40 y 20. Primera vez para ambos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi nombre es Carlos y esta es la historia de mi primera vez con un hombre (y vaya que hombre), entre dos amigos con edades distintas, pero con el mismo objetivo. No soy experto en escribir historias, y menos si se tratan de algo tan íntimo y reservado como lo es lo que a continuación van a leer. Relato 100% real sin exagerar situaciones ni alabamiento narcisista. Tal como sucedió, si me permiten así lo contaré.
Soy un profesionista mexicano de 40 años que siempre ha sido, o fui heterosexual. Mis preferencias siempre eran encausadas a las mujeres. En mi adolescencia tuve claro mis inquietudes hacia ellas; novias, amiga-novias, amantes, amigas con derechos, y todo lo que se puedan imaginar. Llegué a tener compañeros escolares y laborales gays y bisexuales, pero como mi mente estaba clara en mis objetivos, jamás les puse atención y respetaba sus decisiones, a final de cuentas era su cuerpo y ellos podían hacer lo que se les antojara; respeto total.
Llegó el momento de casarme y lo hice. Mi trabajo siempre fue de oficina lo cual me permitía llevar una vida estable, salidas sociales a restaurantes, bares, fiestas con los amigos, con la familia, con los compañeros de trabajo; una vida perfecta que todo profesionista desea. Como siempre he sido responsable en mi trabajo, en la empresa decidieron proponerme un puesto de mayor jerarquía, mismo que implicaba viajar fuera de la ciudad para cumplir con los objetivos, a lo que yo no me negué; fue así como empecé a recorrer parte de mi país. Los viajes en aviones fueron parte de mi nueva vida laboral, pero el precio de la soledad en los hoteles era algo que me costaba trabajo asimilar. Después de las reuniones con los clientes, era triste llegar a un cuarto con comodidades y lujos, pero sin nadie con quien platicar ni mucho menos con quien desahogar las necesidades sexuales. Confieso que algunos acuerdos comerciales con mis clientes, los tratábamos en un table-dance, con un vaso de vino en la mano y unos forrazos de ficheras (féminas de la vida galante) en la otra, pleno de besos pagados en complicidad con ellas, al tiempo que veía decenas de mujeres desnudas adiestradas en el tubo.
Una vez que llegaba a mi habitación en los hoteles y para no tener malos pensamientos, lo que hice fue usar mucho la computadora, navegar por páginas de todo tipo: noticias, política, sociales, farándula. En una de esas tantas veces que estaba aburrido, me puse a ver videos sexuales, que me estimulaban la hormona y terminaba masturbándome viendo semejantes pechos de mujeres espectaculares. Por andar de ocioso llegué a ver videos de hombres lo cual no me llamaba la atención, pero la curiosidad es grande provocando que mi mente divagara. Todo era nuevo, felaciones, gemidos entre varones, esperma en abundancia, diferentes maneras de copular, intensos orgasmos; llegué a pensar que todo era actuación, pero al mismo tiempo me parecían muy reales, sin ser fingidos.
Total que para no hacer el cuento largo terminé por imaginarme ser parte de una fantasía, donde me hicieran un oral, sólo eso, sin sexo, porque penetrar hombres no estaba dentro de mis expectativas; pero para poder conseguir con quien realizarla era mi mayor problema, ya que no tenía experiencia en esos temas y lo único que se me ocurrió fue poner un aviso en un portal de anuncios clasificados, con un correo nuevo, sin la posibilidad de ser detectado por mis amigos, ya que me llenaba de vergüenza ser descubierto. El anuncio decía más o menos así: “Hombre profesionista busca quien le haga un oral. Sólo personas primerizas sin experiencia entre varones”. Para mi sorpresa el anuncio tuvo éxito, llegando a tener cantidades de correos, entre los que había en su mayoría hombres que deseaban sexo total, mismos que fueron descartados sin enviarles una respuesta. Sólo respondí los pocos que me resultaron tentadores de acuerdo a mi intuición. Correos vinieron y correos fueron a los remitentes, descripciones y ofertas sexuales llovieron, pero nadie me resultaba interesante. Cuando mi anuncio iba a expirar, y las opciones se habían agotado, los correos dejaron de llegar, ya que como todos sabrán las publicaciones tienen vigencia por pocos días. En eso que me llega un correo escrito en una forma simple y amena, logrando poner una atención especial en él.
Empezó la comunicación vía correo, una especie de amistad-complicidad con mi interlocutor. Los correos no siempre hablaban de sexo, sino que poco a poco nos ganamos la confianza uno de otro; fue así como me di cuenta que quien me respondía era un chavito de 19 años, estudiante y empleado de gobierno al mismo tiempo, con mentalidad de ganador; nos contábamos asuntos de trabajo, de la escuela, de la ciudad, del clima, de política, etc. Tenía una facilidad de palabra y amplios conocimientos mayores que cualquier chico de su edad, al menos esa impresión me daba, logrando que siempre esperara sus correos en mi buzón con una grata ansiedad. Pasaron los días y la confianza aumentó, por lo que el siguiente paso fue intercambiar los números del teléfono celular; no tenía problema en ese tenor, ya que mi esposa jamás revisaba mi móvil, y las llamadas recibidas eran de la familia o del trabajo, cosa que se volvía rutina y no le daba importancia. Total que fue así como nos comunicábamos por mensajes; ahí supe que éramos de la misma ciudad pero de colonias distantes, y que se llamaba Rigoberto, que tenía novia (hermosísima por cierto, ya que la conocí después por medio del Facebook) y que el físico de él era como el de cualquier chavo normal (según su propia apreciación ), delgado, simple, sin nada en particular fuera de lo espectacular; lo imaginaba un chavito con un físico demasiado simple, así me lo dio a entender. La edad para nosotros no fue un problema, de hecho él no deseaba relacionarse íntimamente con gente de su edad, prefería gente mayor. Yo de mi parte le dije cómo era, 1.73 de altura, moreno claro, con peso medio, sin panza prominente, ya que me gustaba hacer un poco de ejercicio por las mañanas.
A veces los mensajes eran subidos de tono por parte de él, cuando me confesaba que no tenía experiencia con hombres, pero sus deseos eran enormes de tocar un cuerpo varonil, saber qué se siente tener un pene ajeno en sus manos, masturbarlo, pero sin llegar a penetraciones ni besos en la boca, algo ligero sin exageraciones. También me confesaba que se masturbaba mínimo tres veces al día, pensando en el día en que nos llegáramos a conocer personalmente y que si algún día se decidía a hacer algo sexual con un hombre sería conmigo, porque según él éramos almas gemelas. Dos o tres veces nos llegamos a hacer llamadas para reconocer nuestras voces y saludarnos; él tiene una voz varonil, juvenil y bastante agradable, habla sin ser pretensioso ni exagerado, muy seguro de si mismo. Pequeñas bromas un tanto ingenuas, un tanto picantes acompañaron esas llamadas.
Hasta aquí, reconozco que el relato no está lleno de detalles, y lo hago notar porque nuestra comunicación así era de simple, no abundábamos en muchas cosas ya que ni él ni yo teníamos experiencia ni conocíamos el mundo homo.
Un domingo, en que pensé que sería como todos los domingos de futbol con los amigos, o de paseo con la familia, me llegó un mensaje de Rodrigo muy temprano a eso de las 4 de la madrugada; me decía que estaba medio borracho en compañía de sus amigos, y que estaba a punto de irse a su casa a dormir, pero que me quería ver a eso de las 10 de la mañana, y que ya lo había decidido; que había estado pensando en mí, sobre todo el sábado y su cuerpo ya no aguantaba tanto deseo reprimido. Le contesté que sería mejor que me mandara mensaje de nuevo a las 9.30 para confirmar, ya que su borrachera se le pasaría pronto y la realidad llegaría, y que para ese entonces su mente estaría más clara. Ya no me respondió por lo que supuse que todo fue a causa del efecto del alcohol.
Me desperté a las 7:00 como todos los domingos y me fui a correr a un parque cercano, rutina que hago los fines de semana. Llegué bañado en sudor y me bañé tranquilamente para después desayunar; el mensaje de la madrugada lo olvidé. A eso de las 9:30, cuando estaba a punto de ponerme a limpiar el carro, que me llega un mensaje: “¿Listo? Ya se me pasó la borrachera y sigo en lo mismo. Te espero a las 10 en…”. Me quedé pasmado pensando si era broma o lo decía en serio. Le contesté: “¿Estás solo? ¿Te puedo marcar?”. Me contestó: “Si”. Y que le marco; me respondió todavía modorro por la resaca de su embriaguez.
Yo: ¡Quibole Rodri! Buenos días ¿Qué tal la peda de anoche? Jejeje.
R: Aagghh, ni me lo menciones Charly. Pinche peda estuvo buenísima jajaja pero ya se me pasó. Me acabo de levantar porque me acordé que tenía un pendiente contigo.
Yo: Será mejor que te duermas otro rato. El pendiente lo dejamos para después (la realidad es que me estaba poniendo nervioso, no creía que lo hablara en serio). Jálatela si es necesario, pero quédate tranquilo. No pasa anda.
R: Si we, me la voy a jalar, pero quiero que estés presente. Ya me animé. ¿Qué onda, nos vemos?
Yo: Pero… (trataba de ocultar mi asombro por la forma tan directa que lo proponía) … qué haríamos? (risas nerviosas). Uff no se qué decirte jajajaja.
R: Mira we… si no lo hago esta vez, no será jamás con nadie. No me digas nada que me voy a arrepentir, así es que te espero en el lugar que te mencioné. Cuando llegues ahí me mandas mensaje y voy rápido. Te veo, bye.- colgó.
Me quedé pasmado, no sabía cómo actuar. Me hacía la pregunta si ir a la cita o no. Total, me animé. Avisé en mi casa que iría a llevar unos papeles a un abogado y que regresaría más tarde. Tomé el carro y me enfilé al lugar señalado.
Cuando iba manejando, deseaba que se hubiera arrepentido y me mandara mensaje diciendo que siempre no. Me pasaban muchas cosas por la cabeza. Sentía remordimientos tremendos. Iba con el pensamiento a todo lo que da y en eso que me llega un mensaje de él. Uff dije: “Mi salvación, ya se arrepintió”. Casi casi estaba a punto de darme vuelta de regreso a mi casa, cuando leo el mensaje: “No te la vas a acabar, estoy bien hot jejeje”. Queé, o sea, el chamaco sí que estaba caliente; razón de más para no ir, estaba preso de miedo. Pero como el morbo podía más continué mi camino.
Llegué al lugar indicado, una zona residencial con poca o nula circulación de autos y personas, todo en calma, mucha limpieza y tranquilidad por las calles. Únicamente el canto de los pajarillos en los árboles se escuchaba. Ahí me di cuenta que él es de familia acomodada. Me estacioné afuera de una universidad, punto de nuestra reunión. Tomé mi celular con recelo, pero aún así me anime a mandarle mensaje: “Ya estoy aquí, afuera de la Uni, carro Jetta rojo”. Las citas a ciegas no es lo mío, pero no tenía otra opción. Puse música para mitigar mis nervios, algo de pop. Me preguntaba a mí mismo cómo era físicamente, ya que las pocas referencias que me dio fue que era simple y sin nada en particular, por lo que me lo imaginé morenito, bajito, no agraciado de cara, probablemente gordito con cara de buena gente. No pasaba gente, todo estaba en total soledad por la calle, si acaso una señora a lo lejos paseando un perro. Yo seguía dentro de mi auto.
Pasaron dos minutos desde que llegué, los cuales se me hicieron eternos, cuando en eso tocan la ventana del auto. ¡Oh cielos! Casi se me sale el corazón de la impresión. Afuera de mi carro estaba un dios griego o no se cómo calificarlo. 1.84 mt de estatura, blanco, con piel bronceada, lentes oscuros Paco Rabanne, cara rosada perfectamente varonil, con una camisa deportiva de las que se pegan al cuerpo, un short largo hasta las rodillas que parecía de marca cara, pelo entre rubio y café claro, recién bañado y con perfume Black de Armani (la identifico porque algún tiempo la usé), y con una sonrisa franca enmarcada de dientes perfectamente parejos y totalmente blancos.
Salí de mi asombro cuando me dijo: “Charly, soy Rodrigo, ábreme”. Con mis manos temblorosas le abrí la puerta y se metió. En cuanto se sentó se quitó los lentes dejando al descubierto unos hermosos ojos color miel enmarcados con unas cejas que parecían peinadas por un gran maquillista, lo cual después me di cuenta que eran totalmente naturales y unas pestañas largas y chinas. La palabra galán es poca para describirlo. Me sonrió y me saludó efusivamente.
R: ¿Qué pasa? ¿No me quieres saludar?
Yo: (Todo absorto sin poder salir de mi asombro) Si… perdón… es que… es que nunca pensé que fueras así.
R: ¿Cómo así? Vamos, no tengo nada de extraordinario, soy tan común como cualquier otro wey.
Yo: (Tratando de relajarme) Pues… no eres como te imaginaba. Perdón que me escuche puto, pero eres un cuerazo; demasiado galán para ser cierto; pareces modelo de revista europea.
R: Jajajaja no seas cabrón. Ni tú eres lo que yo suponía, así es que estamos parejos.
Yo: ¿Y cómo me imaginabas? (ya relajado).
R: Naaa, pues viejo, panzón, canoso, ya sabes jajajaja, pero mira nomás, creo que eres un mentiroso porque no creo que tengas la edad que dices tener. Estas súper joven (lo decía con aquella facilidad, que hasta me la creí jejeje).
Yo. Gracias por cumplido ¿Qué te tomas? jejeje.
R: Bueno, me tomo el atrevimiento de decirte que nos marchemos de aquí, porque hay mucha seguridad y no quiero que nos vean estacionados. Vamos, dale rumbo al supermercado que está a cuatro cuadras, cerca de ahí hay un lugar para pasarla bien. Oye está buena tu música, deja y le subo volumen- parecía que tenía el control de la situación.
Encendí el coche y nos fuimos hacia el lugar indicado. El nerviosismo ya lo controlaba. Cabe decir que yo siempre he sido seguro de mí mismo y pocas o casi nada me pone nervioso, porque mi preparación académica y seguridad interna me permiten tomar decisiones rápidas y certeras, sin titubear, pero como todo lo que me estaba pasando en ese momento era nuevo, se me escapaba de las manos, cosa que me ponía incómodo. Al verlo a él relajado y cantando la canción que sonaba en el estéreo, me dio confianza y me relajé en el trayecto. Me dijo en pocas palabras su nombre completo, donde estudiaba y el lugar donde trabajaba, cuantos hermanos tenía, en fin, un resumen breve pero conciso; yo de mi parte también le dije mis datos, pero sin precisar en detalles, por aquello de que no lo conocía bien.
Por fortuna rápido llegamos al lugar que había escogido: un motel. Antes de entrar, me dijo: “Para el auto”. Hice lo que me indico, con la esperanza de que se arrepintiera y no entráramos, o en simplemente que le diera tiempo para agacharse y no ser visto por los que atienden el lugar. Me tomó del hombro y me dijo:
R: Charly he sido franco y sincero contigo desde que nos conocimos vía internet, Yo nunca he tenido nada que ver con hombres, ni orales, ni sexo, ni nada, lo mío son las viejas buenotas. No te he mentido en nada, así es que te pido que seas sincero y me digas la verdad, al chile como decimos aquí en México: ¿has estado con otro hombre? ¿Se la has mamado a alguien o has tenido sexo sin protección o algo que arriesgue la salud, tanto tuya como la mía? Digo, por lo que pueda pasar ahí adentro.
Yo: (Lo miro fijamente a los ojos) ¿Crees que estaría arriesgando mi vida y mi salud por una simple calentura, sin conocerte? No Rodrigo, jamás he jugado con mi salud, ya que tengo familia y si yo cometo una pendejada repercute a los que amo. No he estado jamás con ningún tipo, serías el primero, pero si consideras que hay riesgo, mejor nos regresamos y tan amigos como siempre. Va. Además ¿por qué conoces este lugar? (puse la reversa del auto con la intención de irme).
R. No, espera, entra por favor. Te creo (me sobó la pierna rozando mi bulto con disimulo). Y si te traje aquí es porque cada semana vengo a coger con mi novia. Entra ya, antes de que me arrepienta, que no quiero perder más tiempo. Quiero saber qué se siente tener una verga en la boca jajaja.
“Wow, este cabrón me la quiere mamar. No que sólo quería que nos la jalaramos” – pensé.
Me relajé y entramos. Nos asignaron una habitación de esas que la cochera queda abajo del cuarto, y se sube por una escondida escalera a discreción. Nos bajamos del auto, y él empezó a subir la escalera, yo detrás. Llevaba unas sandalias café tipo horcapollo de piel. Al verlo subir me di cuenta que sus piernas eran peludísimas (ya que llevaba puesto un short largo), al igual que sus brazos y un súper culazo rico y durito que se carga, poniéndome a cien con una erección, cosa rara en mí porque los tipos de cualquier índole ya sea lampiños, velludos o como fueran jamás me excitaban, pero esta vez no era así, tal vez producto de la adrenalina. La camisa deportiva pegada al cuerpo dejaba ver un cuerpo marcado por el ejercicio, pero no era musculoso, sólo marcado. Una estrecha cintura de avispa espectacular; su espalda en V con hombros anchos; alto y derechito, con caminar seguro. Mi pene reaccionó al momento.
Entramos a la habitación recibiéndonos un intenso aroma a incienso, característica principal de esos lugares. No me dio tiempo de respirar cuando se me avalanzó directo a abrazarme, quedando él de espaldas en la puerta cerrada por dentro, abrazando por mi cuerpo, en forma desesperada. Me tomó de la cabeza y que me planta un besó. Eso me sacó de onda; no sabía cómo actuar ante tal provocación. Pues ni tiempo hubo de pensar más cosas, cuando me empezó a besar en forma desenfrenada, abriendo mis labios con su lengua húmeda y exquisita que no pude resistir. Sus manos parecían tentáculos de pulpo porque los ponía por todas partes; me sobaba la espalda con pasión, me agarraba las nalgas con manos firmes, me sobaba el pene por encima del pantalón, me tocaba la cabeza y metía sus dedos entre mi pelo. Lo que hice ante tal pasión fue responder de la misma forma. De momentos despegaba levemente sus labios, pero con los rostros pegados para decirme susurrando: “Cabrón, estás bien buenote, mejor de lo que yo pensaba”; y me volvía a besar en forma animalezca, otros largos momentos; sus besos me sabían raros con un ligerísimo sabor a tabaco, ya que fumaba; volvía a separarse para decirme en voz bajita, casi ineludible: “Me excitas cabrón, me calientas como nunca me imaginé”. Dos machos en celo besándose desenfrenadamente. En eso estábamos cuando tocan la puerta. Nos quedamos paralizados, sin hacer nada. Se escuchó una voz de afuera: “Son 450 pesos”. Rápidamente Rodrigo sacó la billetera de su short y tomó 500 pesos y los puso en la cajita giratoria que tienen esos lugares para hacer los cobros o para pasar alimentos a los huéspedes cogelones, pero sin despegar sus labios de los míos jajaja. Yo tratando de ser amable, le susurré: “Yo pago, espera”, tratando de zafarme de él, pero me dijo sin apartar su boca: “Para la próxima pagas tú”, y continuó besándome y tocándome las nalgas. Después se escuchó un ligero ruido en la caja giratoria acompañado de nuevo por la voz: “Aquí le dejo su cambio, que tengan buena estancia”. Parece que Rodrigo lo último no lo escuchó porque me tomó de la cintura y empezó a caminar hacia la cama, dando pasos juntos los dos, yo hacia atrás y el dirigiéndome sin apartarse de mí. Llegamos a la cama y me aventó junto con él, quedando encima de mí; beso tras beso continuamos en esa postura. En eso que lo cambio de posición, él abajo y yo arriba, y le dije mientras me empecé a quitar mi playera, ya que la calentura me estaba ganando y sentía que me quemaba: “Con que quieres jugar heee, ahora vas a saber lo que es besar de verdad” –le dije.
Aventé la playera hacia un buró y me le fui directo a besarlo; ahora era yo el que tomó el control de la situación. Lo empecé a besar lentamente, sin presionar los labios, solo rozándolos ligeramente, le pasé la lengua a manera de caricia, después poco a poco introduje la lengua hasta llegar a su paladar y con la punta tocaba la zona hueca haciéndole círculos en esa zona. Él se quedó quieto totalmente dominado con los ojos cerrados recibiendo mis caricias sin hacer nada; luego pegué mis labios y poco a poco fui subiendo la presión en sus labios para llevar mi lengua hasta su garganta y empezar salvajemente a pasarla desde la garganta hasta los dientes, sin dejar de lamer sus encías de los dientes por dentro y por fuera. Noté que jamás lo habían besado así porque reaccionó como toro de lidia, se estremecía placenteramente poniendo su piel chinita ya que se sentía en sus brazos que los pelos se le paraban. Respondía a mis besos con leves gemidos pidiendo más y más placer. Así estuvimos largos minutos, no sé cuantos. Mis dedos rozaban su piel bajo su playera logrando descubrir que su vientre estaba lleno de pelos por doquier al igual que su pecho y las tetillas. Uff sólo de acordarme ya tengo una erección al estar escribiendo. No desaproveché el momento y le empecé a quitar la camisa poco a poco sin dejar de darle lecciones amatorias en su rostro, boca, orejas.
Al quitarle totalmente su playera, ¡oh cielos! Era el cuerpo más bello que había conocido, era un torso totalmente ejercitado pero sin mucho músculos prominente, con abdominales marcadas, pectorales amplios y velludos; hombros firmes y fuertes. Su vello en la parte del ombligo hacia arriba parecía unas alas de ángel con crecimiento hacia adentro, haciendo un cuadro espectacular con sus cuadros de los abdominales, sin nada de panza. La cintura estrecha hacia juego con las líneas que van hacia la ingle, provocando morbo total a mí, que sin pensarlo dos veces le empecé a bajar el short casual que traía. El me ayudó con su mano a quitárselo dejando al descubierto un boxer azul de la marca CK pegadito a su culo y a su paquetote que tiene. La punta y buena parte de su verga se le salían del resorte. Era como de unos 19 cms (no exagero). Con una mano lo tenía sujetado de su pelo con su rostro pegado a mi boca besándonos con locura, y con la otra le acariciaba su culo, su paquete y sus piernas súper velludas. Era raro tocar unas piernas de hombre cubierta de pelos, yo estaba impuesto a que las piernas son lisitas y tersas, gran contraste con semejantes piernas duras y musculosas con vellos largos y rubios. El morbo continuaba como máquina ferroviaria sin control. Le pasé mi mano por abajo del boxer para tocar su culo duro y redondito de nalgas paraditas y nuevamente la sorpresota que lo tenía súper mega peludo. Pensé que era hijo de un chango o algo así porque no era normal que todo estuviera llenos de pelos (después supe que era normal en muchos hombres, pero como yo no les tenía amor, ni cuidado les ponía). Le empecé a bajar con prisa su boxer, al mismo tiempo que él me empezó a bajar el pants que yo llevaba puesto. Me puse en posición que no le costara trabajo quitarlo; rápido salió volando por los aires. Y sin dejar de besarnos también empezó a quitarme mis boxers deslizándolo hacia abajo para quedar los dos totalmente desnudos.
Una vez expuestos los dos cuerpos sin nada de ropa su piernas las pasaba encima de mí con pasión desenfrenada tratando de reconocer nuestras pieles, respondiendo a otros tipos de besos que le estaba dando. La pasión era mucha, como pocas veces he visto en películas eróticas. Esto si era real. Sus manos me tocaban la espalda, el pelo, las nalgas, las piernas, pero cuando por fin se animó a ponerlas en mi pene, lo tocó y se quedó quieto, como estatua sin besar, y sin hacer nada. Le dije: “¿pasa algo?. Me respondió con los ojos muy abiertos: “En la madre, es un tubo de PVC, es muy grueso¡¡ Quise reírme, pero sólo atiné en decirle: “¿Quieres besarlo?”. No dijo nada, lo tocaba maliciosamente con sus dedos; apartó sus labios de los míos para bajar su rostro y ver mi reata en todo su esplendor. Nuevamente se quedó con los ojos abiertos y dijo: “¿Qué coños es este monstruo¡¡”, y sin decir nada más, que se avienta a mamarlo con desesperación, tanto que al metérselo a la boca, me lastimó un poco con los dientes. Debo de aclarar que efectivamente mi pene la considero normal, no es algo fuera de lo común, pero como su pene es largo y delgado, estaba acostumbrado a su tamaño, por lo que tomar mi verga en sus manos lo hizo dimensionarlo en otras proporciones.
La temperatura en el cuarto del hotel era un volcán del Olimpo en ebullición, con un dios griego velludo mamando una verga gruesa y descomunal por vez primera, y un simple mortal gimiendo de placer al sentir una boca divina en su falo.
No sé cuanto tiempo duró Rodrigo practicándome una felación, pero para no terminar eyaculando en su boca, le tome su rostro con delicadeza y le pedí que subiera a besarme el cuerpo completo. Así lo hizo. El muy cabrón sabía besar cada parte de mi piel, dejando una rara sensación en mi, ya que en cada caricia de sus labios sobre mi cuerpo, su barbilla razurada me raspaba un poco provocando que la sensación fuera doblemente placentera. Después me tocó a mi darle placer a su bello y torneado cuerpo. Lo coloqué boca abajo, en reposo total. Empecé por darle un masaje en su espalda, pero no masaje terapéutico (porque no lo sé dar), sino unos ricos fajes llenos de morbo. Le acariciaba la espalda, los hombros, bajando lentamente por sus brazos hasta llegar a los dedos y su mano, en donde sentía cosquillas porque le hacía circulitos suaves en el centro de la palma; con una mano volvía a subir por la espalda hasta llegar a la nuca y meter los dedos entre el pelo levemente ensortijado, el cual lo tenía suavecito y súper sedoso. Y con la otra mano le metía uno o dos dedos en su boca mismos que besaba y succionaba con los ojos cerrados imaginando una verga; los ensalivaba y los volvía a meter provocando a mis ojos que sintiera las mismas nubes del cielo. Después baje por sus brazos hasta llegar a las nalgas peludas provocando que al sentir el roce de mis manos las oprimiera a manera de defender su honor; para no hacerlo sentirse incomodo, seguí bajando las manos por sus piernas lentamente, cosa que lo hacía estremecerse, así llegué hasta sus pies, los cuales, para variar también tenían pelos en el dorso y en cada uno de sus dedos. Totalmente pies varoniles pero juveniles, grandes con pocas venas y bien cuidados, uñas recortadas. La curiosidad por besarlos me pasaba por la mente; y como ya estaba en un alto grado de calentura, me animé a pasarle la lengua por ellos lentamente; parecía que le encantaba que lo hiciera porque empezó a gemir un poco, no los agitaba como cuando uno tiene cosquillas, sino que los estiraba pidiendo le lamiera los dedos, cosa que no tuve reparo en hacerlo; uno a uno de sus largos dedos los chupe con delicia, pasando la lengua por el dorso y el empeine; después me pasaba al otro pie y hacia lo mismo, hasta juntar los dos pies y lamerlos juntos. Se me hacía raro que Rodrigo gimiera, pero me di cuenta que le gustaba porque susurraba pidiendo más y más.
Luego me pase a las piernas concretamente atrás de las rodillas, en donde descubrí que también esa era otra zona erógena donde sentía placer. Suavemente continué lamiendo sus piernas hacia arriba hasta llegar a su culo. Le volteé el cuerpo para verle su verga derechita. No me animaba a hacerle oral porque los malos olores me desagradan, por lo que solamente le lamí el tallo del pene. Al notar que no tenía mal olor, solamente lo introduje pocas veces a mi boca, pero como no soy experto en eso, mejor me baje lentamente a sus testículos. Levante sus largas piernas hacia arriba. Mi sorpresa fue mayor porque descubrí que tenía abundante vello delgadito y suavecito rubio-cafesito desde su pene en la parte superior pasando por los lados de los testículos, zona del perineo y la entrada de su ano; en las nalgas su vello es más corto pero demasiado abundantes con el nacimiento de su vello hacia direcciones opuestas en cada glúteo. Parecía peluca rubia su entrepierna. Sus vellos son largos… más bien grandes, abundantes y da la impresión de que los tiene peinados permanentemente en forma de rol con giro en la punta de todo el manojo, no sé si me explico. Y como dije anteriormente son suavecitos y delgados, no son gruesos como los tenemos los hombres ya mayores. No. Olían a jabón. Y para poder besar esas partes de su cuerpo, tenía que meter la nariz entre ellos y pasar la lengua por la piel llena de pelos hasta descubrir la tersura de su cuerpo. Por momentos me sentía bigotón como Pancho Villa al tener tantos pelos en mi cara pegada a su cuerpo. El cabrón disfrutaba que le besara toda esa parte, porque se retorcía frenéticamente. Después le dediqué buen tiempo a su culito oloroso a loción varonil; unas nalgas grandesitas y paradas producto del ejercicio. Nunca había dado beso negro, pero esa vez si me animé, le pasaba la lengua por su hoyito, y le lamía de la entrada del ano hacia fuera y después con la punta de la lengua le dibujaba el típico 8, el mismo que le practico a las mujeres. Bufaba de placer y no le importaba que sus gritos se escucharan hacia fuera. La curiosidad por darle todavía más placer me llevó a ensalivar un dedo y se lo empecé a frotar en la entrada de su velludo horto. No le desagradó. Con el paso del masaje anal, lentamente empujaba mi dedo hacia dentro; por momentos respingaba, como evitando el dedo. “Con cuidado we, soy virgen, y me duele un chingo” me decía jadeante y voz tenue. Volvía a besarle esa parte y con el dedo al mismo tiempo metiéndolo, hasta que su estrechísima entrada se dilató un poco y pude introducirlo.
Gimió de dolor y se quedó estático. “Despacio we, muy despacio” me decía con voz bajita, tratando de controlar mi dedo. Con lentitud empecé a meter y sacar el dedo, que por cierto parecía que me lo quería mutilar, porque su culito estaba muy cerrado haciendo presión extrema con el ano a mi dedo. Una vez con dedo hasta el fondo, busqué su próstata para empezar a estimularla. Se estremeció cuando sintió que la estaba masajeando. Uff no sólo bufaba, ¡también bramaba!! Gritos fuertes pidiendo que continuará. Llegué a pensar que nos iban a correr del motel por escandalosos jajajaja. Mi misión era darle placer, pero ¡oh sorpresa! Empezó a gritar: “Charlyyy, Charlyyy, ahhh, ahhhh.” Jamás pensé que de pronto estallara en una eyaculación abundante que salió disparada de su larga verga sin ni siquiera haberla tocado ni masturbado. Ríos de leche cayeron en su vientre, mientras su cuerpo se retorcía como danza árabe, rasgando las sábanas de la cama con sus manos haciendo una fuerza descomunal y muchos gritos ahogados de placer. Pensaba dentro de mí: “Wow ¿todo eso provoco yo? Jajaja”
Dejé que su clímax fuera total, dándole ligeramente besos en las nalgas y zona del perineo para que siguiera gozando. Bajó las piernas lentamente, al mismo tiempo que yo sacaba mi dedo de su estrechísimo ano. Me dijo:
R: We, qué rico me hiciste venirme en seco; no mames; sentía se me salía el corazón.
Yo: ¿Te gustó? –sonriendo maliciosamente.
R: Si cabrón, es algo que no conocía, pero no quiero que termine este placer. ¿Traes condón?
Yo: Si… pero… (por fortuna pensé cargar en mi pantalón con una caja de condones, por lo que pudiera pasar).
R: Póntelo rápido. Ahora quiero sentir lo mismo, pero con un pito en el culo. Te regalo mi virginidad. Cógeme antes de que me arrepienta. Ya me calentaste, ahora me cumples. (Vaya que si estaba caliente porque se notaba que seguía agitado con voz sexosa jajaja)
Yo: Pendejo, no es virginidad. Es castidad en los hombres.
R: Baboso, te vale madres como se diga. Córrele que ya la quiero tener ensartada. Nomás hazlo despacio para no sentir dolor.
Alcancé mi pants estirando el brazo y saqué los condones. Quise agarrar uno para abrirlo, cuando él me lo arrebató y desesperado lo abrió con los dientes, lo sacó de la bolsita y presuroso me lo puso en mi verga todavía parada. Se colocó en posición de perrito pero con el torso pegado en la cama, dándome un excitante espectáculo de nalgas peludas al aire, pidiendo una verga dentro con extrema urgencia. Yo dudaba si penetrarlo ya que eso no era mi meta, porque me daba miedo el contagio de alguna enfermedad. Mas no me dio tiempo de pensarlo mucho, porque agarró mi verga y se la colocó en la entrada de su pequeño hoyito rosado. “Métemela con cuidado we” me dijo. Yo empecé a hacer presión para que entrara la cabeza de mi verga, pero no lo lograba, a pesar de que anteriormente ya le había dilatado su entrada. Le daba de empujones leves, con cierta presión, con resultados infructuosos. “No entra we, estás muy cerrado”, le dije. Mi inexperiencia era notoria. No sabía coger a un hombre jajajaja. “Acuéstate cabrón, me voy a montar en ti” me dijo. Me acosté boca arriba, me agarré la verga parada, acomodé el condón y le dije: “Sale cabrón, mátate solo”. Se colocó encima de mí, flexionó sus largas piernas hincado, agarró mi verga y se la apuntaba al fundillo; trataba de meterla pero el dolor que le provocaba lo hacía desistir de su intento. Nuevamente hizo el intento haciendo más presión todavía, haciendo que yo casi me apartara a un lado ya que mi verga adolorida sentía que se iba a romper en dos por el enorme esfuerzo que estaba haciendo. Su cara se le notaba que estaba sufriendo porque hacía muchos gestos de dolor con los ojos cerrados. De pronto (no se si aluciné o de verdad lo oí) se escuchó un leve sonido como “track”, al mismo tiempo que Rodrigo gritó: “Aaahhh chingaaa tu madreeee”. Había entrado la cabeza de mi verga en su hoyo. Estaba temblando y sudando, estático, y su cara la gesticulaba feamente por un intenso dolor. No la sacó, pero tampoco la metía más. Estaba luchando consigo mismo y con su dolor. Le dije:
Yo: ¿Estás bien?
R: No we, no sé que chingados se me rompió, porque me duele a madres, me arde gacho –lo decía sin abrir sus ojos con su cara fruncida.
Yo: Sácala we, no te esfuerces.
Me hizo caso. Con mucho esfuerzo logro sacar mi reata de su culo. Y después se tiró a la cama tapando su rostro con el antebrazo. Momentos incómodos por algunos segundos continuaron en silencio total. Yo no sabía cómo actuar ante esa situación. Hasta que se me ocurrió decir:
Yo: Haber we, no es por morbo, más bien es por ayudarte, déjame revisarte.
R: Ni que fueras doctor baboso –lo decía con su rostro todavía cubierto.
Yo: Ya we, me estás preocupando, neta. Flexiona las rodillas, te voy a revisar –le dije mientras tomé sus piernas y las elevé. No dijo nada y dejó que lo checara.
Su cúmulo de pelos no me dejaba ver bien la entrada del ano. Los separé con los dedos y acerque mi cara para ver más de cerca. Noté un ligero hilo de sangre. Su hoyo seguía totalmente cerrado, no había más daño.
Yo: Morro, eras virgen we, estás sangrando un poco, tu virginidad voló al cielo –se lo dije mientras me reía ligeramente.
R: Chingate pendejo, espero lo valores y me cumplas llevándome de blanco al altar –lo dijo en tono de broma, provocando una carcajada en mí.
Con el ambiente menos tenso, porque su broma anterior había roto el momento incómodo, le dije:
Yo: Ya we, en serio, creo que el esfínter externo se lastimó un poco, pero ahorita se te pasa el dolor.
R: Si baboso, como a ti no te duele. Si yo tuviera tu pinche verga gruesa y te la metiera haber si no pegabas brincos de ardor –lo decía acostado con el brazo todavía encima de la cara y las piernas abiertas, cosa que me daba risa.
Yo: Ándele pendejo, ahí anda de caliente, queriendo verga en el culo, pa que sepa lo que gozan las que lo han tenido adentro.
R: Y no nos vamos a ir de aquí hasta que me la retaques en el fundillo. Pide gel vaginal a la recepción.
Yo: ¿Queeé? O sea… te rompí el pinche culo, te está ardiendo y quieres continuar!!! No mames pinche Rodri, quiérete un poco!!
R: ¡¡Te vale madres cabrón; muy mi culo y si te lo quiero regalar muy mi pedo. No me cuestiones y pide el puto gel!!
Yo: ¡Ok, chingate por pendejo!
R: ¡Chinga tu madre!
Riéndome como el “Perro Pulgoso” de las caricaturas de la TV, tomé el teléfono y marque a recepción para que nos trajeran un gel.
Mientras esperaba a que llegara el pedido, me lanzé nuevamente al culo de Rodri, le flexioné una pierna hacia arriba y le empecé a auscultar con los dedos la cola entre la bola de pelos, al tiempo que le decía:
Yo: Haber, haber (con voz como mimando un niño recién nacido) ¿quién es el dueño de este fundillito bonito? Besito a papi, besito. Cosita hermosa ahorita le damos su lechita. Otro besito, otro besito. Jajajaja.
R: No mames cabrón, ven a dármelos a mi. No estés oliendo esa chingadera.
Reí nuevamente, al tiempo que le empecé a besar las piernas, subiendo lentamente por la ingle, el vientre, el ombligo, el torso, el cuello, pasando por las orejas, otra zona erógena que descubrí porque le encantaba que le besaron los oídos y le metiera la punta la lengua por el orificio limpio y rico. Logré sacarle otros gemidos de placer al tocar esa parte. Y me dediqué a darle placer en esa zona. Así estuve hasta que se escuchó el toquido de la puertita circulatoria. “Aquí está su pedido, son 80 pesos”. Me incorporé me fui a tomar mi cartera, para pagarle. Saqué un billete de 100 y lo puse en la base para girarla. Ahí estaban otros 50 pesos, cambio del pago anterior que se nos había olvidado recoger. Puse los 100 y nos dieron el gel. Dejé los 50 pesos de Rodri encima de su short. Y brinqué a la cama nuevamente.
Yo: Ahora si cabrón abra las pinches patas que te lo voy a ensartar hasta el fondo.
R: Pero primero estimula un poco la cola con tus dedos, no quiero que me arda otra vez.
Yo: No mames baboso, ya tienes el culo abierto, nomás te falta la leche, pa que goces.
R: Chingate perro.
Yo: Ponte a cuatro patas, quiero ver como te la retaco sin piedad.
R: Ni que fuera puta pendejo -(nos reímos).
Se puso en posición de perrito, le unté gel abundante en su hoyito y lo estuve estimulando con los dedos. Quise hacerlo con la boca, pero me acordé que había sangre, así es que no me animé. Poco a poco metí un dedo tratando de no lastimarlo, haciendo ligeros esfuerzos por estimular nuevamente su próstata. El dedo entró con dificultad, aunque no más que la vez anterior. Besaba su espalda y su nalgas al mismo tiempo, logrando que su cuerpo estuviera al 100 para ser penetrado.
Después de varios minutos de estimulación, me dijo: “Ah no mames we, me quiero venir otra vez. Saca tu pinche dedo y méteme el pito”. Al oir eso me prendió al máximo la hormona. Rápidamente como pude alcancé un condón, rompí la bolsita y con una mano me lo coloqué mientras con la otra seguía estimulando el hoyo de mi perra en celo. Tanto él como yo estábamos al rojo vivo. Coloqué mi verga en la entrada de su cola, puse mucho gel alrededor y empecé a empujar al tiempo que lo seguía besado con una que otra mordida en su espalda y el dedo en su hoyo. Los dos estábamos que ardíamos de pasión. Sin pensarlo mucho que le doy una mega embestida en el culo tratando que mi verga se fuera hasta el fondo. “Aaaahhhhgggg” dio un grito tan grande que pienso que todo el motel lo escuchó. Para su mala suerte no entró toda la verga por la estrechez de su reducido ano, sino una tercera parte. Y sin piedad, retrocedí un poco sin sacar la punta de la verga y va de nuevo otra embestida sin control. Sus gritos de dolor me excitaban cada vez más, moviendo el cuerpo buscando zafarse de mi pito. “Sácalaaa, sácalaa por favor, me dueleeeee” gritaba desesperado con gestos de dolor. Rápidamente puso su mano en mi verga tratando de que se la sacara, pero se la tome con fuerza y se la avente a un lado, para darle una tercer embestida logrando que mi verga entrara toda. “Ayyy, babosooo quita tu chingadera, sácala”. Ahí se le deje enterrada sin moverme, y podía sentir el palpitar de su corazón en el esfínter de su culo. Nuevamente con rapidez quiso sacar mi verga con su mano, pero se la sujeté firmemente. Como no logró sacarla, con la otra mano lo quiso hacer pero también se la sujeté, quedando su pecho totalmente pegado a la cama y su rostro de lado haciendo horribles gestos, moviendo todo el cuerpo. Le dije:
Yo: Mientras más te muevas, más te duele putito deja de retorcerte.
R: ¡¡Charlyy sácala por favor, sácalaaa, duele, me voy a morir!! –decía con llanto verdadero.
Yo: No puto, querías verga, pues verga te doy. Ahora te aguantas.
R: Pero no así, sácalaaaaaa. –lloraba como si lo estuvieran matando.
Yo: No te muevas más, deja que tu culo se adapte y se afloje – yo le decía dominante.
R: Suelta mis manos que también me duelen –gimiendo.
Yo: Te las voy a soltar, pero no te vas a salir de mí. ¿Estamos?
R: Si está bien –snif snif.
De momento se quedó quieto, igual que yo, él con los ojos cerrados. Se me ocurrió empezar a masturbarlo para de alguno forma compensar su dolor, pero noté que no tenía erección. Su dolor si era verdadero. Yo no sabía que otro paso prosigue en esos casos, ya que no era prudente seguirlo embistiendo, tenía que ser prudente ante esa situación. Con suavidad y delicadeza tomé su cuerpo y lo incorporé para que se levantara, pero sin sacar la verga de su culo. Quedamos los arrodillados, pero con el torso elevado; yo detrás de él, dándome la espalda. Lo tomé de su pecho, roce su cara y empecé a besar el cuelo y los oídos. Lloraba en silencio. Agarré su cara y le hice girarla un poco para besar su boca, mismo que sí respondió, las lágrimas tenían inundada su cara; sus ojos continuaban cerrados, no los abría; continuaba besando su oídos y con una mano estimulaba su pene; ya no oponía resistencia, pero tampoco se movía. Acerqué mi boca a su oído y se me ocurrió decirle con voz suavecita y calmada: “Mi niño, todo está bien, todo va a estar bien. Yo te voy a cuidar, no tengas miedo bebesito. Mi niño hermoso”, al tiempo que le tocaba su rostro con delicadeza y le secaba sus lágrimas. Y que me contesta, con cara relajada, ya sin llanto, pero con los ojos cerrados: “Si papá, tú siempre me vas a cuidar”… ¡En la madre! –pensé- este wey trae un rollo sicológico muy cabrón.
No me quise enganchar de momento en sus problemas familiares. Tomé su mano y la llevé a mi pelo, al tiempo que le decía al oído: “Continúa con tu ojitos cerrados, no los abras; tócame lentamente todo el cuerpo o lo que desees”, y así lo hizo, poniendo sus manos hacia atrás, empezó a recoger todo mi cuerpo. Yo aproveché para tomar el tubo de gel y como pude puse un poco en mi verga y en su entrada, al tiempo que empecé hacer movimientos pequeños de cadera. Mis manos tocaba su cuerpo y las suyas el mío. Pasaba mis dedos por su vellos del abdomen lentamente, hasta llegar a su verga, misma que poco a poco estaba teniendo una erección. Empezó suavemente a moverse él también. Aún así sentía que mi verga iba a quedar mutilada por su culo, ya que era extremadamente estrecho y me apretaba fuertemente con su esfínter. Llegó el momento en que sus movimientos ya eran más fuertes, y sin pensarlo dos veces volvió a recostar su pecho en la cama, con su rostro de lado, ojos cerrados y con gestos de dolor, pero ya sin gritar. Yo metía y sacaba mi verga por su culo en forma suave para no lastimarlo; como pude, le puse más gel al tronco de mi reata para que no le doliera tanto y fuera más placentero. Así estuvimos unos minutos con el mete y saca, él en silencio y yo bufando de placer. Llegó el momento en que me quise venir, pero como no veía señas de que él quisiera eyacular, me agaché tomé su verga con mis manos y los empecé a masturbar. No tardó ni más de diez movimientos masturbatorios cuando empezó a gemir en la forma típica de una próxima eyaculada. Yo apresuré mis movimientos al tiempo que le seguí jalando su verga. “Aahh ahhh más, dame máas, que me corroo”. Y que empieza a expulsar chorros de leche caliente. Yo por más que apresuraba mis movimientos no logré terminar.
Dejé que descansara su éxtasis poco a poco. Para que ya no le doliera, saque mi verga con suavidad; el condón estaba manchado de poca sangre, pero no le dije nada para no asustarlo. Al sacar mi verga noté que su cara había placer. Se acostó boca arriba en la cama, volvió a tapar su rostro con su brazo y me dice: “¿Crees que no me dado cuenta que yo llevo dos corridas y tú nada? Ven quiero mamártela como becerro, acércate”. Me dio algo de risa y fui hacia él. Saqué el condón de mi pito y lo tiré. Me subí a su velludo pecho y le puse mi adolorida verga en su boca. La mamaba como nunca nadie lo ha hecho; su lengua recorría desde la base hasta el glande, y la volvía a introducir; jugaba con mis huevos pasando mis vellos por sus labios; volvía a mamar en forma desenfrenada; por momentos no lo soportaba toda en la boca y daba de arqueadas; le salían lágrimas, pero ya no eran de llanto, sino eran de que no aguantaba semejante trozo de carne en su boca. Yo no podía más tanto placer; él se dio cuenta de que iba terminar, cuando me dijo: “Aviéntalos en pecho, quiero tu leche en mis pelos”. Le saqué mi verga de su boca, me recorrí un poco hacia atrás; tomó mi verga en sus manos y empezó a jalármela logrando que lanzara gritos ahogados al momentos de aventarle todo mi esperma en su pecho y cara. No quiero exagerar, pero fueron como unos 10 u 11 chorros que expulsé producto de tanta pasión que había vivido. Me la jaló hasta sacar la última gota de semen. Caí rendido a la cama por tanto agotamiento. “Cabrón, pues que tanto tenías sin coger que traías llenos los huevos de leche jejejeje” me dijo el muy pícaro. “Estos son especialmente para ti” le contesté.
R: Wey, me violaste, pendejo. Voy a limpiarme, ahorita vengo -me dijo. Se metió al baño, se enjuagó y regresó a la cama.
Yo: Ven a mi acostarte a mi pecho. Anda.
R: Me haces sentirme bien, lo agradezco.
Lo abracé hacia mí; puso su cabeza en mi pecho, una pierna arriba de las mías y me abrazó; nos quedamos un rato en silencio.
Yo: Rodrigo, ¿quieres que hablemos de tu familia, específicamente de tu papá?
Silencio por 30 segundos
R: No. Después
Otro silencio por 1 minuto.
R: Nunca me violó, sólo me hizo mamársela a los 6 años. Lo odio. Después te cuento todo.
Nuevo silencio por 1 minuto
R: Charly… ¿ya te dormiste?
Yo: No… pero estoy a punto de hacerlo.
Silencio por 30 segundos.
R: Charly
Yo: Mande.
R: Gracias por conocerte.
Nuevo silencio por 30 segundos.
Yo: De nada.
Silencio absoluto, nos quedamos dormidos.
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