Pequeña Caribeña
… Me hizo entrar en una habitación y me senté en la cama. El hombre salió a la sala y comenzó a hacer unas llamadas … Walter se asomó por la puerta entreabierta y me dijo: – Acá está Martina. Al tiempo que abrió más la puerta y me llevé una gran sorpresa. Ingresó una … … Lo primero que pensé.
Pequeña Caribeña.
Esto ocurrió en una de mis vacaciones a un país del caribe el cual no mencionaré.
Fuí solo. Me encanta ir a ese lugar, es muy relajado, con playas maravillosas, ricas piñas coladas y un calor exquisito.
Un día se me ocurrió salir del hotel para caminar un poco por la pequeña cuidad, que es realmente un pueblo más que ciudad.
Allá se puede caminar tranquilo. Disfruté del sol, de los carros distintos a los de mi país, pasan algunas carrozas a caballo para los turistas. Es realmente precioso.
Luego de una pequeña y acalorada caminada me metí a un restaurante a beber una cerveza.
Miraba a la gente pasar sentado en una terracita. Debo confesar que bebí más de una cerveza y luego de pasado un rato ya me había entusiasmado e iba en el segundo ron.
En la barra se encontraba un tipo que conversaba y se reía con el bartender. Noté que me miraba ocasionalmente. Yo no le dí mucha atención y seguí bebiendo mi trago. No quería hablar con la gente local ya que, ese lugar puede ser muy tranquilo pero de igual forma yo andaba solo y era mejor cuidarse y no meterse en problemas.
Sin embargo, en una de esas miradas que me daba el tipo, y que yo atendí, el hombre me alzó su vaso otorgando un brindis a la distancia; yo le respondí “Salud”.
El hombre, al ver que le respondí se acercó a mi mesa y con mucha personalidad me dijo:
– Hola my frend, were you from?
– No hablo inglés señor.
Le respondí.
– Haaa que bien. Bueno y ¿De donde eres?
– Soy de (le dije mi país)
Le respondí, medio indiferente, para luego nuevamente atender mi trago mirando al horizonte, esperando que el tipo se fuera. Sin embargo el fulano tomó una silla y se acomodó en mi mesa.
Señaló mi trago, al cual le quedaba poco me dijo:
– Quieres otro my frend?
– Yo tengo para comprar, pero gracias.
Le respondí.
– ¿Como lo estás pasando?
Me preguntó.
– Bien.
– ¿Andas solo?
Dude en contestarle, luego se me ocurrió decirle:
– No no, mis amigos se quedaron en el hotel.
– Haaa bien. ¿Y no te aburre este lugar tan tranquilo? Me imagino que en tu país tienes más diversiones.
– Vengo acá a relajarme.
Le respondí.
– Me presento, me llamo Walter.
Me dijo, ofreciéndome su mano. Yo por cortesía le dí la mano pero no le contesté nada, yo aún estaba a la defensiva.
– ¿Como te llamas?
– Me llamo (le dije mi nombre).
El hombre me empezó a hablar cosas. Me seguía preguntando de como lo estaba pasando, de que cosas había hecho, etc. Y yo, con un poco más de confianza le respondía para matar el tiempo y no beber solo.
Luego de un rato el hombre finalizó la cerveza que le quedaba de un sorbo y me dijo:
– Ya está muy fome acá. ¿Te gustaría algo de diversión?
– Estoy bien, gracias.
Le respondí, pero él insistió.
– Conozco un lugar donde hay diversión “con compañía”.
Me quedé pensando un rato, pero luego descifré a lo que se refería.
– Si es lo que estoy pensando, yo sé que acá no hay nada de eso.
– Sí hay amigo, si hay; solo hay que saber donde buscar, yo te puedo mostrar.
El tipo me insistía y devo decir que, en mi país varias veces contraté compañía femenina así que eso no era algo que me espantara. Y, luego de pensarlo un rato, no me pareció tan mala idea y accedí.
– Bueno vamos. Espero que esto no sea un truco.
Le dije.
– Nonono my frend. Ven, no te vas a arrepentir, te lo aseguro.
Me puse de pié, pagué mi cuenta y seguí al hombre que me parloteó todo el camino.
Llegamos a una casita pequeña, a medio mal traer.
– Pasa por acá y sientate. Por mientras veré a que muchachas tengo disponibles.
Me hizo entrar en una habitación y me senté en la cama. El hombre salió a la sala y comenzó a hacer unas llamadas desde su celular. Escuché que llamaba a varios lados y preguntaba por varias mujeres, si es que estaban disponibles y, luego de varios intentos que hizo escuché “Haaa. Martina…. no importa, si le va agustar… ¿Se puede venir sola? … ya mándamela”.
Walter se asomó por la puerta y me dijo:
– Listo my frend. Tu compañía viene en camino ¿Quieres un trago mientras la esperamos?
Hasta ese momento, y por lo que escuché, la cosa pintaba bien.
– Ok. Te acepto un trago.
Walter llegó con los tragos, ron con bebida cola bastante cargados, se sentó en la cama junto a mi y comenzó a parlotear nuevamente… “Si amigo, que bueno que viniste… conozco a muchos turistas como tú que ya son mis clientes… muchos de ellos incluso vienen al país exclusivamente para que yo le haga los contactos…” y así siguió.
Luego de unos 15 minutos se escuchó que golpearon la reja. Walter se puso de pié y me dijo:
– Ya llegó. Quedate acá y te la traigo.
Salió de la habitación a buscar a la mujer y luego escuché que entraron. “Ponte esto Martina y ven a saludar”, alcancé a oir y luego de unos instantes ambos vinieron a mi habitación.
Walter se asomó por la puerta entreabierta y me dijo:
– Acá está Martina.
Al tiempo que abrió más la puerta y me llevé una gran sorpresa.
Ingresó una muchachita; “una niñita” de entre 9 o 10 años como máximo.
Lo primero que pensé es que era una especie de broma. Walter la puso en frente y sujetándola de los hombros me dice.
– Ella es preciosa. ¿Que dices my frend; te gusta?
Al escuchar al hombre entendí que la cosa no era broma y que realmente me estaba ofreciendo a esa chamaquita de compañía.
Tenía un cabello negro, onlulado, medianamente largo.
Una piel tersa de un color moreno muy bonito, tono “leche con chocolate”.
Su pequeño rostro, de facciones redondas, era iluminado por unos ojos negros brillantes como dos gemas azabache.
Pero toda esa ternura contrastaba con su atuendo; vestía un pequeño bikini blanco, cuya parte superior tapaba unos pequeños esbozos de pechos y en la parte inferior la tela tapaba una diminuta flor que aún esperaba su despertar.
Yo estaba en shock, no sabía que decir ante esa situación tan extraña.
Walter giró a la nenita y me dijo:
– Mira este culazo. Estoy seguro que no has visto algo más hermoso.
Palmoteandole una nalga me mostraba su traserito.
Pude ver como la diminuta tanga blanca desaparecía parcialmente hundiendose entre sus pequeñas nalguitas de leche con chocolate, una imagen que realmente se veía controversial por su corta edad.
– Esto es una broma hombre. ¿Como se te ocurre que yo…
– My frend, tu no sabes como son las cosas acá.
Dejé mi vaso en el piso y me comencé a poner de pié para irme. El tipo me tomó del hombro, deteniendome y me dijo:
– Bueno bueno, te entiendo. Pero no te puedes ir así, mira, la muchacha ya está acá y ella no se puede ir sin nada a su casa. No le hagas esto. Mira, te propongo algo, tomate tu trago y dale una propina, para que ella no llegue sin nada a su casa y así no la regañen.
Me senté de mala gana y luego de beber un sorbo de mi vaso comencé a buscar en mi billetera. Me relajé un poco de hecho porque pensé que todo esto había sido un ardid para sacarme unos dólares y que la cosa no iba enserio. Saqué 15 dólares, y se los pasé al hombre que tenía la mano estirada.
– Ahora sí my frend. Gracias. Bebe tu trago con tranquilidad. No hay problema.
Yo, ya medio ebrio, si acepté finalizar mi trago.
Walter, al ver que me relajé un poco. Encendió un parlante que estaba en una mesita y puso música.
– Bueno, vamos a amenizar un poco.
Me dijo.
Luego se dirigió a la puerta.
– Te dejo con Martina, ella te va a hacer un baile por tu pago, para que veas que soy justo.
– No es necesario.
Le respondí.
– Tranquilo my frend. Si a ella le gusta bailar, es solo un baile. “Martina, bailale al señor”.
Dijo, al tiempo que se retiró juntando la puerta. Dejándome solo con la nenita.
Yo no supe que hacer. Un impulso de irme me vino nuevamente a la mente, pero… no sé porqué me quedé.
La rítmica cancion tenía frases alusivas a la fiesta y al sexo, algunas bastante explícitas. Música que un padre prohibiría escuchar a su hija de cualquier edad; pero la pequeña Martina la bailaba con entusiasmo tal cual como una quinceañera rebelde.
Sus pasos de baile y sus performances eran realmente atrevidos, meneando el trasero de lado a lado y de arriba a abajo; palmoteándoselo y poniendo sus manos por sus casi inexistentes pechitos. Aquel show de ver a esta “niñita” bailando era “controversialmente novedoso”, por describirlo de alguna forma.
Cada cuando en cuando la nena se giraba, mostrándome y meneando su culito frente a mi y
efectivamente la niñita poseía un traserito “bonito”; unas nalguitas pequeñas pero perfectamente redondeadas y paraditas, con esa tanguita que se hundía entre ellas. En esos instantes confieso que se me olvidaba que esa pequeña bailarina era solo una niñita de 9. Pero luego, cuando se ponía de frente, apesar del baile sexy, su tierna carita, sus ocultos pechitos casi inexistentes y su entrepierna con esa diminuta flor cubierta me recordaban su cortísima edad.
Comencé a sentir una mezcla extraña de sentimientos. Algunos me gustaban y otros me “descolocaban”.
Finalizó el tema musical y apareció Walter.
– ¿Te gustó my fren? Ella es espectacular.
– Si gracias.
Le respondí. Por decirle algo.
– ¿Otro?
– No gracias, ya me voy.
– Pero si te queda de tu bebida, terminatela tranquilo. Ayuda a la niña, deja que te haga otro baile y le das solo 10 dólares. ¿Que te parece?
Yo ya había puesto mis manos en la cama, listo para ponerme de pié. Sin embargo vacilé, e inmediatamente Walter le dijo a la niña:
– Martina, un baile lentito y muéstrate.
Puso otra canción en el parlante y se fue.
Nuevamente, al son de una indecente canción Martina se comenzó a mover.
Esta vez más lento y con otro estilo, la nenita contorsionaba todo su pequeño cuerpecito. Se notaba su tierna inexperiencia en la coordinación de sus movimientos; aún así lograba emanar una idea de sensualidad que confundía mi mente.
Lo primero que se me vino a la cabeza fue “¿Donde habrá aprendido a bailar así esta niñita?
De un momento a otro la muchachita se desprendió de la parte superior de su bikini, lo que me hizo caer nuevamente en conciencia de lo menor que era ella. Sus pechitos apenas empezaban a formarse, eran unos leves montes coronados por unos pequeños pezoncitos en formación.
De cuando en cuando la niñita se volteaba y me meneaba su pequeño traserito con esa tanga blanca que se hundía entre sus pequeñas redondeces.
Luego, en un nuevo inesperado momento, mientras me mostraba y meneaba su redonda colita, se agachó y se bajó la tanguita, dejando ahora totalmente libres esos pequeños cachetitos de chocolate ante mis ojos.
La chamaquita había quedado ahora totalmente desnuda frente a mi. Y sus cachetitos, que ahora se meneaban desnudos al aire, comenzaron a generar impulsos que se manifestaban bajo mi pantalón.
Cuando se ponía frente a mi, contoneándose sexualmente, lo perturbante fué ver su pequeñísima y lampiña vaginita; era solo una mínima rayita en su entrepierna. Mi bailarina era solo una criaturarita, por diós. Pero esa visión y ese pensamiento no hicieron mermar la dureza pétrea bajo mi pantalón.
De un momento a otro el regetón cesó, Martina dejó de bailar y entró Walter.
– ¿Que te pareció my frend?
Yo no le respondí nada, pero el hombre posó de inmediato su mirada en mi pantalón cuya tela estaba elevada como un mastil sostiene una tienda. Yo de inmediato me cubrí.
– ¿Parece que te gustó Martina ¿He my frend?
Yo seguí mudo.
– Ahora prueba su servicio, sé que quedarás satisfecho.
– ¿Ha?
– Amigo, tu no tienes que hacer nada, ella sabe.
Sin esperar mi reacción, Walter le dijo a la pequeña:
– Martina, hagale al señor.
Para luego retirarse, juntar la puerta y, nuevamente, dejarme solo con la niña.
Yo no supe que hacer y justamente no hice nada, me quedé sentado en mi lugar y, sin saber lo que venía.
La desnuda nenita se puso de rodillas delante de mi y de un tirón me bajó un poco mis pantalones cortos destapando mi pene que apareció de golpe frene a ella mostrando su indisimulable erección.
Me dió mucha verguenza en ese momento, pero la muchachita no demostró ningún tipo de sorpresa al ver mi miembro desplegado frente a ella.
Colocó ambas manos sobre mis piernas, abrió su boquita y engulló mi pene, hasta donde le permitió la pequeña anatomía de su boquita e, increíblemente, me la comenzó a mamar.
¿Como era posible que esta chamaquita supiera hacer eso? fué lo primero que se me vino a la mente.
Apesar de sus infantiles movimientos ella lo sabía hacer y claramente ya lo había hecho antes. En ocasiones se le salía mi pene de su boquita, pero rápidamente lo recuperaba y proseguía sin vacilar
Era extraña la escena de ver como esa nenita de rostro pequeño y tierno, mamaba con su pequeña boquita mi erecto miembro de talla adulta.
A esas alturas mi excitación estaba al máximo y debo confesar que ya no me importaba que fuera una chiquita de solo 9 años la que me estaba generando tal placer. Me relajé y me dejé llevar por el estímulo físico y a lo morboso de la situación viendo como frente a mi esa pequeña de pechos diminutos subía y bajaba su cabecita rítmicamente.
Miraba como una porción de mi miembro entraba y salia de su húmeda y suave boquita y el placer que me daba opacaba cualquier otro pensamiento.
Esa pequeña niñita tenía mi miembro a full. Pero también me tenía desesperado, ya que, apesar de que la nena hacía lo mejor que podía, la estimulación de su boquita era demaciado suave y lenta como para hacerme cruzar el umbral hacia el orgasmo.
En un momento me dieron ganas de toma su pequeña cabecita para acelerar su vaivén e introducirlo más, pero me contuve.
De un momento a otro se detuvo dejando mi pene como un verdadero poste firme apuntando al cielo.
– ¿Ya va a sacar?
Me preguntó la muchachita.
Yo no entendí y la miré con cara de duda.
– ¿Ya va a soltar la leche?
Preguntó nuevamente haciendo una pausa apuntando con su dedo la punta de mi miembro.
– Sí amor, ya viene.
Le respondí con la voz entrecortada.
Con una de sus manitas comenzó a masturbarme. Claramente ella sabía a la perfección lo que había que conseguir.
Con sus ojitos brillantes azabache miraba fijamente mi inflado miembro mientras deslizaba su pequeña manita de arriba a abajo enérgicamente.
Ahora sí que estaba al límite. Mi punta estaba hinchada a más no poder y por su agujero se asomaba una gota.
La pequeña aceleró hasta que tras un primer espasmo un chorro salió disparado por los aires.
La chamaquita, para mi sorpresa me soltó al instante y se puso de pié.
Mi miembro erecto y solo continuó lanzando descargas hasta que lo contuve con mi mano.
Yo mismo finalicé la acción hasta que cesaron sus emanaciones, mientras Martina ya estaba saliendo de la habitación y escuché que le dijo a Walter “Ya”.
Eso fué lo último que supe de ella en ese instante. Luego el hombre vino.
– Parece que lo pasaste muy bien my frend.
Yo no le contesté nada.
– Ahora sí debes pagar el servicio de la muchacha amigo, tu entiendes.
En vista de todo lo que había pasado, obviamente no me quedaba alternativa.
No mencionaré cuanto fue lo que el tipo me cobró, pero fue más de lo que yo pensaba. Apesar de eso, no discutí. Engaño o no, yo, aunque forzadamente, ya me había involucrado.
Me puse de pié, pagué y me comencé a retirar sin decir adios. El tipo me estrechó la mano diciendo:
– Cuando quieras de nuevo me contactas my frend.
Miré y me había dado un papel con un número de teléfono.
Salí a la calle y me fuí.
Mientras caminaba, ebriamente tambaleante, me vinieron los sentimientos de culpa. Sin embargo, debo confesar que en los días siguientes, en mi cuarto de hotel recordé varias veces lo sucedido y dediqué varias noches de satisfacción solitaria recordando ese morbosamente prohibido evento.
Amigos, si les gustó, comenten por favor, así me animo a contar otras historias y les avisaré de nuevas publicaciones.
Pueden leer mis otros relatos en mi perfil: https://sexosintabues30.com/author/mclovin8/
Allí también encontrarán un contacto en donde me pueden escribir comentándome lo que gusten, hacer peticiones, etc.
Muy rica experiencia.
Gracias por tu comentario. 🙂
Exitante, delicioso relato
Gracias por comentar. 🙂
Muy buena historia, me encanto la redaccion, muy equilibrada
Muchas gracias por comentar.
No volvistes con la nena?
Hola. Gracias por comentar. Sí, la ví de nuevo. Pero no pude estar con ella, pasó algo extraño. No sé si me anime a contarlo. (Todo en el marco de Relato de Fantasía, por su puesto 😉
bacano relato muy disfrutable, quede babeado jajajaja
Muchas gracias por tu comentario. 🙂