PERDIDOS II (CAP7) EL VIAJE A NUEVA YORK IV, EL PLACER DE TENER UNA MAMÁ TAN MEONA
Judith empieza a disfrutar las ventajas de ser una “meona”, y deleita con ello a su amado Tomi..
CAPITULO 7:
EL VIAJE A NUEVA YORK IV, EL PLACER DE TENER UNA MAMÁ TAN MEONA:
Judith empieza a disfrutar las ventajas de ser una “meona”, y deleita con ello a su amado Tomi.
Mientras Tomi se cambiaba, no la perdía de vista a su mamá, quien al mismo tiempo hacía lo propio, casi en frente suyo.
Judith selecciona cuidadosamente lo que va a ponerse para salir a cenar esa noche con su fiel “amante”, y entonces empieza a vestirse frente a un Tomás que la miraba cómo devorándosela con los ojos disfrutando de verla vistiéndose tanto cómo desvistiéndose.
Entonces ella elige una bombacha roja y un corpiño negro cómo ropa interior y un vestidito corto negro bien escotado.
- ¿Estoy bien así? Le preguntó al ver que no dejaba de mirarla.
- ¡Si mamá estás preciosísima, hermosísima, bellísima! Le dice él sin escatimar halagos.
- ¡Ay bueno gracias mi amor… ¡Ah, y después cuando volvamos, mamá quiere que veas todas las bombachas y corpiños que tiene, quiero que me digas cuales te gustan más, que conjuntitos te provocan más y que combinaciones te parecen más lindas! Le responde ella sonriéndole tiernamente.
- ¡Mmmmm, que noche más prometedora tengo por delante, cena con una hermosa dama, después verla desfilar frente a mí en ropa interior, y después! ¿que viene después mami? Le pregunta él.
- ¡Ja ja ja ja, que pregunta!, no sé, todo lo que el chiquito de mami quiera. Le responde su mamá riéndose.
Ellos salen de la habitación y cuando bajan a recepción piden un taxi y van a un fino restaurante a cenar.
Tras la cena en el restaurante, cine, y una breve caminata nocturna bajo una tenue llovizna, deciden volver al hotel.
Para cuando Estaban llegando al hotel, Tomás ya estaba muy impaciente por tener a su mamá asolas en la habitación, toda para él, y verla probándose y mostrándole cómo le quedan esos conjuntitos de ropa interior, y yendo después a la cama para concluir la noche con una buena acogida entre madre e hijo en un cuarto de hotel, digna de la más morbosa y picante película porno que jamás háyase visto.
Su pene crecía y se endurecía atrapado en su ropa interior dentro de su pantalón.
Él la miraba caminando a su lado, cómo quien se babea viendo el manjar que está a punto de echarse al plato, y comer de él hasta reventar.
Ella notaba claramente por lo que estaba pasando su hijo, y era algo que Judith lo estaba disfrutando a pleno.
Ver cómo ese paquete aumentaba de tamaño dentro del pantalón, le hizo recordar a cómo reaccionaba de inmediato la verga de su hijo al verla a ella mear frente a él, y eso fue algo que disparó también la calentura en mamá cosa que hizo que las preguntas que se había hecho Judith al momento de mear en frente del chico durante la ducha juntos, volvieran a su cabeza una vez más: ¿por qué le gustaba tanto eso? ¿cómo no le daba asco? ¿Que sentía cuando la escuchaba, sentía o veía mear?
Y esta vez ella iba a hacer que él le diera una respuesta a estas preguntas.
Con el progreso de la caminata, y habiendo tomado liquido durante la cena, un helado de postre, ella sintió que ya le empezaba a urgir llegar pronto al hotel para pasar al baño a descargar su vejiga, Judith se consideraba así misma cómo “una meona”, ya que siempre sentía que debía estar cerca de un baño, ya sea en casa, en algún lugar ocasional o en el trabajo.
Siempre lo vio cómo una molestia, ya que muchas veces le interrumpía momentos con amigas o amigos, novelas, películas, reuniones de trabajo, o incluso se despertaba por las noches sintiendo que lisa y llanamente estaba a punto de mojar la cama. Tl vez nunca imaginó que el ser “meona” le traería tantos momentos placenteros con un hombre, y mucho menos hubiera imaginado que ese hombre pudiera ser uno de sus hijos.
A esta altura del paseo nocturno, y ya en pleno retorno al hotel, ellos hablaban de cualquier cosa ya casi ni prestándole atención al tema del que se estaba hablando. Tomás porque ya tenía ganas de tenerla en la habitación en ropa interior desfilando para él previo a la monumental revolcada que se pegarían madre e hijo antes de dormir. Y en el caso de Judith por lo apurada que estaba por llegar al baño, por lo que la excitaba verle el bulto debajo del pantalón a Tomás, y por la excitación que le provocaba saber que mearía una vez más frente a él, y que seguramente Tomi le “higienizaría” la vagina una vez más y totalmente encantado de hacerlo luego de ver a Judith mear frente a él.
Por fin llegan al hotel, y cómo por casi distintos motivos ambos estaban muy apurados por llegar a la habitación, pidieron las llaves del cuarto en la recepción y en vez de subir por las escaleras, subieron por el ascensor.
Mientras esperaban el ascensor, Tomás la notaba algo nerviosa a su mamá, pero no le preguntó nada, ni le hizo ningún comentario, pero ni bien se subieron al ascensor…
- ¡Aaayy menos mal que esta cosa llegó bastante rápido, me estoy re contra meando desde hoy! Comenta ella cómo exteriorizando un pensamiento en voz alta.
- ¿Ah sí? No pudo evitar responderle casi involuntariamente su hijo, viendo cómo ella apretaba sus piernas.
- ¡Ay si mi amor, odio ser tan meona!, encima ¿tuvimos que tomar tanto liquido con la comida y después un helado tan grande? ¡en que estaba pensando! Protesta Judith contra sí misma.
- ¡Jajajaja, pero la pasamos bien! ¿no? Le responde su hijo tratando de distraerla mientras llegan al piso del cuarto de ellos.
- ¡Si, eso sí, pero tu madre siempre necesita un baño cerca! Comentó ella justo antes de que se detenga el elevador.
- ¡Llegamos! Dijo él.
Ellos salieron del ascensor y casi corrieron hasta la puerta de la habitación y cuando llegaron ella buscó en su cartera las llaves del cuarto, y se las dio a su hijo para que abriera lo más rápido posible.
Al verla tan desesperada por mear, él se llenó de morbo y lujuria pensando en que pasaría si él se demorara más de la cuenta en poder abrir aquella puerta, si es que Judith aguantaría un buen rato más o si se terminaría por mear allí mismo en la puerta de la habitación dejando un gran charco de meada sobre el impecable piso alfombrado de aquel lujoso hotel.
Se preguntaba que sentiría él viendo a su madre de 48 años y tan elegantemente vestida para la cita de esa noche, meandose encima cómo una chiquilla del kínder o la primaria que no llegó a tiempo al baño, o más bien una mujer de la noche llegando totalmente borracha.
Lleno de morbo la miraba cómo esperando el momento del bochornoso desenlace fingiendo no poder abrir aquella cerradura.
- ¡Dale por favor, apurate que me meo! Le murmura ella casi en voz alta y totalmente desesperada ante la demora de Tomi.
- ¡Ya voy, ya voy! Dice él y apiadándose de su mamá, abre la puerta y ella entra al cuarto casi llevándoselo por delante, y él corrió tras ella hasta el baño
Ambos entran al baño, entonces ella se dispone a sentarse en el inodoro, pero él le pide que se meta en la bañera, y solo se levante un poco el vestido para verla meando con la bombacha puesta.
Ella le obedece y solo se saca los zapatos y se mete en la ducha, se para mirándolo de frente y con ambas manos se sube el vestido negro que llevaba puesto hasta que él ve asomar por debajo la bombacha roja que tenía puesta esa noche, y ahí queda inmóvil durante unos instantes con sus piernas separadas y su vestido levantado mostrándole la bombacha.
Tomás la mira fijamente y siente engarrotársele la verga dentro de su calzoncillo viéndola parada frente a él esperando ver caer la inminente meada, que de un momento a otro comenzará a brotar de esa concha hermosa rodeada por una aureola de vellos negros, para mojar primero esa bombacha roja y caer al piso de la bañera mojando sus piernas y hasta sus pies.
Tomás estira su mano poniéndola justo debajo de la concha de su madre, pero sin tocarle la bombacha. Ella aún lo mira sonriente, pero entones cierra los ojos y borra la sonrisa de sus labios, en un claro gesto de concentración, y tras unos breves segundos Tomás ve cómo esa bombacha roja comienza a mojarse, y entonces él acerca la mano hacia ella, hasta posarla sobre la tela de la bombacha y sentir con la mano cómo el cálido meo que brotaba de la concha de la hermosa Judith, mojaba su ropa interior gran parte de ese potente chorro llegaba directamente al piso colándose entre los dedos de su hijo, y otra parte se deslizaba por sus piernas.
- ¡Aaaaaaahhhhh, que alivio poder mear, creí que me meaba en el ascensor o en la puerta mientras Vos la intentabas abrir! Dice ella suspirando aliviada mientras liberaba el amarillo y caliente “jugo” de su interior.
- ¡Aaaaaaaayyy mami, esto es hermosamente paradiciacoooooo! Exclama Tomás mientras ella le baña la mano con su cálida meada y él con la otra mano libera su verga del pantalón y se masturba suavemente frente a ella, que en ese momento abre sus ojos y lo ve pajearse mientras ella mea.
- ¡Aaaaayyy mi amor! ¿tanto te gusta cuando mami mea? ¿por qué bebé? Dice Judith mientras no deja de mear mojándole la mano.
- ¡No sé mami, pero esto es lo que me hace quererte coger con ahínco y desenfreno verdadero! Le responde él.
- ¿Me vas a coger esta noche? Le pregunta Judith en tono sensual mientras continúa meandolo.
- ¿Después de esto?… ¡no sabes cómo! Le responde el chico cuando ella ya empezaba a echar fuera las últimas gotas de orina.
- ¿La vas a limpiar bien a mami con la lengüita? Le pregunta Judith.
Entonces viendo que mamá había terminado de mear, Tomás se lame la mano, se chupa los dedos, mientras Judith lo mira sin poder salir de su asombro y sintiendo cómo todo este jueguito la calentaba.
Tomás empieza a lamerle las piernas, subiendo con la lengua hasta la entrepierna.
Una vez concluido esto se concentró en la por demás empapada bombacha roja, después de haber recibido sobre ella la total descarga de la semejante meada que se había echado Judith sobre ella.
El chico totalmente atontado y aturdido por la calentura de verla mearse encima a mami cómo si fuera una niña, o estuviera totalmente ebria, hundió su rostro en la bombacha empapada, besándole, oliéndole y lamiéndole la concha a su ya no menos excitada mamá, quien no dejaba de acariciarle la cabeza, mientras miraba al techo y se relamía disfrutando aquellos besos, olfateos y lamidas en su concha, pero por encima de su ropa interior.
Esto se prolongó durante 5 minutos o algo más.
Entonces el chico empezó a bajarle la empapada bombacha, una vez la prenda llegó al piso de la bañera, la dama la hizo a un lado con sus pies.
Entonces para sorpresa de la mamá, Tomi la tomo entre sus manos y empezó a beber el meo que había empapado en la bombacha, llevándosela a la boca y succionando de ella el líquido de mamá.
Ella lo miraba sonriente mientras lo veía y escuchaba absorber el meo de su bombacha.
Después de esto, Tomás la agarra de la mano a su mama y la llevas hasta la cama, donde la acuesta de forma transversal y boca arriba, le levanta el vestido negro, le abre las piernas y se abalanza sobre la concha de su madre, que ahora ya sin bombacha, estaba totalmente expuesta ante él.
Tomás vuelve a besar esa concha rodeada por la pequeña aureola de vellos, y también la huele y lame durante varios minutos haciendo que Judith comience a retorcerse en la cama, de placer.
- ¡Aaayuuuuu, aaaaayyyy, si mi amor límpiale bien la concha a la meona de tu mami! Decía y repetía Judith entre gemidos mientras se retorcía en la cama.
- ¡Mmmmmhhhh mami se te meas así te la voy a tener que limpiar todos los días y varias veces al día.
- ¡AHAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHA! Jadeó fuerte Judith, con el primer orgasmo de la que sería una larga e intensa noche de placer.
- ¡Mmmmmmhhh, mamiiii, mmmmmm. Decía Tomi saboreándole la concha lamiéndosela de arriba abajo y viceversa y besándole el clítoris.
- ¡Aaaaaaaaahhhhh, aaaaaaauuuuuu, mmmmmhhhh! Gimió y aulló ella con otro pequeño orgasmo, y entonces tomó un almohadón y cubrió su cara con él para poder dar rienda suelta al placer, sin hacer tanto escándalo en aquel hotel.
Tomás continuó lamiendo, chupando y besando esa concha meada de su mamá, hasta que ambos ya no pudieron aguantar más la calentura que les estaba provocando todo aquello.
Tomás tomó uno de los almohadones, lo puso debajo de ella, para elevarle la pelvis.
Al adivinar la intensión de su hijo, Judith abrió lo más que pudo sus piernas y apretó con fuerza y con sus dos manos, el almohadón que tenía sobre su rostro, y esperó a que su hijo le entrara de un solo envión.
Pero Tomás eligió otro método para darle placer a mamá.
Tomó su verga con la mano, y empezó a fregarla contra la concha de Judith, quien al sentirlo empezó a temblar de intenso placer que esto siempre le provocó a ella.
Al ver esto, el chico aumentó el ritmo de su rose con la cada vez más mojada concha de su madre, quien mordía y arañaba con ambas manos y hasta por momentos clavándole sus uñas al almohadón que sujetaba firmemente con sus manos,
- ¡Mmmmmmhhhh, mmmmmmmhhhh, mmmmmmmmhhh! Se escuchaban los gemidos y hasta por momentos el llanto ahogado de Judith debajo del almohadón que cubría su rostro
- ¡Aaaaahhh, aaaaaaaaahhh, mami, aaaaaaaaahhhh, mamá, ahí te entro con toda la verga! Le dijo entre gemidos Tomás, y dicho esto le enterró todo su tronco hasta los mismísimos cojones.
Judith al escuchar las palabras de su hijo, mordió con fuerza el almohadón y lo sujetó contra su rostro.
Tomás una vez totalmente dentro de ella, empezó a balancearse hacia arriba y hacia abajo con movimientos de palanca, sin sacarle de la concha ni un solo centímetro de la verga.
- ¡Mmmmmmhhhh, mmmmmmmhhhhhh, mmmmmmmmhhh! Se la oía cómo llorando desconsoladamente, mientras levantaba las piernas y su vagina se mojaba cómo se se estuviera meando otra vez, pero claramente esta vez eran señales del intenso placer al que estaba siendo sometida Judith, por el incesante y constante palanqueo de su hijo Tomás, quien, al escucharla llorar de ese modo, se excitó casi hasta tener su orgasmo.
El chico se detuvo un momento, solo para evitar su orgasmo, y una vez recuperado volvió a palanquearla con fuerza y un ritmo increíblemente rápido.
- ¡Mmmmmmmmmmmmmhhhhh! Volvió a gemir entre llantos la mamá.
- ¡Ahahahahahahahahahahahahahaha, aaaaaaaaaaaayyyyy mamá, aaaaaaaaayy! Jadeaba y gemía Tomás casi teniendo su orgasmo.
- ¡Mmmmmmhhhhh, terminá que no puedo más, no doy más! Suplicó ella casi sin voz mirándolo a los ojos.
- ¡Aaaaaaaahhh, uuuuuuuuuuuuhhhh, ahí voy mami uuuuuuuuuuhhhhaaaaaaaa! Gritó él con su orgasmo.
El chico se retiró y se fue a dar una ducha para refrescarse y relajarse un poco.
Permaneció unos 15 minutos bajo la ducha, y cuando volvió a la cama mamá estaba completamente dormida del lado derecho de la cama.
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