Sobre como el perro del vecino me empezó a romper el orto
Mi historia de cómo le terminé entregando mi culo al perro de mi vecino.
Hola amigos, me llamo Ruth y me encanta este sitio y leer los relatos. Por eso quiero contar mi historia aquí, que no es nada del otro mundo, en comparación con lo que he leído pero que al menos es mi historia y es verdadera.
Como dije, soy Ruth, tengo 31 años, estoy soltera sin apuros, y desde hace seis años me anudo con perros. Descubrí el sexo con perros por una compañera de facultad con la que compartía departamento en Córdoba (Argentina), en mi época de universitaria y fue ella la que me inició en esto. Pero esa es una larga historia que tal vez otro día cuente. Lo que quiero contarles ahora es que ya hace tres años vivo sola en mi casa con un hermoso weimaraner gris de ojos azules que es mi vida, mi pasión y todo mi mundo. Se llama Tom y tiene cuatro años y medio. Con él hago todo, salimos a correr juntos, salimos a tomar mate a los parques de la ciudad juntos, a pasear en auto; a casi todo, porque lo que no hacemos juntos es porque no podemos, ya que si en mi trabajo me permitieran asistir con él sin duda lo llevaría conmigo a trabajar para que me acompañe. Bueno, el hecho es que también hace tres años es mi amante regular, con el que tengo exclusividad sexual y es lo mejor que me pasó en la vida. Por eso, cuando me inicié aquella primera vez (con mi compañera, amiga y amante), me fascinaba la verga de los perros y me atraía con un morbo indescriptible. Quería chuparles la pija y anudarme solamente; es por eso que en esos inicios me consideraba bestialista, sólo quería de los perros sexo puro y duro. Pero con Tom la cosa cambió radicalmente. Con él descubrí la zoofilia, es decir, descubrí que también además de ser bestialista soy zoófila, porque amo a mi mascota, amo a mi animal como compañero y lo amo sexualmente. Se me reveló que entre nosotros hay una comunicación profunda que solo nos ocurre a nosotros, dos seres solos y abiertos y comunicados entre sí. Somos nosotros dos solos en el mundo. Esto es algo que pocos entienden, o a pocos les pasa. Pero cuando pasa es la gloria. Por eso es algo que va más allá del sexo y de la vida sexual, es un compañero de vida que me llena plenamente.
Nos anudamos regularmente y puedo decir que en estos tiempos (es verano aquí) es todos los días. Nos hechamos un polvo todos los días, a veces dos. El nudo de Tom me calza ajustado en la vagina, es un pene y un nudo grande y es lo exactamente justo para mí. Debo decir que también amo el sexo anal como no podía ser de otra manera en mí. De hecho mi ano está super entrenado y abierto, ya que hace años lo penetro con distintos dildos y juguetes sexuales, lo que hace que esté bastante dilatado y relajado. Puedo decir que tengo una pequeña rosa que es mi orgullo. Para aquellos que no sepan de qué hablo, les digo que una “rosa” es el prolapso anal, cuando esa parte inmediata del conducto rectal sale para afuera del ano. A eso se le llama la “flor”, obviamente por flor anal. Bueno, lo que quería decir es que el nudo de Tom es muy grande para alojarlo en mi ano, me lastimaría si hago que crezca adentro. O, se me ocurre, para decirlo poéticamente, su nudo es demasiado grande para mi flor. Es por eso que ya hace tiempo vengo dando vueltas a la idea de traer otro perrito a casa, otro hermanito más chiquito, un bebe, que sea un nuevo integrante de la familia que hacemos con Tom.
Pero, hete aquí que ocurrió lo inesperado. El vecino que vive pegado a mi casa, mi vecino Gastón, un chico de unos cuarenta y tantos, que está bueno y tengo ganas de tirármelo; bueno este vecino, resulta que tiene un perrito cuzco, como les decimos por estos lares, es decir, un perrito entre chico y mediano; con lo que mis presunciones sobre el tamaño de su nudo resultaron efectivamente ciertas cuando empecé a notarlo y a mirarlo de otra forma. Quiero decir cuando entró en mi radar de esa forma. Lo confirmé cuando tuve la oportunidad de estar a solas con el chiquitín. Por cierto que se llama Pancho y su dueño le dice Panchito. El caso es que un fin de semana en que Gastón tuvo que viajar de forma urgente por un asunto familiar, me dejó a Panchito por unos cuantos días, con lo que estuvimos solos los tres en casa con Panchi -como lo llamo yo- como invitado de honor. Lo que en principio eran tres días, o sea un finde, viernes, sábado y domingo, se extendió a siete días, porque Gastón recién regresó a la otra semana. Así que se imaginarán, mis queridos lectores, lo que fue aquello, siete días de puro sexo con Tom y Panchi, por lo que me pedí unos días de licencia en mi trabajo para no desaprovechar la gran oportunidad que se me daba. Demás está decir que cogimos como locos todos los días por toda la casa, no quedó rincón en donde no lo hiciéramos. Lo que quiero contarles aquí es que ya el primer día totalmente emocionada (porque sabía lo que se venía), cuando se cerró la puerta principal y Gastón se fue y nos dejó a Panchi, me dirigí a mimarlo y a acariciarlo para darle la bienvenida a casa, y estando en eso y totalmente mojada, no pude con mi genio, y mi mano primero, y las dos juntas después se extendieron a sus bolas a magrearlo suavemente. Oh… fue hermoso hacerlo así con un perro nuevo, apenas conocido. Le sobaba las bolas y en el acto ya estaba masturbándolo, y para mi sorpresa empezó a reaccionar muy satisfactoriamente. Panchi se portó como un verdadero macho porque desde el comienzo no se sintió cohibido, ni incómodo, ni intruso, ni nada, se entregó con una calma y unas ganas que me sorprendieron para bien, es por eso que al ver su reacción cuando empezaba a pajearlo y al ver que le gustaba pues seguí con mi trabajo (es por eso que me parece que su dueño practica el zoo, y esta presunción me encanta). A los dos o tres minutos tenía su verga en mis manos completamente erecta con su nudo hinchado y a pleno eyaculando en la alfombra del living. Hermoso, hermoso, hermoso. Su nudo de tamaño medio y la longitud de su pene, largo rojizo de lustroso brillo se me hizo agua la boca y no pude resistir a semejante tentación y en el acto me lo engullí todo. Amo chupar pijas de perro. Mamé su pija todo el rato que duró aquello, y por supuesto probé y tragué su semen. Bueno, no me quiero ir por las ramas y quiero ir al punto de mi relato, que es contarles lo que sucedió en esos días. Al confirmar el tamaño de su nudo, como preveía, era la medida justa para caber en mi ano. Debo decir que el primer anudamiento con Panchi fue vaginal. Pero el segundo, al otro día, ese sí fue anal, y fue una maravilla. Oh, que hermoso fue eso, su nudo estaba hecho para mi flor, la abarcaba toda y yo sentía cómo las paredes rectales latían con el nudo acabándome adentro y llenándome de su leche. Nudo y ano se merecían uno al otro.
Desde aquella vez Panchi y yo nos anudamos exclusivamente de forma anal, ya que mi concha es propiedad de Tom. Con la pija de Panchi he vuelto a mis orígenes, el bestialismo, solo puro sexo animal y bestial sin miramientos de ningún tipo. Es cierto, me dan los dos juntos, y me tengo por bien atada; con Tom hago el amor y tengo sexo, y con Panchi me desboco sexualmente en una desfloración sistemática. Hasta Tom algunas veces me desconoce, de ver a su ama tan terriblemente puta desconocida y desfigurada. Soy una yonqui de pijas de perros. Irrecuperable. Pero bueno, es lo que hay chicos, y ellos lo piden y yo lo doy.
Tal como les cuento, así es. Panchi se escapa de su dueño y se viene a casa para su polvo diario, esto es, para hacer efectivo su propiedad y posesión sobre mi ano. Y yo le dejo abierta la puerta de entrada y más abierta la puerta del fondo. Gastón no sospecha nada, cree que su perro se encariño con mi casa y por eso lo deja venir, y ya ni pregunta. Como sabe que amo a los perros y aquí a Panchi se lo trata bien, y demasiado bien diría yo, cosa que ni sospecha, es que el animal se pasa más tiempo aquí, su nueva casa que en la de su amo. Vamos, que me lo paga y bien dado. Me lo quiero culiar a Gastón, y sólo entonces, tal vez, le diga mi secreto. Pero eso ya es otro asunto (o tal vez él ya lo intuye, no lo sé).
Amigos, gracias por leerme, y como les digo, soy Ruth, argentina, y mi ano tiene ganas de la pija de Panchi, mi flor tiene hambre de nudo, y mi rosa de anudarse todos los días. Atada, siempre bien atada, como una se merece.
Aclaración: Soy MartinReisa y esta historia me la contó una amiga virtual de la que voy a preservar su nombre. Ella sabe que soy escritor (había leído las palabras de mi perfil), y me contó su historia, porque nos hemos hecho buenos amigos virtuales, y luego me pidió que lo escriba. Por eso está escrito “literariamente” por mí.
Q lindo sería ambos, perro y dueño
Gran historia cordobesa. Aplausos.