A las afueras con Tavito (7/7)
Todo viaje tiene su final, pero ese niño de 10 haría que el final fuera igual de bueno.
Tardamos cerca de media hora entre darnos un baño y terminar de recoger todas las cosas del campamento. Tavito y yo estábamos genuinamente cansados, había sido un día relajante, sí, pero también un tanto agotador. Me aseguré que no hubiera rastro alguno que estuvimos ahí perturbando la madre naturaleza, algo que mi padre me enseñó, y finalmente con un poco de melancolía nos despedimos de ese pequeño espacio de tierra entre los árboles donde vivimos por unos días. Unos cuantos minutos después nos encontrábamos llegando al rancho de don Fermín, ahí ellos nos recibieron nuevamente con la misma calidez de siempre, bajamos de la camioneta e inmediatamente nos invitaron a pasar y ponernos cómodos.
No recordaba cuando había sido la última vez que había estado dentro de la acogedora y clásica casa de don Fermín, el lugar era grande y con ese toque campestre tan auténtico. Don Fermín nos explicó dónde dormiríamos, la familia tenía una tradición algo peculiar, pues habían dos habitaciones de tamaño considerable, una dónde dormían varones, y la otra exclusiva para las mujeres. Al principio me sentí un poco incómodo, pues en el rancho trabajaba Mario, un sobrino mayor de don Fermín y por el quién había decidido mi padre nombrar a mi hermano de la misma manera, sin embargo me explicó don Fermín que ese no era problema, pues Mario tenía ya su propia casita dónde vivía junto con su esposa, quizás ese era el motivo por el que no me lo había topado aún.
Finalmente Tavito y yo dejamos nuestras cosas para dormir en la habitación para hombres, Tavito y yo dormiríamos en una cama individual, y don Fermín en otra camita igual junto a su hijo Marquitos. Salimos a dar la vuelta, Tavito jugaba con los niños mientras yo trataba de ayudar con algo, sin embargo la hospitalaria gente en su incansable amabilidad no me lo permitían,
– No, mijo, usted es invitado- Me decía Lupe, la esposa de don Fermín, con una sonrisa en el rostro mientras hacía tortillas a mano junto con la esposa de Mario y por su parte Flor también ayudaba cocinando mientras yo me limitaba a ver junto con don Fermín y Mario, en verdad eran una familia muy arraigada a las viejas costumbres, algo que se entendía al ser personas que habían vivido la mayor parte de su vida en el ámbito rural.
– Y qué, Joel, ya tienes novia?- Me preguntó Mario.
– Pues mi hermana- Dijo Mariela riendo, haciendo que tanto Flor como yo nos sonrojaramos.
– Ahh, así que quieres con mi prima- Respondió Mario riendo.
– Mariela, no digas esas cosas- Dijo don Fermín regañando a la pequeña.
– No, por ahora no tengo novia- Le respondí a Mario, él por su parte comenzó a bromear al respecto de que yo me emparejara con Flor, a esas alturas creo que era ya bastante palpable que tanto ella como yo nos gustabamos, pero era la forma en que lo decía que me incomodaba. Mario siempre había sido un hombre muy machista, con unas pláticas que me resultaba incómodas, por su parte don Fermín permanecía la mayor parte del tiempo serio, pero finalmente dijo algo que me resultó sorpresivo:
– A mí sí me gusta usted para mí hija, desde que estaban chiquitos ya hablábamos su papá y yo sobre eso, y si ustedes quieren por mí está bien- Dijo don Fermín con seriedad, pero al mismo tiempo con calidez, dándome así su consentimiento para cortejar a si hija.
-Ya, papá- Dijo Flor apenada, y yo reía nervioso.
Finalmente la cena estuvo lista, tomamos todos lugar en la gran mesa de madera y tuvimos una cena de lo más agradable y hogareña, platicando, riendo, por momentos siguiendo nuestro coqueteo en Flor y yo, y los niños haciendo lo suyo junto con Tavito.
Pasada la cena platicamos un rato más observando el cielo estrellado del campo, para terminar yendo cada quién a su lugar a dormir, no era muy tarde, pero en el campo siempre hay que madrugar. Mario se fué a su casa con su esposa, y por nuestro lado, hombres y mujeres se instalaron en su respectiva habitación.
Las luces estaban apagadas y nos arropabamos del frío, sin embargo no lograba dormir, aún cuando tenía bastante sueño. Debía haber pasado más de una hora pero no lograba dormir,
– Joel, ya te dormiste?- Dijo Tavito con un murmuro.
– No- Le respondí, cuidando hablar lo más despacio posible.
– Quiero hacer pipí- Me dijo.
– Ve- Le dije.
– Me da miedo, vamos?- Me dijo Tavito.
– Bueno- Le respondí, lentamente salimos de la cama y caminando de puntitas nos abrimos paso en la oscuridad. Fuera de la casa caminamos con mayor libertad, avanzando unos metros al borde de la propiedad, dónde los hombre con normalidad hacían detrás de una bodega vieja cuando se trataba de orinar. Tavito bajó un poco su pantaloncillo, y junto a él yo igual soltando nuestros chorros iluminados solo por la luz de la luna. Terminé de hacer mis necesidades y me sacudía mi miembro cuando Tavito de pronto pescó mi pene meneandolo más con una sonrisa pícara en su cara,
– No, nos pueden ver- Le dije a Tavito, quién seguía con mi pene en su mano y lo masajeaba haciendo que me comenzara a empalmar.
– Ya se te está parando- Dijo Tavito a voz vaja, mientras yo volteaba tratando de ver si alguien venía, pero nada se oía o veía en la oscuridad de la noche. Mi pene ya se había puesto bien duro en la mano de Tavito quién no dejaba de amasar mi carne, así que notando que todavía tenía su pantaloncillo abajo mostrando la mitad de sus nalgas llevé mi mano hacia él manoseando su culo apretando sus cachetes gordos y bajando mis dedos por su canal tanteando su hoyito tibio. Tavito suspiraba sin dejar de menear mi carne que ya comenzaba a lagrimear, mientras yo lo penetraba con mis dedos ayudado de un poco de saliba. Estaba muy excitado, pero también muy nervioso, no dejaba de mirar si en algún momento alguien se aproximaba, estaba volteando cuando de repente sentí que la mano de Tavito dejo de empuñar mi verga, entonces volteé viéndolo como se colocaba con sus manos apoyadas en la pared de tablas de la bodega, levantando la colita igual como lo había hecho en el bosque cuando fuimos a pescar.
– Métemela- Me dijo despacio, yo miré de nuevo a los lados y al no notar a nadie me coloqué detrás de él alcanzando su ano con la punta de mi verga, empujé un poquito, sin embargo Tavito no estaba suficientemente lubricado, me retiré y puse saliba en mi punta para nuevamente posicionarme y empujando sentí como el glande irrumpió dentro de mi pequeñito, me detuve un segundo gozando su calorsito, el clima estaba frío, pero era más nuestra calentura en ese momento, entonces comencé a moverme dándole despacio cuando alcancé a escuchar unos pasos,
– Súbete rápido la ropa- Le dije a Tavito, y ambos nos acomodamos nuestras prendas y despacio salimos de ahí,
– Hey, también les dieron ganas de mear- Dijo don Fermín.
– Si, nos despertamos los dos y vinimos juntos, pero ya nos vamos a dormir otra vez porque hay que salir temprano- Le dije, – Vámonos Tavito- Le añadí, y Tavito y yo nos apresuramos dejando a don Fermín atrás escuchando como orinaba. Entramos de vuelta a la casa, nos colocamos de nueva cuenta en la cama tratando de dormir, don Fermín regresó pronto y se recostó de nuevo y en unos minutos estaba roncando despacio. Yo seguía sin poder dormir, me movía en la cama cuando de pronto me acomodé de lado sintiendo sin querer el culito de Tavo pegado a mí y este al sentirme no hizo otra cosa que pegarse más restregando su cola en mí. Mi pene pronto empezó a reaccionar y Tavito continúo su juego pasando mi pene por sus nalgas cuando de pronto sentí como estiraba su mano metiéndola entre mi ropa apretando mi verga nuevamente,
– No- Le dije lo más despacio que pude, entonces él sacó completamente mi verga de mi ropa, y de pronto sentí que nuevamente pegaba su culo a mi verga dura, pero está vez también él se había bajado la ropa restregando sus nalgas en mi barra caliente debajo de las cobijas. Me daban muchos nervios la situación, pero yo seguía dejando que Tavito jugara con mi pene entre sus nalgas cuando decidí participar en el juego y direccionando mi palanca nuevamente, su ano besó mi glande y con un empujoncito perforé su abertura. Me detuve escuchando los ruidos de los demás que dormían, escuchaba el respirar entre cortado de Tavito y sentía como más gotas emanaban de mi mástil dentro de él, entonces lento, muy lento comencé a balancearme sintiendo como más y más de mi verga se introducía en Tavito hasta que logré tenerla casi al completo dentro. Me cogía despacio a Tavo, tan despacio que parecía que cada salida y entrada de mi pene duraba una eternidad, el calor de nuestros cuerpos contenido debajo de las cobijas no hacía más que invitarmos a seguir disfrutando del suave roce de nuestros cuerpos con un Tavito que solo daba muy pequeños quejidos de satisfacción mientras mi verga seguía moviéndose en su caliente culito comelón que degustaba su cena. Por mi parte yo recorría con mi mano izquierda el cuerpo de mi bebé, acariciando su pecho, sus pezones, frotaba su estómago de piel terza y bajaba despacio hasta llegar a su entre pierna, dónde masajeaba el duro penecito de mi amante y sus tiernos huevitos que se deslizaban por mis dedos, bajaba aún más mi mano tocando el borde de las nalguitas de Tavo sientiendo como mi verga se encontraba en medio de ellas emergiendo de su culo solo para volver a entrar liberando calor. No soy capaz de calcular cuánto tiempo teníamos haciéndolo en la misma posición, solo nos dedicabamos a disfrutar en total silencio cuando de pronto ese silencio se vió enterrumpido haciendo que el terror se apoderara de mí, entre mis respiración concentrada alcancé a escuchar una voz. Me quedé completamente quieto, asustado, con mi cuerpo acoplado al de Tavo sintiendo como él de la misma manera se tensaba. Pensaba que quizás don Fermín se había dado cuenta de los movimientos irregulares debajo de las cobijas, entonces era mi fin, esa familia no volvería jamás a confiar en mí y mi relación con todos ellos se vería terminada. Pensaba en esa y más opciones dentro de mi cabeza, solo habían pasado un par de segundos pero mi mente ya me estaba condenando, entonces volví a escuchar la voz, afiné mi oído y está vez pude distinguir, era Marquitos quién balbuceaba entre sueños, gire lento la cabeza en su dirección y noté como se giraba, aclaró la garganta y volvió a dormir, el silencio reinó nuevamente en esa habitación. Todavía seguía con mi verga bien clavada dentro de Tavito, se sentía un gran calor dentro de las cobijas que nos arropaban y yo seguía muy lujurioso aún después de ese pequeño gran susto, ya habíamos sido interrumpidos dos veces en una misma noche tratando de coger, así que lo terminaría de una vez por todas. Saqué mi mano de entre las piernas de Tavo y con mi brazo recogí las piernas de mi niñito de culo tragón haciendo que sus rodillas quedaran a la altura de su pecho y le enterré el último tramo de mi verga que no había aún perforado ese ano suave y apretado, gozando de nuevo de esa sensación de los glúteos firmes de Tavito rozando mi peludo pelvis y volví a retomar con mayor velocidad la cogida pendiente que teníamos. Sentía mucho calor envolviendo nuestros cuerpos y el ano de Tavo ya bien dilatado aunado a los líquidos que nuestras partes íntimas liberan hacían que lo disfrutara tremendamente, cuidando de no moverme muy rápido y provocar ruido que pudiera despertar a nuestros compañeros de cuarto. Tavito respiraba lento y profundo, alcanzaba a detectar los gemidos que reprimía, sentía como de pronto su ano se contraía haciéndome liberar más pre seminal, pero seguía yo pendiente de correrme, se la sacaba casi completa y la volvía a incertar en su sedoso culo cuando una segunda sacudida en el interior de Tavo apretó mi verga haciéndome gozar, solté las piernas de Tavo y bajo mi instinto animal lo hice girar quedando Tavo boca abajo y yo encima bien clavado en él. Volví a darle unas cuantas arremetidas más duro, pero sin llegar a la brusquedad hasta que me detuve sintiendo como el semen salía de mi pene depositandose dentro de Tavito. Recobré la lucidez, y tan pronto mi miembro dejó de manar su líquido blanco, me bajé de encima de Tavo liberando mi pene de entre sus nalgas, sintiendo un poco de sudor en mi piel caliente. Me acomodé la ropa de regreso a su sitio, tenía el pene un poco baboso, pero no había a penas aroma delatador, así que simplemente me acomodé para tratar de volver a dormir, sintiendo como Tavito también se movía acomodando su ropa, estiré mi mano para palpar su culo, solo a manera de comprobación y tan pronto sentí que su ropa estaba correcta lo abracé y sin darme cuenta me quedé dormido.
A la mañana siguiente desperté con los ruidos que hacían afuera de la casa, aún tenía sueño pero sabía que debía levantarme, abrí los ojos lentamente viendo la habitación ya iluminada por la luz del día y noté como Tavito no estaba en la cama. Me tallé los ojos y vi como la otra cama también estaba vacía, me levanté comprando la cama y salí a tomar aire, afuera don Fermín y Mario estaban cargando cosas en su camioneta y veía a lo lejos como Tavito estaba con los niños viendo los animales,
– Hasta que te levantaste- Dijo Mario riendo.
– Estaba cansado- Le dije, -Ocupan que les ayude?- Pregunté.
– No, mi hijo, ya acabamos, vamos a desayunar mejor, ya están acabando la comida- Dijo don Fermín.
Nuevamente nos reunimos para desayunar y platicar en mis últimos momentos de ese viaje solo para terminar más tarde despidiendonos. Le había ofrecido a don Fermín regalarle parte de los pescados que capturamos, pero él se negó diciendo que ellos siempre podían ir al río. De verdad me daba tristeza despedirme de esa familia, pero sabía que volvería pronto y finalmente tocó partir, no sin antes prometerle a Flor que volvería cuanto antes a visitarla, posteriormente en mi siguiente visita haríamos oficial nuestro noviazgo y acudiría regularmente a verla.
Salimos del rancho juntos, Don Fermín y Mario en su camioneta y Tavito y yo en la nuestra hasta que finalmente nos separamos en el camino tomando ellos su rumbo y nosotros el nuestro dándonos un último adiós para emprender nuestros respectivos viajes.
Llegamos a la ciudad antes del mediodía del Domingo, pasé a dejar a Tavito a su casa primero platicando un poco con su mamá y abuela, les dejé parte del botín que pescamos y salí a mi casa donde llegué directo a dormir otro poco. De verdad había sido un gran viaje.
Espero y no sea el ultimo mo relato con tavito. Eres excelente escritor.
Espero que la historia de tavito continue, me encanta como escribes y si no es ma historia de tavito pues otra