Sicalipsis
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Yilbert.
Nuestros cuerpos desnudos, musculosos, sudorosos, pegados el uno al otro. Uno de mis dedos metido en las profundidades de tu culo y uno de los tuyos en las profundidades del mío, mientras nuestras lenguas entraban en las gargantas y nuestras bocas escupían la una en la otra.
De pronto tú sacaste el dedo de mi culo, untado de mierda, y lo metiste en mi boca. También yo saqué el mío de tu culo, untado de mierda, y lo metí en tu boca. Tu cara de marica vicioso se acentuaba más a medida que saboreabas mi dedo y veías cómo yo saboreaba el tuyo, en el ritual que siempre acompañaba el inicio de las sesiones se sexo sucio al que nos entregábamos en noches sicalípticas llenas de coca y alcohol. Tú te arrodillaste luego y metiste mi larga y gruesa verga en tu garganta hambrienta, mientras un par de tus dedos volvían a introducirse en mi culo musculoso. Así estuvimos por un momento, y luego me dijiste con tu voz de maricón, “ya es hora, macho mío, de deleitarme con el olor y el sabor de tu hermoso culo”. Volviste a meter tus dedos untados de mierda en mi boca y así nos dirigimos al altar donde oficiamos las más placenteras ceremonias de los pedos, la mierda, las meadas, los besos con mierda, la lefa…en fin.
Todo estaba dispuesto, especialmente el reclinatorio, un mueble diseñado para quedar cómodamente doblado sobre él, que permite graduar la altura a la que debe estar el culo, e incluso graduar el compás de las piernas, desde muy abiertas hasta muy pegadas. Tú estabas de pie y me elevaste para que mi culo quedara a la altura de tu cara y abriste el compás de mis piernas al máximo. “Espero tus manjares, papito”, me dijiste con tu voz de marica, y pegaste tu cara a mi culo…
Yo empecé a hacer fuerza y un pedo ruidoso acompañado de mierda explotó en el ambiente, que empezó a impregnarse del olor que nos excita. Fue una cagada larga y olorosa que tu disfrutabas como un poseso mientras que con tus manos me pajeabas frenéticamente. Cuando me bajaste y me liberaste del reclinatorio aún tenías mierda en la boca y yo empecé a besarte y a saborear también mi propia mierda. Esa noche, nuestras bocas, nuestras vergas, nuestros culos, nuestros dedos, nuestros puños se convirtieron en insaciables instrumentos de placer para dar y recibir, hasta quedar completamente exánimes y dormidos.
Cuando me desperté aún dormías con tu cara incrustada en mi culo…Me tiré un pedo muy sonoro que salió con un poquito de mierda, muy poca porque ya te la había dado toda en la noche, y te despertaste para seguir chupándome el culo con tu lengua juguetona. Luego llegaste hasta mi boca y metiste tu lengua untada, que yo chupe golosamente hasta que volvimos a quedar dormidos.
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