7 Militares me hicieron su perrita: Día 1 – 3
Y me agarró del cabello con las dos manos y acercó sus labios a mi oreja izquierda, la cual comenzó a morder, luego a pasar la lengua, para después chupármela como si fuera caramelo. Luego, algo más sensual, me habló en la patica del oído. —Levanta .
7 Militares me hicieron su perrita: Día 1 – 3
De cómo me cogieron durante casi una semana los militares que protegían (cuidaban) la escuela que estaba cerca de mi casa, la cual sería centro de votación este 15 de Octubre en Venezuela.
Aquí en Venezuela, una semana previa a las votaciones, asignan a los militares a que cuiden las escuelas que serán centro de votación en cada suceso electoral. A eso ya estoy acostumbrado. Y las pocas veces que me ha tocado votar me he puesto a pensar qué harán esos militares ahí solos durante una semana. Por fortuna, lo descubrí.
Por cierto, soy blanco, pelo liso y tengo 19. Fin.
Mi casa queda a 5 cuadras de la parada del bus, y en la cuadra 2 está una escuela, que siempre ha sido centro de votación. El lunes iba llegando a mi casa, y al pasar frente a la escuela veo una especie de camión donde hay como 20 militares dentro en la parte de atrás. Comenzaron a bajar unos cuantos y luego el camión se volvió a ir. Al estar junto a la entrada de la escuela, un militar de piel oscura, facciones de bravucón y cabello riso me hizo señas con la cabeza, como dándome señas de que no debía estar ahí parado viendo. Pero es que era inevitable imaginarme a esos militares para mí solito. Al final, continué mi camino y obvié la idea de mi cabeza.
Pero cuando era ya de noche me dispuse a ir a una bodega y obvio tenía que pasar por la escuela. Me fui en shorts cortos y franelilla ajustada al cuerpo. Cuando iba por la escuela, vi que no había nadie, seguí mi camino algo decepcionado porque quería que me vieran, hasta que escuché como un siseo.
— Pss… Pss.
Me doy la vuelta casi buscando entre las sombras y lo veo. Un militar de piel clara, cabello liso y sonrisa bonita. Tenía algo de barba, como de tres días. Me excité casi al instante.
— ¿Sí? —pregunté como si nada. Noté que me vio de arriba abajo.
— Compa, ¿tú no sabes dónde venden chevys por aquí?
- Chevys: cigarrillos.
— Allá en la bodega —dije, señalando el trayecto.
— ¿Tú me harías la vuelta de comprarme dos, si va?
- Hacer la vuelta: hacer un favor.
— Dale sí va —respondí recibiendo el dinero.
Después no era solo él quien me pedía favores sino también dos amigos más (entre ellos el que vi temprano de piel oscura y risos) y el otro era un blanquito blanquito que tenía cara de carjito. Bueno, los tres se veían que no pasaban los 25.
Ya el martes éramos casi mejores amigos —bueno, no, pero yo quería—. Ese mismo martes en la noche… Bueno, lean.
Obviamente, a estas alturas ya yo iba a la bodega casi que a comprar un palillo de fósforos. Al ir de vuelta a casa, me llamaron.
— Hey, tú, pss. Sí, hazte el duro. —volteé y se rieron. Me hicieron señas para que me acercara y fui.
— ¿Todo bien? —pregunté como si nada.
— Sisa, ¿y tú qué?
— Aburrido, normal.
— ¿Aburrido? ¿Y por qué estás aburridito? —me preguntó el moreno de risos. Me congelé. El corazón me empezó a latir rápido.
— Porque no tengo nada que hacer —dije, con valentía y zorrismo.
— Pero si nosotros te tenemos una tareíta pa que no te aburras. Háblale ahí mano —dijo dando con la mano por el pecho a su compañero, el de sonrisa bonita. Este sonrió y habló.
— Sisa mano. Tamos es claro de que tú estás pendiente de los tipos.
— ¿Y por qué creen eso? —pregunté casi retándolos.
— Porque se ve que eres mariquito. Tienes una cara e mamón que no juega.
— Eso tienes que comprobarlo tú —dije—. Tienen, ustedes —corregí.
— ¿Así mismo? — Asentí.
— Así mismo —repetí.
Comenzaron a reírse entre ellos y a darse manotazos. Por un momento pensé que me estaban solo jodiendo, pero no. Comenzaron a abrir la puerta pequeña que daba entrada a la escuela. De vez en cuando volteaban a ver si no venía alguien, supongo.
— Mira cuando abra la puerta, entras rápido y te pones detrás de la cantina esa, ¿la ves? —Asentí. El corazón me latía demasiado rápido, tenía un poco de miedo pero también curiosidad y excite.
- Cantina: Lugar donde venden comida para los estudiantes. Especie de kiosco.
— Está bien.
Abrieron la puerta y caminé directo a la cantina, no sin antes recibir una nalgada por parte de uno de ellos. Estaba a unos veinte metros la cantina, no muy lejos. Me puse detrás, a esperar. En seguida llegaron los tres. Me dispuse a ponerme de rodillas a mamárselos, pero se rieron.
— No, menorcito. Le vamos es a reventar ese culo de una —dijo el moreno de risos riéndose. No tenía el cabello largo, se notaba que era corte militar pero lo tenía lo suficientemente largo como para saber que su pelo no era liso.
— Ah, bueno… —dije, bajándome unos shorts cortos que llevaba puestos, y al hacerlo, se sonreían entre ellos como buscando aprobación.
— Esooo. Así es que me gustan a mí, zorritas zorritas —dijo el de piel clara con barbita mientras me daba una nalgada por encima del bóxer. El blanquito no hablaba. Se limitaba a hacer y ya.
- Militar 1: El moreno de risos.
- Militar 2: Trigueño de barba.
- Militar 3: Blanco lampiño.
Militar 1 me bajó los bóxers en un segundo y me recostó contra la cantina, levantándome los brazos y metiéndome los suyos por debajo de mis axilas, colocando sus manos en mi nuca, dejándome atrapado en una llave maestra que me encantó y me excitó. Se me acercó al oído y me chupó una oreja.
— Ahora te vamos a coger bien duro, y si gritas te va a ir mal. —dijo Militar 1.
— Amjá —logré decir, con excitación.
— Para el culito —ordenó.
— ¿Así? —pregunté con un tono de sumisión en mi voz.
— Eso, así me gusta.
Militar 2 y Militar 3 estaban haciéndose la paja. Y de donde yo estaba podía ver que Militar 2 lo tenía grande. A Militar 3 no se lo lograba ver.
El escupitajo que Militar 1 me echó en el culo me devolvió a la realidad. Se había escupido la cabeza del guebo y apuntaba a mi culo. Intentó introducir un poco pero estaba algo cerrado. Me soltó de la llave que me tenía prisionero y seguidamente se agachó y comenzó a mamarme el culo como si se le fuera la vida en ello. Me mordía fuerte, me lo escupía, metía su lengua lo más que podía y succionaba de vez en cuando. Se levantó rápido y me puso las manos en mi espalda. Se escupió de nuevo el glande y comenzó a meter. No encontraba la entrada y cuando la encontró, la cabeza me entró de golpe, lo que hizo dar un gritico que él ahogo con una cachetada que me dio.
— Te dije que te quedaras callado. Aguanta, ¿tú no querías que te cogiéramos pues?
— Ah. Sí. Aj —decía yo, con los ojos cerrados.
Me sentía algo seco dentro, pero tuve que aguantar. Él se compadeció y lo sacó varias veces, para escupírselo y volvérmelo a meter. Al minuto ya entraba con tranquilidad y ya mi culo comenzaba a sentir el cosquilleo que me encanta. Aunque de vez en cuando sentía algo de ardor.
—Uff, ¡qué culito tan rico!
— ¿Sisa? —preguntó Militar 2 riéndose.
— Sisa, menor —dijo Militar 1 devolviéndole la sonrisa.
— Párteselo pues. —le dijo Militar 3 a Militar 1, haciéndole señas a Militar 2. Me pareció que era la primera vez que lo oía hablar.
— ¿Así? —preguntó Militar 1 entre risas mientras comenzaba a cogerme más duro. Me comenzó a doler un poco la rapidez con la que me daba, que hasta la espada se me iba encorvando tratando de soportar el dolor. Aunque en cierto modo se sentía rico.
— ¡Que no te muevas, marico de mierda! —me gritó por lo bajo Militar 1. Obedecí.
Me encantaba cómo me cogía Militar 1 porque tenía un movimiento de caderas rico, suave cuando quería, rápido cuando así lo ameritaba y era como si me hiciera sentir su guebo alrededor de las paredes de mi intestino. Se movía brutal.
—Más —hablé.
— ¿Cómo dices? —preguntó Militar 1, sonriendo.
—Dame más. Más duro.
—Ahhh, ¿quieres que te coja más duro, mariquito?
—Sí. Dame más duro. Uff. Ahh, ah.
Y me agarró del cabello con las dos manos y acercó sus labios a mi oreja izquierda, la cual comenzó a morder, luego a pasar la lengua, para después chupármela como si fuera caramelo. Luego, algo más sensual, me habló en la patica del oído.
—Levanta más ese culito rico que tienes, mi amor—decía, con demasiado morbo en su voz.
— ¿Así? ¿Te gusta así? —le pregunté levantando el culo lo más que podía. Sentí hasta que me entró más.
— Ufff, siii, eso, así. ¿Viste, mi amor, como te entra más? —su tono de voz ya no desprendía risa sino lujuria.
— Ay, ay, sí, sí —dije, mientras gemía. Tenerlo así, cogiéndome como me estaba cogiendo, y tomado del pelo como me tenía, más además siendo mis orejas chupadas a la par, me tenía en la gloria. Quise gemir más fuerte pero me reprimí.
— Ufff, no, no. Qué rico. Pero no quiero acabar todavía, no, no. —Dijo Militar 1 justo mientras me lo sacaba del culo, el cual sentí vacío y algo frío por el viento.
No me dejaron ni respirar cuando ya Militar 2 se había lanzado hacia mí. Militar 3 se rió.
—Tranquilo, marico, que hay para todos —dijo Militar 3.
—Es que este mariquito se ve que lo parte en la patica.
- Partirlo en la patica: moverse muy bien en el acto sexual.
—Coño sí mano, lo confirmo —dijo Militar 1 riéndose. Yo no hablaba, solo me limitaba a escuchar. Además, no creo que yo haya hecho gran cosa o me haya movido mucho, ¡si no me dejaban ni gemir!
— ¡Mírale ese culito lampiño que tiene! —dijo Militar 2 dándome una nalgada.
Militar 1 se alejó un poco y se recostó de la pared a fumarse un cigarro. Militar 3 no se aguantó y se me acercó. Yo aun estaba recostado en la cantina, pero Militar 3 me tomó del pelo y me llevó hasta la altura de su cadera, dejándome verle bien el guebo que se gastaba, ¡que era EL guebo! Lo tenía direccionado levemente a la izquierda. Era blanco como la cal y se le veían las venas sobre salidas (cosa que me vuelve loco). Comencé a tocárselo un poco y cuando me lo iba a llevar a la boca, la sensación que tuve en el culo me interrumpió. Militar 2 había empezado a chuparme el culo. Me lo mordía de un lado, luego del otro. Me daba nalgadas y luego me metió dos dedos. Lo dejé que me hiciera lo que quisiera y comencé a chuparle las bolas a Militar 3, que eran lampiñas.
Él comenzó a gemir y Militar 1 le dijo que hiciera más silencio, que cualquiera podía venir. Hacía lo que podía, pero me hubiera gustado estar de rodillas para mamárselo mejor. Aun así, le gustaba, porque no dejaba de emitir leves gemidos. A los minutos, me agarró del pelo y puso mi cabeza de medio lado, y así, comenzó a cogerme por la boca. Me agarraba de la nunca y me lo metía lo más que podía, pero obvio, no me entraba todo.
Militar 2 siguió por un ratico corto chupándome el culo. Se sentía demasiado rico. Como tenía barba (cosa que me mata de un hombre), me raspaba las nalgas de momentos. Hasta que se levantó y se escupió en el guebo y comenzó a meter. Tuve la sensación de que tenía la cabeza más grande que Militar 1. Del tiro dejé de chuparle el guebo a Militar 3.
—Ay, ay, me duele, ya va. —dije, jadeando.
—Hey, hey, hey, ah-ah. —dijo Militar 2 negando con el dedo índice.
—Ya va, espera —supliqué, agarrándole una pierna, pero me quitó la mano de un coñazo.
- Coñazo: golpe.
— ¡Que no, te estoy diciendo, mardito marico! ¿No me oyes? ¡Que no! Que no, que no… —decía Militar 2 mientras me daba una, dos, cinco embestidas. Yo ahogaba el dolor, con los dientes apretados.
Militar 3 me recordó con una cachetada que tenía que seguir mamándole el guebo. Y así lo hice, obvio no con la misma intensidad porque el dolor que sentía en el culo no me dejaba concentrar. Obvio tenía el guebo más grande que Militar 1, el que, por cierto, mientras fumaba un cigarro tras otro, se estaba riendo de todo lo que me hacían Militar 2 y 3.
Militar 2 era en cierta parte más violento de movimientos que Militar 1. Este era tosco, rudo, viril al 100 %. Nada de mariquismos. Aunque éramos hombres los cuatro, Militar 2 demostraba que podía degustar un buen culo de hombre sin pudor alguno. Y eso era lo que hacía, me degustaba como quería. Me daba una embestida tras otra. Al principio era no dolorosa sino un poco ruda, pero después me acostumbré y al ver que lo estaba disfrutando, me lo metía más rápido.
Dejé de mamárselo a Militar 3, no sin antes recibir una cachetada con el guebo de este. Militar 2 me dio un golpe en la espalda para que no la encorvara y seguidamente me agarró con las dos manos, del cuello. Me ahorcaba con suavidad mientras me lo metía una y otra vez.
—Ay, así, así, dame así. Uff qué rico —balbuceaba yo, entre gemidos y delirio.
— ¿Te gusta, ah? ¿Te gusta?
—Sí, sí. Me encanta. Métemelo más. —le rogué.
—La putica esta quiere que se lo meta más, ¿ustedes qué dicen? —le preguntó a Militar 1 y 3.
— ¡Que se lo meta! ¡Que se lo meta! —soltaba Militar 1 en voz bajita.
—A las perritas hay que darles guebo si así lo piden —Dijo Militar 3 entre risas, mientras le quitaba un cigarro a Militar 1 y lo encendía.
— ¿Así es que quieres que te dé? —me preguntó Militar 2 mientras aceleraba sus arremetidas. Yo ya veía el quinto cielo, porque mientras más me daba, más rica era la sensación que se producía en mi culo. Era un cosquilleo constante que me hacía retorcer.
—Sí, ah, ah —lograba decir y con mi boca entre abierta.
Después, así como estábamos, Militar 2 me levantó una pierna, y ahora la sensación era mejor, sentía que el guebo me entraba más, que me lo metía más.
Luego me ordenó que me arrodillara en el suelo y así hice. Él no puso sus rodillas en piso sino que flexionó sus piernas hasta quedar a la altura de mi culo. Me lo metió y comenzó a cogerme como si se fuese a acabar el mundo. Me daba nalgadas, me apretaba duro las nalgas, me agarraba del pelo sin importarle si me dolía o no y después, cuando yo me encontraba fuera de mis cabales, disfrutando como perra en celo, me lo sacó de golpe.
—Nagueboná, este marico me va a hacer acabar rápido. —dijo jadeando mientras veía a sus compañeros.
Nota: Cabe destacar que el único que no tenía short era yo. Ellos tenían su uniforme completamente puestos. Solo se habían bajado el cierre y se lo habían sacado con todo y bolas, pero estaban vestidos por completo. Yo solo tenía una franelilla blanca y mis shorts cortos estaban tirados en el suelo.
—Me toca —dijo Militar 3.
—Dale rápido, menorcito, que puede venir alguien. Ya ha pasado media hora —le dijo Militar 1 a Militar 3.
— Ahh ¿ustedes sí pudieron disfrutar como querían?
— Cállate, gafo y cógete a ese marico rápido si te lo vas a coger, si no, me lo das que yo sí me lo sigo cogiendo. —respondió Militar 1 acariciándome el pelo.
— Echa pa allá —dijo Militar 3 empujando a Militar 1, que reía como sádico.
Sin pensarlo, lubricarme o darme un segundo para pensar (bueno, ¿qué podía yo pensar?), Militar 3 me lo metió haciendo que soltara un gritico.
—Ay —dije, con la respiración entrecortada.
— ¿Así es que te gusta que te tengas, no? Llevando guebo como una perra.
—Sí. Así. Ufff, qué rico me das. Dale más duro. Dame.
—Qué rico cuando me pides guebo, eso, así. Pídeme más. —decía mientras que su mano derecha la colocaba del lado izquierdo de mi cadera.
— Anda. Dame más. Métemelo.
— Tienes ese culo rico.
Luego, me levantó con las dos manos y puso mis dos piernas en sus caderas, de modo que lo aprisionara así mientras me lo metía rico rico. Así como me tenía, me chupaba el cuello y me agarraba del cabello. Yo solo me dejaba hacer. Me bajó y me puso de espaldas, me agarró del cuello con las dos manos, y mientras me ahorcaba me le metía duro una, dos, siete veces. Luego comenzó a gemir aceleradamente, como un animal.
— ¿Te gusta, eh? ¿Esto es lo que tú querías? Agarra pues, agarra —decía mientras daba espasmos su cuerpo, que delataba me estaba acabado adentro.
—Eso, adentro, sí. Sí. Ohh. Qué rico —lograba decir yo.
Cuando me lo sacó, sentí el culo más abierto que nunca, y cuando me lo toqué sentía que me escurría algo por las piernas. Obvio, leche.
Militar 3 se alejó, pegándose a la pared, mientras recuperaba el aliento.
— ¿Qué tal? —le preguntó Militar 1 a Militar 3. Este levantó el pulgar.
—Yo le voy a acabar en la boca —dijo Militar 2 riéndose.
— Yo igual —dijo Militar 1.
— No —dije.
— ¿No qué, putica? —preguntó Militar 2.
— Métemelo un rato más, ¿si va? —le rogué al moreno de risos (Militar 1). Se rió como burlándose, pero me complació.
— Esta bien, bien, si la putica quiere guebo vamos a darle guebo. Ponte en cuatro patas.
Obedecí al segundo.
Militar 2 se puso delante de mí, de pie. Yo me puse en cuatro, pero como la postura de un león, o sea, que Militar 1 se tuvo arrodillar y abrir un poco las piernas para cogerme así. Cuando me lo metió, vi la gloria. Me sentí en el cielo, definitivamente era el que mejor me cogía.
Mientras tanto, se lo mamaba a Militar 2. Lo tenía más grande que los otros dos, y más velludo, e incluso, sus bolas eran más enormes. Parecía el guebo de un tipo de 40años. Yo se lo mamaba lo mejor que podía. Él gemía de momentos. Le comencé a chupar las bolas mientras se hacía la paja, y Militar 1 me lo metía como solo él sabía hacerlo, primero lento y después duro como un toro.
Cuando sentí los espasmos de Militar 2, supe que iba a acabar y aunque él me quería acabar en la cara, me lo metí en la boca y mientras acababa, me tapó la nariz y me tomó de la nunca, o sea, que no podía zafarme o botar la leche (que de igual manera no desperdiciaría), era tibia y sabía algo agria, me la tragué toda y Militar 2 me ordenó que se lo limpiara todo.
— Esooo, así. Qué putica tan rica y obediente resultaste ser.
Se alejó un poco y dejó que Militar 1 me siguiera cogiendo, el cual, después de unos minutos, me tiró por completo al suelo y me cogía así, mientras yo sentía todo su peso encima de mí.
Con una mano me puso las manos detrás de la espalda y las sostenía, y con la otra mano me tapaba la boca mientras me lo metía rápido. Ya iba a acabar.
— Ahh, ahh, uuuufffff. Qué rico, qué rico culo. —decía, mientras que, después de soltarme la boca, me daba nalgadas fuertes.
— Ohhh, sí, sí, qué rico me coges papasito. Ufff qué rico.
— ¿Te gusta que te den guebo como a perra, no? —preguntó riéndose, mientras se levantaba después de haber acabado.
No respondí. Me disponía a hacerme la paja para acabar cuando me interrumpió Militar 1.
— ¿Y tú qué crees que vas a hacer?
— Acabar —dije.
— Pero aquí no, maricón.
— ¿Por qué?
— Porque no me da la gana pues.
— Pero…
— Pero nada. Ponte el short ese de marico que tenías puesto y sal rápido.
Al ver que no respondía, habló de nuevo.
— ¡Que muevas ese culo te dije!
- Mover ese culo: apurarse.
—Jajaja, déjalo vestirse vale —decía Militar 3 mientras Militar 2 seguía fumando.
Me vestí rápido y antes de salir, los tres se me encimaron y comenzaron a manosearme el culo.
—Ya sabes que mañana vienes a visitarnos otra vez, ¿oíste? —Me dijo Militar 1.
Solo me limité a asentir.
— Esooo, así me gustan, que además de putica, seas obediente. —Dijo Militar 2. Asentí de nuevo, sin hablar.
— Y nos traes comida —dijo Militar 3 riéndose en tono de burla.
—O café y cigarro —sugirió Militar 1.
— ¿Escuchaste? —preguntó Militar 1 tocándome el culo con desdén.
— Sí —dije, aunque casi inaudible.
— ¿Qué dijiste? —preguntó Militar 2.
— Que sí —contesté un poco más fuerte.
— Así es que nos gusta. —habló Militar 3.
Me dio nalgadas cada uno y comencé a salir. Cuando llegué a la puerta, me di la vuelta y me estaban lanzando besos los tres, burlándose, supongo. Eso me encantó.
Cuando entré a mi cuarto, vi qué hora era y saqué cuentas de que había tardado casi una hora. ¡Una hora! Sentí como si fuese sido 4 horas, pero no.
Después de bañarme, justo antes de dormir, estando en mi cama, no podía dejar de pensar qué iba a cocinarles a mis tres militares, para mañana.
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