22 AÑOS CON UN DESCONOCIDO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Tenía yo 22 años, recién había destapado mi bisexualidad, me atraían también los hombres, sobre todo los maduros y no sabía por qué.
La primera vez
No recuerdo muchos detalles de aquella primera vez: Era un martes por la noche, eso si recuerdo, ya que era el día de su descanso; por alguna razón entré solo al cine, en los baños me encontré a Iván: De unos 38 años, delgado con algo de panza y lampiño, un típico joven maduro casado; con una hermosa verga parada, simulando que orinaba; me metí a un cubículo y me senté en el inodoro, él audazmente me siguió, sin decir palabra; se paró frente a mí y me metí aquella verga perfectamente recta y gruesa a la boca mientras el me acariciaba la nuca, así estuvimos un rato, hasta que me invitó a salir, caminamos juntos hasta llegar a un pequeño restaurant que estaba cerrado, entramos: Sillas y mesas por todas partes, llegamos hasta la cocina, donde nos desnudamos, yo estaba muy excitado, ambos lo estábamos; él se sentó y yo me hinqué a tragarme aquel fierro de nuevo; después de mamarle la verga un rato, me puso “de perrito”, me abrió las nalgas y me desvirgó con sus 18 cms. Después de unos pocos minutos de bombeo, me hizo venir sin haberme tocado la verga, al mismo tiempo que Iván me llenaba el culito de leche caliente. Recuerdo que aquella noche, a pesar de que fue mi primera vez, no recuerdo que me haya dolido como esperaba, o tal vez la misma excitación fue más poderosa?. No hubo besos ni caricias, fue una descarga sexual que ambos disfrutamos. Después de asearnos, él abrió un par de refrescos y brindamos por nuestro encuentro y quedamos que repetiríamos la hazaña; yo no me sentía muy seguro de lo que había hecho, ya que las crudas morales eran constantes después de esa clase de situaciones, pero le seguí el juego.
Ese fue el primer encuentro de muchos, muchos más; en aquella época nos veíamos en promedio una vez al mes, siempre en martes. Cogíamos en el restaurante, en los hoteles de paso, en algún paraje solitario, en su casa cuando su familia no estaba, en mi casa cuando mis padres no estaban; siempre nos las ingeniábamos para un encuentro, uno siempre diferente del otro, siempre en un lugar diferente. Los besos comenzaron a ser indispensables y cada vez mas apasionados, las caricias más audaces… cada vez se tornaban más cachondos nuestros encuentros. Un tiempo después, Iván me confesó que se estaba enamorando de mi y yo no le creí, cogía rico pero yo no estaba enamorado, e incluso él decía que iba a conseguir un departamento para nuestros encuentros, pero yo nunca accedí. A mi me gustaba su manera de hacer el sexo, sabía como tocarme y excitarme, pero afectivamente nunca comulgué con él, no me interesaba, e incluso llegó a incomodarme su manera de ser… pero seguía buscándolo cada vez que la hormona me ponía caliente.
Yo nunca he sido completamente pasivo, así que después de un par de años de vernos, los rechazos, por parte de él, al querer penetrarlo y mi negativa a que nuestros encuentros fueran mas frecuentes, eran motivo de muchas discusiones y distanciamientos. Después de un par de semanas solía dejarme en la puerta de mi casa mensajitos con “te amo”, y cosas así; a pesar que no tenían firma yo sabía que eran de él; llamaba por teléfono con “no me dejes, te amo” y colgaba. A veces me cansaba el acoso, pero de alguna manera me gustaba oírlo y cuando me sentía de lo más caliente, le buscaba. Ese era nuestro juego del gato y el ratón. Así pasamos varios años, hasta que nuestros encuentros se fueron haciendo más distantes, la situación comenzaba a cansarme, ya que después de cada encuentro me sentía insatisfecho. Mis encuentros con una tercera persona empezaron a ser mas frecuentes.
A los 28 años, mi matrimonio marcó un alto a estos encuentros, yo nunca le mencioné el asunto, pero dejamos de vernos, yo tenía el teléfono de su casa, él ya no tenía como localizarme; así fue siempre nuestra relación: con pocas palabras y mucho sexo. No teníamos nada en común más que el sexo, él decía seguir enamorado de mi y no perdía ocasión de decírmelo. Dejamos de vernos por más de 2 años.
El reencuentro
Una noche, rumbo a casa, después de una reunión con mis amigos, le vi por casualidad, estaba cerrando los últimos candados de un local, supe entonces que el restaurante había cambiado de lugar; eran casi las 3 de la madrugada, con algunos tragos encima me sentía excitado; me detuve con el auto y me reconoció, inmediatamente abrió de nuevo la puerta, entramos y nos abalanzamos como animales en celo, nos besamos como obsesos, me metía la lengua y me mordía el cuello mientras me apretaba las nalgas restregándome su tremenda erección que ya tenía, nos desnudamos con desesperación, se le veía más maduro, había embarnecido, su hermosa verga me apuntaba, la tomé con la mano y me la metí a la boca mientras él me acariciaba la nuca y las orejas, le chupaba el glande y le bajaba el prepucio, él soltaba un gemido, un ligero olor a genitales me excitó aun mas, lamí con cuidado sus huevos y me los metí a la boca, él estaba como loco. Me tomó de las axilas y me incorporó, desocupó una de las mesas y me hizo acostarme en ella, él de pie comenzó a besarme, metía su lengua, parecía querer meterse por mi boca, me lamía el cuello y me mordía las tetillas, beso a beso fue bajando hasta mi vientre, me levantó las piernas y enterró su cara entre mis nalgas, sentía la humedad en mi culo y su lengua jugar con mis vellos, metía su lengua hasta dejarme sin aliento mientras me masturbaba; cuando más caliente estaba, acomodó mis piernas en sus hombros, apuntó su verga y poco a poco fue metiendo sus 18 centímetros de carne caliente, sentía mi culo estirarse al máximo, del dolor pasé al placer, en cada arremetida soltaba alguna frase como: “Te gusta mi amor?” o “qué rico culo tienes mi amor”, yo no le contestaba, sólo gemía mientras que mi verga estaba a punto de explotar; después de unos minutos, me corrí sobre mi estómago, en cada espasmo apretaba el esfínter, eso provocó que acelerara sus arremetidas casi con violencia, hasta que sentí palpitar su verga en mis entrañas, en cada espasmo soltaba un chorro de leche caliente mientras yo hacía lo mismo en mi estómago. Exhausto se tumbó sobre mí y me besó: -Nunca te he olvidado, cabrón, sigo enamorado de ti- Aquello me incomodó pero me limité a responderle el beso.
Así reiniciamos nuestros encuentros, nos veíamos una vez al mes en el restaurante; entre sillas, mesas, ollas y platos nos descargábamos sexualmente; él insistía en que fueran más frecuentes los encuentros… pero nunca accedí, el pretexto era el mismo: no quería ser siempre pasivo y por su parte él no accedía a mis exigencias.
Una noche me habló a la casa, quería que nos viéramos, me tenía una sorpresa; llegué puntual y como siempre empujé la puerta y entré al restaurante en penumbras. En seguida se oyó su voz: -Encuérate y ven para la cocina- Mientras me desnudaba escuché los gemidos de una persona, intrigado fui a la cocina y me encontré la escena: Iván de espaldas y frente a él, acostado en una mesa, con las piernas alzadas, un joven de unos 20 o 22 años que gemía a cada embestida de Iván. Aquello era de infarto, le miré y nos besamos muy apasionadamente mientras aquel chaval me tomaba de la verga y me masturbaba, yo lentamente bajé mi mano hasta tocar las nalgas de Iván para sentir el vaivén de aquellas metidas, le acariciaba la espalda, pasaba mi mano entre las piernas de aquel chaval, sintiendo la humedad de la verga de Iván entrar en aquel joven culo y le acariciaba los huevos. Momentos después Iván se separó, con una mirada supe que me invitaba a ese manjar; volteé aquel chaval hasta quedar boca abajo sobre la mesa y le ensarté la verga a su dilatado culo mientras el chaval masturbaba a Iván, quien a su vez no paraba de besarme y explorar mi boca con su lengua, me apretaba las tetillas, me acariciaba el vientre y abría las nalgas del chaval asegurándose que no quedara ni un centímetro de mi verga afuera de aquel culo. En un momento Iván se separó de nosotros, se limitaba a vernos coger mientras se masturbaba en una silla; aquello me excitó mucho y poniendo de “perrito” al chaval, le ensarté con más enjundia la verga, así estuvimos unos minutos, luego Iván se acomodó detrás de mi, lubricó mi ano con saliva y me dejó correr su verga, después de cada embestida que yo le daba al chaval me ensartaba automáticamente en aquella verga que ya conocía; aquello fue demasiado, en unas cuantas ensartadas eyaculé en la espalda del chaval, mientras Iván hacía lo mismo en mis nalgas. Toda la pequeña cocina olía a sexo. Aquella noche me sentí como un niño que hubiera abusado de los dulces. Ese fue nuestro primer trío. A partir de aquella noche la situación se empezó a tornar más cachonda, habíamos abierto una puerta, habíamos avanzado un paso más en el sexo. Aquella llegó a ser una manera de dejarme satisfecho y lo hacíamos no con mucha frecuencia; generalmente después de aquellas pequeñas orgías, ya sea esa misma noche o a la noche siguiente teníamos otro encuentro solos Iván y yo.
Después de un tiempo, esas situaciones fueron disminuyendo hasta retornar de nuevo, solos Iván y yo, a nuestros encuentros de cada mes.
Mi divorcio, después de 10 años de matrimonio, fue un evento poco trascendental ya que todo se hizo de común acuerdo. Yo me fui a vivir solo y nuestros encuentros empezaron a ser un poco más frecuentes, fue solo así que Iván supo que estuve casado. Aquella situación, al parecer le afectó mucho ya que no supe nada de él durante un par de meses.
Poco tiempo después retomamos nuestros encuentros, él solía llamar diciendo “necesito verte” o “cuando nos vemos mi amor?” y cosas así, yo nunca he sido partidario de ese tipo de lenguaje con otra persona que no fuera mi esposa, así que no era raro que lo rechazara por tanto empalago.
La última vez
Han pasado aproximadamente 22 años que le conocí, ahora tengo 44, él ya pisa los 60, se le ve bien todavía, aunque algo cansado, pero sigue igual de cachondo como siempre.
Esa mañana de sábado me habló muy temprano, ya hacia más de 3 semanas de nuestro ultimo encuentro, así que le pedí que viniera, me sentía muy excitado. Llegó, entramos a la recámara y nos desnudamos casi en silencio; ya en la cama me besó muy apasionadamente, metiendo su lengua y explorando mi boca mientras me acariciaba las nalgas y jugaba con mi culo, yo le tomaba la verga, que aún se conservaba perfectamente recta y dura; y jugaba con sus huevos, conocía aquella verga y aquel cuerpo a la perfección, le acariciaba las nalgas mientras le besaba las tetillas y el cuello, él mordisqueaba mis orejas y metía su lengua en ella. Me puse en posición 69 y me metí aquella verga de 18 centímetros que estaba caliente y dura mientras él me lamía los huevos y jugaba con mis vellos, me abría las nalgas y pasaba su lengua alrededor de mi ano, cuando ya lo había lubricado me metió la lengua y me hizo estremecer, sabía bien como hacerme sentir y excitarme. Yo engullía aquel fierro, le bajaba todo el prepucio y lo hacía gemir, lamía sus huevos y me los metía a la boca, recorría el tronco con la lengua y lo llenaba de saliva. Del buró de la cama saqué un condón y se lo coloqué, tenía yo el culo húmedo así que no necesité lubricante y estando él boca arriba, me monté sobre aquella verga, poco a poco fue entrando, después de un momento de dolor, el placer me hizo mover el trasero para acomodarme aquella mole que tenía adentro; nos besamos mientras él me abría las nalgas para empujar mas su verga, comenzó con un pequeño mete y saca mientras me masturbaba. –Te gusta mi amor?- decía, yo no le contestaba. Después me puso en la orilla de la cama como “perrito” y me ensartó de nuevo, esta vez con más violencia. –Te gusta mi amor?… te gusta?- decía en cada embestida, yo sentía que iba a explotar. –Si!….me gusta… me gusta mucho cabrón.- logré decir; en ese momento se encorvó sobre mi espalda y masturbándome con mas fuerza me hizo eyacular mientras él lo hacía en mis adentros. Exhaustos nos metimos al baño para asearnos en silencio, yo terminé primero y me acosté en la cama, momentos después él se acostó junto a mi, me besó el hombro y me dijo: -Sabes, aunque te encabrone escucharlo y no lo creas, sigo enamorado de ti, desde hace veintitantos años, te amo, creo desde aquella primera vez que nos conocimos- Le miré y una lágrima le comenzaba a salir. No me sorprendió escuchar todo eso sino la manera tan especial que lo dijo, me conmovió y me sorprendí a mi mismo dándole un beso en la frente. Esa mañana se despidió como siempre con un beso.
Los días siguientes estuve haciendo un recuento de todos estos años con él y reconocí que nunca lo había tratado bien, ni como amigo, ni como amante, seguíamos siendo un par de desconocidos; yo apenas vi un par de veces a su esposa y no conocía a sus dos hijas, es más, no conocía ni su apellido!!… él por su parte nunca conoció a mi familia, procuré siempre mantenerlo aislado de mi vida personal. Sin embargo, en el sexo nos conocíamos a la perfección, juntos profundizamos nuestra bisexualidad y abrimos muchas puertas del morbo, cumplimos muchas fantasías, sabia como excitarme y yo sabía como tocarlo. Muchas veces intenté dejarlo y traté de acomodarme de manera pasiva con otras personas, pero nunca lo logré, siempre, como pasivo, buscaba algo de Iván en esas personas. He decir que mi lado activo nunca lo realicé con él y que paralelamente a esta relación mantuve durante 12 años otra relación con una persona pasiva, pero esa es otra historia.
Con todas esas reflexiones, pasaron los días; después de 3 semanas comenzó a extrañarme el hecho que no llamara ni supiera nada de él y comenzó a preocuparme; pasé al restaurante pero extrañamente sólo estaba su esposa. Fue cuando decidí a llamar a su casa (Cosa que muy rara vez hacía), me contestó una joven que, después de identificarme como un supuesto “proveedor” y preguntar por Iván, me contestó, entre sollozos que su padre había muerto 15 días atrás.
A Iván.
Que puedo decirte amigo…la mayoría en este mundo nonse da cuenta lo que tiene hasta que lo pierde. Tu nunca lo conociste pero sus familiares tampoco nunca lonconocieron realmente. Siento pena por todos aquellos que viven en el futuro y el pasado y no ven su presente.