PANDILLA DEL GATO NEGRO. NUEVOS RECLUTA. ENTREVISTA 3
Muchas erecciones me provocó este relato al recordar todo lo que fue real en nuestras reuniones para dar vida a esta cofradía cque nos enseñó que el sexo no tiene barreras y solo se practica lo que más te guste. A veces dando, dadores, otras recibiendo…leche. Receptores. El último entrevistado y ca.
Muchas erecciones me provocó este relato al recordar todo lo que fue real en nuestras reuniones para dar vida a esta cofradía cque nos enseñó que el sexo no tiene barreras y solo se practica lo que más te guste. A veces dando, dadores, otras recibiendo…leche. Receptores.
El último entrevistado y candidato a ser reclutado fue quien nos dejó esta historia para los anales de nuestro secreto grupo. Cabe señalar que no tienen nombre hasta ser iniciado y el orden de ingreso otorga jerarquía.
¿Fuiste instruido por tu padrino de que debías dejar de lado todo asomo de engaño y decir la verdad y solo la verdad?
-Sí, señor.
-Muy bien. Cuéntanos como fue tu inicio en la vida sexual. Ello nos servirá para darte el lugar correspondiente y definirá cómo será tu ceremonia de ingreso.
-Soy huérfano y vivía en la calle con un grupo de chicos en las mismas condiciones. De noche nos dormíamos tapado con cartones debajo de un puente o en el portal de alguna vivienda. De día pedíamos limosna o recolectábamos comida en los restoranes o en las casas.
Un día hubo una redada y no alcanzamos a huir y fuimos atrapados el rucio y yo. Después de ser interrogados en el cuartel nos derivaron a un hogar de menores en las afueras de la ciudad.
Nada más llegar y fuimos rodeados por los muchachos que se solazaban riéndose de nosotros.
-Estos pajarracos nuevos hay que desparasitarlos y bañarlos.
-Y prepararlos para la fiesta de bienvenida.
Nos miramos con el rucio pues eso de fiesta nos gustaba. Nunca habíamos tenido eso. Pero muy lejos de lo que pensábamos fue esa bendita fiesta, porque fuimos el pastel y nada de ello fue agradable ni satisfactorio.
Llegada la noche, nos recluyeron en el dormitorio en que dormían 15 ó 20 muchachos en literas de dos pisos.
Cuando los guardias se fueron, cerraron las puertas y nos dejaron a la voluntad de quienes nos miraban con cara de pocos amigos.
-A ver. Tú, rucio, empelótate. Como el rucio se demoraba, otro muchacho lo despojó de sus ropas y lo dejó solo con un calzoncillo.
-Tú también. Lo hice rápidamente, pero no usaba calzoncillo así que quedé totalmente desnudo y expuesto a las miradas y a las burlas de los chicos.
-¡Tai muy apurado vos! Tú, rucio, sácate los calzoncillos.
Los dos quedamos en pelotas frente a frente. Sin siquiera adivinar lo que vendría.
-¡Ahora tendrá que luchar para saber quien es el más pillo!
Nos tomaron de los hombros y nos lanzaron uno contra el otro. Como no tomaba ninguno la iniciativa, el que hacia de jefe sacó una gruesa correa y la blandió en el aire.
-El que no lucha sabrá como muerde esta weaíta!
El rucio me agarró del cuello y me hizo una zancadilla. Quedé de espaldas en es duro suelo. Intenté ponerme de pie, pero el rucio se subió encima de mí y empezó a ahorcarme. Nunca había pensado que el rucio era así y todavía conmigo que compartíamos todo.
Como pude me zafé y los agarré de un brazo y se lo doblé y lo hice caer de bruces. Me subí encima en la espalda como si fuera una cabalgadura.
Los murmullos alentaban a los luchadores. El líder sacudió la correa y cayó sobre el trasero del rucio y de pasada mordió el mío.
Supimos que la lucha debía ser a muerte poco menos. El rucio se despertó y con fuerza y furia me abatió y me dejó rendido mientras estaba boca abajo, me cubrió todo con su cuerpo. Una punzada en medio de mis nalgas me hizo sentir que tenía la verga en erección. La reñida lucha lo había excitado y poto hizo el resto. Alentado por el coro de chicos me penetró sin ningún miramiento.
Un dolor intenso me hizo perder la conciencia y solo vine a recobrarme cuando el rucio, animado por los chicos, me daba una culiada que en otras circunstancias podría haber sido placentera o al menos motivada por la curiosidad. Los embates de la pichula del rucio en mi esfínter hicieron que se produjera la dilatación al ser lubricado con el líquido preseminal y el dolor fue cediendo dando paso a un placer extraño que me provocó un suspiro de alivio.
-¡Mira, tenemos putita! Estai gozando, weona.
-Ya, sal de ahí. Dijo el líder y tomó su lugar. Afortunadamente para mí el rucio había acabado en mi culo y su semen sirvió de lubricante para recibir otra lechada.
No supe cuántos ni cuántas veces fui cogido esa noche. Solo sé que me desperté desnudo cubierto de semen desde el pelo hasta las uñas de los pies. MI trasero ardía y un reguero de semen y sangre bajaba por mis piernas.
Uno de los chicos, se acercó a mí y con una toalla humedecida, me limpió. Me pasó la ropa y me arropó. Ante esa gentileza, esbocé una sonrisa. El chico se acercó y me besó en los labios. No pude contenerme y lo abracé y abrí la boca para que su lengua y la mía hicieran su juego de ternura y excitación.
El resto del tiempo, Rigo -ese era su nombre- fue mi protector y mi pareja. Dormíamos juntos y todas las noches y algunas veces en el día no escabullíamos para tener sexo. Siempre fui su hembrilla y como tal recibía su semen donde él deseara depositarlo.
Sin embargo, dado que la primera vez fue arrancada mi virginidad anal con violencia, despertaba en las noches después de eróticas pesadillas en que repetía el ritual de la cogida grupal en que era usado por todos.
FIN DE LAS ENTREVISTAS
(Continuará: Ceremonias de iniciación)
Así fue pasando los reclutas y dejando sus relatos antes de proceder a la ceremonia de iniciación.
Solo puedo decir que será muy caliente y deberán estar preparados para masturbarse como más gusto alcancen.
RECUERDEN. Ser cogido por el ano es como el acto de cagar, pero hacia adentro.
Dejen sus valoraciones acá y si gustan dejar comentarios serán respondidos. Si quieren algo privado escriban a [email protected]
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