Por ver una película, descubrí mi afición por el aroma de la orina…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por tegucigalpense.
Una tarde durante el verano, vestido solamente con un bóxer y un pantalón Jean, miraba yo en la televisión una película de acción buenísima, de esas que uno no puede dejar de verlas hasta que terminan.
Mientras miraba la película, de repente me viene ganas de ir al sanitario a orinar, pero la película estaba tan buena, que decidí aguantarme, para continuarla viendo.
Pasaron los minutos y la película estaba tan buena, que seguía aguantándome las ganas de ir al sanitario, para no perderme nada de ella y menos porque ya pronto terminaría la película, pero cada vez las ganas de ir a orinar molestaban mi atención de la película.
Hasta que llegó el punto en que no pude más y al saber que la casa estaba sola y que faltaban varias horas a que los demás regresaran, sin pensarlo mucho, se me ocurrió la idea de orinarme de pie, frente al televisor, ahí en el cuarto, sobre mis pantalones, total me daba una ducha y la ropa solo era de meterla a la lavadora y no pasaría nada, y de esa manera podría ver toda la película sin problemas y no perderme el final.
Así que tomé la decisión de pararme y dejar salir la orina que me presionaba la vejiga, con algo de dificultad porque había aguantado mucho las ganas.
En ese momento, sentí cómo la orina iba humedeciendo calientita mi pene, luego mi bóxer, luego los testículos y finalmente el pantalón.
Pese a esa sensación, la película estaba tan buena que no reparé mucho en el hecho de haberme orinado encima (cosa que dicho sea de paso jamás había hecho antes).
A los minutos la película terminó y apagué el televisor, con cierta satisfacción por haber cumplido con las ganas de ver la película sin haber tenido que perderme nada de ella.
Fue cuando apagué el televisor, que reparé en mi ropa mojada y para mi sorpresa, la orina no había mojado el piso ni una gota, como yo creí sucedería, sino que toda la orina había sido absorbida por el pantalón y ropa interior y la piel.
En eso noté que mi pene, estaba semi erecto y pensé sería por el hecho de que ya estaba sin la presión de ir al sanitario.
Luego, por curiosidad, me fui a ver al espejo para ver qué tan mojado había quedado.
Fue en ese momento, que al verme mojado, el olor intenso de la orina toco a las ventanas de mi nariz, olor que lejos de desagradarme, hizo que mágicamente y de inmediato mi pene se terminara de endurecer, dentro del bóxer, quedando aprisionado, ya que al estar en posición hacia abajo, al erectarse, no podía seguir subiendo erguido por lo ajustado del Jeans.
Eso me sorprendió mucho y mientras sentía mi pene romperme el Jean, sentía aquel aroma intenso, que hizo que instintivamente hiciera pasar mis manos por el pantalón mojado para humedecerlas con la orina en ellos impregnada, para luego llevarme las manos a la nariz y sentir ese aroma intenso más de cerca.
Fue tan grato el descubrimiento de tan exquisito aroma, que no pude detener mi lengua y hacerla rozar mis palmas, para no solo oler sino saborear la orina.
Seguía sorprendido, pues tampoco me desagradó el sabor y sin explicarme por qué, hice frotar mis manos en mi pecho, luego de nuevo las llevaba a mi nariz y luego a los pantalones y luego a mi rostro.
Fue extraño, pero así hice, sin saber bien por qué.
Mientras me miraba en el espejo, sentí que deseaba orinar de nuevo y me fui al sanitario para orinar, pero al llegar, decidí sin explicarme por qué, orinarme de nuevo en los pantalones.
Esta vez, al orinarme, no pudo salir tanta orina, porque el pene estando erecto, impedía que la orina saliera libremente y solo logré hacer un poco, pero lo suficiente para humedecer lo suficiente de nuevo mis bóxers y el pantalón, que logró abrillantarse un poco (ese efecto de que hay mucho líquido sobre una superficie, no solo humedecido y la luz se refleja en el líquido).
Hice llevar mi mano sobre ese exceso de orina que brotó por el pantalón y que este no pudo absorber y logro chorrearse un poco por encima de este, para mojar mi mano y esta vez, no solo para olerla o llevarla a la punta de mi lengua para saborearla, sino que por razones que no entiendo, hice recorrer mi mano mojada con orina por todo mi rostro: mejillas, labios, nariz, frente, cuello y nuca, como si me estuviera poniendo la más fina loción en mi rostro.
Ese intenso aroma, ese nuevo sabor y el calor que hacía ese día, estaban haciendo excitarme como pocas veces me ha ocurrido, por lo que no pude más y quitándome el pantalón y bóxer, hice llevarme mi mano derecha hacia mi pene para aliviarle su erección, masturbándome y con la izquierda, me llevé el bóxer empapado al rostro para aspirar ese aroma que me estaba enloqueciendo, profundamente.
Estaba tan excitado que pasaron segundos para que mi pene dejara salir una cantidad de semen pocas veces logradas en mi vida, dejando mi mano, pene, testículos y entre pierna completamente chorreadas de semen, al punto que mis testículos goteaban de este líquido.
Todo eso sucedía mientras parado, aspiraba el aroma de mi orina.
Una vez había terminado, hice otra cosa que jamás había hecho antes: instintivamente, llevé mi mano derecha llena de semen hacia mi pecho para embadurnarme este como si fuera crema lo que me aplicaba sobre el pecho y luego decidí llevarme el dedo índice y del centro a la boca, para chuparlos.
Era una locura, el aroma del semen revuelto con el intenso aroma de la orina, me hicieron hacer algo que jamás había hecho solo: gemir suavecito de placer al sentir aquello.
Ya pasada la “calentura” una vez habiéndome corrido, volví en mí y reparando que estaba lleno de orina y semen, resuelto me dije irme a bañar.
Puse la ropa a un lado y entré a la ducha para bañarme, pero antes de abrir el grifo para dejar salir el agua, siento que la orina que no pude hacer porque mi pene estaba erecto minutos antes, ya estaba lista para salir, aprovechado que el pene ya estaba en reposo.
No sé si el calor, el olor, los sabores o todo junto, me hicieron tomar otra loca decisión que jamás había tomado antes.
Decidí acostarme boca arriba sobre el piso helado de la ducha, para dejar salir mi orina sobre mi pecho, pero para mi sorpresa, esta salió con tanta prisa que en lugar de caer en mi pecho, cayó en mi boca.
Inmediatamente, con mi abdomen hice más presión para desviar el chorro y logró mojarme la frente y cabello liso.
En mis adentros no lo podía creer, tenía una buena cantidad de mi orina en mi boca, ¡y lo estaba disfrutando! Mientras el chorro salía, jugaba dirigiendo mi pene para lograr que el chorro de orina bañara todo mi cuerpo, mientras mi espalda, nalgas y piernas reposaban sobre un charquito caliente de ella.
Una vez acabado de orinar, ya algo físicamente cansado por la experiencia, decidí quedarme ahí acostado unos 15 minutos, chapoteando sobre mi orina y restos de semen, aspirando con asombro lo muchísimo que me agradaba aquellos aromas que nunca antes había reparado existían y que nunca antes había disfrutado tanto como hasta ese día.
Una vez satisfecho con mi descubrimiento, pero sin quererlo del todo, abrí la llave para limpiarme todo aquello que me fascinaba tener encima de mí y alrededor mío.
Ya bañado, pues me tocó lavar la ropa y en la casa todo pasó como que, si no hubiera pasado nada, pero confieso que cada vez que puedo tener privacidad y tiempo, repito esa dulce e intensa experiencia aromática que asombrosamente, después de tanto tiempo, sigue gustándome tanto, como aquella primera vez.
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Me gustaría saber que no soy el único loco que descubrió su afición por el delicioso e intenso aroma de la orina y su suave sabor.
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