A los 14 con mi bully, parte IV
Era la primera vez que me practicaban un oral. Sentía sus dientes rozar de vez en cuando, pero lejos de molestarme, me parecía la cosa más excitante del mundo..
Lo llamé temprano y le ofrecí irnos juntos a la escuela. Mi casa quedaba más lejos, así que me tocaría pasar a buscarlo. Así nos quedarían unos 20 minutos de camino a pie que podríamos aprovechar para conversar.
Llegué a su casa y toque el timbre. Escuché un «¡ya voy!» Bastante sonoro seguido de un retumbar de escaleras. A los segundos la puerta se abrió y salió Daniel. Ca-ra-jo. Se veía más guapo que nunca. Su cabello aún estaba húmedo y le colgaba un poco por la frente, llevaba la camisa afuera y las mangas recogidas, la corbata ligeramente suelta y el primer botón abierto. Sus pantalones anchos de toda la vida cerraban lo que, al menos para mí, era el chico perfecto.
– Qué — dijo cuando me vió estupefacto — ¿Pasó algo? — añadió preocupado
– No, no. Es que te ves… Radiante — solté sin pensar mucho. Radiante, ¿Aló siglo 19?.
– ¿Radiante? — soltó una risa mientras me miraba divertido — acepto su cumplido, buen señor — agregó sarcásticamente. Me puse rojo al instante.
– Vamos o llegaremos tarde — respondí intentando safar.
Caminamos y conversamos, tal como lo había pensado, pero no conversamos sobre el amor, sobre los cambios, sobre nosotros — o un posible nosotros — ni nada de eso. Nos fuimos hablando de películas, series, historietas y música. Quizás les parezcan cosas banales, pero eran las banalidades que puso Daniel sobre la mesa y yo opté por no presionarlo para hablar de otras cosas. Todo a su tiempo.
En limpio pude sacar que:
1. A ambos nos gustaba el cine de superhéroes, 2. Spiderman era el favorito indiscutiblemente, 3. The Smiths eran buenos pero muy poco optimistas y 4. La casa de papel era, sin duda, lo mejor que había hecho Netflix.
Cuando llegamos a la escuela noté las miradas al instante. Éramos enemigos públicos y ahora resulta que llegábamos juntos y riendo a carcajadas como dos grandes amigos. Claro que nadie sabía que íbamos encaminados a convertirnos en algo más que grandes amigos.
Daniel parecía no darse cuenta o ignorarlos de muy buena manera. Como sea, llegamos al salón antes que todos, así que nos sentamos juntos.
– …así que por eso creo que el mejor Spiderman es el de Andrew Garfield — cerré un largo speech.
– Admite que es porque es el más atractivo y ya — dijo Daniel que defendía con garras y dientes a Tobey Maguire.
– Sí, también, pero es que spiderman es guapo en los cómics, así que es otro punto más por congruencia.
– Touché — contestó asintiendo satisfecho.
Viendo que estaba desprevenido me acerqué y le di un beso en los labios. Fue corto, de unos 2 o 3 segundos, pero suficiente para que se ruborizara hasta las orejas.
– Tranquilo, nadie nos vió — le dije y le sonreí. Asintió y me sonrió de vuelta. Reprimí un impulso de besarlo otra vez, y menos mal, porque en ese momento entró la profesora de inglés, la señora Rivera.
Apenas se dió cuenta de nuestra presencia y en una especie de improvisación teatral nos observó con los ojos abiertos como plato, se quitó las gafas, las limpió, parpadeó, se las volvió a poner, y luego se llevó una mano a la frente haciendo un pequeño ademán de desmayo.
– Creo que desde hoy comenzaré a creer en los milagros — soltó acompañado de una carcajada sonora. Me agradaba. Solo me limité a sonreír suavemente. No dijo nada más y nosotros tampoco, Daniel observaba hacia todos lados visiblemente nervioso.
– Si quieres te puedes sentar con tus amigos — le dije dándole un pequeño codazo para llamar su atención.
– Eh? No, no — respondió al instante. — estoy bien aquí… contigo — me derretí en el acto. La señora Rivera parecía no prestarnos atención, y en ese momento sonó el timbre y comenzó a entrar una ola de alumnos y, a la par, ojos que miraban curiosos hacia donde estábamos sentados. Seguramente pensarían que había sido algún castigo ingenioso de la señora Rivera, y por el momento era mejor que creyeran eso.
La mañana transcurrió normal. El primer recreo cada uno estuvo con su grupo de siempre, aunque a Daniel se le veía visiblemente incómodo. Risas acá y risas allá, y todas parecían ir dirigidas a él.
Llegó la segunda clase y lo noté callado, le pregunté si estaba bien, pero solo recibí un «si» que olía a mentira por donde se le viera.
A la hora de almuerzo lo rapté. Le dije que llevara su mochila y me siguiera. Hizo caso aunque todavía un poco desanimado. Nos escabullimos por la biblioteca hacia una bodega, una segunda bodega, y finalmente los antiguos camarines. Descubrí ese el lugar hace tiempo, pero no lo había compartido con nadie. Daniel era el primero.
– Taráaaan — dije cuando llegamos, haciendo un ademán de presentador de circo. Solo sonrió un poco en respuesta — oye, que pasó — dije extrañado. Di algunos pasos hacia el, pero retrocedió. Comencé a preocuparme.
– Es que… esto — dijo mirando al rededor — nosotros — su mirada reflejaba miedo — no va a funcionar.
– Pero – quise replicar pero continuó.
– Me destrozaron en el primer recreo — soltó por fin. Lo suponía. — y a ti también. Y yo no dije nada, no hice nada para defenderte — estaba visiblemente afectado.
– Está bien — intenté calmarlo
— ¡No! — gritó. Inmediatamente bajó la voz de nuevo. No lo está. No he hecho más que tratarte como a una mierda, no merezco que me hables siquiera. No merezco nada de ti — sus ojos estaban vidriosos. Estaba al borde del llanto — y ahora ellos harán lo mismo conmigo. Eso sí lo merezco — soltó en un sollozo.
Lo abracé y entonces comenzó a llorar mientras pedía perdón una y otra vez. Cuando se calmó, tomé su rostro entre mis manos y le di un beso. Su cara era una contradicción.
– Yo ya te perdoné — le dije. El movía la cabeza negando — y eso no lo decides tu ni nadie, lo decido yo — sentencié — y quiero intentarlo. Sea lo que sea que resulte, no pienso quedarme con las ganas — y sin esperar respuesta comencé a besarlo con pasión. Sentía su pecho latir rápido mientras mis manos comenzaban a recorrer su cuerpo lentamente, pero con intensidad. No demoró mucho en incorporarse y seguirme el ritmo. Ambos sabíamos lo que venía, y el deseo del uno por el otro era superior a cualquier sensación o sentimiento que pudiéramos tener en ese momento.
Desabotoné su camisa más rápido de lo que él la mía, así que le ayudé con los últimos dos botones. Su torso desnudo me seguía pareciendo una novedad sumamente atractiva. Cuando iba por su pantalón, me detuvo y comenzó a besarme con pasión mientras sacaba el botón del mío. Me sorprendí, pero lo dejé hacer. Cayó por su cuenta hasta la altura de mis rodillas. Mi erección se dibujaba sobre mi bóxer.
– No te garantizo que sea memorable — susurró. No pude evitar reír un poco. Se puso de rodillas y bajó mi bóxer por completo. Mi miembro sin circundar de unos 15 cm saltó a la vista. Daniel intercalaba su mirada desde mi cara a mi entrepierna. Dudó unos segundos, pero finalmente lo introdujo en su boca. Yo me sentí en la gloria desde el segundo 1. Era la primera vez que me practicaban un oral. Sentía sus dientes rozar de vez en cuando, pero lejos de molestarme, me parecía la cosa más exitante del mundo. No tardó mucho en agarrar un buen ritmo. Tiraba mi prepucio completamente hacia atrás e imitaba lo que había hecho yo el día anterior; pasaba su lengua por la cabeza para luego seguir con el tronco. No era un experto y se notaba, pero para efectos prácticos, me tenía al borde de la eyaculación. Intentaba disimular mis gemidos todo lo que podía, pero en algún momento dejó de importarme. Le pedí que parara un poco. Me miró preocupado al comienzo pero luego entendió el por qué. Con una sonrisa pícara volvió a la carga. Estuvo unos dos minutos más hasta que sentí que me venía.
– Ya- ya… me vengo — dije con un hilo de voz intentando safarme para no correrme en su boca. Pensé que sería problemático.
Para mí sorpresa, puso sus manos en mi trasero y comenzó a empujar para evitar que escapara. Así fue como terminé eyaculando en su boca por primera vez. Perdí la cuenta de cuántos chorros fueron, pero fueron los suficientes para que Daniel no pudiera aguantar todo en su boca y algunos saltaran directo a los viejos casilleros.
Tragó todo. Yo me quedé estupefacto, pues no lo creí capaz. Me miró y ambos sonreímos, aunque se veía un tanto avergonzado. Su rostro era un espectáculo que me podría tatuar sin dudarlo un segundo. Se incorporó y me besó de manera intensa. Pude sentir el sabor de mi semen aún en sus labios y lengua. Era poético todo; la circunstancia y el lugar, el hecho de que fuera Daniel mi compañero sexual, todo. Separamos nuestros labios y siguió un juego de miradas que reflejaba deseo y lujuria. Ambos queríamos más, pero no había tiempo. Casi en automático comenzamos a vestirnos de vuelta, y en cosa de segundos sonó el timbre que indicaba el retorno a clases.
– Debo decir — dije antes que nos fuéramos — que contra todo pronóstico, esto sí fue memorable. Me besó en respuesta.
Casi como una humorada, caminamos de la mano todo el trayecto hasta salir de la biblioteca. Nos soltamos las manos y reímos con complicidad.
Desde ese día todo comenzó a ir con un poco más de calma como parte de un acuerdo; queríamos que durara y nos diera tiempo a re-conocernos antes de dar pasos grandes. Así comenzamos a vernos después de la escuela, teníamos sexo solo una o dos veces por semana y a veces preferíamos solo pasar el rato, casi siempre en su casa pues sus padres no estaban casi nunca, y solo ocasionalmente en la mía para no correr riesgos. Algunos fines de semana íbamos al cine o a comer helado, y habían días que nos pasábamos la tarde entera besuqueandonos. En la escuela ya no habían miradas, todos parecían haberse acostumbrado a que ahora fuéramos amigos. Ilusos.
Y así continuamos hasta fin de año. Ambos pasamos de curso, vendrían las vacaciones que podríamos disfrutar y seguiríamos juntos además el año siguiente… o eso creímos.
Amigos, ésta es la penúltima parte. La 5ta será la última y tardaré quizás un par de días en subirla. Dejen en los comentarios que les ha parecido hasta ahora.
Xo,
Samuel
Que gran redacción e historia, pero como que ya va a acabar? Necesito más de esto. Sigo pensando que esto debería estar en otra plataforma o estar más desarrollado tiene potencial.
Un lindo relato, realmente me gustó!!
que gran relato qeu ganas de leer la siguiente parte
Excelente.
Ya no seguiste la historia 😔😔
Hola! Muy pronto, lo prometo. Recién vuelvo jaja
Samuel maldición sube la parte 5!
Estoy en un punto en el que me pongo triste al saber que no hay continuación de este relato mi de el «Mi primo y yo, desde los 13 años» hazle un favor a la humanidad y sube ya los próximos capitulos! Estoy empezando a dudar de que sigas vivo!
Hola! Sigo vivo. Habrá parte 5 y probablemente 6. O una 5 muy extensa. Ya estoy escribiendo! (2 años tarde?)
Que hermoso, y que tu primer oral fuera de tu primer amor es perfecto