Pasión por el chocolate II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por latosita.
Uno o dos sábados por mes seguía visitando a mi novio en su casa y las sesiones de videojuegos eran cada vez más frecuentes, pero ya no me molestaba porque aprovechaba el tiempo para mis juegos con Marcos.
Por aquel entonces, mis hormonas me hacían disfrutar cada roce con los chicos, ya fuera porque me daban arrimones en el transporte, en filas del mercado o jugando básquet y siempre terminaba ardiendo de deseo; solo había dos formas de liberarme: Una era masturbándome en la soledad de mi cuarto y, la otra mucho más deliciosa, permitiendo que mi novio o su mejor amigo me ayudaran con esta dulce tarea; por supuesto, mi novio podía hacerlo cuando quisiera, pero Marcos solo en las tardes de videojuegos y chocolate de por medio.
Esa semana había estado más cachonda de lo normal y hasta había acordado con Fernando, mi novio, que le haría sexo oral el sábado, en su casa, por lo que debía hacer lo necesario para quedarnos solos, de hecho, vimos algunos videos porno para darnos una idea de lo que íbamos a hacer.
Llegó el sábado y traté de no pensar mucho en el tema, lavé mi ropa, luego mi hermano me invito a jugar básquet un rato y acepté, pensando que eso me ayudaría a relajarme un poco, pero fue todo lo contrario, porque cuando yo tenía el balón, él colocaba su pene entre mis nalgas, alborotando mis hormonas y, por supuesto, a pesar de decirle en tono de broma que era un “cochino pervertido” cuando evidenciaba una erección, en ese tiempo confiaba en la sana castidad del enano, pensando que yo era la cochina pervertida que se calentaba con los roces inocentes del bebé de la casa.
Después de comer seguía muy caliente, pero no quise masturbarme para conservar todo el morbo y deseo acumulados en la semana y disfrutarlos finalmente al estar con mi novio; me duché y elegí la ropa más provocativa que tenía: conjunto de ropa interior de licra satinada en color rosa claro; blusa blanca que me permitía desabrochar un par de botones para lograr un gran escote y la minifalda más corta que tenía, en color negro, con una pequeña abertura y moño en la parte de atrás.
Para mi mala (¿o buena?) fortuna, cuando llegué a casa de mi novio, ya habían comenzado a jugar; como siempre, me senté entre los dos jugadores en turno, por un lado Jorge y, por el otro, Marcos; en otro sillón de la sala, estaban los otros 3 esperando su momento de jugar y yo abría las piernas para que pudieran ver mis bragas bajo la falda, pero ni mi novio ni los otros dos prestaban atención al espectáculo, hasta puedo asegurar que ni cuenta se daban que Marcos aprovechaba cualquier oportunidad para acariciarme las piernas.
No habían pasado 10 minutos cuando el mejor amigo de mi novio perdió la partida y fuimos a la cocina a buscar el chocolate y, en el momento que íbamos a empezar con lo nuestro, llegaron más invitados, porque habían organizado un torneo que duraría todo el fin de semana; me molesté, fui a despedirme de Fernando y le dije que Marcos me acompañaría de regreso a casa, solo asintió y siguió con lo suyo.
Llegando a casa, nos encontramos a mis padres y mi hermano que iban de salida al cine, nos invitaron y yo me negué, contándole a mi madre que estaba molesta con mi novio; finalmente, se fueron sin nosotros, lo más raro es que no tuvieron objeción en que me quedara sola con un chico.
– ¿Qué hacemos? – preguntó Marcos – ¿Vemos una peli?
– ¡Ash! – exclamé con enfado – no tengo ganas de nada, estoy muy molesta
– Sí, te entiendo, no me cabe en la cabeza que Fernando no aproveche
– No aproveche, ¿qué? – pregunté
– ¡Caramba, pues tener una novia como tú!
– ¡Ah, sí! ¿Cómo?
– Pues así de bonita – respondió con una expresión un tanto cómica y me mostró la mano izquierda llena de chocolate
– ¿Pero? – exclamé, o mejor dicho, pregunté sorprendida
– Ya había agarrado la botella cuando llegaron los otros chicos – respondió mientras sostenía el envase en la mano derecha
Ni tarda ni perezosa, acerqué la cara a su mano y comencé a lamer; él, inmediatamente, desabotonó mi blusa, me entregó la botella y metió la mano derecha en mi pecho, haciéndome olvidar todo mi enfado y ayudándome a recuperar todo el lujurioso deseo que había acumulado durante varios días; al terminar de lamer sus dedos, derramé chocolate en la cara de mi querido amante, que ya estaba metiéndome mano bajo la falda y, por la posición de ambos, parte del delicioso líquido le escurrió por el cuello.
Yo estaba muy excitada como para quejarme porque Marcos se quitó la playera tipo polo, según él, para evitar que se le manchara y lamí todo su cuello hasta dejarlo limpio; tampoco me di cuenta cuando se volvió a apropiar del chocolate para poner un poco en su pecho, comenzando por la tetilla izquierda, luego la derecha y un poco más en el abdomen; mi lengua siguió el camino marcado, lamiendo casi con desesperación mientras sus manos recorrían todo mi cuerpo; luego se llenó la boca y no tuve inconveniente en meter la lengua ahí para quitarle todo.
Marcos aprovechó la posición para desabrocharse el pantalón y bajarlo hasta los tobillos junto con su bóxer, luego nos separamos un poco y volvió a verter chocolate en el abdomen y marcando el camino hasta su pene, completamente erecto; hasta ese momento solo había visto el de mi novio, pero no se comparaba con el que tenía ante mí, más largo, más grueso y con el vello recortado, se veía hermoso y antojable; quizá de no estar tan excitada hubiese sido recatada y habría rechazado esta situación, sin embargo, la lujuria recorría cada poro de mi piel y realmente deseaba continuar bebiendo el delicioso y dulce líquido del cuerpo de mi guapo compañero de perversiones.
Nos miramos durante unos segundos, él bajo la vista como ordenándome continuar con lo que estaba haciendo, lo tomé del cuello para acercar nuestras caras, nos dimos un beso corto, pero muy ardiente y rápidamente bajé para seguir lamiendo, comenzando por el ombligo y descendiendo, lasciva, hasta llegar a la base de su pene, pero no me gustó sentir el vello púbico en la lengua, así que pasé rápido por ahí, lamí el tronco y subí rápidamente a la cabeza, recorriéndola varias veces en círculos.
Tomé los 15 cms de carne entre mis manos, dirigí la vista a la cara de Marcos y meneé su miembro como diciendo “¡Hey, se acabó el chocolate!”, él reaccionó en seguida y bañó solo el glande, por lo que entendí que era ahí donde me debía concentrar; estuve lamiendo un poco y luego lo metí completo en mi boca, él me dijo que tuviera cuidado con los dientes, que mejor presionara con los labios; así, sentada en el sillón y agachada para comer ese pene, la posición era un tanto incómoda.
Me arrodillé frente a Marcos, que aprovechó para poner más chocolate, pero esta vez en toda su verga e hice lo posible por meterla completa en mi boca; al principio, me provocó un par de arcadas, luego estuve probando a meter y sacar para saber hasta dónde podía introducirla cómodamente; él colocó ambas manos en mi cabeza y marcó el ritmo con el que debía hacer la mamada; me parecía que era algo rápido como para poder comer todo el chocolate, pero ese solo fue el pretexto para comenzar y me dejé hacer.
Sostuvo mi cabeza y movió la cadera para, prácticamente, fornicarme la boca con una serie de embestidas salvajes, acompañadas por gemidos y especie de gritos en los que se escuchó algo como “ya casi, ya casi” y, de pronto, sentí como disparos, uno tras otro, quizá 5 o 6, que me inundaron la boca con un líquido caliente, viscoso y de sabor entre dulce y amargo, pero muy rico; a petición de Marcos, traté de mantener todo dentro y, cuando me enderecé, saqué la lengua (igual que las chicas en los videos que había visto) para mostrarle que me gustó su regalo y lo saboreé incluso más que el chocolate; me encantó ver su carita cambiando de expresión mientras tragaba poco a poco su delicioso semen.
Estaba muy feliz por haber mamado mi primera verga, porque era más grande que la de mi novio y porque me había encantado, pero todavía seguía muy caliente y todavía faltaba mucho tiempo para que mi familia volviera.
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