Oliendo ropa interior
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hace un año hice una mejor amiga en la Universidad, y digo "mejor amiga" porque es la única que tengo.
o sea tengo varias compañeras pero sólo con ella puedo hablar de ciertas cosas, como por ejemplo mi homosexualidad, y es que nadie en mi familia lo sabe, y tampoco salgo mucho, así que no conozco a mucha gente.
nunca tuve novio y digo siendo virgen a los 20 años.
Nuestra amistad empezó estudiando y haciendo trabajos prácticos juntos, varios de ellos los hicimos en su casa, donde conocí a su marido.
Al principio él no me dirigía la palabra y me miraba con cara de perro malo, porque cualquiera se pondría celoso si casi todas las semanas viene otro hombre a visitar a tu mujer, pero luego ella le contó que soy homosexual, y los celos se le fueron, pero tampoco me hablaba mucho porque capaz le contagiaba lo gay, no sé.
La cosa es que me pareció atractivo desde el primer día que lo vi y me saludó con un beso en la mejilla, pinchandome los cachetes con su barba sin afeitar por unos días.
es un poco más alto que yo, no se las medidas, tiene brazos gruesos, una espalda ancha, buenas piernas, por lo que sé, va al gimnasio tres veces por semana.
Tiene 26 años, pero parece un poco mayor, por un pasado ligado a las drogas, pero luego de rehabilitación, se alejó de esas cosas.
Varias veces estando en el comedor de su casa, pasa por detrás mío y siento su perfume, me encanta sentirlo, es como una droga para mí.
Una vez al llegar a su casa, lo vi dirigirse al baño, (mi amiga fue a cambiar de ropa a su habitación), escuchaba el inconfundible sonido de un hombre orinando, segundos después él salió del baño y me saludó con un apretón de manos y salió al patio, yo sólo pensaba en lo rápido que salió del baño luego de orinar, y que seguramente no se lavó las manos, y casi sin darme cuenta me llevé la mano con la que me saludó a la boca, pensando que con esa mano sostuvo su pene mientras orinaba, la sola idea me exitaba.
Llegó un día en el que mi amiga me pidió que les cuidara a su hijo (les conté que tenían un niño de un año?, no.
no lo hice.
), porque ella debía trabajar y su marido estaría en el gimnasio y no le quería cambiar los planes, y como yo estaba desocupado acepté.
Durante una hora estuve jugando con el nene, se hizo caca, lo tuve que cambiar, lo bañe y acosté en su cuna, estuve viendo televisión por un rato hasta que comencé a pensar en el padre del bebé, me quedé mirando un cuadro con su foto, y luego me di cuenta que estaba en su casa e hice algo que nunca había hecho antes.
Me metí en su habitación, mire su cama, abracé la almohada que usa él y tenía su perfume, luego vi la ropa que se había cambiado antes de ir al gimnasio, acerqué mi nariz a su remera olía a hombre.
Al mirar bien debajo de un Jean suyo encontré un boxer suyo, me arrodille, lo tome un mis manos, e imaginaba sus genitales rellenandolo, mire el boxer por dentro y encontré un vello púbico en el, y la sola idea de que ese pelo grueso venía sería de su entrepierna me calentó y por primera vez pose mi nariz en los boxers de otra persona, y aspiré profundamente, llenando mis pulmones con su olor.
Pero sin darme cuenta al había llegado , estaba detrás mío.
Yo sólo atiene a disculparme y decirle que aproveché a juntar la ropa tirada para lavarla, y el dijo:
– Ah por eso olías mis boxers puto??
No supe que responder.
-te gusta el olor a bolas?.
Me las queres oler?
Su pregunta me sorprendió, no sabía si tomarlo como chiste, pero él se acercó a mi, que seguía arrodillado, y agarrándose el bulto por encima de sus pantalones deportivos me dijo:
-olemelas, sacate las ganas.
Me tomó de la nuca y acercó mi cara a su pantalón, pegando mi nariz a sus genitales, frotando mi cara a su pantalón, yo no intente quitárselo de encima en ningún momento.
luego de un rato su pantalón se abultaba cada vez más, su pene cada vez más duro,.
Y dijo:
-por tu culpa se me paró, ahora vos vas a hacer que se me baje de nuevo, ponete en cuatro!
Yo le respondí que nunca me habían penetrado, y no me animaba.
-bueno- dijo -pero algo vas a tener que hacer.
El lo único que pensé es en masturbarlo, y el aceptó.
Le baje los pantalones, luego el boxer, y vi los 20 cm.
de carne dura frente a mi cara.
El se sentó en la cama, y se abrió de piernas, para que yo me acomodada en el medio.
lo agarré con una mano y empecé a masturbarlo, de abajo hacia arriba, cada vez más rápido, mientras lo hacía no pude evitar sentir el olor de su pene, sentía olor a sudor, luego del gimnasio, a orina, y ese olor tan característico de los genitales de un hombre, no pude evitar pasar mi nariz por su pene hasta que me lo metí en la boca, olía tan sabroso que seguramente el sabor sería parecido, y me gustaba.
lo sentía salado, y a veces dulce.
él dejó escapar un gemido al ver que comenzaba a chupar su pene, sólo podía chuparla hasta la mitad, sentía que no me entraba más adentro, me esforce por dar lo mejor de mí, después de todo era mi primera vez.
pero al parecer no era suficiente, porque me agarró de la cabeza y empezó a marcar el ritmo de la mamada, intentando que cada vez me lo meta más profundo.
Yo sentía arcadas cada vez que llegaba muy profundo, el sólo me decía "relaja la garganta".
Yo intentaba hacerlo, luego se le ocurrió una idea.
Me acostó en la cama, boca arriba, dejando que mi cabeza colgará por un costado, el se arrodillo a un costado de la cama, justo delante de mi cara, la intención era tener la garganta lo más derecha posible, para que su pene entre con facilidad, explicó.
Y acto seguido empezó a meter y sacar su pene de mi boca, cada vez más profundo en mi garganta, Yo empecé a respirar por la nariz, y el logró meter sus 20 centímetros de pene en mi garganta, cada vez que lo hacía sus bolas peludas golpeaban mi cara y eso me gustaba, su cuerpo olía a sudor luego del gimnasio, todavía tenía la piel de su pecho humeda, el olor y sabor de su entrepierna los tenía en mi cara.
de un momento a otro gime y grita de placer mientras siento un líquido caliente llenando mi garganta, retira su pene y lo coloca en mi boca para que los restos de semen caigan en mi lengua y así poder ver como me los trago, y así lo hice.
Me incorporé a su lado, y mientras tocaba su pene, lamia sus pezones, su pecho, abdomen, y volví a su pene.
Ya no me sentía tan tímido como antes.
si me quería hacer la cola también me dejaba, pero dijo que pronto llegaría la esposa, y no se quería arriesgar.
Una tarde, estaba en mi casa, y me llegó un mensaje suyo, diciendo que estaba sólo en casa, y quería que lo vicite.
pero eso lo contaré otro día.
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