A las afueras con Tavito (4/?)
Los celos se apoderaron de Tavito esta vez.
Le hice una señal con mi dedo a Tavito para que guardara silencio, él asintió viéndome a los ojos, tenía las mejillas rojas y la respiración ya mas suave, saqué mi pene de su culo y suavemente lo bajé viendo cómo los hilos de semen bajaban por sus piernas,
– Lávate el culo con agua, rápido- Le dije, a la vez que con agua enjuagaba la suciedad de mi palanca y Tavito hizo igual con su trasero. Se sentía aún el aroma a sexo en el ambiente, pero esperaba que el río y la humedad ayudaran a disiparlo.
– Yo ya me quiero bañar- Dijo una voz de niño afuera.
– Yo también- Respondió otra voz, pero ésta vez parecía ser una niña.
Ayudaba a Tavo a ponerse su ropa y al mismo tiempo le explicaba:
– Súbete en mi espalda y vamos a salir, hay que hacer como si estuvieramos jugando- Le decía, pero Tavito parecía estar aún un poco perdido por la cogida que le acababa de dar y solo asentía en silencio. Me giré y Tavo se trepó en mi espalda y comencé a caminar de salida de la pequeña cueva avanzando lento, cuando iba a cruzar por la pared de agua comencé a reír falsamente y Tavito me siguió el juego, así cuando salimos de nuevo al exterior ambos reíamos y pude notar que Marquitos, el hijo más chico de don Fermín y una niña un poco mayor que deduje era Mariela, la otra hija pequeña del amigo de mi padre.
– Mira! Es Joel- Dijo Mariela, con sus enormes ojos color miel mirándome.
– Ya ví- Dijo una voz más madura. Deslizando la mirada a fuera del río ví que se trataba de Flor, la hija mayor de don Fermín.
– Hola- Le dije fuertemente a Flor, lucía tan linda como la última vez que la había visto hace años.
– Hola- Me contestó.
– Hola- Dijo Tavito a mi espalda.
– Quién es ese niño?- Preguntaba Mariela.
– No, él es un amiguito mío, se llama Gustavo, pero le decimos Tavito- Les dije a los niños, entonces hice a Tavito bajar de mi espalda.
Los niños comenzaron a hacer preguntas a montones, que si dónde estaba Mario, que si porqué no me había acompañado mi papá, etcétera, etcétera.
– Ya déjenlo, lo van a marear con tanta pregunta- Dijo Flor, entonces le dije a Tavito que se quedara a jugar con los niños, mientras yo saldría un momento para platicar con mi amiga Flor, Tavito aceptó y pronto estaba jugando con los niños divirtiéndose y riendo.
– Hola- Me dijo nuevamente Flor
– Hola, cómo estás?- Le pregunté.
– Bien, tú?- Me dijo.
– Bien, le respondí- Notaba un cierto nerviosismo en las palabras de la joven y hermosa hija de don Fermín.
– Hace mucho que no venías, ya pensaba que no te volvería a ver- Me dijo apartando la mirada.
– Como crees, te prometí que volvería- Le contesté.
Cuando era más chico siempre me sentí atraído por Flor, incluso nuestros padres jugaban con la idea de que terminarían siendo suegros, claro que en esas fechas para nosotros era solo algo inocente de niños, pero la realidad es que Flor me seguía pareciendo muy bonita y estar de nuevo así con ella me despertaba de nuevo esa sensación en el estómago. Comenzamos a platicar sentados a orilla del río como aquellos días de verano cuando ambos íbamos a la secundaria y comparabamos nuestras vidas, yo de ciudad y ella más rural.
– Y ya tienes novio?- Le dije, alejando la mirada, viendo a los niños jugando en el río.
– No… Y tú? Tienes novia?- Me preguntó. Regresé mi mirada a sus ojos claros, y le sonreí apenado.
– No- Le respondí, entonces fué ella quien apartó la mirada y pude notar que había rubor en sus mejillas, – Porqué?- Le añadí.
– Por nada- Me dijo. Alcanzaba a percibir algo de nervios en sus palabras.
– Oh…- Le respondí, entonces tomé un poco de aire de valentía – A mí me gustabas mucho cuando estaba más chico- Le confesé, sintiendo el calor en mis cachetes, entonces ella volteó a verme nuevamente a la cara.
– Tu también me gustabas mucho- Respondió.
La respuesta de Flor me hizo sentir mariposas en el estómago, y disimuladamente puse mi mano sobre la suya y seguimos platicando sobre cosas de los dos. Teníamos cerca de media hora hablando cuando noté que Tavito nos miraba, crucé miradas con él y notaba una expresión de disgusto en su cara, desvío su mirada de la mía y vió en dirección a mi mano que seguía sobre la de Flor, sin embargo no le tomé mucha importancia y seguí platicando con mi chica.
– Porqué no vienen a cenar con nosotros? A mí papá le gustaría- Dijo Flor.
– Solo a tu papá le gustaría?- Le dije, entonces ella se sonrojó.
– Bueno, a mí también, y mi mamá- Dijo apartando la mirada.
– Yo también quiero cenar contigo- Le respondí, entonces ella volteó a verme, – Con ustedes, quiero decir- Añadí. Continuamos un momento más en la orilla del río platicando y coqueteando hasta que el sol comenzó a caer, los niños ya estaban fuera envueltos en toallas, inquietos por irse a casa, Tavito por su parte estaba mas distante respondiendo solo cuando Mariela le decía algo, al parecer a mi pequeñín le había agradado la niña.
– Bueno, ya hay que irnos- Le dijo Flor a sus hermanos.
– Vamos, yo los llevo y nos quedamos a cenar en tu casa. Vamos Tavito- Dije, acariciando la cabeza aún húmeda de mi bebé, él solo dijo que sí con la cabeza, entonces tomé nuestras cosas y comenzamos a andar hasta llegar a nuestro pequeño campamento. El sol casi se había ocultado por completo, me cambié de ropa por algo más adecuado dentro de la casa de campaña y Tavo hizo igual. Ya listos caminamos todos a la camioneta, abrí la puerta del copiloto para que Flor subiera y en eso Tavito se trepó y tomó el asiento haciéndo que Flor y yo soltaramos la risa,
– Hey, ahí va Flor, tú vete con los niños atrás- Le dije a Tavo, entonces él hizo una mueca.
– Si Tavito, vente con nosotros- Dijo Marquitos, entonces Tavo se bajó con seriedad y se pasó atrás, inmediatamente Mariela le empezó a contar historias sobre el rancho. Flor tomó el asiento y entonces yo me dí la vuelta para ponerme en el volante y eché el auto a andar. Durante el corto trayecto aprovechaba para tomar la mano de mi compañera y sentía detrás como la mirada de Tavito se posaba en ocasiones sobre mí pero hacía como si nada pasara. Llegamos al rancho y bajamos, los papás de Flor nos recibieron y nos invitaron a pasar, estuvimos un rato platicando y de un momento a otro comenzaron a preparar la cena, yo trataba de ayudar pero no me lo permitían diciéndo que yo era el invitado.
Finalmente la cena estuvo lista, los niños que jugaban escondidas afuera acudieron al llamado para cenar y entonces todos juntos comenzamos a comer, yo siempre a lado de Flor. Tavito lucía ya más tranquilo y platicaba con los niños mientras yo no dejaba de reconocerles a mis anfitriones lo rica que estaba la comida e intercambiando miradas con Flor. Terminamos de comer y don Fermín nos ofreció quedarnos a dormir en su casa, sin embargo yo no quería incomodar, además que no podíamos solo dejar nuestras cosas en el bosque así que tuve que decir que no, pero que el día siguiente podría ser, así que me despedí por ese día de ellos tomándome un momento a solas con Flor para despedirme de ella,
– Cuídense mucho- Me decía ella.
– Si, no te preocupes, mañana vendré a verte- Le dije tomando su mano, entonces me incliné dándole un beso suave en su mejilla.
– Ehhhh!- Dijo Mariela al darse cuenta de lo sucedido haciendo burla de nuestro amorío y su hermanito se le unió. Tanto flor como yo estábamos sonrojados y don Fermín le decía a sus hijos que dejaran de molestarnos,
– Bueno, buenas noches- Le dije finalmente a Flor.
– Buenas noches- Me respondío.
– Que descansen- Nos dijo Lupe, la mamá de flor, entonces le dije a Tavito que era hora de marcharnos y ambos entramos nuevamente a la camioneta y tomamos camino de regreso al campamento.
– Te cayeron bien los niños, verdad?- Le decía a Tavito.
– Si- Respondió tajantemente.
– Te gustó el río?- Le dije.
– Si, está bonito- Decía Tavo viendo por la ventana.
– Mañana vamos a pescar- Le comenté.
– Ah, está bien- Respondió. Traté hacer que Tavito platicara, pero nada funcionó, siempre respondiendo de manera cortante hasta que finalmente estramos ambos en la casa de campaña listos para dormir y quise abrazarlo para pegarlo a mí, entonces me rechazó y se alejó.
– Que pasa?- Le dije.
– Nada- Dijo, y me dió la espalda.
– No quieres que te abrece?- Le dije.
– No tengo ganas- Me dijo, entonces confirmé lo que era obvio, Tavito estaba celoso de Flor.
– Ok- Le dije, entonces saqué mi pene de mi pantalón y comencé a masturbarme logrando una pronta erección. Tavito volteba de reojo a ver como me jalaba mi miembro y trataba de despistar, pero yo notaba como su ojitos se posaban en mi verga dura. Seguí dándole mano a mi palanca tratando de atraer a Tavito, sin embargo él solo se limitaba a ver de reojo, entonces cambié de estrategia y me acerqué a él pegando mi miembro en su culito pasándoselo por sobre la ropa haciendo que la respiración de Tavito cambiara. Seguí meneando mi cadera repegando mi hombría en el culo de Tavo pero él se resistía a colaborar, así que tomé su mano y la puse en mi pene, al principio no hizo nada pero unos segundo después sus deditos empuñaron mi erección y muy lento comenzó a pajearme. Disfrutaba como Tavito acariciaba mi falo sintiendo como comenzaba a gotear pre seminal así que subí un poco el nivel de mi juego: tomé su ropa del resorte y bajé su pantaloncillo con todo e interiores dejando su culo al aire y puse mi pene en su raja comenzando a bombearle lento recorriendo el surco de sus nalgas con mi carne dura. Tavito solo suspiraba sin decir palabra mientras yo seguía moviéndome sintiendo sus gordos cachetes envolviendo mi palo que ligeramente lubricaba dentro de esas dos masas de carne. Tavito seguía sin decir nada, entonces pasé a algo más, me quité completamente mi ropa baja quedando con mi verga apuntando al cielo y Tavito me miraba disimuladamente de espaldas, me puse de rodillas y tomé de nuevo el resorte de su pantaloncillo para seguir bajandolo con todo y ropa interior hasta dejarlo igual que yo, completamente desnudo de la cintura para abajo. Tavo aún se mantenía callado, dejándome hacer con él lo que quería, entonces bajé mi cara a la altura de su trasero y empecé a besarlo y a pasar mi lengua por su raja dejando el camino de mi lengua marcado en sus glúteos, los besaba, los mordía suavemente escuchando como Tavito seguía suspirando en silencio, separé sus nalgas respirando su aroma a culito de niño con un pequeño rastro a sucio. Se alcanzaba a percibir un poco el aroma a excremento, entonces recordé que estando en el rancho Tavito había preguntado por dónde estaba al baño. Olí el culo de Tavo como si fuera la primera vez recordando el día en que conocí ese ano tragón en la cama de mi cuarto, entonces sin más preámbulos pasé mi lengua lentamente por su hoyito haciendo que la piel del culito de Tavo se erizara haciendome apretar sus nalgas duro gozando su redondés y comencé a comerle el culo separando sus gordos cachetes tanto como podía para seguir lamiendo ese ano divino recogiendo todos sus sabores haciendo que Tavito se contoneara al contacto de mi lengua en su hoyito. Estuve un rato chupando el culo de Tavo hasta que me harté de esa posición, entonces me puse boca arriba y tomándolo con algo de brusquedad lo giré y puse sobre mí quedando con su verguita frente a mi cara e inmediatamente me la llevé a la boca chupando como desesperado su pequeño falo duro y agregando por momentos sus huevos también dentro de mi boca. Tavito tenía mi verga junto a su cara, podía sentir su respiración en ella sin embargo no hacia nada, mientras yo seguía chupando y lamiendo su entre pierna turnandome entre sus huevos, su ano y su verga haciéndolo suspirar y suspirar. Tenía todo al rededor de mi boca lleno de mi propia saliba, y el culo y entre pierna de Tavo igual, así que posicioné mis dos dedos en su abertura y se los enterré casi completos haciendo que Tavo arqueara la espalda y comencé a dedearlo continuando con la mamada de verga y huevos que ya le estaba dando. Pasaron un par de minutos cuando la respiración de Tavito comenzó a aumentar y de repente sentí como su manita tomaba mi verga del tallo y el calor de su boca envolvía mi glande para iniciar de forma salvaje a mamar mi palanca, al final el pequeño había cedido a mis deseos. Tavo chupaba con fuerza mi pene, subía y bajaba su boca en mi verga metiéndosela más allá de la mitad y con sus dedos recogía mis huevos que empezaban a llenarse también de su saliba. Ambos nos encontrabamos en la misma situación, chupándonos mutuamente nuestras vergas de forma lujuriosa como si no hubiera un mañana, el cantar del río y de los grillos se mezclaba con el sonido que nuestras bocas hacían al recorrer nuestros miembros ensalivados y los bufidos marcaban el ritmo de nuestro placer. Seguimos dándonos amor oral por un rato, yo ya tenía el culo de Tavo bien ensartado con mis dedos y sus huevos y verga relucían de saliba, y aunque yo no podía ver, sabía que mi verga y bolas estaban igual lustrosas de la baba de Tavo, cuando en una última chupada profunda que me dió empecé a largar mi leche directo a su garganta poniendo mi mano en su nuca para que todo mi esperma acabara comido por él. Ante esa excitación empecé a mover más rápido mis dedos dentro del culo de Tavo y como si nuestras mentes se sincronizaran el recto de Tavito empezó a convulsionar revelando su climax, y entonces así, con mi boca ocupada por la verguita y los huevos de Tavo y mis dedos en su culo, y a su vez él con mi verga casi entera dentro de su boca botando y botando leche nos vinimos juntos esa noche reconciliandonos. Saqué mis dedos del hoyo de Tavo, y sus partes íntimas de mi boca y me quedé con él encima con su culo frente a mi cara recuperándome de los lechazos que le dí directamente en su garganta. Tavito estuvo un segundos más con mi verga en su boca, se la sacó y estuvo lamiendo el ojillo de mi punta recogiendo los últimos rastros de semen hasta que ya no hubo nada y se quedó con mi pene duro en su mano donde fué perdiendo tamaño hasta quedar endeble en sus dedos.
Sentía mis ojos pesados por el sueño, hice a Tavito bajar de mí y me giré nuevamente quedando junto a él, lo acomodé de lado dándome la espalda y nuevamente me pegué a él, pero está vez no se alejó, sentía sus nalgas rozando mi pene y aunque se la hubiera podido meter en esa misma posición, el cansancio era más grande, así que solamente lo abracé, le dí un beso en la cabeza,
– No te enojes, tu sabes que esto es tuyo- Le dije rozando más descaradamente mi verga en su culo.
– Bueno- Dijo con una voz suave, y entonces ambos nos quedamos dormidos.
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