Tengo un Amor de Sobrina
Que sorpresa me llevé al saber lo que mi sobrinita pensaba de mi en la reunión familiar.
Me presento, soy McLovin8, vengo de otro Foro que ya no está, y he encontrado este espacio «sin tabúes» que espera me acoja de forma correcta y mi contenido sea de su agrado. Comenzaré publicando obras que ya tenía desde antes y también desarrollar y publicar nuevo contenido acá.
He notado que muy pocos relatos tienen comentarios. Para mi, sus comentarios, son mi motivación para seguir escribiendo y publicando, así que si pueden, valoren y comenten mi obra.
En estricto rigor y «oficialmente», mis relatos son «pura fantasía y ficción». Dicho esto y «comenzada la fantasía»: comento que algunos hechos pueden ser vivencias propias o extraídos de experiencias de otras personas que he conocido de primera fuente.
Dicho todo lo anterior, comenzamos:
Era la mañana de un domingo y yo acababa de llegar a la reunión de mi familia que hacen mis tíos todos los años.
Estaban varias tías y tíos, todos en el patio cerca de la parrilla, conversando y asando la carne.
Por alrededor jugaban las niñas y niños, mis primas y primos chicos.
De entre ellos ví a dos niñitas chicas que molestaban a otra más grande, tirándole de su chaleco y le decían cosas burlescas que no alcanzaba a entender bien.
La niña más grande se dió cuenta de que yo estaba mirando, y salió corriendo.
Yo me acerqué a las niñas chicas para saber que estaba pasando y le pregunté a las pequeñas:
– Oigan, ¿Por qué estaban molestando a esa niña?
– Es que le dijimos que había llegado su novio. Dijo una.
– ¿Como? Pregunté, sin saber de qué hablaban.
– Es que a Paolita tu le gustas tío. Contestó la otra, mientras la primera se reía.
¿Quién era Paolita? Me quedé pensando y recordé. Era la hija de un tío mío, no la había reconocido, porque hace tiempo que no la veía. La última vez que la ví era casi un bebé.
La otra niña interrumpió mis pensamientos diciendo:
– Sí, dice que desde siempre ha estado enamorada de tí.
– Ya, dejen tranquila a Paolita, no la estén molestando más ¿Oyeron?.
Les dije con voz de autoridad.
– Sí tío. Ya.
Respondieron las niñas.
Luego de eso me fijé más en mi sobrina Paolita, rondaba por allí, sola. Pateaba una pelota, desganada. En un momento me miró y, como notó que yo también la miraba, bajó la vista de inmediato asustada.
La seguí mirando, recordando cuando fué la última vez que la ví y de como estaba ella ahora. Era una niña de unos 11, casi 12 años, de tez blanca y un lindo rostro con una nariz finita, de pelo negro, largo pero no tanto, constextura delgada, vestia un chaleco café, unos jeans y zapatillas blancas. Debo decir que por lo ajustado de esos jeans pude ver que ella tenía un traserito bastante bonito, pero luego sacudí mi mente de ese pensamiento raro.
Transcurrió un poco la hora, conversaba con mis tíos mientras bebía una cerveza y, de cuando en cuando, ubicaba a Paolita con la mirada para ver si ya estaba más animada. Pero ella seguía aislada y cuando notaba que la miraba, nuevamente se asustaba y bajaba la cabeza.
Decidí retirarme del grupo e ir a verla, para tratar de animarla y que se integrara a nosotros o a jugar con los otros niños.
Me acerqué a ella y le dije:
– Hola Paolita. ¿Como estás?
– Hola tío. Bien.
Me respondió, con su mirada en el suelo.
– ¿Estás aburrida? Le pregunté.
– Sí, un poco. Respondió.
Me quedé pensando que podría hacer yo para animarla y se me ocurrió algo.
– ¿Quieres un poco de helado? Yo traje uno. Le pregunté.
– Bueno. Respondió ella, aún sin mucho ánimo.
– Está en la nevera, vamos. Le dije, y nos dirigimos a la casa.
Abrí la nevera, para sacar el helado. Mientras Paolita buscaba los pocillos en las repisas de la cocina, yo volví a mirar su silueta. Realmente era una muchachita bien guapa, con ese traserito de nalguitas perfectas bajo ese jeans, que se paraba aún más, cuando ella se ponía de puntillas para sacar las cosas.
Cuando me ayudó a servir el helado, pude notar que en su chalequito se formaban dos pequeñas protuberancias, el indicio de que allí se alojaban dos pechitos a medio camino de su crecimiento.
Yo nunca había visto como eran los atributos de una niña de su edad, y eso me generó bastante curiosidad en mi mente. Curiosidad que era bien morbosa, lo sé.
Servido el helado, ella lo probó en la cocina y me dijo:
– Está rico tío, gracias.
Por fin había cambiado su semblante y se veía mucho más contenta.
La pequeña niña se paró de puntillas para darme un beso de agradecimiento en la mejilla, yo me agaché y recibí ese besito pegajoso.
– Vamos al sillón y veamos tele mientras comemos. Le dije.
– Ya. Respondió Paolita.
Sentados en el sillón, ella estaba concentrada comiendo su helado. Aunque ya se veía más animada, se había formado un momento de silencio y quise animarla aún más, jugueteando un poco.
– Aver, aver… ¡Tome tome!
Acerqué mi pocillo y le dí una cucharada de mi helado en su boquita. Ella se sorprendió, pero estiró su boquita y se lo comió.
Luego le dije:
– Antes tú eras una niña chiquitita y te dábamos la comidita así, en la boquita.
Y le dí otra cucharada.
Ella, media atragantada contestó:
– Sí tío, pero ya no soy chica.
– Sí, pero es divertido.
Le contesté dándole otra cucharada más, de broma para molestarla, porque sabía que ya tenía la boca llena.
Ella, como pudo la aceptó, pero algo de helado se le escurrió hasta su mentón.
Yo, riéndome le dije:
– Espera cochinita, tienes sucio ahí.
Le limpié con mi pulgar.
– Quedó pegajoso. Me dijo, tocándose la barbilla.
– Tú estás toda pegajosa. Jajaja. Trata de limpiarte con la lengua.
Ella lo intentó, pero obviamente no pudo.
– Aver, yo te ayudo.
Me acerqué y le pasé mi lengua por su mentón hasta el labio inferior de su boquita. De paso aproveché y le dí un besito rápido en la boca. Ella se desconcertó un poco, pero igual se rió.
Comimos un poco más de helado y luego acerqué mi rostro al de ella y de forma juguetona le dije:
– De nuevo tienes la boquita sucia. ¿Te limpio?
– ¿Dónde? Preguntó.
– Aquí. Le respondí y le dí un besito rápido en su dulce y pequeña boquita de nuevo. Ella se rió.
– Y de nuevo estás sucia. ¿Te limpio? Le dije de nuevo jugueteando.
Esta vez ella sí contestó:
– Ya.
Le dí otro besito y altiro le dije:
– ¿Te limpio? Y le dí otro besito molestoso y seguí.
– ¿Te limpio?
Besito
– ¿Te limpio?
Besito.
– ¿Te limpio?
Besito.
Ella se reía ya de ese juego de besitos molestos que le daba de broma.
A pesar de lo raro de mi juego, que increíblemente consistió en darle besos en la boca, logré que se riera bastante, ella era una niña muy tierna y simpática.
Finalizados los helados, yo no podía dejar de mirar esos montecitos que se veían en su chaleco. Trataba de imaginar en mi mente, cómo se verían unos pechitos así, a medio terminar, de una muchachita de su edad.
– Que bonito te queda ese chalequito. Le comenté.
– Sí, me lo hizo mi abuelita, es de lana natural, ella misma lo tejió. Dijo Paolita.
– Haaa, es tejido artesanal. ¿Puedo tocarlo? Le pregunté.
– Sí. Contestó.
Puse mi mano en su chaleco, palpando y mostrando interés en su confección. Pero mi mayor atención estaba en sus bultitos.
– ¡Oye! Parece que tú ya eres toda una mujercita, mira, ¡Ya tienes pechitos ahí!
Le dije, pasando mi palma por esos montecitos en su chalequito.
Ella no dijo nada, pero se los miró y se rió.
– ¿Me los muestras? Se vé que te están saliendo bonitos.
Le pregunté, con mi mano sujetando la parte inferior de su chaleco, listo para levantarlo.
Ella quedó dubitativa. Yo, para convencerla y superar su desconfianza le hice el juego molestoso de los besitos de nuevo.
– ¿Me los muestras?
Besito.
– ¿Me los muestras?
Besito.
– ¿Me los muestras?
Besito.
Ella se volvió a reir mucho.
– ¿Ya?
Le pregunté de nuevo, insistiendo en que iba a seguir con el jueguito molestoso hasta que ella me dijera que sí.
– Bueno ya. Respondió ella, por fin.
Le subí su chalequito y la camiseta que llevaba debajo, dejando a mi vista todo su torso.
Eran unos pechitos hermosos, unos conitos blanquitos y puntiagudos con unos pequeños pezoncitos rosados en sus puntas.
Era una visión controvertida, por un lado era una niñita, pero por otro lado ella ya tenía unos senos bonitos y tiernos que me gustaban y excitaban. Esa mezcla de ambas cosas, ternura pero también sexualidad, generaba en mí una especie de confusión morbosa.
– Son hermosas tus tetitas, te felicito. Le dije.
Paolita se sonrojó.
No pude aguantar la tentación de tratar de palpar esos hermosos pechitos, que tenía frente a mi. Ya estaba ahí, ya había podido llegar hasta ese punto, y Paolita no se notaba incómoda, así que lo intenté.
– ¿Las puedo sentir? Se ven suavecitas. Le pregunté.
– ¿Cómo sentir?
Me preguntó Paolita, que no entendió.
– Pues, tocarlas un poquitito amor, para revisar cómo te están saliendo. Le expliqué.
Ella quedó dudando.. Se me ocurrió cambiar el tono de mi petición, con un poco de jugueteo y le dije:
– ¿Puedo? ¿O quieres que te moleste con más besitos? Hahaha.
Y le dí un par.
Ella se rió un poco y me contestó:
– Bueno bueno, ya.
– Gracias amorcito.
Le dije y le dí un besito, esta vez tierno.
Comencé a acariciarla de a poco, pasando mi mano por su barriguita y fuí subiendo lentamente hasta sus senitos. Paolita miraba lo que yo le estaba haciendo.
Acaricié esas hermosas tetitas blanquitas, eran increíblemente suaves. Al posar mi mano sobre ellas, se notaba su pequeñez. Las apretaba delicadamente, eran tersas y blanditas. y esos pezoncitos rosaditos tenían una textura muy sedosa y delicada.
Noté en Paolita un poco de incomodidad. Me detuve y le dije:
– Tienes unos pechitos muy bonitos y suavecitos amor, te felicito.
Le dí un pequeño besito en la boca. Ella se sonrió un poco.
– ¿Te molesta que te dé besitos en la boquita? Le pregunté.
– No. Respondió ella.
– ¿Y si te doy besitos en la frente?
Le dije, al mismo tiempo que le dí un par de besitos en la frente.
– ¿Te molesta?
– No. Respondió.
Luego le dí unos besos molestos en sus orejitas.
– Y ahí ¿Te molesta?
Ella se rió un poco y contestó:
– Jijiji. No.
Le dí unos besitos molestos en el cuello, que le hicieron cosquillas. Ella movía su cabeza de lado a lado tratando de impedirlos y se rió mucho.
– Y ahí ¿Te molestan? Le pregunté, con cara juguetona.
– Jijijiji. No. Contestó Paolita.
Luego bajé un poco y acerqué mi boca a uno de esos pezoncitos rosados. Hasta el aroma de esos pechitos hermosos era delicioso. No me aguanté más y le dí un besito ahí. Luego la miré.
– Y ahí. ¿Te molesta? Le pregunté.
Ella me quedó mirando por unos segundos y me contestó:
– No.
Entonces aproveché y le besé con más intensidad esos suaves senitos. Los acariciaba con mis manos y lamía esas rosaditas cúspides.
Mientras aún los acariciaba le dije al oído:
– Están muy ricas tus tetitas. Más ricas que el helado.
Ella no me dijo nada, pero se sonrojó mucho.
– Me las voy a comer toditas toditas.
Le dije, juguetón, y bajé de nuevo para saborear esos pechitos, al mismo tiempo que le hacía cosquillas en los costados. Paolita se reía y retorcía de las cosquillas, mientras yo ya le lamía y succionaba intensamente esos blanditos y sabrosos conitos.
Luego me detuve. Paolita había quedado muy agitada con el juego de cosquillas.
La observé, estaba con su chalequito subido, podía ver cómo todo su pecho se inflaba y desinflaba, y cómo sus senos se elevaban y bajaban. Nuevamente esos pensamientos que mezclaban la ternura y la sexualidad, invadieron mi mente y me excitaban.
Ya había saciado mi curiosidad de cómo eran los pechitos de una niñita de la edad de Paolita y hasta los toqué y besé. Ahora me quedé mirando su entrepierna y mi mente nuevamente comenzó a volar, imaginándome y preguntándome cómo será “lo que tiene” Paolita allí debajo, ¿Como lucirá? ¿Que tán desarrollado estará? me hacía unas interrogantes casi científicas.
Luego de ese flash de pensamientos, probé mi suerte nuevamente y le pregunté a Paolita, al oído:
– ¿Y tienes pelitos?
– ¿Ha? ¿Como? Respondió la niña confundida.
Paolita no sabía a qué me refería exactamente, así que tuve que ser más específico. Le pregunté de nuevo, palmoteando suavemente debajo de su vientre:
– Allá abajo. ¿Tienes pelitos?
Ella se sonrojó bastante. Yo la quedé mirando, esperando su respuesta, y me asintió con su cabeza.
– ¿En serio? No te creo. Le dije.
– Sí, sí tengo. Respondió, ahora con palabras.
– No sé Paolita. Es que solo las niñas que ya son unas mujercitas, tienen pelitos ahí.
Le dije, como desafiándola.
– Sí, sí tengo tío. Respondió más segura y con menos vergüenza.
– Aver, veamos si es verdad.
Le dije, y le desabroché el botón de sus jeans y le bajé el cierre. Paolita me miró con un poco de susto.
– Tranquilita, si es para ver si ya eres una mujercita o no.
Le dije, y le dí un besito en la boca, al mismo tiempo yo ya estaba ingresando mi mano bajo su calzoncito.
Ella, de inmediato me tomó la muñeca para detenerme y me miró.
Yo entendí perfectamente que ya estaba siendo muy invasivo, y me detuve. Pero aún así quería verle ahí.
Acaricié su cabecita y le dije, tiernamente:
– Eres una niñita muy bonita Paolita, y me gustas mucho.
Le dí un beso largo en su boquita, ella lo aceptó con ternura.
Luego le dije:
– Tienes un cuerpo de mujercita precioso. ¿Te puedes poner de pié para ver mejor, amor?
Ella no me contestó un sí, pero tampoco un no, así que le dí otro besito y la tomé de sus costados, para que se pusiera de pié.
Tomé su jeans por los costados de sus caderas y comencé a dar pequeños tironcitos para bajarlos un poco, y lentamente se fué revelando más su hermosura. Apareció un tierno calzoncito verde agua, que también bajé un poquito y, por fin pude ver ese hermoso pubis al descubierto y, efectivamente en su centro, tenía una zona con bellos muy finitos, que apenas cubrían, pero sí existían, como me dijo Paolita.
Le pasé el anverso de mi mano por ahí, esos tiernos pelitos eran muy delgaditos e increíblemente suaves, tanto que apenas se sentían. Sin parar mi caricia la miré hacia arriba y le dije:
– ¡Guau! Mirate Paolita. Si que ya eres toda una mujercita. Ya tienes pelitos, y son muy lindos y suaves.
– Ves que sí tío. Contestó ella.
– ¿Y que más hay por allá abajito? Le pregunté con tono juguetón.
– Nada. Contestó.
– Yo sé que sí.
Le dí un besito en la parte baja de su barriguita y tiré levemente del calzoncito verde para echar un vistazo, y descubrí escondida esa sabrosa frutita, su vajinita que era pequeñita y tierna, con sus labios posados en el fondo de sus braguitas y esa pequeña rayita entre ellos que invitaba a tocarla.
La rocé allí levemente, con un par de mis dedos, era muy suavecita, pero Paolita se sobresaltó y dió un saltito. Yo saqué mi mano de inmediato ante su incomodidad.
– Ya, nada más amor, tranquilita.
Le dije dándole unas palmaditas en su traserito, en ese traserito desnudo que tanto me había gustado desde el principio, y quise mirarlo mejor.
– Girese un poquitito amor.
Le dí un besito bajo su barriguita y dándole palmaditas en una de sus nalgas, la giré.
Liberadas de la opresión del pantalón, esas blancas nalguitas al aire, se veían esplendorosas.
– Que lindo está tu traserito amor.
Le dije y le dí un besito en su cadera mientras acariciaba sus pompis redonditas y suavecitas.
Le dí un par de palmaditas, y observé como tiritaban un poquito esas paraditas nalguitas.
– Hay. Exclamó Paolita.
– ¿Que prefiere amor. Le dije con cara de diversión y continué:
– ¿Palmaditas? (Le palmotié) O ¿Cariñitos? (Le acaricié)
– Cariñitos. Respondió.
Sobé y apreté un poco esas pompis tan blanditas y suaves, con mi otra mano aproveché de alcanzar sus pechitos y también se los acaricié.
Miré hacia arriba a Paolita y ya se comenzaba a ver aburrida de tanto toqueteo, así que decidí no incomodarla más. Para finalizar, le subí de nuevo el chalequito para deleitar mi mirada con ese cuerpecito por última vez.
La visión era realmente hermosa.
Me miraba con sus hermosos ojitos tiernos. Un poco de su negro, liso y brillante cabello le caia por los costados de su cabecita, haciendole sombra a su linda carita.
Podía ver todo su blanquito y delgado torso al desnudo, con esas tetitas pálidas y maravillosas, coronadas por esos dos puntitos rosados. Y, más abajo, su desnudez no se interrumpía, continuaba hasta sus pantaloncitos a medio bajar que me dejaban a la vista ese tierno pubis con su pequeño afloramiento de exquisitos y delicados bellos y, al final casi escondido por el calzoncito verde, estaba ese maravilloso y delicado frutito, esa pequeñita y suave vaginita con sus tiernos labios, hermosa y delicada.
– Eres toda una mujercita hermosa Paola. Cuando las niñitas se convierten en mujeres, a los hombres nos comienzan a gustar, por eso te quería ver.
– ¿Y yo te gusto tío?
Me dijo esa pequeña niñita, con sus hermosas pompis al aire, que me había dejado ver y acariciar su cuerpecito, me miraba hacia arriba, preguntando si me gustaba. Nuevamente sentí ese sentimiento raro de ternura excitante.
– Si amor, me gustas mucho. Le contesté, “emocionado” ¿Porqué no decirlo?
Me levanté un poco y abracé a mi semidesnuda Paolita. Le dí un besito y comencé a subirle sus calzoncitos, sus jeans y le acomodé su chalequito.
Me paré, la tomé de la mano y le dije:
– Ya amor, salgamos y vamos con los demás.
– Ya tío. Me contestó mi Paolita.
Yo me incorporé nuevamente con el grupo de adultos y Paolita, ahora mucho más animada, comenzó a jugar con los niños.
De vez en cuando miraba para ver donde estaba y que estaba haciendo, cuando ella se daba cuenta también me miraba y me sonreía.
Debo confesar que, cuando la veía correr, meneando su traserito, no podía evitar recordar la imagen de ella, hermosa y desnuda frente a mi, y me excitaba mucho.
Desde ese día, recordé a Paolita varias veces, con su cuerpecito tierno y sus delicados atributos en desarrollo, me regaló muchas noches de excitación; y no podía entender como una muchachita como ella podía lograr eso en mi.
— Fin?— Debo decir que sí ví a Paolita después, ya estaba más grande y «lo que pasó» o «lo que le hice» o «lo que ella recordaba que pasó» me puso en verdaderos problemas. Pero eso es otra historia. Comenten, evalúen y les cuento …
Excelente tu técnica de acercamiento, con solo imaginar la de penetración me pongo cachondo
Exitante creo eche A volar la imaguinacion y me vi de chiquito con un tio
Muy buen relato, espero continuación ….
Gracias por compartirlo
Genial
Buena historia, como te contuviste de no besar ese culito y pasarle la lengua. En honor a ese cuerpo debes haberte corrido una rica paja ese dia
Felicitaciones
Ya lo había leído
Por favor continua
Me he registrado solo para decirte lo poco hombre que eres, o sea con la de mujeres que hay en el mundo y porque te dicen que tu sobrinita que es la hija de tu hermano o hermana le gustas porque tiene 11 años y no sabe de la vida… y vas tu y sin respetar primero a tu familia, después la inocencia de la niña y le haces juegos para verle las tetas y tocarle el pubis… no querría yo alguien como tu mi lado en la vida, es más me entero y no lo pongo por aqui porque me banean.
A mí se me hace que eres marica. Nelson acertó.
Se ve que tambien te lo leiste todo para poder comentar
buena historia, ojala que la continúes pronto, se ve interesante, y te comprendo, yo también me pasé de otro lado a publicar aquí, nada más que el otro foro impuso reglas que afectaron mi trabajo, aunque soy parecido a ti, también escribo de fantasías, nada de mi trabajo es real, y si lo lees te darás cuenta, bienvenido…
PARA EMPEZAR 1º NO ES TU SOBRINA,SERIA TU PRIMA Y 2º ESTO NI TU TE LO CRES
Llegó la agria sin pingo del mes a desparramar buena onda.
a mi me gusto y mucho… sea real o fantasia lo importante es como cada quien lo vive… me encanta imaginar sus teticas y su vaginita con sus vellos suavecitos punto….. sigue por favor escribiendo