Nuestro rincón
A veces nuestros sueños pueden convertrse en realidad, cuando nuestra imaginación desarrolla unos hechos que nos hacen vivir mundos paralelos en los que todo puede ser posible..
En una ocasión conocí a un hombre, en principio alguien normal, como cualquier otro, y aunque parecía solitario, como ausente por momentos, después de conocernos supe que era algo desconfiado, de trato agradable, pero seco a la vez, como si alguien le hubiera hecho mucho daño o todos en general, debido a su gran sensibilidad, que fue lo que más me atrajo de él.
Nos conocimos en un bar, al que yo iba con mi hija, después de salir del Colegio. Él a veces estaba con amigos y en otras solo, pero siempre se me quedaba mirando, aunque también miraba a mi hija, pero no de una forma que me molestara, sino como si siempre quisiera decirme algo y no se atreviera.
Así fueron pasando los días, hasta una ocasión en la que estaba sólo, dibujando en un papel, mi hija se quedó mirando lo que hacía, viendo como dibujaba a una niña, y le preguntó quién era, ca lo que él contestó:
—Eres tú. —y le dio el dibujo a ella.
Mi hija vino enseguida a enseñármelo:
—Mira, mamá, soy yo.
Me quedé mirando el dibujo, que era de una niña muy linda, con el cabello largo, unos ojos grandes y figura estilizada, con un vestido corto que mostraba unas piernas delgadas y con un culito más marcado de lo normal.
Me pareció gracioso el dibujo, pero también tenía un toque de sensualidad, que quizás mi hija no apreció, pero a mí me turbó en cierta manera.
Le di las gracias a ese hombre y le pregunté:
—¿Es usted dibujante?
—Hago de todo un poco, también escribo.
—¿Y de qué escribe?
—Poca cosa, me gusta la literatura erótica. Escribo relatos, pero soy un simple aficionado.
Esa respuesta me turbó más todavía, pero también me dio curiosidad, quedándome en silencio sin saber cómo seguir la conversación, que él continuó:
—Quizás le molesten mis aficiones.
—No, para nada. Perdone, es que me quedé pensativa preguntándome como serían esos relatos.
—No son relatos convencionales que puedan gustarles a todo el mundo.
—Entiendo, demasiado fuertes, quizás.
—Bueno, digamos que algo prohibidos, ya que no pueden publicarse fácilmente.
—¡Vaya!, me está intrigando un poco.
—¿Tiene curiosidad por leerlos?
—La verdad que sí.
—Yo se los enseñaría, pero tengo miedo de que se escandalice o piense que soy una especie de perturbado peligroso.
—Bueno, hombre, tengo la sensación de que es una buena persona. No creo que me pueda hacer daño, ni a mi hija tampoco.
—Gracias, pero entienda que estas cosas pueden trasladar una imagen errónea sobre quien las hace o sobre quien le gusta esta temática.
—Entiendo su desconfianza, pero ha tenido suerte conmigo. No sabe hasta qué punto puedo ser abierta, tolerante y comprensiva con todo tipo de temas, así que puede estar tranquilo. Me encantaría que me enseñara lo que escribe y que mi hija pudiera ver más dibujos de los que hace.
A este hombre se le iluminó la cara. Quizás en su vida habría tenido, o no se esperaría una reacción así por parte de una mujer, y además, con una hija pequeña.
—Pues está bien. Si quiere venir a mi casa, se los enseñaré.
—Claro, pero mejor nos trataremos de tú, porque me temo que vamos a compartir ciertas intimidades.
—Muy bien. Me ha encantado conoceros a las dos —esbozando una sonrisa, como no creyéndose todavía la suerte que había tenido con nosotras.
Al llegar a donde vivía, vimos que era una casa de planta baja, con una pequeña entrada ajardinada, la típica vivienda humilde de la zona, donde al entrar todo estaba en una única estancia, con la cocina un poco apartada, y la cama en el otro extremo, junto a la ventana, con una pequeña estantería llena de algún libro, revistas y una especie de novelas apiñadas que parecían bastante antiguas, describiéndome esa zona como “su rincón”, en el que desarrollaba todas esas fantasías que imaginaba y luego escribía:
—Aquí hago mi vida, dibujo, escribo e imagino unos mundos donde recreo mis historias, porque en este rincón todo es posible.
Mi hija empezó a fijarse en unos comics que había sobre la mesa y se puso a mirarlos muy interesada. Yo vi que eran los típicos dibujos eróticos japoneses, con niñas desnudas teniendo sexo, por lo que él me dijo:
—Quizás no sean muy apropiados para que los vea tu hija.
—No, déjala mirarlos. ¿No ves que está encantada con ellos?
—¿Ella suele leer este tipo de cosas? —me preguntó.
—Ahora los niños ven de todo. Se asustan menos que nosotros con todo eso.
—Sí, es verdad. En realidad ellos son los protagonistas de mis historias.
—Ya me lo imaginaba. Déjame leer algún relato tuyo.
Este hombre estuvo pensando que relato mostrarme y como tardaba, le dije:
—Cualquiera, hombre. Ya te digo que no me voy a asustar.
—Bueno, mira, este mismo…..
Yo me puse a leer unas cuartillas que me dio y enseguida pude ver la temática sobre la que trataba. Una familia donde el papá tiene sexo con su hija, y la mamá, complaciente, se lo permite:
—¡Mmmm!, que interesante. Está muy bien escrito.
—Gracias. ¿Te gusta?
—Sí, la verdad. Me engancha y……, siento como un calor que me sube……, creo que me está excitando.
Noté como nuestro nuevo amigo, empezaba a relajarse por primera vez, al no sentirse rechazado por sus relatos, mientras yo seguía disfrutando de su lectura, hasta el punto de que empecé a acariciarme, y casi sin darme cuenta, puse una mano entre las piernas, cerrándolas sobre ella.
Yo veía como mi hija seguía ensimismada con sus comics y yo casi masturbándome con la lectura de ese relato, por lo que no sé qué pensaría ese hombre de nosotras, pero puso su mano sobre el bulto que se formaba en su pantalón, claramente excitado también, se lo frotaba, sin importarle que yo le viera, por lo que perdida toda vergüenza, sin poder aguantar más, dije:
—¡Ven!, acércate a mí, sácate la polla, por favor.
Este hombre, muy sorprendido, se acercó y se abrió la bragueta, dejando su polla, completamente erguida, al aire, y yo, apenas sin mirarla, la agarré con una mano y seguí enfrascada en la lectura del relato, mientras le masturbaba por momentos, por lo que un poco apesadumbrado, me dijo:
—Está la niña ahí, puede vernos.
—No te preocupes por mi hija. Ella ya está acostumbrada.
—¿Sí? ¡Vaya!, como en mis relatos, jaja.
—¡Uufff! Me está poniendo a mil esta historia. Vaya morbo…..
Viendo mi estado de excitación, este hombre, empezó a sobarme, metiendo su mano entre mi vestido, buscando mis tetas, que sacó afuera, liberándolas del sujetador y se puso a chuparlas, excitándome más todavía por lo que casi me impedía continuar con la lectura del relato.
La situación podía parecer de lo más cómica, pero mi excitación hacía que no pudiera pensar en otra cosa que no fuera seguir disfrutando de ese momento, con mi amigo ya sin pantalón, yo seguía sobándole toda la polla y sus huevos, hasta que nos tumbamos sobre la cama, y él me fue desnudando del todo para ponerse a comerme el coño a la vez que yo seguía leyendo. Mientras tanto, mi hija nos miraba de reojo, y me fijé también en cómo había puesto su mano entre sus piernas.
No sé si este hombre habría vivido alguna experiencia como esta, aparte de lo imaginado en sus relatos, pero cuando llamé a mi hija para que viniera con nosotros, creo que se llegó a pensar que ya estaba muerto y que se encontraba en el paraíso y más cuando le indiqué que se pusiera a chuparle la polla. Él tuvo que parar de comerme el coño, para mirar embelesado la escena de esa cría comiéndole la polla con total devoción y soltura, por lo que me dijo, casi en un susurro:
—¡Madre mía!, como chupa tu hija. No me lo puedo creer.
—¿Cómo no te lo vas a creer, hombre? Si esto es lo que escribes aquí, en tus relatos.
—Sí, es verdad, pero nunca me imaginé que me llegara a pasar en realidad. Como siga así, tu hija me va a hacer correrme.
—Pues córrete sin miedo, porque a ella le encanta el semen.
—¡Dios! ¿De dónde habéis salido vosotras? ¿Sois reales?
—Tan reales como lo que escribes aquí, aunque ni tú mismo te lo creas. Estas cosas pasan en muchos lugares frecuentemente.
Este hombre, superado por su excitación, se corrió en la boca de mi hija, echándole el semen, que no paraba de salir, también en la cara, aunque se lamentó de que ahora no podría follarme a mí, pero le animé a seguir comiéndole el coño a mi hija, mientras yo lamía su verga, para que no perdiera su erección, y como la lengua experta de una mujer hace milagros, ahí siguió, enhiesto, para que yo me pudiera sentar sobre ella, y sentirla en lo más profundo de mi coño cuando bajaba sobre ella, empezando una follada que él no se esperaría nunca.
Y más se sorprendió, cuando mi hija, ya desnuda del todo, se sentó sobre la cara de nuestro amigo, para que él pudiera seguir lamiéndome la vagina mientras me estaba follando a mí, formando así una escena que acababa de leer en su relato, por lo que él la conocía perfectamente o al menos imaginado literariamente. Supongo que eso le hizo recobrar nuevas energías para facilitarnos llegar al orgasmo a las dos, con su polla y su lengua.
Mi hija se retorcía de gusto, entregando sus juguitos a este hombre, que seguía lamiendo incansable, pero ella necesitaba más y me miraba como pidiéndome permiso para ocupar mi lugar y antes de que a él se le pudiera bajar, intercambié la posición con ella, sentándola sobre la verga de nuestro amigo, al que sus ojos parecían salírsele de las órbitas y su corazón del pecho, por los acelerados latidos que daba, y mientras mi hija iniciaba un suave vaivén sobre su polla, decía:
—No es posible, me estoy follando a la cría. No aguanto más, se lo voy a echar todo, otra vez…….
Y aunque intentó aguantar lo que pudo, una nueva corrida inundó el coño de mi hija, pero con el suficiente tiempo para que ella se corriera también al sentir su vagina completamente llena de ese miembro que la dilataba en su máxima extensión.
Tras el necesario descanso y recuperación del intenso sexo vivido, este hombre seguía sin salir de su asombro, no parando de preguntar todas las dudas que se agolpaban en su cabeza:
—¿Estás casada? ¿El padre también con la niña….? ¿Cuándo empezó?
—Permíteme que no te conteste a todo eso. Siempre es bueno mantener el misterio sobre los personajes, ¿no?
—Pero vosotras no sois personajes de mis relatos ¿o sí?
—En tú rincón todo es posible. Tú mismo me lo dijiste. Disfrútalo sin hacerte tantas preguntas.
—Me vais a volver loco. Necesito respuestas…. Por lo menos dime que te vas a quedar conmigo para compartir este mundo. Es muy difícil encontrar una mujer como tú.
—Mi hija y yo siempre estaremos contigo. Aquí vendremos cuando nos necesites.
Ese día nos despedimos, pero al día siguiente volvimos, porque creo que ni él ni nosotras podíamos esperar más, así que nos presentamos en su casa, para darle una sorpresa. Él seguramente no nos esperaba, o al menos tan pronto y nos dijo:
—No sabía si lo de ayer había sucedido en realidad o erais unos fantasmas que habíais asaltado mi sueño, pero estáis aquí otra vez, sois de verdad, aunque creo que no me ha dado tiempo a que mis huevos se llenen de nuevo de leche.
—No te preocupes, seguro que enseguida se llenan cuando veas a la nena desnuda.
—Te has dado cuenta de cómo me gusta, pensarás que soy un pervertido.
—¿Y quién no lo es en el interior de su alma? Todos los hombres lo son cuando se la muestro. Todos desean follarla y disfrutarla.
—Supongo que será inevitable. Ayer me volvió loco, hoy no he ido da trabajar y he estado todo el día escribiendo y dibujando. Mirar lo que he hecho.
Él nos enseñó un dibujo en el que un hombre ponía sobre sus hombros a una nena con las piernas abiertas, con su vagina a la altura de su boca, lamiéndosela como si su cuerpo estuviera lleno de ese elixir que tanto le enervaba. También nos enseñó otro en el que una cría cabalgaba sobre una polla que parecía atravesarla por dentro, haciéndole poner sus ojos en blanco, totalmente ida por el placer, mientras otra más pequeña, miraba asombrada esperando su turno, y así, otros dibujos con las escenas sexuales más morbosas y perversas, que ya sirvieron para encendernos completamente, por lo que yo empecé a desnudar a mi hija ante sus ojos que la miraban libidinosamente.
No me importaba que cuando estaba con mi hija. a veces se centraran más en ella que en mí, porque yo también disfrutaba morbosamente de esa relación, viendo en este caso, como este hombre la besaba, la dedeaba, lamía y penetraba, y porque al final, también me satisfacía a mí, por esa adrenalina extra que le proporcionaba un trío con una madre y su hija.
Superada la sorpresa inicial de poder follarse a una madre junto a su hija, este hombre disfrutaba de las dos, aunque yo notaba que lo hacía especialmente con mi hija, ya que no todos los días se tiene la oportunidad de poder follar a una cría de esa edad con la complacencia de su madre, y eso le excitaba sobremanera, le volvía loco y le hacía perder la noción de la realidad.
Su rincón nos estaba acogiendo nuevamente a los tres, un lugar que ya empezaba a convertirse en nuestro rincón, por todas las veces en las que acudíamos allí, donde yo perdía la noción del tiempo y de la realidad que nos rodeaba, y en el que mi hija recibía cada día un master sobre sexualidad y perversión, con esa mezcla de inocencia y picardía morbosa que tanto excita a cualquier hombre que se encuentra con una situación como esa.
Allí, él hacía realidad todos esos relatos que había escrito, “Sara y el cuarto de los espejos”, “La casa de los naranjos”, “Nara y el Príncipe de la lujuria”, “Alicia en el país de la lujuria”, “Las 7 puertas”, “El fabricante de muñecas” y tantos otros en los que ahora estaba viviendo la vida y las experiencias de sus protagonistas y nos hacía vivirlas a nosotras. Allí conocimos al Sr. Francisco y a su hija Karlita, con su amiga Mara. A la voluptuosa Sra. Laura con su hijo Pablito y su hermana Emma, a la perversa Dña. Pilar, siempre en busca de críos a los que deslechar. También vino Yosi, con su papá para compartir con nosotros su morbosa relación y muchos más, como Alfred, el encargado de un famoso Club de intercambio familiar, conocedor de infinidad de familias y demás personajes, que pasaban por allí para acompañarnos en esos momentos en los que solo pensábamos en convertirnos en sibaritas del placer.
A mi hija también le fascinaba la lectura de esos relatos, por esos títulos de cuentos infantiles que tenían y aunque éstos fueran cuentos para adultos, su madurez sexual le hacía entenderlos y disfrutarlos, añadiendo una mayor perversidad a nuestras reuniones de fantasía hecha realidad.
Este hombre nos fue contando todas esas intimidades que mantenía escondidas, sus morbosas experiencias familiares en su niñez con su hermana, lo que marcó su personalidad, siempre en busca de nuevas experiencias, como las que tuvo con su vecino de juegos infantiles, con la pequeña Yosi, hija de unos amigos y otras tantas, que quizás se dieron con una cierta facilidad que él no supo apreciar en su momento y ahora, echando la vista atrás, las recuerda como oportunidades perdidas para haberlas disfrutado más, algo que ahora intenta compensar con sus relatos.
También nos contó un curioso secreto para masturbarse, que descubrió cuando era un niño pajero, que consiste en utilizar una clara de huevo tibia, que echaba a lo largo de su polla y testículos, pasando su mano una y otra vez por su tronco y glande, obteniendo una sensación parecida al coño de una mujer. Los que lo probéis, ya me contareis que tal……
Y así siguió sucediendo durante las siguientes ocasiones, cuando nosotras acudíamos a ese rincón, siguiendo siempre un mismo ritual. Él nos esperaba con una botella de vino, que compartíamos mientras mirábamos por la ventana las estrellas de la noche. Leíamos juntos esas novelas antiguas, de autores anónimos, que tanto le inspiraban. Mi hija se quedaba hipnotizada con esos gráficos de lolis-hentai que él diseñaba y follábamos, follábamos sin parar, en noches sin fin, en nuestro mundo, un mundo creado para todos aquellos que quieran sumarse a esas intensas sensaciones.
(Dedicado a este hombre, “mi amigo” y a nuestro rincón)
un Relato corto anti estrés o para conciliar el sueño 100% disfrutable, tiene una trama interesante que se puede desarrollar a futuro, por favor usa este relato como borrador 🙏para crear una versión con un poco más de misterio por que buen sexo tiene.
El intenso morbo delincuente y pecador, es el hilo conductor de todas las excitantes historias de esta magnífica escritora, la cual nos trasporta a ese momento donde el ritual de la autosatisfacción se funde con la excitante narrativa de un candente y prohibido relato. Y en especial este, el cual es uno de mis favoritos. Felicidades!!
riksiimo
Delicioso