• Registrate
  • Entrar
ATENCION: Contenido para adultos (+18), si eres menor de edad abandona este sitio.
Sexo Sin Tabues 3.0
  • Inicio
  • Relatos Eróticos
    • Publicar un relato erótico
    • Últimos relatos
    • Categorías de relatos eróticos
    • Buscar relatos
    • Relatos mas leidos
    • Relatos mas votados
    • Relatos favoritos
    • Mis relatos
    • Cómo escribir un relato erótico
  • Menú Menú
1 estrella2 estrellas3 estrellas4 estrellas5 estrellas (2 votos)
Cargando...
Fetichismo, Travestis / Transexuales, Voyeur / Exhibicionismo

Pueblito mágico 2

Continúa mis aventuras, si deseas conocerme más escríbeme al telegram @Danytranssola .
Aquí tienes el texto corregido y mejorado, con todos los errores de puntuación, gramática, ortografía y redacción arreglados.

Pueblito mágico

Después de la cogida con el curita, salí de la iglesia con el culo abierto, la leche de su verga de 20 cm goteándome por las piernas. Mi tanguita negra estaba empapada, y el plug que me había puesto antes apenas contenía el desastre. Caminaba temblando, mi culito palpitando, cuando una voz grave me llamó: “¿Señorita, cómo está?”. Miré alrededor, pero no vi a nadie. Busqué y busqué, hasta que en un rincón al fondo de la iglesia, entre sombras, encontré a un tipo de unos 30 años, con una pala y una escoba, barriendo. Era flaco, con camisa a cuadros sucia y jeans gastados, el pelo desordenado y una barba de tres días.

Me acerqué, todavía cachonda, y le pregunté: “¿Qué pasa?”. Lo que dijo me dejó boquiabierta: “Se nota que te gusta jugar, señorita. Ojalá me des la oportunidad de conocerte”. Mientras hablaba, se tocaba el paquete, un bulto duro marcándose en sus jeans. Yo, feliz de saber que en este pueblo había vergas para escoger, saqué mi lado zorrita. “Cuando gustes, papi”, le dije con voz melosa, estirándole la mano para despedirme. Él soltó su verga, me dio la mano, y yo, como la putita que soy, me llevé un dedo a la boca y lo chupé despacio, mirándolo a los ojos. “Así quiero que me la chupes, perrita”, susurró, su voz baja y cargada de lujuria. Salí de ahí, más excitada que cuando entré, desesperada por coger con alguien.

Me dirigí a casa para bañarme y jugar con mi dildo, pero en el camino vi un bar pequeño, con un letrero descolorido. Sedienta después de la cogida del cura, decidí entrar a tomar una cerveza. El lugar olía a licor y tabaco, con mesas de madera gastadas y unos pocos hombres, la mayoría mayores, algunos ya medio ebrios aunque apenas empezaba el día. Todos me miraron al entrar, sus ojos clavándose en mi culito bajo los jeans de chico que llevaba. Me acerqué a la barra, y ahí lo vi: un joven de unos 20 años, el único chico joven que había visto en el pueblo. Era un macho viril, alto, con piel morena, brazos fuertes y una camiseta ajustada que marcaba su pecho. Su sonrisa me mojó el culito al instante.

Le pedí una cerveza, y él, atento y educado, me la sirvió. Como no había mucha gente, empezamos a charlar. Me contó que en el pueblo casi todos eran hombres porque las mujeres se iban a trabajar de sirvientas a la ciudad, regresando solo cada 15 días o cada mes, las que tenían suerte. “Por eso ves puro hombre aquí”, dijo, riéndose. Ya con unos tragos, se sinceró: “Los hombres se mueren porque llegue una mujer a saciar su sed de sexo, pero las pocas que hay son ancianas”. Esa confesión me calentó aún más; sabía que tenía vergas de sobra para mi culito zorrita. Con una sonrisa pícara, me despedí, prometiendo volver, y me fui a casa, mi plug rozándome con cada paso.

Al llegar, vi que era la única inquilina esa semana; Don Rubén no estaba, y la casa estaba silenciosa. Perfecto para mis planes. Me metí a la ducha, todavía con mi hilo negro puesto, y agarré mi dildo de 20 cm. Bajo el agua caliente, empecé a tocarme, metiéndome el dildo despacio, gimiendo como zorrita. Luego lo empujé más duro, imaginando las vergas del pueblo rompiéndome. Estaba excitadísima, mi pene pequeño duro bajo el hilo, cuando escuché una voz afuera: “¡Señorita!”. Golpeaban la puerta. Asustada de que me hubieran oído gemir, me puse una bata casi transparente, el hilo empapado pegado a mi culito, y salí a ver quién era.

Abrí la puerta, escondiéndome detrás, y era Don Rubén. Me vio con cara de lujuria y dijo: “Señorita, ¿está bien? La escuché gritar, pensé que necesitaba algo”. Más cachonda que nunca, salí de detrás de la puerta, dejando que viera mi cuerpo casi desnudo, la bata transparente mostrando mi hilo y mi piel mojada. “No me pasó nada, solo me estaba duchando”, dije, con voz de nena coqueta. Él intentó cambiar de tema, pero empeoró todo: “Es que vengo de hablar con el cura y me crucé con su ayudante”. Mi corazón dio un vuelco, asustada y excitada a la vez. ¿Qué le habrían dicho?

Haciéndome la desentendida, pregunté: “¿Y qué le contaron?”. Él sonrió con malicia: “Cosas muy interesantes, señorita. Pero mejor te espero en diez minutos en mi cuarto. Ven así como estás”. Me guiñó el ojo, y yo, ajustada por saber que el cura y el ayudante habían hablado, no pude resistirme. Me sequé un poco, me cambié el hilo mojado por uno seco, rojo y más pequeño, que apenas cubría mi pene. Me puse el plug en el ano, me calcé unos tacones de aguja, y dejé la bata transparente como única prenda. Caminar por los pasillos de la casa, sintiéndome desnuda, me excitaba más y más. Sabía que no había nadie porque los hombres estaban en las fincas, pero la idea de que alguien pudiera verme como zorrita me hacía mojar el culito.

Llegué a la casa de Don Rubén, al fondo del terreno, alejada de todo. Golpeé la puerta, y su voz grave gruñó: “Entra, putita”. Escuchar que me llamara así me encendió; el cura y el ayudante le habían contado todo. Entré, más cachonda que nunca, y vi una casa pequeña pero bien arreglada, con muebles viejos pero limpios. En la sala, Don Rubén estaba desnudo, su pene duro como piedra, unos 17 cm, normal pero tan grueso que me asustó. Era venoso, con una cabeza gorda y pelos negros en la base, palpitando de ganas. “Hola, papi, aquí estoy, lista para ti”, dije, girándome para mostrarle mi culito en el hilo rojo, el plug asomando entre mis nalgas.

Él se calentó más, sus ojos brillando de lujuria. “Ponte en cuatro, zorrita”, ordenó. Feliz de ser su esclava sexual, obedecí, arrodillándome en el suelo de madera. Empecé a tocarme el culito, jugando con el plug, moviéndolo despacio mientras gemía. Don Rubén no aguantó más; se acercó, sus manos grandes acariciando mis nalgas, y comenzó a jugar con el plug, metiéndolo y sacándolo. Luego lo arrancó de un jalón, haciéndome jadear, y me dio un beso negro brutal, su lengua hundiéndose en mi ano con hambre. Grité de placer, mis gemidos resonando en la casa, y él levantó la boca solo para decir: “Grita, perra, aquí nadie te escucha hoy”.

El beso negro duró diez minutos, su barba rascándome, su lengua lamiendo cada rincón de mi culito. Me corrí sin tocarme, mi semen salpicando el suelo, y él, al verlo, recogió mi leche con los dedos y la untó en mi ano como lubricante. Se puso detrás de mí, su verga gruesa rozándome, pero la cabeza apenas entró; era tan ancha que grité: “¡Ah!”. “Eso, perra, grita, te gusta estar como cualquiera, clavada por tu macho”, gruñó, dando otro empujón. Me partió en dos, su verga llenándome entera, tocando mi punto G. Sentía que me desmayaba, pero la calentura me hizo disfrutarlo, mi culito apretándola mientras gozaba.

Me tuvo en cuatro, dándome duro sin piedad, sus manos cacheteándome las nalgas hasta dejarlas rojas. Luego me cambió de posición, poniéndome boca arriba en un sofá viejo, mis piernas en sus hombros mientras me la metía, su verga gruesa estirándome con cada embestida. Me folló en todas las posiciones que imaginaba, sin miedo, su sudor goteando en mi piel. Después de hora y media, seguía sin cansarse, y yo ya había tenido un segundo orgasmo, apretando su verga con mi culito mientras gritaba como zorrita.

Al final, me dijo: “Arrodíllate, perra”. Como buena putita, obedecí, y vi su verga aún más grande, hinchada, llena de sangre, brillando con mis jugos. Me había roto, pero estaba feliz de ser su depósito de leche. Le mamé con ganas, mi lengua recorriendo cada vena, sus pelos rascándome los labios. No tardó en correrse, un chorro caliente llenándome la boca. Abrí más, tragando cada gota de su néctar, pero él me dio una bofetada con la verga, salpicándome la cara con leche. La limpié con los dedos, saboreándola, y me puse de pie.

“Si quieres estar aquí, ya sabes lo que tienes que hacer, perra. Esto será todas las noches”, dijo, su voz autoritaria. Yo, más feliz que nunca, respondí: “No hay problema, papi, será un placer”. Desde el primer día, Don Rubén me comía todas las noches, y yo, su nena zorrita, no podía pedir mas…

Hay más partes?????

Mi telegram @Danytranssola

81 Lecturas/29 mayo, 2025/0 Comentarios/por danielasolatrans
Etiquetas: culito, culo, joven, mayor, mayores, orgasmo, semen, sexo
Compartir esta entrada
  • Compartir en Facebook
  • Compartir en X
  • Share on X
  • Compartir en WhatsApp
  • Compartir por correo
Quizás te interese
Nati, mi nuera, y la Jota. Parte 1
Mi esposa Cerdisima
PERDIDOS ( CAP 31) EL INESPERADO REGRESO A CASA
Las Nalgotas de Paula 5
Mi ardiente madre
DON GUILLERMO MI PATRON DE JUVENTUD
0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.

Buscar Relatos

Search Search

Categorías

  • Bisexual (1.095)
  • Dominación Hombres (3.275)
  • Dominación Mujeres (2.543)
  • Fantasías / Parodias (2.557)
  • Fetichismo (2.238)
  • Gays (20.345)
  • Heterosexual (7.162)
  • Incestos en Familia (16.291)
  • Infidelidad (4.018)
  • Intercambios / Trios (2.732)
  • Lesbiana (1.066)
  • Masturbacion Femenina (727)
  • Masturbacion Masculina (1.527)
  • Orgias (1.719)
  • Sado Bondage Hombre (406)
  • Sado Bondage Mujer (147)
  • Sexo con Madur@s (3.593)
  • Sexo Virtual (222)
  • Travestis / Transexuales (2.216)
  • Voyeur / Exhibicionismo (2.165)
  • Zoofilia Hombre (2.037)
  • Zoofilia Mujer (1.596)
© Copyright - Sexo Sin Tabues 3.0
  • Aviso Legal
  • Política de privacidad
  • Normas de la Comunidad
  • Contáctanos
Desplazarse hacia arriba Desplazarse hacia arriba Desplazarse hacia arriba