Tentaciones con mi hermana
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Luego estuve un año pasándome a su cama en la noche y tratando de penetrarla por el ano, pues ignoraba la función de la vagina.
De haber tenido lubricación en ese entonces alguno de los dos la penetración habría sido un hecho. Era algo muy excitante pasar buena parte de la noche con su cuerpo desnudo y lleno de olores, tratando burdamente de entrar en ella y ella allí quieta, medio dormida aún, sin saber de que se trataba y esperando a que yo me tranquilizara.
Por el roce varias veces debí retener la sensación de eyacular: en mi inocencia no entendía aquel ardor y pensaba que eran ganas de orinar. Estas primeras experiencias culminaron al año, una noche en que ella se sobresaltó y me amenazó con acusarme.
A partir de entonces estuve unos meses haciéndole insinuaciones y pidiéndoles sexo anal en forma directa, pero nunca aceptó. Ya hacia el final de la adolescencia volví a visitar su cuarto de noche, casi de madrugada. Ya no me atraía la copulación con ella: me había enamorado de sus pies. Sobre todo me hacía fantasías de besar sus pies sudados.
Estuve un año yendo en las noches a su habitación. Quitaba cuidadosamente la cobija, besaba y chupaba sus pies largamente: sobre todos sus arco. Tomaba sus pies desnudos y los frotaba en mi pene. Sus pies eran muy lindos y sensuales.
Luego iba a mi habitación y me masturbaba hasta cuatro veces para poder desahogarme. Aún no entiendo cómo ella no se daba cuenta de lo que sucedía. O lo supo y simplemente lo disfrutó. Esta etapa terminó cuando ella comenzó a usar medias para dormir y se disipó el encanto de desvestir sus lindos pies en la noche.
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