A los 12 años me volvieron rosquete en el colegio.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por luzquiños.
Soy homosexual, desde temprana edad, empecé a entregar el poto a los chicos de la secundaria a los 12 años y ellos me volvieron un rosquete adicto a la pinga.
Hoy tengo 35 años me llamo Willy, soy como la mayoría de los peruanos, mi piel es trigueña, pelo lacio negro, delgado y se me nota de lejos que soy gay. Con mi padre nunca me lleve bien, antes que yo, él ya sabía que iba a ser homosexual. De niño vivía en un barrio clase media en Lima, pero como mi padre estaba pasando por dificultades financieras por mujeriego, nos mudamos a un barrio popular del Callao, allí me matricularon en el primero de secundaria de un colegio estatal .
Desde el primer día de clases me di cuenta que el colegio era muy diferente al pequeño colegio particular donde estudié primaria. asistían cientos de alumnos de las zonas mas populares del puerto, eran hijos de pescadores o cargadores de mercadería de los barcos que llegaban. Yo llegué con 12 años, muy flaquito, un poco alto para mi edad, vestía con el uniforme único color plomizo y mi mochila. Me sentí muy extraño en medio de tantos alumnos vestidos de gris en el patio, había como dos mil, la mayoría cholos y negros. Al comienzo traté de caer bien y evitarme la fama de mariconcito que me había dado problemas en mi escuela anterior, cuando un día jugando a las escondidas me sorprendieron agarrándole la pinga al chico más grande del salón.
El nuevo colegio era inmenso y yo tenía miedo de los chicos tan avispados y maleados que abundaban, algunos tenían navajas y las mostraban como si nada en el recreo y en el aula. Me esforcé en pasar desapercibido pero no lo pude hacer por mucho tiempo .Al tercer día de asistir, durante una larga formación del patio, vi como le metían la mano a un chico muy guapo de mi edad de piel clara y pelo castaño, el chico al momento reacciono y se armo una pelea, ese chico se hizo respetar y ya no lo molestaron mas . Al poco rato sentí que alguien me metía la mano a las nalgas, yo voltee y vi a un alumno moreno, como de trece años bembón que me miraba sonriendo maliciosamente. Nunca me había peleado en mi corta vida así que solo le dije :
-Oye, no me molestes ¿ya?-
Lo dije con mi voz media amanerada lo que provoco risas y gritos afeminados de los otros chibolos para molestarme. Al rato sentí otra mano en mi poto y yo no hice ni dije nada, pasamos a las aulas y así fue que desde ese día quedo claro que era un chibolo maricon, cabro, chivo, rosquete, ñoco y todas la denominaciones que sufrimos los homosexuales en el Perú.
Desde ese día, casi a diario mi trasero y piernas sintieron el asedio de los chicos mas pendejos. Cada vez que tenia que pasar entre las carpetas cuando me llamaba el maestro para revisarme la tarea, era inevitable sentir tocamientos y pellizcos; no lo confesé a nadie pero me gustaba cada vez mas y mas sentir esos dedos pajeros .
Había unos chicos de tercero de media que en los recreos ya me habían echado el ojo, sabían por sus hermanos y amigos menores que había un chibolo mariconcito en el Primero de media “C” . Durante un recreo alguien les dijo quien era y el primero en acosarme fue un chico negro de pelo lacio de unos 15 años, que después me entere se llamaba Nelson, con sus dos compinches años empezaron a seguirme en el patio diciéndome cosas y lanzándome besos:
-Mi amor no te vayas queremos conversar contigo
– Chibolo maricòn no te hagas, ya sabemos que te gusta la pinga rosquetito–
Me alejé pero me estuvieron siguiendo por el patio repleto de chicos jugando y corriendo o conversando, Me alcanzaron y uno de ellos me abrazó por el cuello y otro me tocò el poto. En un rincón me acorralaron y al momento me di cuenta que con esos chicos la cosa seria diferente, la cosa iba en serio y no como las travesuras con los de mi edad. Los mire mas grandes mas desarrollados y las cosas que me decían y proponían era con palabras muy obscenas. Nelson saco la navaja y me la enseño diciendo:
-¿Entonces, cuando quieres que te meta la pinga en el poto cabro?
En eso toco la campana y me salvó, me aleje corriendo escuchando sus risas y burlas.
-Mira como zafa con el poto asustado ja ja ja –
En casa, antes de dormir mi cabeza estaba llena de lo que me había pasado, tenia temor a esos chicos por ser medio delincuentes y la navaja que vi, pero también sentía una rara atracción por la seducción que me hacían, sentía que despertaba algo oculto en mi.
Pasaron algunos días y un viernes yo iba de camino a casa a la salida del colegio, eran las tres de la tarde y siempre tenia que pasar por un terreno baldío donde había casas en construcción y otras abandonada era un lugar de gente de mal vivir, drogadictos, delincuentes. En eso note que Nelson me seguía con sus amigos , yo ya sabía sus nombres o apodos por información que obtuve. A uno le decian “el abuelo” y otro le decían “Negrito” tenían 14 y 13 años respectivamente. Me alcanzaron y caminaban junto a mi. Nelson y el Abuelo me pusieron sus manos en la cintura y trasero. Nelson dijo que vayamos a la construcción abandonada. Les dije que debía volver a casa, que me estaban esperando. Saco la navaja y no tuve otra que acompañarlos.
Entramos y una casa a medio construir, en una habitaciones había cartones en el suelo puchos de cigarros en el suelo, botellas de licor; me di cuenta que era su guarida secreta. Les volví a pedir que me dejaran ir, pero Nelson saco su navaja y me dijo:
-Está bien ñoco, pero después de hacerme una buena chupada y dejarte dar por el poto-
Vi que los tres tenían sus palomas levantando la tela de sus ajustados pantalones escolares .Noté que Nelson tenía un tronco muy grande pues hacia mas bulto, èl era negro pero de pelo liso, algo de bigote en formación y además era muy fuerte, le temían en la escuela, sus puños habían hecho estragos en los chicos que se le habían enfrentado: ojos morados, narices rotas . El abuelo era cholo y tenía ese apodo por tener algunas canas a pesar de sus 14 años y fue el primero en sacarse la pinga e inmediatamente lo hizo Nelson.
Yo no podía dejar de ver esas pingas oscuras paradas y como se descubrían sus glandes, se la agarraban y me miraban libidinosamente . El tercer chico era más joven y menudo, solo un poco más grande que yo, al sacarse la pinga era más chica que los otros pero más atrevida, Negrito le decían, y su erección era rotunda coloco sus manos en su cintura y lucio orgulloso su pichula que apuntaba al techo y se movía sola de arriba abajo. Ahí mismo entendí que esa tarde no saldría de allí sin entregarles el poto como me pedía Nelson. Yo no quitaba la vista a semejantes pingas y mis ojos y mi boca delataban la atracción que empezaba a sentir.
-¡Mira se le hace agua la boca al maricon!- dijo el abuelo
Nelson me quito la mochila y la arrojo al suelo, me puso de rodillas y froto su pene en mi cara, y luego me ordenó que se la agarre.
Lo hice y la primera sensación fue lo dura, gruesa caliente que estaba.En mi mano se puso mas dura al momento. Agarrar la de un adolescente me hizo sentir una sensación embriagante en todo mi cuerpo. Se acercaron los otros chicos y se la agarre al abuelo y luego a Negrito, comencé a hacerles la paja. Lo hacia cada vez mejor porque me gustaba hacerlo.
Nelson me saco la mano y la acerco a mi cara y me dijo:
-Abre la boca-
Yo la abrí y me metió su miembro, comencé a chupárla sintiendo arcadas que me venian cuando se iba muy adentro tocando mi paladar . El abuelo y el Negrito se pajeaban mirando el espectacular corneteo. Agarre la pinga para controlar mis arcadas y comencé a chupar mas y mas porque la verdad es que le agarre gusto casi inmediatamente. Me gustaba tener el pene de ese chico en mi boca, darle placer y también aplacar sus amenazas. Ya de grande me di cuenta que me gustaba chuparle la pinga a los machos mas amenazantes, era como someterme a su dominio y aplacar su agesividad. pero esa tarde no pensaba eso, no pensaba nada solo era un chibolito mamon que me dejaba hacer eso
En un momento de la chupada hice una pausa, me detuve, saque la lengua con su glande palpitando encima, levante mi mirada y le mire a la cara . Nelson sonreia maliciosamente y estaba super satisfecho con lo que le hacia, Asi mirándole la cara pase mi lengua alrededor de esa cabeza oscura lo hacía instintivamente nadie me enseño hacerlo asi.
-¡Sigue, sigue, cabro eres la mejor puta cornetera del troca (burdel)! – dijo Nelson
Volví a meterme ese deliciosa pinga a la boca y la chupe con gran esmero, cerré mis ojos y chupe y chupe hasta que me comenzó a doler la mandíbula.
-¿Ya quieres que te la meta?
-Mmmmmmhhhhh -fue mi respuesta que quería decir lo que tú quieras.
Me la saco y espere a ver qué iba a hacer
Se coloco detrás mío, se arrodillo y me bajo el pantalón y el calzoncillo, me puso la pinga ensalivada y sentí la punteada en mi anito, me dolió me quejè traté de levantarme, pero Nelson me agarró por los hombros y me bajo. Me relaje un poco me puse dócil para que no me doliera tanto y al segundo intento la pinga ensalivada se metió nomas hasta la mitad y empezó a bombearme rápidamente, muy excitado.
El abuelo y el Negrito se pajeaban mirando todo
Mi cachero la saco solo para acomodarme mejor y luego apoyó otra vez la pinga en la entrada de mi ano y empujó y se deslizo mas de la mitad dilatando mi recto … Yo emiti un pequeño quejido, nunca me habían dado asi por el culo, me dolia bastante y los pingazos que me daba por meterla me hacían quejarme.
De pronto me la saco y le dijo al pequeño Negrito que me metiera su pichula. Lo senti ponerse tras mío su cabeza estaba a la misma altura que la mía .La tenia super dura pero su pinga fue fácil de meter porque era más pequeña que la de Nelson y se fue de frente hasta el fondo. El chico estaba muy excitado y comenzó a moverse rápido como el perro cuando se monta a la perra. Sentía su boca jadeando en mi oreja , si bien no era una verga grande era más agresiva y hasta me dolia un poco por la forma de follarme y cuando se detenia para palanquearme el recto. Me fui acostumbrando y el dolor cedía , yo cada vez gozaba mas tener esa pinga metida en mi poto, todo mi ser se estaba abriendo al placer homosexual, mi cuerpo pedía mas pinga. La calentura de esos chicos me estaba llevando al cielo gay, cerré los ojos y me deje llevar
Nelson miraba y de pronto muy excitado se acerco lo aparto al negrito de un empujón, se coloco detrás mio, me inclino apoye mis manos en el piso y quede en cuatro patas, ahora èl estaba muy decidido. Coloco la punta de su miembro en la entrada de mi anito que se abría y cerraba hambriento de verga y me la comenzó a meter sin detenerse, como la resistencia era menor, gracias a la follada previa del negrito, yo sentía como mi recto se abría al paso incontenible de su barra de carne, mi recto aceptaba al intruso sin resistencia, entonces dio un último empujón y la metió completa.
-¡Ahhh… por la concha su madre se metió toda Ahhh que rico ahhhh! Exclamo mi cachero.
Yo estaba con la cabeza alzada mis ojos miraban el techo y cuando comenzó el mete y saca, comencé a gemir de placer….si de placer que aumentaba cuando me sacudía moviéndose como enloquecido. Luego de cacharme asi un largo rato se detuvo, me la dejo quieta para que me acostumbrara y luego empezó de nuevo pero esta vez muy despacio la sacaba y metia, todo el placer del sexo anal, el gusto de tener la pinga de un adolescente metida en el poto dominaba mi ser. Me hizo poner de rodillas nuevamente sin sacármela Sus manos me subieron la camisa para acariciar mi pecho y apretarme las tetillas a la vez que me punteaba, acerco su boca a mi cuello a mi oreja y me pregunto ¿te gusta cabro que te meta la pinga?
-Si Nelson me gusta mucho que me metas la pinga-
Luego de excitarme al límite me comenzó a cachar como loco, me zarandeaba todo mi cuerpo porque estaba terminando me movía mucho en el mete y saca no me daba pausa dale y dale hasta que se vino como solo un adolescente de su edad súper arrecho se puede venir, me llenò de esperma el recto, en cada empujón me echaba un chorro de esperma.
Nelson me saco la pinga y se la limpio baboseante en mi camisa blanca, yo apoye mis manos en el suelo para descansar, sentí que me limpio con algo el semen que se me salía del ano.
-Ahhh que rico es cacharse a un maricon –fue su comentario
El abuelo y Negrito quisieron metérmela al verme en cuatro patitas con mi huequito abierto, pero Nelson los detuvo, hoy no se metan con mi mujer, hoy este hueco ha sido solo para su marido , métansela en la boca.
El abuelo me hizo arrodillar de nuevo y me la metió por la boca, el negrito se acerco y puso su pija en mi cachete y se la chupe también, me alternaba, mientras chupaba una pajeaba lo otra . Pero estando mamando la del Abuelo el negrito me saco la mano y la puso en la comisura de mis labios adivine sus intenciones quería que me metiera su dura pinga sin sacar la del abuelo. Abrí la boca hasta mas no poder y llegue a tener las dos pingas. Si, en mi primera cachada tuve las pingas de dos chibolos en la boca que luego de un rato se vinieron. No fue tan abundante pero así conocí el sabor y olor del esperma y me volví adicto hasta hoy.
Me limpie como pude Nelson me ayudo con una tela vieja que encontró por alli , luego me hizo incorporarme y me ayudo a subirme el calzoncillo y mis pantalones.
– Esta bien, ya puedes irte y si quieres mas pinga ven a buscarnos- se rieron los tres y se fueron a la otra habitación a planear mas fechorías.
-Mientras arreglaba mi mochila los tres conversaban riendo, me fui a casa caminando raro, sentía adolorido el ano y la mandíbula, mis nalgas estaban resbalosas y sentía que todavía goteaba el semen de mi ano…pensé que todo lo que me habían hecho me había gustado, era rico pero también que sería difícil evitar la reputación de homosexual en la escuela , al día siguiente lo sabrían todos…era mi destino y lo acepte.
En los días que siguieron los tres chicos me buscaban en el recreo, me apartaban de mi grupo del aula, me llevaban abrazado por ahí y me hablaban de seguir cachando en la guarida. En mi aula los chicos se dieron cuenta de mi cambio era como si hubiera madurado de pronto, me molestaban igual pero no les daba importancia, mi mente estaba en Nelson y sus dos amigos. Los chicos del aula no eran tontos y decían que en la cara se me notaba que los grandes me habían metido la pinga.
-El cabro ya tiene marido y le mete la guasa -dijo uno de los mocosos
-Si, ya se la metieron por eso no nos hace caso- respondió otro.
Pasaron los días y semanas y ya había estado hasta dos ocasiones mas en la guarida. Nelson dejo que el Abuelo y el Negrito me la metieran. Cada día yo aprendía mas y mejoraba las técnicas amatorias de dar el poto o la boca a los hombres y hacerlos delirar de gusto.
Cuando los tres querían cacharme me lo decían en el recreo y yo siempre aceptaba. Como sabia que en la tarde iría a la guarida, sentia que mi ano ya pedía pinga , me ponía alegre y mas loca que nunca. Me gustaba llegar primero y verlos llegar viendo como se abultaban sus pantalones mas cuando se acercaban. Me saludaban tocándome el poto y yo les respondía apretando sus notorios bultos .
No siempre venían los tres a veces solo dos y a veces uno solo.En algunas s ocasiones Nelson no dejaba de ser violento conmigo, le gustaba tratarme mal . Me acorralaba en algún lugar solitario y yo sentía la punta de su navaja en el cuello y la punta de su pene abajo, me acusaba de coquetear con otros chicos, yo le juraba que solo era de ellos.
.Mi cambio fue notorio, del inocente niño que llego al colegio en Abril en seis meses casi no quedaba nada, . Me ponía pantalones muy ajustados para provocar a todos, usaba pulsera, me echaba perfume, me dejaba el pelo un poco largo ,hasta quise pintarme los labios pero me di cuenta que eso traería problemas, mi ropa siempre ceñida, y mis ademanes y voz eran por demás afeminados. En ese colegio conoci a otros chicos rosquetes eramos como 5 de diferentes edades y nos juntábamos para hablar.
Hacia fin de año ya era manifiestamente un chico homosexual, tenia 13 años y varios profesores me llamaron para aconsejarme, también llamaron a mis padres, mi madre vino pero mi padre no. Me enviaron a la psicóloga, pero no cambie nada.
Me gustaría mucho sus comentarios, tengo la seguridad que todos los gays hemos pasado por esos acosos y manoseos cuando éramos chibolos.
Excelente relato! Y sí, es verdad. Lo hemos pasado.