PLACERES DE UNA FAMILIA COSTEÑA 1
Esta es la historia de un inocente, descubriendo su lado más oscuro, un nene cuya edad no alcanza los dos dígitos pero que pronto viviría las delicias y placeres de la vida sexual más activa..
Esta es la historia de un inocente, descubriendo su lado más oscuro, un nene cuya edad no alcanza los dos dígitos pero que pronto viviría las delicias y placeres de la vida sexual más activa.
Nacido y criado en un contexto cómodo, donde la estabilidad de su progenitor le daría lo que se conoce como una vida privilegiada, en una zona de clima caliente a orillas del Mar Caribe Colombiano.
Es acá donde conocemos a Alberto, mejor conocido como Betico, hijo único de un matrimonio que no duro mucho, pues su padre enviudo cuando aun era un bebe, Wilmer el padre, un hombre rudo poco cariñoso, de 40 años, no muy dado a expresar sus sentimientos, mas bien orientado al licor y a las mujeres fáciles, y de trato ordinario, dueño de un negocio de construcción, que tenía sede al lado de su domicilio, físicamente un hombre de piel oscura, de 1,95 de estatura, bastante corpulento con pecho, piernas y nalgas bien definidas, cualidad que detestaba de el mismo, pues se sentía femenino por tener un trasero tan prominente, que lo hacía víctima de muchas bromas de sus amistades y familiares, por supuesto su virilidad estaba apoyada por un miembro de gran tamaño, tan excepcional como sus nalgas, de hecho, se decía que no todas las mujeres aguantaban dichas dimensiones en sus coños, por lo que las malas lenguas decían que eventualmente las obligaba. Wilmer ciertamente distaba mucho de ser un mal padre, proveía y estaba atento a su hijo, no era cariñoso, pero lo amaba, era su razón para vivir, pero su alcoholismo y la promiscuidad le habían impedido darle un hogar cálido, o una nueva figura materna a su tierno hijo Betico.
Por su lado Betico, un nene de 8 años de edad al inicio de esta historia, extrovertido, feliz, muy inteligente y exitoso académicamente, pero con un gran problema, un comportamiento tierno, que para su padre rayaba en lo femenino, y la verdad es que si lo era… su voz delicada y su forma de hablar calmada y extremadamente educada lo hacían parecer una niña en el contexto en el que se ubicaba, su padre acostumbrado a la rudeza y los gritos no se explicaba como resulto ser así, el nene de piel canela, ojos cafés claro, cabello rizado oscuro, un rostro muy lindo, labios grandes y carnosos, la versión mejorada de su padre, muy similares y heredero de un impresionante trasero, la redondes y volumen de su cola no eran comunes en alguien de su edad y menos en un varón, como anécdota puedo comentarles, que tenían problemas para encontrar pantalones que le calzaran bien, resultaba mas practico comprar una talla mas grande y luego mandarles a cortar el largo con la modista del barrio.
Wilmer culiaba casi a diario, y cuando no, debía masturbarse por lo menos dos veces al día; la cerveza y el whisky nunca faltaban en esa casa (además de uno que otro tipo de cigarro o polvo mágico), fiestas y parrandas eran lo habitual desde los jueves por la noche, hasta los domingos muy tarde. Una casa grande de dos pisos, con 5 cuartos, todos con baño interno, un patio amplio escenario principal de las parrandas con un quiosco inmenso, este patio conectaba por varias puertas con el negocio de construcción de Wilmer, quien era bastante exitoso, producto de su trabajo, de menos a más, era un humilde ayudante de obra, que aprendió bien y sin mayores estudios logro crear y sacar adelante su negocio, con maquinaria de construcción, herramientas, y una planta de empleados que superaba los 40 obreros.
Betico, era bastante solitario, uno que otro empleado de su papá con el que lograba entablar una amistad era alejado por ordenes de el mismo, no lo dejaban salir a la calle, en la casa solo tenían la compañía de Carmen, una señora que ayudaba con las labores de limpieza y cocina, y del manco, un hombre de unos 45 años que vivía en la casa a manera de vigilante y jardinero, amigo de juventud de Wilmer, de piel oscura, ojos negros, con un espeso bigote, y muy corpulento pues también se dedico a la construcción, pero por un accidente quedo manco de una pierna, por lo que Wilmer lo ocupo en su casa, en oficios más tranquilos.
Una mañana cualquiera Betico se levantó más temprano de lo habitual y escucho ruidos extraños desde la habitación del fondo de la segunda planta, era un cuarto que nadie ocupaba por lo que se asustó, pero luego de varios gemidos que reconoció gracias al porno que su papá consumía libremente en la casa, decidió ir a ver de que se trataba. Se acerco muy despacio mientras escuchaba los jadeos y gemidos de un hombre, cuando finalmente se asomo sus lindos ojos cafés, se abrieron… vio la figura de un hombre negro de espaldas casi como un gigante, corpulento en extremo, pero no como los jóvenes de gimnasio, que él había visto en su colegio cuando los de mayor grado se quitaban las camisetas, en esta ocasión era una masa muscular diferente, acompañado de unas nalgas increíblemente grandes en un vaivén de no acabar al ritmo de
—ah ahhh mi perrita, mi puta, que coño rico tienes princesa —dijo el varón mientras se escucha un palmoteo al ritmo de la cogida que se da frente a los ojos del inocente —pensaste que no entraría, pero acá estas bien clava, perra hijueputa —dijo nuevamente el negro, solo ahora se sentía el grito femenino que decía —sácala ya, sácala me estas partiendo Wilmer —dijo la hembra, solo en ese momento el nene reconoció esa figura, era su progenitor, era su papi, gracias a la oscuridad, al nervio y a decir verdad, la emoción, no lo reconoció.
El sexo continuaba con gritos y jadeos, en cada envestida del padre el nene se sobresaltaba, no entendía el nivel de fuerza que su papi aplicaba en cada clavada se deslizaba el sudor por las negras nalgas del padre mientras que los músculos de la espalda, glúteos se contraían y relajaban —papi me vas a hacer venir —decía la hembra, al momento que dio un grito ahogado por la enorme mano de Wilmer —cállate, vas a despertar al nene y al manco, así ella se le safo diciéndole que no aguantaba más, pero acá apenas comenzaba lo turbio, Wilmer la agarro le dio un golpe en la cara —tu crees que soy marica que me vas a dejar así —dijo con furia, la tomo, la volteo y la acomodo en la cama nuevamente —ahora se te va es por el culo, malparida —dijo, mientras tomaba su verga y la metía dentro de la indefensa hembra, el corazón de Betico latía fuerte, fuerte, sentía que sudaba, se sentía con fiebre, pero ya casi no pestañeaba, estaba sorprendido de lo que veía, era a su padre, ese gigante de casi 2 metros obligando a alguien a aguantar su pene por el culo, ¿Por qué por el culo? ¿Por qué era tan agresivo? No entendía nada, pero en ese momento mientras escuchaba los gemidos de su padre, observo su rostro y se dio cuenta de algo, estaba sonriendo, nunca lo había visto tan feliz —que rico culo mi reina, ufffff —gritaba despreocupado, a estas alturas la hembra ya gemía y le pedía más, y más y más… pensó el nene, esa sonrisa, nunca lo había visto así —así es feliz papi, Pensó.
Para el nene la hembra ya no existía, solo estaba ido contemplando a su padre, lo macho que era, lo animal, lo peligroso que resulto ser —es como un toro —pensó en su ingenuidad perturbada, de repente sintió algo en su interior, un cosquilleo, un calor, una erección, su primera erección consciente, por supuesto el sabia que era una erección y había escuchado a los compañeros del colegio hablar de la masturbación, pero era la primera vez que sentía la excitación propia de un varón. Su cosquillas pasaban de sus genitales, a sus nalgas y a su pecho, fue ahí que sintió la necesidad de imitar a su papá, que en ese momento se apretaba las tetillas, en esos grandes pectorales velludos que tenía, el nene solo vestía un interior slip, más parecido a una tanguita de sus dibujos animados favoritos, y subió sus manitas por su abdomen hasta llegar a sus pequeñas tetillas rosaditas, planas y a esta altura sensibles por la situación, y fue cuando fallo, dejo escapar un gemido minúsculo, pero muy sentido —aayyy —mientras su cuerpo se desgonzaba y su cabecita se inclinaba hacia atrás por el placer que sentía.
—tu hijo —dijo la hembra, mientras Wilmer paraba súbitamente las embestidas, lo miro con rabia, le saco la verga del culo a su victima y camino hacia la puerta con la verga aun templada, era un toro, agresivo, acuerpado, con un trozo de carne totalmente erecto, negro, grueso, lleno de venas, con una cabeza que se veía enorme, pero que de alguna manera no sobresalía del tronco, era una verga pareja gruesa desde la base, culminando en un glande amplio y brillante gracias a la saliva de su dueño y de la viscosidad propia de la hembra, el nene no lograba levantar mirada, esa masculina protuberancia lo tenia cautivado, nunca lo había visto así de frente, tan duro, tan grande, con cada paso se meneaba, cuando estuvo lo suficientemente cerca percibió las palpitaciones del falo a quien le debe la vida, y justo antes de perder visibilidad gracias a la puerta que su padre cerraba, vio una caer una lagrima del glande de su papi, 24 cm de verga, 24 cm de papi.
El nene quedo inmóvil, no se fue, no fue capaz de hacerlo, a los segundos nuevamente se escuchaba el palmoteo y los gemidos de placer, de dolor, de dominación, no podía sacarse de la cabeza toda la información que tenía, lo animal de su padre, la violencia con que cogía, por el culito se puede recibir —¿por el culo puedo recibir? —pensaba el nene, era un mundo de posibilidades que se le había abierto, su cosquilleo continuaba se tocaba su pene, mientras pellizcaba y jalaba sus tetillas imitando lo que había visto de su padre, comprobando que además de sus nalgas excesivamente grandes, redondas y bien formadas, también había heredado la sensibilidad en sus pezones, luego la revelación, con su mano derecha untaba en saliva, decidió moverla hacia sus nalgas, deslizando su tanguita hacia un lado para alcanzar su culito, su respiración aumentaba y a medida que se acercaba sentía que su temperatura subía y que sus vellos se erizaban, cuando finalmente llego y descubrió que su ano era igual o mas sensible que sus pezones, dejo ir su dedo corazón húmedo y dispuesto, dejo escapar un grito ahogado —ohhh que rico, papi.
Este es mi primer relato califícalo y comenta, si te gustaría conocer más sobre las experiencias de Betico, las recomendaciones serán bien recibidas siempre.
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