Sexo con la chica con discapacidad intelectual.
Un pueblerino de 18 años se mueve a la ciudad para estudiar, la suerte lo bendice con una virgen de 27 años con discapacidad intelectual muy caliente y dispuesta a darle su virgo a cambio del suyo. .
Sexo con la chica con discapacidad intelectual.
El siguiente relato es producto de mi imaginación, no busca ofender o denigrar a nadie.
Recuerden que todos los seres humanos tenemos derecho al placer y eso incluye a las personas con cualquier condición.
Todos los seres humanos tienen necesidades y deben ser cubiertas en un entorno de respeto y consensuado.
Su nombre es Román, tiene 18 años y viajó de su pueblo a la ciudad a estudiar enviado por sus padres que no quieren que sea un peón.
Desde muy chico lo pusieron a trabajar y estudiar con el propósito de que aprendiera lo que cuesta ganarse el sustento, entienda el sacrificio de sus padres, forjara carácter y se volviera responsable.
El resultado es un chico fuerte, energético, con una resiliencia, seguro de sí mismo y muy, pero muy caliente.
Salir de la casa de sus padres es un respiro, sin su familia para estar sobre él todo el tiempo presionando el chico aspira a grandes cosas.
La primera es concentrarse en estudiar, la segunda es disfrutar su intimidad para casarse la verga a puñetas hasta que consiga una noviecita para llenarla de leche.
Pese a ser un joven medianamente culto, su lenguaje es florido, propio de una persona de campo, mantiene esa apariencia modesta frente a los demás, pero en su cabeza y sobre todo en la intimidad desnuda a las mujeres con la mente.
Su primera noche en la ciudad es tranquila, su familia lo acompañó a instalarse, fueron a comer, recorrieron el vecindario y cuando por fin llegó la tarde, sus padres y hermana se despidieron de él, su madre le dió la bendición, su padre le pidió hacerlo sentir orgulloso, sus hermana lo abrazaron y besaron entre lágrimas, al final, Román quedó sólo en su habitación.
Acostumbrado a compartir, el chico observa maravillado sus nuevos aposentos, sonríe al tener una pieza tan mona, cama, clóset, escritorio y BAÑO para él solo.
Esa primera noche el chico no durmió, frota su pene frenéticamente viendo las películas porno que le pagaron sus amigos en una micro SD, pone pausa para ver los cuadros que más morbo le causan.
Perdió el número, solo el dolor de sus huevos y verga irritada saben que eyaculó y frotó más de la cuenta.
Justo a lado del cuarto de Román vive Noemí, una mujer de 27 años, delgada, no tan agraciada pero con un buen par de firmes de senos y todo lo necesario para el coito, la cogedera, el delicioso o para fines prácticos se Román, el sin respeto.
Noemí pasa sus días sola en casa viendo series animadas, las más infantiles son las que más la entretienen, sus padres trabajan, regresan salen a las 8 de la mañana y regresan a las 5 de la tarde, su hermano menor es independiente y rara vez conviven.
Su situación familiar es complicada, entiéndase por complicada a qué tanto los padres como el hermano están cansados de cuidar a una chica “retrasada mental”.
Para la familia fue todo un logro conseguir que se pudiera quedar sola, se hicieron bastantes modificaciones en la casa, como toda la vajilla de plástico, pero lo consiguieron.
Una tarde de verano, 1 mes después de la llegada de Roman, hacía un calor infernal, de esos que te obligan a abrir puertas y ventanas. Ese día el chico salió a tomar aire a su balcón en paños menores, un boxer pegado que marcaba su verga sin dejar nada a la imaginación.
Noemí estaba en su cuarto viendo caricaturas, el ruido exterior llamó su atención, desesperada por contacto humano y emocionada por tener un nuevo vecino la chica abrió las ventanas para intentar llamar la atención de su vecino desde los barrotes de su pieza.
N: Hey, hey ¿Quién eres?
El primer instinto de Román fue cubrirse por el pudor de escuchar una voz femenina.
R: ¿Dónde estás?
N: Aquí, aquí, en la puerta.
R: ¿Cuál puerta?
N: Pues esta, la de mi cuarto.
Tomando precauciones el chico salió al balcón buscando a la mujer que le hablaba. Notó de inmediato que su puerta había sido modificada con un seguro y ahora abre por fuera, además, tiene una pequeña ventana protegida con barrotes de hierro.
R: Ah ya, estás en la ventana.
N: Es una puerta, pero está atorada.
R: Si, ya ví… Soy Román, mucho gusto.
N: Hoooola Román, yo soy Noemí, pero mis amigos me dicen Mimi, mucho gusto ¿Quieres ser mi amigo?
Al joven le resultó extraña la forma de hablar de la mujer, el timbre de su voz, como se expresa, le pica la curiosidad, movido por el morbo, decidió probar las aguas.
R: Sabías que los balcones están prácticamente juntos, podría brincar al tuyo y así conocernos.
N: ¿De verdad? Eso me seria lindo.
Román se cambió a toda prisa cambiando su boxer por una bermuda ceñida y una playera, alzó su pierna y con toda la facilidad del mundo estaba en el balcón de Norma.
El primer intercambio de miradas fue intenso, él no esperaba ver a una mujer de esa edad con “retraso mental”, ella no esperaba ver a un hombre jóven.
En la cabeza de Noemí ella es una niña de 8 años, con toda la inocencia que eso implica, ver a un joven tan “guapo” en su ventana la puso toda nerviosa, su cuerpo de mujer reaccionó a la emoción empapando su peluda puchita.
Si eso te tomó por sorpresa, te va a impactar más saber que Noemí tiene un oscuro secreto, uno que solo su hermano conoce.
Cuando aún vivía en casa de sus padres le encomendaban cuidar a su hermanita de 17, el hermano menor tenía 15 años y mostraba una madurez impropia de su edad.
Una calurosa tarde, similar a la tarde en que Román y Noemí se conocieron, el chico fue al cuarto de su hermana para ver qué estuviera bien, la chica estaba encerrada en su baño.
Le dió su espacio para retomar sus estudios, pasados los 15 minutos regresó a vigilar a su hermana y ofrecerle algo de beber solo para percatarse que seguía encerrada en el sanitario.
Eso era algo más o menos normal, salvo que no sabía cuánto tiempo tenía encerrada. Los padres de Noemí le tenían una regla, avisar siempre que fuera al baño para tomar el tiempo, la dejaban pasar hasta media hora encerrada, pues, siendo honestos, la familia disfrutaba esos momentos de calma y paz. Esa tarde Noemí no le avisó a su hermano y sabía cuánto tiempo llevaba dentro.
Preocupado por su hermana, a quién ama de forma fraternal genuina, el chico fue a tocar su puerta, pero antes de hacer sonar su nudillo escuchó ruidos extraños, ruidos inequívocos de una persona gimiendo de placer.
Avergonzado se abstuvo de tocar y se retiró para darle su espacio e intimidad, sonrojado, con los sonidos en su cabeza el chico de 15 años ya no pudo concentrarse en sus estudios.
Tenía dudas sobre cómo debería actuar ¿Debería decirle a sus padres, debería él hablar con ella, debería quedarse callado y fingir que nada paso? Ante la duda, el chico acudió al psicólogo de su hermana quién abordó el tema con los padres y Noemí.
Si, ya sé que el secreto era solo de Noemí, y lo es, el cuerpo de mujer atrapada en una mente de niña puja de deseo, ansía tener un macho en medio de las piernas clavando su hombría hasta el fondo sin piedad, muere de sed, un tipo particular de deshidratación, ese que puede ser calmada con leche de hombre.
Ese es el oscuro secreto de Noemí, su mente no alcanza a entender o seguirle el ritmo a su cuerpo que arde en deseo sexual, respondiendo con fluidos vaginales ante la presencia de un joven macho que no le es precisamente indiferente.
Román nota el “retraso mental” de Noemí que le cuenta toda su historia con el lenguaje más básico posible pero a una velocidad vertiginosa.
Emocionado se lame los labios, no es mal chico, tampoco mala persona, mucho menos un depredador, es un chico de 18 años con las hormonas descontroladas, sonríe sin saber que le transmite confianza a la mujer, una inexperta y muy crédula mujer emocionada por su nuevo amiguito.
La vida de Noemí es más o menos activa, acude a una escuela especial 2 veces por semana, ahí convive con otros chicos y chicas como ella, hace deporte y lo más importante, le dan seguimiento a su evolución cognitiva. Noemí adora esas clases, convivir con esos chicos y profesores, además de su salida familiar semanal son las únicas veces que sale de casa, fuera de su familia y compañeros no tiene ningún otro amigo.
Román escucha atento y hace preguntas inteligentes, ese tipo de preguntas que una persona normal no responde por seguridad, percibe la “nobleza” de Noemí, la honestidad en sus respuestas, observa cómo sus senos se agitan libres bajo de su playera que se ciñe en la cintura, recorre las piernas peludas que se asoman por los short cortos de libra que ayudan a mitigar el calor, observa encantado la humedad que se forma en la entrepierna. Nunca ha estado con una mujer, pero ha leído y consumido una cantidad ridícula de pornografia para saber lo que es eso. Ante la ingenuidad de Noemí, Román comienza a guiar la conversación con preguntas de corte íntimo.
R: ¿Te gusta tocarte mimi?
Un flashazo de sus clases de orientación sexual siembra la duda en la mujer, vacila por un momento si debería responder a ese tipo de preguntas, nublada por la novedad de la presencia de Román la chica respondió.
N: sí.
A partir de ese punto la conversación se transformó en “sexting” verbal a forma de interrogatorio.
R: ¿Dónde te tocas Mimi?
N: En mi conejito.
R: ¿Te gusta tocarte tu conejito?
N: Si
R: ¿Se siente rico?
N: Si… Mucho.
R: ¿Te metes los dedos en tu conejito?
N: Si.
R: ¿Verdad que se siente bonito?
N: Mucho.
R: ¿Te tocas mucho mimi?
N: Casi diario…
R: Que rico… Me gustaría tocar tu conejito… Y otras partes ¿Te tocas las chichis?
N: ¿Me quieres tocar mi conejito?
R: Si, también le quiero dar besitos.
Descolocada y bastante sorprendida por la indecorosa confesión Noemí se puso roja como jitomate, una vez, cuando tenía 19 años, sus papás la llevaron a un campamento con otros niños y niñas como ella, en ese campamento un “chico” de 42 años con síndrome de down la convenció de acompañarla a lo oscuro y le metió mano en todos los lugares de su cuerpo.
El incidente no pasó a mayores, fueron descubiertos y quedó como una experiencia curiosa de dos “chicos” explorando sus cuerpos, sus padres palidecieron ante la posibilidad de que algún día quedara embarazada, por eso tomaron la decisión de operar para que no pueda tener hijos apenas cumplió 18 años.
Ese incidente abrió heridas del pasado, sus padres la regañaron, la experiencia en sí misma no fue placentera, el “chico” fue muy brusco, todos en el campamento decían que eran novios lo cuál le daba mucha vergüenza. Asustada comenzó a llorar frente a Roman, lo acusó de ser una mala persona porque le quería hacer doler y meterla en problemas con sus papás.
Avispado, ágil del cerebro gracias a todas las horas de lectura Román inició el control de daños. Poniendo su mejor cara, su sonrisa más encantadora y su tono de voz más honesto inició el proceso para convencer a su nueva amiga de dejarse tocar.
R: No soy malo, solo estoy platicando con mi nueva y muy bonita amiga, además, me dijiste que sientes bonito cuando te tocas, te voy a contar un secreto, cuando alguien que te quiere y se preocupa por tí te toca, se siente mucho más rico que cuando te tocas tu sola… Y por tus papás no te preocupes, no se van a enterar.
N: ¿Soy tu nueva y bonita amiga?
R: ¡Claro que sí mimí y te quiero mucho, mucho, mucho.
N: ¿De verdad me quieres?
R: Por supuesto, eres muy bonita, es normal querer a las niñas bonitas.
N: ¿Soy bonita?
R: Eres hermosa ¡Preciosísima!
Mimí quedó totalmente encantada por el coqueteo barato de Román, se convenció que no es una mala persona, que la quiere mucho y que ella es preciosísima. por tal motivo, permitiría que la toque, aunque no sabía cómo lo harían. Román ya tenía un plan trazado, lo primero que deseaba hacer era ver sus chichis, las primeras chichis que vería en vivo.
R: Primero, muéstrame tus chichis…
N: ¿Chichis?
R: Si, tus pechos.
N: Aaah mis Teresas.
R: Sí mi amor, tus teresas.
Noemí se levantó su playera de paw patrol con dificultad, le quedaba chica pero ella insistía en seguir usándola.
Frente a Román se mostraron un hermoso par de glándulas mamarias, blancas, pezones grandes color rojo oscuro, desafiantes de la gravedad por el ejercicio que hace en sus clases y años de no usar brasieres, redondas, casi tan estéticamente perfectas como senos operados.
Noemí quedó “atrapada” con su playera enroscada en el cuello capturando sus brazos, ríe inocente con su ocurrencia sin saber que lo único que hace es poner más caliente al jóven macho.
R: Guao, son hermosas… Ven, acércate para poder tocarlas, vas a ver qué no te dolerá y te vas a sentir muy rico.
Mimi se acercó nerviosa mostrando sus senos, confía en Román, pero la experiencia previa sigue fresca en su memoria.
Román nunca ha tocado un par de senos, ha leído foros, blogs, revistas, investigaciones y demás fuentes serias de información, tiene mucha información teórica, pero nada de práctica.
Está nervioso, aparenta calma para no preocupar a su compañera, repite como mantra la información clave que memorizó justo para este momento, Noemí terminó su andar, espera igualmente nerviosa el siguiente movimiento de su nuevo amigo.
Roman respira hondo, tiene a escasos 15 centímetros de distancia su primer par de senos que resultaron ser más hermosos de lo que esperaba.
Armado de valor metió sus manos por la ventana, en lugar de ir de inmediato a reclamar su premio desvió su camino a las mejillas de la chica para darle afecto.
Las primeras caricias de hombre hicieron que Noemí cerrará los ojos, era una sensación única, placentera, cálida, áspera, la niña en el cuerpo de mujer suspiró controlada por las emociones del cuerpo adulto.
Román disfruta el momento, ya les dije, no es un monstruo, si se va a “aprovechar” de una chica, al menos la hará sentir bien y pasar un buen rato.
Suaves tirones de lóbulos jalaron suavemente la cabeza de Noemí hacia atrás, complacido con la respuesta Román recorre suave la piel de terciopelo de mujer al natural, mejillas, orejas, cuello, nuca.
Mientras el rostro es colmado con cariño la entrepierna responde con abundante humedad, Noemí piensa en lo rico de la experiencia reafirmando con el pensamiento que esto está bien “Mi amigo tiene razón, se siente más bonito cuando alguien más te toca”.
Los primeros gemidos de placer comenzaron a escapar de la boca de Noemí marcando el banderazo de salida para la siguiente etapa. Román decidió dejar una mano en el rostro para poder reaccionar en caso de que algo salga mal “Si se asusta, al menos puedo seguir con su cara” pensó el chico.
Nervioso, con dudas y con mucha emoción Román posó su mano sobre el firme pecho de Noemí, lo que sintieron recorrió el cuerpo de ambos hasta sus genitales, el pene de Román levantó la carpa en sus bermudas, la vagina de Noemí parecía cascada. Conmocionados con la experiencia, el par de amantes sonríe pícaro pues no hay marcha atrás.
La mejor manera de describir lo que sintieron sería con la palabra torrente, el vírgen busto de Noemí se erizó totalmente receptivo al placer de sentir la tibia y rasposa mano de Román que inexperto realiza un “tacto” presionando con ternura, sopesando, explorando su contorno, sintiendo su calor, el latir acelerado del corazón.
Al no encontrar resistencia Román bajo ambas manos a los pechos para beneplácito de Noemí que tenía los ojos en blanco. Extasiada se muerde los labios, gime de forma infantil con su voz de mujer, le tiemblan las piernas, tiene el rostro completamente rojo, empuja su hombros hacia atrás sacando el pujante pecho en búsqueda de más contacto, dominada por la lujuria mira a Román con ojos de deseo y el rostro desencajado de placer.
N: Tenias ahhh, ra-zón ehhh, se siente hmmm, ma-ma-mas ri-rico oooh, cuando alguien, uuuuh, ¡Te toca!
R: Te lo dije… ¿Te tocas tus teresas?
N: N-no, hmm, No sabía, Aaah, que se sentía Oooh rico…
R: Todo tu cuerpo se puede sentir rico… Solo tienes que quitarte la ropa y dejarme tocarlo…
Román se detuvo de golpe dejando a Noemí totalmente confundida y hasta molesta.
N: ¿¡Por qué te detienes, estaba sintiendo muy rico, eres malo!?
Román sonríe malicioso fascinado con por la urgencia de Noemí por seguir.
R: Es que estoy en el sol, la gente me puede ver, voy a entrar, te quito la ropa y te hago sentir rico en todo el cuerpo ¿Quieres?
Nublada en su juicio Noemí comenzó a quitarse la ropa y demandó velocidad.
N: Pero rápido, tienes que quitar el seguro para poder abrir.
Un clac basto para que Noemí tuviera encima a Román, la chica no alcanzó a quitarse toda la ropa, solo la playera, tenía el shorts de licra enrollado en las rodillas.
Ávido por contacto femenino Román devora los labios de Noemí en el primer beso de ambos. Inocente y encantada Noemí cierra los ojos dejando a su amante hacer, le roba, además del beso, el aliento.
Cualquier espectador podría notar que se trata de un beso torpe, pero para la pareja tiene dos significados, para Noemí es un momento bonito, para Román es un momento cachondo.
Tras la sorpresa inicial del beso Román retomó el control, bajó sus manos por la espalda hasta las nalgas de Noemí, la chica se estremece con el magreo, sigue encantada con el beso así que opone cero resistencia.
Ya se le olvidó lo que le explicaron sobre no dejar que nadie la toque, su mente de niña no le permite oponerse, la experiencia es demasiado placentera para detenerla y su cuerpo de mujer pide hombre.
Román está en la gloria, se come a besos a una chica retrasada, su primera hembra va a ser una mujer mayor que él, que encima está “bien buena”, no es una modelo de Victoria Secret, es en realidad una mujer con curvas discretas y esbelta.
Si te pones crítico te darás cuenta que Noemí no es fea solo está descuidada, no se maquilla, no tiene un corte de pelo sexy, su trasero es redondo y firme, femenino, pero pequeño, no se depila, el promedio de los hombres la encontraría poco atractiva, pero para Román, un chico de pueblo eso no importa, su madre, tías o primas tampoco se arreglan con las chicas de ciudad, más de una vez vio las peludas piernas de alguna hembra de su familia, así que para él Noemí es una belleza.
Hablando de Noemí, la chica está en el cielo, olas de placer inmensurable recorren su cuerpo, le encanta como estruje sus nalgas, responde al beso con torpeza imitando a las chicas de la tele, cierra los ojos concentrada en sentir y vaya que siente.
Román está tocando su vagina desde atrás, separa los labios usando el dedo medio, Noemí se levantó de puntillas sacando el culito facilitando la labor al chico que recorre todos los pliegues con movimientos aprendidos de un libro de sexo tantra.
Sin ver la puchita adivina lo que está tocando usando su imaginación, pellizca con dulzura los labios gruesos y delgados, para haciendo una presión suave, casi quirúrgica por los pliegues de toda la vulva, encuentra con una facilidad pasmosa el clítoris, que a decir verdad la tiene fácil, Noemí es de esas chicas que cuando se excita, su botón del placer se asoma de la capucha ávido de amor.
Noemí comenzó a gemir con una energía tal que el torpe beso no era capaz de callar, Román continúo sabiendo que estaban solos, ni su casero se encontraba.
No fue necesario asesinar la puchita madura para que la mente de niña sucumbiera al dulce orgasmo que su cuerpo era capaz de experimentar. Las olas de placer fueron tan intensas que derribaron a la hembra en los brazos del macho.
Alucinado por haber hecho llegar al orgasmo a su primera hembra, el chico guió el cuerpo a la cama donde terminó de desvestirla.
Reitero, Noemí no es una belleza, es una mujer normal con un cuerpo delgado y peludo. La erección de Román indica que al menos a él parece no importarle.
Antes de que su presa pudiera reaccionar bajó a beber como desesperado, usó las manos para remover el matorral que esconde la gruta del amor, esperaba cualquier cosa, pero lo que encontró fue una hermosa vagina rosa de labios externos gorditos, cerradita, con un clítoris rechoncho, separó los labios mayores para encontrar los labios menores bien definidos, delgados y muy bonitos.
Tanto el exterior como el interior olían deliciosos, abundante fluido empapaba los alrededores e incluso corrían hacia abajo.
Román no sabe el tesoro que encontró, además de virgen, Noemí tiene una vulva peluda, pero impecable, la obsesión de su madre por las infecciones vaginales la orilló a mantener una higiene que pocas mujeres tienen. Inclinó su cabeza para besar la vulva siguiendo su instinto y conocimiento adquirido.
N: Aaaaaaaghh
Noemí cruzó las piernas afianzando con fuerza la fuente de su placer, el cuerpo adulto de 27 reacciona totalmente receptivo al placer, el instinto se apodera de ella que suelta alaridos de placer sin contención o precaución alguna, brama con fuerza como hembra en celo jalando el cabello de su amante.
Román hace lo que puede con toda la presión que lo restringe, ese limitado esfuerzo tiene efectos fuera de proporción, meterse el clítoris a la boca para succionar lo a la vez que bailas tu lengua sobre él van sobrados al momento de hacer que Noemí se venga.
N: ¡ME HAGO PIPI!
Gritó la chica liberando un flujo cristalino directo a las fauces de Román que no duda en beberse.
Bajo otras circunstancias Noemí habría sido una excelente amante, sacude su cuerpo con sensualidad gracias al placer buscando prolongar la sensación. Hace todo desde la ignorancia e inmadurez, puro instinto, tiene todo el potencial, de haber nacido “normal” pocos hombres soportarían la candela y estamina de esta bestia en la cama.
Román tiene el sabor de Noemí en la boca, siente el estómago lleno de la corrida de mimi, experimenta un subidón de autoestima, hizo que una mujer de 27 años se viniera dos veces sin clavarle la verga.
La chica se recupera con las piernas bien abiertas postradas a los lados de Román, disfruta las caricias que recorren sus peludas piernas, sonríe con inocencia y gracia cada vez que llega peligrosamente a su entrepierna, observa a Román con los ojos entrecerrados y reafirma en su cabeza las palabras de su amante “Se siente más rico cuando alguien más te toca” sobre todo cuando te dan besitos en tu conejito.
Román sacó del trance a la chica cuando alzó sus piernas hasta los hombros, la chica se siente totalmente expuesta y abierta, observa con confusión a su nuevo amigo, expectante.
La mente tiene miedo, está nerviosa, mientras ella se recuperaba Román se quitó la ropa, ahora puede ver su “toto” parado y rojo, lleno de virilidad, también puede ver las “nueces” balancearse, pesadas, cargadas de blanca leche masculina.
El cuerpo de Noemí se eriza por la emoción, la vulva palpita llena de sangre, hinchada y dilatada, lista para darle la bienvenida a su primer pene, uno bastante modesto que “rasca” los 14 centímetros, se queda a escasos 6 milímetros, pero para fines prácticos, Román suele redondear.
R: ¿Te gustó lo que te hice?
N: Siiii, mucho.
R: Qué bueno, porque ahora te quiero hacer sentir más rico.
N: ¿Se puede sentir más rico?
R: Si, pero para eso te tengo que meter la verga por tu conejito y puede ser que te duela un poquito al principio.
N: ¿Qué es verga?
R: Esto de aquí es mi verga… Se puso dura y caliente para poder meterla en tu conejito.
N: Se parece a la de mi papá… Pero más grande.
R: Es que está parada… Entonces ¿Te la puedo meter?
N: ¿Va a doler poquito?
R: Lo voy a hacer despacito para que no te duela tanto.
N: Bueno, pero despacito heee.
Román inclinó su cuerpo apuntando su verga a la entrada del conejito, en un momento fugaz de astucia permitió que la cabeza saludara recorriendo el exterior con un poco de presión de arriba a abajo. Sentir una pucha caliente y empapada por primera vez casi lo hace venirse, disfruta el calor que envuelve el cipote, desliza suave ayudado por los jugos y la piel, desplaza los labios hacía los lados haciendo sonidos de líquido espeso siendo revuelto, “besa” con la punta el botón del placer haciendo un poco de presión deleitándose con las deliciosas caricias.
Para Noemí nada de eso es indiferente, se mantiene quieta expectante ante la confusión de todas esas nuevas sensaciones, contrae los músculos vaginales por instinto aumentando el placer mutuo, lamentos de placer, desconcierto y sorpres inundan su habitación decorada con peluches y posters de caricaturas infantiles, en ese entorno tan seguro la chica entrega su virgo custodiado por su familia por largos 27 años a un desconocido.
Román clavó su verga hasta tener la cabeza bien enterrada a la vez que liberó un gemido de sorpresa y placer. Noemí abre grande los ojos y la boca inhalando con sorpresa al sentir su conejito abrirse recibiendo el toto de su nuevo amigo.
Ajustado a la sorpresa inicial, Román inclinó su cuerpo hacia delante metiendo su verga por la inmaculada vagina separando los labios e interior de la vagina borrando todo rastro del himen. El chico no se detuvo hasta no sentir que su pelvis choca con el hueso púbico de Noemí.
Las sorpresas no paran para la chica, tener un Toto metido en su conejito es una experiencia la mar bonita. Igual que cuando Román le daba besitos allá abajo, Noemí cruzó las piernas a la altura de la cintura de Román.
El chico cumplió su sueño, perder su virginidad, tuerce los ojos y boca del placer que el calor y los pliegues internos de su primera puchita. Cambió el rostro de estúpido por uno más adoc cuando Noemí comenzó a moverse usando las piernas ansiosa buscando sentir más placer.
No podía permitir que “la retrasada” le ganara así que inició su propio bombeo, uno con más coordinación que las torpes sacudidas de Mimi. Los sonidos propios del coito inundaron la habitación, gemidos ahogados por besos e impactos de pelvis encharcadas.
Román está en el puto cielo, el interior de Noemí es mucho mejor de lo que se imaginaba, la chica contrae sus músculos como reflejo ordenando la verga empujando poco a poco al chico al orgasmo.
Las cosquillas propias del orgasmo masculino comienzan a formarse, es consciente que no tiene un condón puesto, realmente no le importa, quiere que su primera vez sea al desnudo y venirse dentro de la chica.
Noemí también está cerca de su orgasmo, entre su capacidad innata, los ejercicios en la escuela y largas jornadas de masturbación diaria su cuerpo es altamente receptivo al placer.
Entre jadeos y gemidos los chicos se mueven con lujuria, la primera en venirse es Noemí que clavó las uñas en la espalda de Román mientras aprieta con fuerza el pene que se desliza dentro y fuera de su ser liberando un precioso squirt.
La presión es demasiada, Román no puede seguir contenido su venida así que se suelta liberando una cantidad ridícula de esperma en el fértil pero capado útero de la chica que siente como los impactos tibios en su interior prolongan su placer.
Agitados respiran con fuerza uno encima del otro, Román, acostumbrado a venirse una y otra vez mantiene su pene semi erecto en el interior de la puchita de Noemí, se deleita con las contracciones involuntarias que extraen hasta la última gota de semen.
Dejando a un lado el tema del retraso, Román besa agradecido a Noemí que corresponde felíz. Sin sacarle la verga Román se dobló un poco para chupar las hermosas Teresas de la chica. Demasiados estímulos nuevos en muy poco tiempo.
Noemí mueve su cadera mientras le maman sus Teresas, empuja con fuerza contra la verga que tiene clava frotando su clítoris contra el plano abdomen de Román.
La combinación de todo lleva en minutos a un nuevo orgasmo a Noemí que berrea de placer mojando de nuevo todo a su paso. Excitado y con la verga bien dura Román retoma el bombeo, está vez con mayor intensidad.
Un par de minutos de intensa cojedera llevaron a Mini a otro orgasmo. Sin dejarla descansar o pensar demasiado Román giró de forma brusca el cuerpo de Noemí poniéndola a 4. En esa pose le clavó la verga con fuerza hasta el fondo sujetando con firmeza la cintura.
Extasiado ve los labios vaginales aferrarse a la verga estirándose a la par de sus embestidas. Se saborea el bonito culito rosa oscuro de la chica calculando si algún día podrá comérselo.
En esa pose tan salvaje y enérgica Mimi tiene otro orgasmo que la convulsiona hasta quedar tirada en la cama, Román que está cerca de su orgasmo se tiró sobre ella clavándole la verga acostada desde atrás.
La pose mantiene las piernas de la chica cerradas presionando el pene no solo en el interior, también en el exterior. Sentir las nalguitas de Mimi chocar contra su pelvis era una bendición, por suerte, al no ser tan grandes no le estorbaban a Román pudiendo clavar más de su pene en el interior.
Casi al final del coito el chico se percató que estaba batiendo su propia leche, eso lo puso a mil y fue más energético magullando el pobre conejito de Noemí que disfruta la nueva presión en una parte diferente de su vulva.
Tras 5 minutos de intenso bombeo Román descargó nuevamente su lefa empujando su pelvis para asegurarse que llegó hasta lo más profundo importando poco si preña a la chica, para él es solo un costal de carne donde descargar su deseo y deslecharse.
Mimi tuvo otro orgasmo no tan abundante.la perdida constante de líquidos por el calor y sus squirts la dejaron seca.
La pareja quedó rendida en la cama vencidos por la intensidad de su coito, el sexo resulto ser mucho más satisfactorio que masturbarse, pero también mucho más agotador.
Sonríen uno a lado del otro, después del coito Román ya no ve a Noemí con indiferencia, la posibilidad de tener coito de forma regular cambió su forma de pensar, si la cuida y trata con cariño podrá hacerle lo que se le dé la gana. Noemí siente mariposas en todo el cuerpo, la mente de niña cayó enamorada del chico tan guapo que la hizo sentir tan bonito, contempla a Román y le parece el hombre más guapo del mundo.
Por momentos le palpita su conejito con espasmos residuales, escurre la segunda carga de semen mojando la cama, el mantra de su madre suena en su cabeza “Eres una niña grande, te tienes que controlar, pero si no te controlas, deberás cambiar las sábanas tu sola”.
No es la primera vez que moja la cama con sus jugos, normalmente se masturba en el baño donde puede venirse sin problemas, sobre todo en el chorro de la regadera.
N: Me van a regañar si no cambio las sábanas.
R: ¿No es la primera vez que pasa?
N: Ji Ji Ji, nooo, otras veces me he acariciado el conejito y he mojado mi cama.
R: aaaah, pues si quieres te ayudo.
Entre los dos recogieron toda la evidencia, cambiaron las sábanas y guardaron todo en la ropa sucia.
Román no deja de mirar el cuerpo de Noemí, se la imagina arreglada como sus compañeras de universidad y piensa lo bien que se vería, no sería más guapa que Valeria, la chica más guapa de su salón, pero seguro opacaría a muchas.
El chico disfruta el movimiento de los senos en libertad, firmes, erguidos, los pechos de una mujer adulta, ese pensamiento lo lleva a su nueva realidad y un miedo se apodera de él ¿Y si la embarazo?
Disimulando la preocupación indaga un poco en la vida de Noemí, respira aliviado al saber que sus padres le ligaron las trompas hace años como medida de seguridad, sonríe orgulloso de saber que está fue su primera vez con un chico, maquila con malicia calculando cómo podría modificar su horario para maximizar su tiempo con ella.
N: Si, ya soy una niña grande y puedo estar sola desde las 8 hasta las 5, me dejan comida y la caliento, yo solita puedo.
Román mira su reloj, 220 pm, aún tiene tiempo y ganas así que ¿Por qué no? Haciéndose el sufrido le reclama a Noemí que él le dió besitos a su conejito, pero ella no ha ni tocado su toto, utiliza el chantaje contra la chica que no tiene otra que ceder.
R: Los amigos de verdad se apoyan y son justos, sobre todo los que te quieren y te hacen sentir bonito… Yo le di besitos a tu conejito, pero tú, tú no has ni tocado mi toto.
Coaccionada, la chica invitó a su amigo al baño para ya no ensuciar la cama, sentado en un banco bajo el fresco chorro de la regadera, Román suspira disfrutando de la mamada de Noemí. Flexible y obediente, la chica sentada sobre sus piernas que reposan en un foami sigue las instrucciones de su amigo mamando verga por primera vez.
Adentro, afuera, chupar el cipote, lamer el falo, besar las bolas, chupar las bolas, meter hasta donde quepa, frotar la lengua, besar. Los jugos mezclados con semen saben particularmente bien, raro, pero bien. Dejan una sensación pegajosa y ácida en la boca, pero para sorpresa de Román, Noemí lo está disfrutando.
Mamar verga resulta terapéutico para la chica, se siente bonito en su boca, no es como cuando le dan besos a ella, o cuando se la metían, es un placer relajante, como comerse una paleta.
Está vez Román duró un poco más, 15 minutos de mamada fueron necesarios para descargar su última reserva en la boca de Noemí, una cantidad modesta de semen que tomó por sorpresa a la chica, pero de nuevo, no le desagradó.
Curiosa por saber que tenía en la boca la chica escupió en su mano la leche fresca de hombre, le preguntó a su amigo el origen del blanco líquido y le respondió con la respuesta más simple “Es leche, si te la tomas, vas a ser más inteligente y bonita”.
Inocente y crédula Noemí regresó la lefa a su boca y se la tomó.
Eso fue todo para ambos, satisfechos y agotados se dieron un baño frotando sus cuerpos, Román se encargó del cuerpo de Noemí solo para explorar un poco el ano por fuera. La chica se ríe por la invasión en ese lugar tan íntimo pero deja a su amigo hacer.
Bañados se cambian en el cuarto de la chica, huele un poco a sexo pero no es problema porque Noemí tiene un neutralizador de aromas que funciona a la maravilla.
A las 340 de la tarde Román regresó a su habitación tras perder su virginidad con Noemí, su vecina con discapacidad intelectual, un cuerpo de 27 con una mente de 8.
Acostados en su respectiva cama sonríen por el momento vivido, Noemí suspira enamorada de su amigo, esperando su próxima visita, Román suspira felíz de haber perdido su virginidad con una chica virgen, pensando en mover materias los martes y jueves para poder visitar a su nueva amante.
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