quería que no la regañe debía hacerme caso a todo lo que yo le pida y desde entonces, siempre que quiero hundo su carita y su boquita en mi vagina para que me chupe todo el hueco por donde nació… y Si no quiere chupármela la pongo boca arriba y yo le resfrego la concha por toda la cara… Mghmg…. Dios qué rico recordar a mi Gretita queriendo meter su lengua dentro de mi concha mientras estoy viniéndome en su carita… —para ese entonces Genáro ya se sentía muy cachondo, sólo gemía y había tomado a Greta y la había colocado boca arriba, con las piernitas demasiado abiertas mientras le tapaba la boquita y le rozaba bruscamente todo el tronco de la verga en su chochito haciendo que la niña llorara y se retorciera del placer mientras apretaba las sábanas de sus padres. — ¿Así que has estado abusando de nuestra hija y no me lo habías dicho? Yo también hubiera querido verte haciéndolo… —Ana sonrió tras ver que su esposo no la juzgaba, y antes que pudiera decir algo se acercó a besarlo. Babeando toda la boca de este mientras gemía por seguir tocándose. — Fóllatela. —dijo de pronto. — ¿Qué? —Genáro frenó en seco sus movimientos. — Quiero que te cojas delante mío a nuestra bebé, quiero que seas el primer hombre en probar esa conchita rica. —dijo Ana llevando su mano libre al chochito de Greta para masajear su clítoris. — Mami… ¿papi también me va a meted su pene en mi flowdcita? —preguntó Ana con ilusión en sus ojos. — Sí amor, papá te va a enterrar su verga hasta lo más profundo de tu hermosa florcita… —Ana hizo una última señal a Genáro con su cabeza y este, aún sin creérselo, acomodó la punta de su pija en el centro de la vagina de Greta y luego de unos pocos roces, profanó con lentitud las paredes vaginales de la infante, escuchando como respuesta un grito por parte de esta. — ¡¡AAAY!! No papi!!, me duele mucho…! SÁCALO PAPI, POR FAVOR SÁCALO! —rogaba Greta con desesperación pero Genáro ya no podía detenerse, ahora se encontraba metiendo y sacando su verga ensangrentada de la conchita de la pequeña mientras que Ana, sujetaba los brazos de ésta y sonreía con mucha mucha morbosidad. — Joder… Sí, sigue así. Rompe el coño de tu hija, quítale su virginidad como la putita qué es. —se oía decir a Ana mientras Greta iba disminuyendo poco a poco sus llantos, mismos que al pasar de los minutos se convirtieron en leves gemidos. — Dios… Estás tan apretadita bebé. Papi disfruta mucho esto amor, ¿Te gusta? ¿Te gusta que papi meta su pene dentro tu florcita? —Genáro ya no sabía ni lo que decía, sólo estaba concentrado en sentir cómo el cuerpo de su chorreante miembro era envuelto por la calidez del interior estrecho de la menor. — Hm! Hmmmuh… Sí papito… Me gusta, me duele un poquito pero… Hmg! Quiero que tu pene siga follándome tan duro como la putita qué soy… — en ese momento, como si todo hubiera sido obra de Genáro, un sonido muy fuerte empieza a sonar haciendo que él salga de su paraíso y despierte en su cama, al lado de Ana quien dormía profundamente.

¿Todo había sido un puto sueño…? No lo podía creer. Se encontraba con la verga parada dentro de su bóxer, y por si fuera poco, estaba completamente chorreado de semen. — Esto tiene que ser una broma… —terminó por decir una vez llevó su zurda hasta su cara para pellizcarse y confirmar que estaba despierto y que todo aquel escenario sucio había sido únicamente un sueño. Uno de los mejores sueño de su vida, sin lugar a duda…

— Maldita sea.

 

Continuará.

66 Lecturas/7 octubre, 2025/1 Comentario/por Crimenboral
Etiquetas: baño, culito, hija, madre, padre, semen, sexo, vagina
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1 comentario
  1. William Erasmus Dice:
    7 octubre, 2025 en 5:05 pm

    Jajjajaja upaaa, todo fue un sueño jjajaa, noooo execelente relato sigue escribiendo esperamos el próximo capítulo jejej abrazos muy buen relato

    William

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