Un putero gordo casado maduro me inicia
Era brutote como de campo pero vestía muy bien..
Don Luis y mi padre entablaron una amistad cuando se conocieron en un bar que los dos frecuentaban a menudo para beber y hablar.
Eran bebedores y también algo mujeriegos pero sin complicaciones. Recuerdo que en esa época mis padres discutían frecuentemente, y creo que era por otra mujer que mi padre tenía como amante. Aunque esto en realidad no importa, o tal vez si.
Don Ernesto le llamaban las mujeres que lo cortejaban, de manera muy erótica fumaba mi padre cigarrillo rubio sin filtro, y no utilizaba sino cerillas para encenderlos. Era un hombre masculino y fornido. Su pene era gordo más sin embargo algo pequeño, y unos huevos de escroto enjuto remataban sus genitales. A mi nunca me erotizo, aunque quizás me hubiera gustado tener a mi padre de amante en casa, pero no me excitaba como para ese descalabro.
Don Luis por el contrario me llamó mucho la atención . En principio parecía de pueblo, hablando y refraneando a la vez. Era brutote como de campo pero vestía muy bien. Clásico eso si, pero bien conjuntado y ropa de calidad. Y, normalmente, a los pantalones clásicos de color oscuro y a las camisas de rayas, cuadros o blancas, los adornaba con una rebeca de hombre azul marino con coderas marrones. La zona de los bíceps y antebrazos la rebeca se tensaba por su corpulencia (más bien kilos de más) y si se la abrochaba ocurría lo mismo en la zona de su barriga. Por eso no se la abrochaba nunca excepto cuando hacía bastante frío. Las camisas sólo las solía abotonar hasta por encima del ombligo, dejando al descubierto su erótico pecho del que se podía observar cómo asomaban sus tetas con sus anchos y rosados pezones y en el centro un Cristo de oro colgaba de su grueso y masculino cuello. Con los años me enteré que era su mujer la que se encargaba de comprar su ropa. Y a decir bien le vestía como un señor de los de siempre. Clásico pero no formal. Zapatos negros con tacón bajo y cordones y pantalones oscuros lisos sin pinzas.
Don Luis y mi padre entablaron una amistad cuando se conocieron en un bar que los dos frecuentaban a menudo para beber y hablar.
Eran bebedores y también algo mujeriegos pero sin complicaciones. Recuerdo que en esa época mis padres discutían frecuentemente, y creo que era por otra mujer que mi padre tenía como amante. Aunque esto en realidad no importa, o tal vez si.
Don Ernesto le llamaban las mujeres que lo cortejaban, de manera muy erótica fumaba mi padre cigarrillo rubio sin filtro, y no utilizaba sino cerillas para encenderlos. Era un hombre masculino y fornido. Su pene era gordo más sin embargo algo pequeño, y unos huevos de escroto enjuto remataban sus genitales. A mi nunca me erotizo, aunque quizás me hubiera gustado tener a mi padre de amante en casa, pero no me excitaba como para ese descalabro.
Don Luis por el contrario me llamó mucho la atención . En principio parecía de pueblo, hablando y refraneando a la vez. Era brutote como de campo pero vestía muy bien. Clásico eso si, pero bien conjuntado y ropa de calidad. Y, normalmente, a los pantalones clásicos de color oscuro y a las camisas de rayas, cuadros o blancas, los adornaba con una rebeca de hombre azul marino con coderas marrones. La zona de los bíceps y antebrazos la rebeca se tensaba por su corpulencia (más bien kilos de más) y si se la abrochaba ocurría lo mismo en la zona de su barriga. Por eso no se la abrochaba nunca excepto cuando hacía bastante frío. Las camisas sólo las solía abotonar hasta por encima del ombligo, dejando al descubierto su erótico pecho del que se podía observar cómo asomaban sus tetas con sus anchos y rosados pezones y en el centro un Cristo de oro colgaba de su grueso y masculino cuello. Con los años me enteré que era su mujer la que se encargaba de comprar su ropa. Y a decir bien le vestía como un señor de los de siempre. Clásico pero no formal. Zapatos negros con tacón bajo y cordones y pantalones oscuros lisos sin pinzas.
Mi padre me lo presentó y se acercó hacia mi y poniendo su voluminoso y fuerte brazo por encima de mi hombro me llevó caminando y achuchándome a la vez, hacia la mesa del salón y habiéndose sentado en una silla, me sentó en su enorme pierna zarandeándome y haciéndome el caballito. Era duro no fofo, gordo pero fuerte con barrigón y bulto marcando debajo. De repente no pude evitarlo y le di un beso entre los labios. Estaba recién afeitado pero sentí su piel curtida de hombre maduro. Note que su bulto se hinchaba y estiró esa zona de su pantalón. Yo tenía mi polla tiesa por primera vez y Advertí que lo notó mientras sonreía mirando.
Se levantó y me rodeó los hombros con el brazo otra vez mientras comentaba a mi padre algo de un alquiler o algo parecido. “Que me gusta Carlos eh!, muy buen chico” le alego a mi padre mientras salían por la puerta.
Me había topado con alguien que me inquietó mucho supongo, pero de repente empecé a pensar que me había gustado como me trató y tuve una potente experiencia con mi pene, para lo que mojé el calzoncillo en primera instancia y con cuidado y sin hacer ruido acudí al cuarto de baño a soltar el resto. En realidad era mi primera paja y mientras soltaba la leche recordé la escena del beso y todo lo demás y si, pensé que había sido lo mejor que me había sucedido y bueno, no sé…él tiene 46 creo, uno menos que mi padre y yo …bueno yo…pero me gustaría estar con el y hacer o casi…
Una tarde de invierno mis padres charlando en la cocina no se percataron de que estaba escuchando escondido tras la pared de la puerta. Hablaban de Don Luis y no lo dejaron en buen lugar. Mi madre le decía a Ernesto que era muy mujeriego y alcohólico. Por el contrario mi padre tiraba abajo esa premisa ya que según el Don Luis le aburrían las mujeres maduras y no estaba de buen ver para jóvenes y por eso bebía pero nada más, según sus palabras. En un momento dado mi madre terminó la charla y se encargó de ir a buscar a mi hermana pequeña al colegio.
Todos aquellos datos me eran superfluos pero no los dejaba correr por el abrevadero tampoco.
En realidad cogí algo de perspectiva sin dejarme atrapar por el deseo y la ansiedad funesta que asechaba mi cabeza..
Pasó tiempo, años y los tratos eran cada vez menos condescendientes y más firmes. Ya no se trataba del tío que juega físicamente con un sobrino
Sus y mis erecciones empezaron a necesitar aire y un día estando el sentado con las piernas abiertas y yo sentado en su gran pierna le desabroché el cinturón y nervioso saqué aquella maravilla de polla y unos huevos perfectos grandes y colgones rosados y casi imberbes. Me pareció enorme sus dimensiones. Él me atrajo y me abrazó hacia si mientras me besaba con cariño yo le empecé a tocar luna paja. Él me soltó y se bajó los pantalones hasta los tobillos y se acomodó en el sillón echándose hacia detrás mientras yo le besaba los huevos y él me metía su enorme polla en mi boca. No comprendí cómo fue posible que aquel pollote entrara de repente en mi boca. Me atraganté me dieron arcadas pero de pie aprendí a mamar..
Me estaba sexualizando en las tareas. Enseñándome cómo debía hacerlo. Capturaba su energía de hombre maduro de 54 años, casado y con dos hijos. Yo era …El era un hombre adulto y macho y me hacía entender cual sería mi futuro deseo sexual por un hombre. Dedicado a chupar aquel pollon rosado perfecto él llevo sus manos a mi cabeza y la hundía hasta que me entraba muy dentro de la garganta y con mis labios tocaba sus grandes pelotas. Siguió hundiendo mi cabezota hasta que un chorro de flujo espeso me atraganto. Se incorporó y me indicó que bebiera pero era tanta la cantidad que salió una gran parte escurriendo por mi boca. Fue mi primera lefada y pensé que siempre me la daría él en el futuro.
Un día que cumplía años fui a esperarlo a que acabara del trabajo. “Carlos, cómo tú aquí?” Me susurró en voz baja. “Hoy cumplo años” le espeté. Me dijo que teníamos que salir a celebrarlo. Salimos en su coche y me llevó lo más lejos posible a una bodega vinícola y empezó a beber y yo hacía que bebía.Después de escudriñar la situación estaba claro que quería emborracharme para que no se notara tanto lo que iba a suceder pero el que terminó beodo fue el.
Nos alejamos de la bodega en su jeep llegamos a una playa de piedras y arena negra. Bajamos del coche y nos acercamos a la orilla. Me abrazó fuertemente y me dijo “ojalá pudiera hablar con mis hijos cómo hablo contigo” y me besó en los labios seguido de otro abrazo. Volvimos al coche, buscó un descampado. Paró el coche en medio de la nada y me soltó: “Ven que te voy a enseñar a besar” y agarrándome por la nuca me acercó a su cabeza y me besó con lengua.
Me dio unas breves explicaciones y mientras nos besábamos le empecé a desabrochar la camisa hasta el ombligo acariciando sus tetas y barriga prominentes. Mi instinto fue tocarle el paquete y estaba duro. Mientras le tocaba nos besamos otra vez pero en los labios. Entonces se desabrochó el cinturón, bajo su bragueta y le pedí que no se quitara ni el pantalón ni los calzoncillos, que los dejara en los tobillos por si venía alguien.
Su camisa estaba totalmente desabrochaba pero no se quitó la rebeca. Yo me había quitado los vaqueros y conservaba el polo. Me puso a mamar y me advirtió que no lo hiciera con los dientes. No debí hacerlo muy bien porque me dijo que parara y que ya aprendería. Me sentó en su pierna y me dijo que le pajeara mientras nos besábamos. Y así fue. Fueron como unos 5 minutos, tranquilos enlazando nuestras lenguas y pajeando su dura polla. Y se corrió encima de su barriga. Yo ayudado por el momento de excitacion aproveché para correrme también encima de su vientre convexo ya que el asiento estaba reclinado. Cogí Kleenex que tenía en el salpicadero y le limpié.
Estuvimos quietos unos minutos y acto seguido me empezó a besar otra vez. “Sube que te voy a enseñar cómo se folla” Me subí encima de su barrigón y me metí el capullo. Le pedí suavidad y en cierta forma la tuvo pero el morbo de saber que me estaba estrenando le pudo, y cuando entraba por la mitad, la metió hasta el fondo. Me dolió mucho pero el dolor fue dejando paso al placer a medida que mi ano se adaptaba a aquella polla que tendría unos 17 cm de largo por 6 de grosor. Él me cogió por las piernas y empezó a acariciarlas como para intentar calmarme el dolor pero acto seguido empezó a follarme.
Yo empecé a cabalgarle mientras apoyaba mis pies en sus rodillas y mis manos en su barriga. Me la saqué y giré para su cabeza y me la volví a meter y cabalgándole se incorporó y me beso con lengua. Yo no podía más y me corrí. Él no, y siguió follándome 5 o 6 minutos. Me sentí como una puta y me gustó. De hecho cuando paró esperé un poco y quiso follarme otra vez. Eyacule de nuevo y él me preñó. Sentí el chorro caliente a presión dentro de mi culo e imagine que afortunada sería la mujer que estuviera con el de manera fija. Yo quería ser esa persona. Me llevé por un momento los dedos de la mano derecha para palpar mi ojete y se me pintaron de rojo de un poco de sangre, pero ya un gran hombre de 1.74 y unos 113 kilos fuertemente apretados me terminaba de follar como sólo un macho puede hacerlo y entendí en ese minuto y medio de resaca que me había hecho su putita. Me había sodomizado pero yo aún no lo sabía.
Tenía el cuerpo de color blanco-rosado y apenas vello. El pelo castaño oscuro no muy ondulado con canas en las sienes y de la cara le colgaba una papada que aunque el quisiera disimularlo revelaba su extraordinario sobrepeso y edad. Era masculino, mucho. Pero el envoltorio que puntuaba bien alto, era simple al lado de sus genitales rebosantes de sexualidad.
Mientras volvíamos me dijo que su matrimonio era de convivencia acordada, y no había sexo. Me planteo la posibilidad de alquilar un piso para estar yo como de uso y disfrute y para tener sexo con él. Eso me asustó. Mi padre podía enterarse y nos mataría por lo que desechó la idea. Una segunda opción que barajó fue la de ir a hoteles pero desistió rápidamente. Así que en principio era follar en el coche escondidos y a oscuras en sitios donde van los secretos amantes a lo mismo. A mi no me desagradaba. Así me había roto el virgo y había gozado. Por qué no seguir igual? Quedamos en eso.
me llevó caminando y achuchándome a la vez, hacia la mesa del salón y habiéndose sentado en una silla, me sentó en su enorme pierna zarandeándome y haciéndome el caballito. Era duro no fofo, gordo pero fuerte con barrigón y bulto marcando debajo. De repente no pude evitarlo y le di un beso entre los labios. Estaba recién afeitado pero sentí su piel curtida de hombre maduro. Note que su bulto se hinchaba y estiró esa zona de su pantalón. Yo tenía mi polla tiesa por primera vez y Advertí que lo notó mientras sonreía mirando.
Se levantó y me rodeó los hombros con el brazo otra vez mientras comentaba a mi padre algo de un alquiler o algo parecido. “Que me gusta Carlos eh!, muy buen chico” le alego a mi padre mientras salían por la puerta.
Me había topado con alguien que me inquietó mucho supongo, pero de repente empecé a pensar que me había gustado como me trató y tuve una potente experiencia con mi pene, para lo que mojé el calzoncillo en primera instancia y con cuidado y sin hacer ruido acudí al cuarto de baño a soltar el resto. En realidad era mi primera paja y mientras soltaba la leche recordé la escena del beso y todo lo demás y si, pensé que había sido lo mejor que me había sucedido y bueno, no sé…él tiene 46 creo, uno menos que mi padre y yo …bueno yo…pero me gustaría estar con el y hacer o casi…
Una tarde de invierno mis padres charlando en la cocina no se percataron de que estaba escuchando escondido tras la pared de la puerta. Hablaban de Don Luis y no lo dejaron en buen lugar. Mi madre le decía a Ernesto que era muy mujeriego y alcohólico. Por el contrario mi padre tiraba abajo esa premisa ya que según el Don Luis le aburrían las mujeres maduras y no estaba de buen ver para jóvenes y por eso bebía pero nada más, según sus palabras. En un momento dado mi madre terminó la charla y se encargó de ir a buscar a mi hermana pequeña al colegio.
Todos aquellos datos me eran superfluos pero no los dejaba correr por el abrevadero tampoco.
En realidad cogí algo de perspectiva sin dejarme atrapar por el deseo y la ansiedad funesta que asechaba mi cabeza..
Pasó tiempo, años y los tratos eran cada vez menos condescendientes y más firmes. Ya no se trataba del tío que juega físicamente con un sobrino
Sus y mis erecciones empezaron a necesitar aire y un día estando el sentado con las piernas abiertas y yo sentado en su gran pierna le desabroché el cinturón y nervioso saqué aquella maravilla de polla y unos huevos perfectos grandes y colgones rosados y casi imberbes. Me pareció enorme sus dimensiones. Él me atrajo y me abrazó hacia si mientras me besaba con cariño yo le empecé a tocar luna paja. Él me soltó y se bajó los pantalones hasta los tobillos y se acomodó en el sillón echándose hacia detrás mientras yo le besaba los huevos y él me metía su enorme polla en mi boca. No comprendí cómo fue posible que aquel pollote entrara de repente en mi boca. Me atraganté me dieron arcadas pero de pie aprendí a mamar..
Me estaba sexualizando en las tareas. Enseñándome cómo debía hacerlo. Capturaba su energía de hombre maduro de 54 años, casado y con dos hijos. Yo era …El era un hombre adulto y macho y me hacía entender cual sería mi futuro deseo sexual por un hombre. Dedicado a chupar aquel pollon rosado perfecto él llevo sus manos a mi cabeza y la hundía hasta que me entraba muy dentro de la garganta y con mis labios tocaba sus grandes pelotas. Siguió hundiendo mi cabezota hasta que un chorro de flujo espeso me atraganto. Se incorporó y me indicó que bebiera pero era tanta la cantidad que salió una gran parte escurriendo por mi boca. Fue mi primera lefada y pensé que siempre me la daría él en el futuro.
Un día que cumplía años fui a esperarlo a que acabara del trabajo. “Carlos, cómo tú aquí?” Me susurró en voz baja. “Hoy cumplo años” le espeté. Me dijo que teníamos que salir a celebrarlo. Salimos en su coche y me llevó lo más lejos posible a una bodega vinícola y empezó a beber y yo hacía que bebía.Después de escudriñar la situación estaba claro que quería emborracharme para que no se notara tanto lo que iba a suceder pero el que terminó beodo fue el.
Nos alejamos de la bodega en su jeep llegamos a una playa de piedras y arena negra. Bajamos del coche y nos acercamos a la orilla. Me abrazó fuertemente y me dijo “ojalá pudiera hablar con mis hijos cómo hablo contigo” y me besó en los labios seguido de otro abrazo. Volvimos al coche, buscó un descampado. Paró el coche en medio de la nada y me soltó: “Ven que te voy a enseñar a besar” y agarrándome por la nuca me acercó a su cabeza y me besó con lengua.
Me dio unas breves explicaciones y mientras nos besábamos le empecé a desabrochar la camisa hasta el ombligo acariciando sus tetas y barriga prominentes. Mi instinto fue tocarle el paquete y estaba duro. Mientras le tocaba nos besamos otra vez pero en los labios. Entonces se desabrochó el cinturón, bajo su bragueta y le pedí que no se quitara ni el pantalón ni los calzoncillos, que los dejara en los tobillos por si venía alguien.
Su camisa estaba totalmente desabrochaba pero no se quitó la rebeca. Yo me había quitado los vaqueros y conservaba el polo. Me puso a mamar y me advirtió que no lo hiciera con los dientes. No debí hacerlo muy bien porque me dijo que parara y que ya aprendería. Me sentó en su pierna y me dijo que le pajeara mientras nos besábamos. Y así fue. Fueron como unos 5 minutos, tranquilos enlazando nuestras lenguas y pajeando su dura polla. Y se corrió encima de su barriga. Yo ayudado por el momento de excitacion aproveché para correrme también encima de su vientre convexo ya que el asiento estaba reclinado. Cogí Kleenex que tenía en el salpicadero y le limpié.
Estuvimos quietos unos minutos y acto seguido me empezó a besar otra vez. “Sube que te voy a enseñar cómo se folla” Me subí encima de su barrigón y me metí el capullo. Le pedí suavidad y en cierta forma la tuvo pero el morbo de saber que me estaba estrenando le pudo, y cuando entraba por la mitad, la metió hasta el fondo. Me dolió mucho pero el dolor fue dejando paso al placer a medida que mi ano se adaptaba a aquella polla que tendría unos 17 cm de largo por 6 de grosor. Él me cogió por las piernas y empezó a acariciarlas como para intentar calmarme el dolor pero acto seguido empezó a follarme.
Yo empecé a cabalgarle mientras apoyaba mis pies en sus rodillas y mis manos en su barriga. Me la saqué y giré para su cabeza y me la volví a meter y cabalgándole se incorporó y me beso con lengua. Yo no podía más y me corrí. Él no, y siguió follándome 5 o 6 minutos. Me sentí como una puta y me gustó. De hecho cuando paró esperé un poco y quiso follarme otra vez. Eyacule de nuevo y él me preñó. Sentí el chorro caliente a presión dentro de mi culo e imagine que afortunada sería la mujer que estuviera con el de manera fija. Yo quería ser esa persona. Me llevé por un momento los dedos de la mano derecha para palpar mi ojete y se me pintaron de rojo de un poco de sangre, pero ya un gran hombre de 1.74 y unos 113 kilos fuertemente apretados me terminaba de follar como sólo un macho puede hacerlo y entendí en ese minuto y medio de resaca que me había hecho su putita. Me había sodomizado pero yo aún no lo sabía.
Tenía el cuerpo de color blanco-rosado y apenas vello. El pelo castaño oscuro no muy ondulado con canas en las sienes y de la cara le colgaba una papada que aunque el quisiera disimularlo revelaba su extraordinario sobrepeso y edad. Era masculino, mucho. Pero el envoltorio que puntuaba bien alto, era simple al lado de sus genitales rebosantes de sexualidad.
Mientras volvíamos me dijo que su matrimonio era de convivencia acordada, y no había sexo. Me planteo la posibilidad de alquilar un piso para estar yo como de uso y disfrute y para tener sexo con él. Eso me asustó. Mi padre podía enterarse y nos mataría por lo que desechó la idea. Una segunda opción que barajó fue la de ir a hoteles pero desistió rápidamente. Así que en principio era follar en el coche escondidos y a oscuras en sitios donde van los secretos amantes a lo mismo. A mi no me desagradaba. Así me había roto el virgo y había gozado. Por qué no seguir igual? Quedamos en eso.
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