1,2,3… ¿CUÁNTOS ME USARON DE NIÑO?
¿son prudentes las decisiones de un niño? No.
A pesar de no haber llegado a experimentar con Homar ese gustito que me hacía olvidar lo que cuesta adaptarse a una polla invasora decidí quedarme en el hinvernadero para volverle a ver, una vez que el monitor se hubo despedido de mí con su acostumbrada y altruista donación de vitaminas en forma de lefa. No creo que pensara lo que hacía, solamente dejaba que mi cuerpo actuara. Cuando el monitor terminó de deslecharse se metió la polla en el short, pasó su mano por mi cabeza y se marchó. Como de costumbre yo esperé un ratito para que nadie nos viera juntos, pero en vez de volver a la colonia me dirigí al interior del hinvernadero con la esperanza de volver a ver a Homar.
Nada más asomarme le vi, hizo señas para que me acercara donde él estaba y yo apresurado me puse en movimiento. Cuando llegué al rincón de los sacos de tierra vegetal le encontré con la polla fuera y me incliné para chupársela, pero el me detuvo, me bajó el short, me dio la vuelta mientras me decía:
-Como me calientas nene.
-AAAAH
-Shuuuu, no hagas ruido
-Me duele!, aarrrg
– Nene, me calentaste
-Aaarg, aah, aarg
-No hagas ruido o vas a calentar a mis compañeros y también te van a follar
Callé, comprendí que era mejor aguantarme.
-Así me gusta, calladito.
Unos minutos o quizás momentos más tarde me fue entrando el gustito que me hacía dar por bueno el dolor inicial. Para mí esa sensación nueva y placentera era maravillosa y hacía que me convirtiera en una muñeco en sus manos. Notaba con cada fricción un pequeño orgasmo que me enagenaba y me dejaba llevar.
El arrepentimiento inicial que sentí cuando noté el dolor que produce un hierro al entrar en tu cuerpo se transformó en satisfacción. Supongo que la follada y la leche del monitor allanaron el camino a Homar.
Se preguntarán como es posible que en los doce días que duró el campamento un niño de casi 8 años se acostumbrara a recibir polla de un joven monitor y de un trabajador. La respuesta es sencilla, sus pollas enormes para mí en realidad no lo eran tanto.
Descubrí las dimensiones de una buena polla más adelante con mi tío materno.
Resultó que el destino se las ingenió para que Homar y yo nos encontráramos en el pueblo. Él y un compañero se ofrecieron a montarme en su camioneta. Una casa en ruinas en las afueras del pueblo se convirtió en testigo de las folladas que me dieron Homar y su amigo durante ese verano. No entraré en detalles pero dejaré a su imaginación lo que allí sucedía. Solo puedo decir que me entrenaron requetebién. Aprendí a relajarme y a esperar con paciencia que mis folladores dieran por terminada la sesión. Primero me follaba uno con más o menos tranquilidad y después el otro. No era extraño que quisieran repetir. Supongo que como me follaban por turnos, cuando esperaban se volvían a calentar.
Durante ese verano me usaron bastante. ¿bastante? Me usaron muchísimo. Es verdad que iban al grano, pero sabían convencerme para que aguantara un poquito más cuando el gustito desaparecía y notaba la irritación de la fricción en mi culo.
Llegó el colegio y un trimestre de descanso relativo con Homar y su amigo. Llegó la navidad y mi tío materno entró en mi vida.
como sigue amigo