Un poco de caca
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
He podido comprobar que las cosas salen mucho mejor cuando la chica es la que se dirige a mi directamente. En el chat recibo el saludo de una señora de mi edad, 55 años. Leo su perfil en el que explica que busca relacionarse con tíos para pasarlo bien sin compromisos pero que quiere una cierta continuidad. Es una chica bastante poco agraciada, bajita y gordita pero con unos ojos verdes muy bonitos y agradable sonrisa. Concertamos una cita al día siguiente, después de una conversación intrascendente para tratar de conocernos un poco Julia, así se llama, me habló de forma muy franca y abierta sobre sus gustos y el tipo de relación que quería mantener conmigo o con quien estuviera dispuesto a acostarse con ella.
A mi la verdad es que me encanta tener sexo con todo tipo de tías, Julia no es un bellezón pero como todas las mujeres cachondas sabe bien como seducir y excitar a los hombres. Durante nuestra conversación me fui excitando poco a poco sobre todo cuando me preguntó qué me gustaría hacer con ella cuando nos acostáramos y que me gustaría que ella me hiciera. Le dije que prefería no planificar demasiado, que me gustaba improvisar y disfrutar con las sorpresas que fueran surgiendo. Quedamos para el día siguiente en ir a unos apartamentos por horas y hacernos una buena sesión de sexo. Al despedirnos nos dimos unos besos en las mejillas pero no me pude resistir a palpar ese enorme culazo que era lo mejor que la chica tenía. Julia aceptó de buena gana mis tocamientos y comenzamos a besarnos en la boca, como pude metí la mano entre la falda y acaricié su raja hasta hundir un dedo entre las nalgas y llegar al ano. Estábamos de pie en la boca del metro y nuestros abrigos permitían el tocamiento sin ser vistos por la gente que nos rodeaba. A los pocos segundos Julia me pidió que la acompañara al portal de su casa aunque me advirtió que no podía subir pues vivía con sus ancianos padres. Me llevó por un callejón con poca luz donde paramos y volvimos a besarnos, esta vez ella me bajo la cremallera del pantalón y no sin dificultad sacó mi polla totalmente empalmada. Tras un breve sobeteo nos despedimos hasta mañana.
Cuando llegué a mi casa me masturbé placenteramente pensando en la excitante cita que había tenido con Julia y las sorpresas que me esperaban para mañana.
Habíamos quedado en una conocida cafetería muy cerca de los apartamentos. Una vez los dos solos en la habitación le dije a Julia que yo la desnudaría pues quería ir haciendo las cosas con mucha tranquilidad y sin prisas buscando la excitación lentamente como a mi me gusta. Yo me desnudé por completo, me encanta la sensación de estar en pelotas ante una mujer vestida. Fui quitando sus ropas hasta dejarla en bragas y sujetador que traía, como le había pedido, de algodón en color blanco como los que usa a diario. Casi desnuda, Julia es una mujer bastante gorda de baja estatura, redondita, de carnes blandas muy blancas y suaves excepto su hermoso culo grande, bien formado en conjunto con unos muslos bien torneados y prietos. Tetas bastante grandes pero quizás demasiado blandas y caídas con pezones casi inexistentes. Desde luego las tetas no son lo mejor de esta mujer. Empecé por dedicar mis caricias a sus preciosos pies, pequeñitos y muy bonitos, un ligero olor a queso me incitó a chupar los deditos pasando mi lengua entre ellos que recibían mis besos con alegría.
En pocos segundos alcancé una erección qué llamó la atención de Julia, alargó su mano y empezó a acariciar mi polla muy suavemente bajando con cuidado la piel del prepucio hasta dejar el capullo al descubierto. Dejé que jugueteara un rato con mi pene pues me gustaba mucho la extrema delicadeza con que lo hacía y cuando asomaron las primeras gotas de liquido preseminal me lo extendió por el glande con la punta de sus dedos e inmediatamente lo lamió con la lengua y comenzó una mamada que me puso como una moto.
Hacía mucho tiempo que no me hacían una mamada tan buena por lo que me dejé hacer disfrutando tranquilamente hasta que ya estaba casi a punto de correrme. Como apenas llevábamos unos pocos minutos no quería terminar eyaculando tan pronto, saqué la polla de su boca y le dije que parara pues iba a explotar. Julia me miró sonriendo con su boca llena de babas, me la agarró y se la volvió a meter en la boca. Le dije que si seguía así me iba a correr inmediatamente pero sin sacarse el pene de la boca me hizo entender que podía correrme cuando quisiera. En efecto, al poco rato solté unos cuantos chorros de lefa llenando su boca hasta rebosar.
Afortunadamente me había tomado un cuarto de una pastilla de esas tan conocidas por lo que sabía que pronto volvería a estar listo para la faena.
Reinicié la sesión acariciando y tocando a Julia por todo su cuerpo sin llegar a los puntos clave mientras notaba que se iba excitando. Estaba acariciando sus nalgas, su vientre y la cara interior de sus muslos rozando muy levemente su pequeño coñito adornado de una ligera capa de finos vellos. Aumentó el ritmo de su respiración cuando por fin exploré las profundidades de su raja con mis dedos que ya estaban embadurnados en el oloroso lubricante que rezumaba de su vagina. Soy un experto comedor de coños por lo que estaba seguro que mi amiga iba a disfrutar cuando se lo hiciera. Los gemidos de Julia ya me indicaban su satisfacción pero quería proporcionarle lo mejor de mi saber hacer como agradecimiento a la fenomenal mamada que me había hecho. Le pedí que se pusiera a cuatro patas para tener acceso por detrás a toda la amplitud de su raja desde el ano hasta el clítoris. Ese anito oscuro y fruncido me invitaba a besarlo y lamerlo, cosa que hice sin contemplaciones introduciendo mi lengua varias veces alternativamente entre ano y vagina. Compaginé las maniobras bucales con la introducción de uno o dos dedos en el coñito, poco a poco iba presionando suavemente el ojete hasta que suavemente le metí mi dedo indice.
Durante la comida de chocho y culo creo que Julia se corrió un par de veces, no paraba de chorrear fluidos y noté varias contracciones. Cuando le metí el dedo en el culo me pidió que lo hiciera despacio, lo tenía muy delicado pero le gustaba mucho. A mi me encanta jugar con los anos de las chicas por lo que me dediqué a jugar un rato con el agujerito tratando de dilatarlo y lubricarlo para ver la posibilidad de penetrarlo. Tras unos minutos de juegos anales y después de haber metido mi dedo anular hasta el fondo varias veces sentí que la punta del mismo chocaba contra lo que debía ser un tordo de caca. En efecto, cuando lo saqué, estaba bien manchado de mierda marrón oscuro y un tremendo olor a caca se expandió en el ambiente. Julia se sintió un poco avergonzada y empezó a darme explicaciones. Qué si con mis tocamientos se le había relajado el intestino y diversas excusas por el estilo. A mi al principio el olor me dio asco y me vinieron un par de arcadas pero una vez me acostumbré ya no me importaba demasiado e incluso me excitó la idea de estar jugando con la caquita de mi amiga.
Con el accidente de la caca se nos cortó un poco el rollo y decidimos parar para lavarnos y fumar un cigarrillo. Abrimos las latas de cerveza que había en la nevera y estuvimos un rato de charla comentando nuestro primer escarceo sexual entre risas y bromas. Así estuvimos besándonos y toqueteándonos suavemente cuando Julia comenzó a masturbarme y mi polla volvió a ponerse dura como un hierro, se sentó a horcajadas sobre mi, se la metió y follamos en esa postura un buen rato, nos dimos la vuelta y continuamos la follada en la clásica postura del misionero. Me gustó mucho la manera en que abría sus piernas y las levantaba hacía el cielo mientras gemía como una perra al ritmo de las arremetidas. Cambiamos la postura, ahora al estilo perrito. Qué maravilla estar ahí metiendo agarrado a esas enormes caderas, disfrutando ese mete saca salvaje a través de las marmóreas nalgas de Julia. Emocionado y tremendamente excitado con el momento, se me fue un poco la olla y sin pensarlo ni medio segundo se me ocurrió arremeter contra el pequeño y fruncido agujero anal que aparecía ante mi vista cada vez que bajaba la mirada para ver las entradas y salidas de mi polla en el coño de mi amiga. Así fue, en una de las enculadas saqué todo mi pene de la vagina, apunté como pude al ojete y con bastante dificultad, pues el ano no estaba preparado, la fui metiendo poco a poco. Como Julia no me decía nada entendí que tenía vía libre para seguir con la penetración anal sin más problema que la falta de lubricación y dilatación del sufrido ano de Julia. ¡Para, para! ¡no sigas! ¡me duele!. Me sentí un gilipollas. A quien se le ocurre intentar una penetración anal sin los debidos preparativos.
Era el momento para un nuevo rato de descanso, otro cigarrito y más bromas sobre el frustrado episodio anal. "Me has dejado el culo como un bebedero de patos" dijo Julia con cierta socarronería. "Lo siento bonita, se me fue la olla".
Todavía nos quedaba la segunda hora de alquiler en el apartamento por lo que estábamos tranquilos y relajados, sin prisas. Fui al baño a hacer un pis y lavarme un poco la picha, estaba en ello cuando apareció Julia diciendo que tenía muchas ganas de cagar pidiendome que me fuera de allí, pero recordé el momento escatológico que habíamos tenido unos minutos antes y pregunté si me podía quedar a ver su cagada. Al principio no le gustó la idea pero supongo que lo que nos había pasado antes también la excito a ella con lo que accedió y me dispuse a presenciar el espectáculo. Se puso en cuclillas con los pies en el borde de la taza del váter. Yo me arrodille ante ella con mi cara a escasos centímetros de sus orificios para ver todo en primerísimo primer plano y mis manos listas para tocar todo lo que fuera menester. Lo primero que sucedió fue una estruendosa tormenta de pedos que perfumaron el baño de un olor verdaderamente nauseabundo. A continuación surgió un potente chorro de pis, acerqué una de mis manos y la mojé en el caldo caliente mientras jugaba con los labios vaginales. Por primera vez en mi vida iba a ver como una chica hacía caca y me sentía un espectador privilegiado. El ano de julia comenzó a dilatarse, expelió un par de pedos, apretó con fuerza, asomaban ya unos tres o cuatro centímetros de un zurullo marrón oscuro, unos chorritos de pis resbalaban por su coñito mojando las nalgas y el interior de sus muslos así como la zona del ano y el chorizo de caca que cada vez era más grande. Me quedé impresionado con la enorme dilatación que puede adquirir el esfinter anal y la curiosa forma que adoptaba durante el proceso de expulsión del bolo fecal. Cuando el chorizo alcanzó una longitud de unos veinte centímetros se desprendió y cayó a la taza. El ano de mi amiga recuperó su forma original de inmediato pero muy manchado con los grumos y patinazos provocados en la defecación, algunas gotas de orina mezcladas en los restos de caca caían ritmicamente resbalando entre los pelillos, una nueva sucesión de pedos atronó anunciando la llegada de otro mojón de caca.
Me preparé para recibir la nueva oleada de excremento asistiendo al alumbramiento como si fuera un médico en un parto. Cuando el chorizo asomó un poquito dispuse mis manos en bandeja para ir recibiendo el producto. A todo esto Julia había pasado de una actitud tímida y vergonzosa a disfrutar como una loca. Con mis manos preparadas bajo el ano dilatado para ir recibiendo el nuevo zurullo escuché un estallido y en segundo vi que se habían llenado de gran cantidad de caca. Esta vez en lugar de un cilindro duro y compacto eran unas cuantas bolas más bien duras acompañadas de una especie de salsa espesa y líquida que salpicó de manchas las nalgas y la entrepierna de julia, llenó mis manos y algunas gotas se posaron en mi pecho y en mi cara. El olor era demasiado fuerte y me dieron ganas de echar la pota en ese momento pero como pude me recompuse. Ahí estaba yo arrodillado manchado de caca, con mis manos sosteniendo la olorosa plasta caliente y Julia también embadurnada por todos sus bajos partiendose de la risa.
Entre las risas y las bromas empezamos a restregarnos la mierda de Julia por todo el cuerpo. Yo le pinté con su propia caca las tetas, el vientre y el culo. Ella recogía la mierda de su entrepierna y me la untaba donde podía. Rebozados en mierda nos besamos y tocamos nuestros cuerpos manchados, ella me retaba a que probara el sabor de su caca, yo me negué absolutamente, era la primera vez en mi vida que jugaba con los excrementos de una señora y ya tenía bastante con haber soportado el terrible olor y verme untado en su mierda. Con las manos manchadas empezamos a tocarnos los genitales, con la caca que ella tenía por todo su cuerpo me untó la polla que quedó preciosa toda erecta y cubierta como con una capa de chocolate, me pajeó durante un rato mientras yo trataba de estimular su coñito con mis dedos también enmierdados. Se agacho apoyandose en la bañera ofreciendo sus sucios agujeros para que se los penetrara a mi elección. Como os podéis imaginar opté por metersela en el culo. Esta vez mi pene entró con mucha facilidad gracias al lubricante generado entre la mierda ., el pis y sus fluidos vaginales. Mientras me follaba su culo masturbé su clítoris hasta que se corrió y yo hice lo propio.
Acabamos con una ducha para quitarnos toda la mierda y limpiamos las manchas del suelo. Cuando estábamos a punto de salir llamó a la puerta la encargada de los apartamentos, abrimos y nos despedimos de ella. Al alejarnos por el pasillo se escuchó el grito de la encargada: ¡qué mal huele aquí!.
Saludos; Guocher
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