A MIS 10 AÑOS, MI PRIMER EXPERIENCIA EN UN COLECTIVO
“¡Ah! ¡Oh! ¡Oh! ¡Ah! ¡Qué lindo! ¡Cuánto hacía que no me comía a un lindo pendejito!” – Exclamó el hombre ¿Porqué a algunos les gustaba tanto coger a chicos tan chicos? .
Hola a tod@s.
El tema del sexo en medios de locomoción masivos (trenes, metros, subtes, colectivos, ómnibus, etc.), si bien en muchas ocasiones suele utilizarse para films pornográficos o para relatos eróticos, tiene también su razón de ser, ya que se trata de medios en los cuales se moviliza gran cantidad de personas y muchas veces se producen verdaderos amontonamientos de gente, situación que se aprovecha para, por lo menos, toquetear y manosear, tanto a mujeres, como a hombres y tanto a jovencitas, como a jovencitos.
A mis 10 años, la escuela primaria a la cual concurría, quedaba distante de mi casa a unas 15 cuadras (1.5 km) y como por aquellos años no había inseguridad de ningún tipo (hoy en día sería muy riesgoso y peligroso hacerlo), yo, al igual que muchos otros chicos, solía ir caminando la mayor parte del año, pero durante los días de mal tiempo, tomaba el colectivo.
Cómo yo, siendo muy chiquito, ya sentía una verdadera atracción por todo aquello que tuviese algo que ver con el sexo, solía reparar en ello, por ejemplo, mientras viajaba en el colectivo, desde mi casa a la escuela (ida y vuelta) y me gustaba y mucho, el ver como generalmente, los hombres toqueteaban, manoseaban y “apoyaban por detrás” a alguna mujer o lo propia hacía algún joven con una jovencita y, si bien, la mayoría se resistía, algunas, ya sea por propio gusto o vaya saber porque motivo, se quedaban “quietitas”.
Durante uno de esos viajes (yo volvía de la escuela), el colectivo estaba más lleno de lo habitual y una vez que ascendí, con sumo esfuerzo pude llegar a la parte trasera y allí me quedé prácticamente atrapado y sin poder moverme, situación que aprovechó un hombre que estaba detrás de mí, quien me “apoyó fuertemente por detrás”, haciendo que inclusive, notase su entrepierna ya bien dura.
Yo tenía, en una de mis manos, la cartera con los útiles escolares y mi otra mano, la tenía aferrada al borde de uno de los asientos, así que nada podía hacer para evitar “ser apoyado” (y tampoco quería hacerlo, obviamente), así que solamente me quedé allí, recibiendo las embestidas de aquel hombre, quien, rápidamente, además, se dio cuenta que tenía para sí, un super culo.
Como el hombre reparó en el hecho concreto de que yo, no solo no me resistía, sino que me quedaba allí “gustosamente”, aprovechando que él sí tenía libre una de sus manos (con la otra se aferraba al gancho ubicado en la parte superior del colectivo, para sostenerse), comenzó a tocarme, tibiamente al principio, pero con mayor ahínco y decisión, al volver a constatar que se seguía sin oponer resistencia alguna.
Por supuesto, todo ello ocurría (creo yo) sin que el resto del pasaje lo notara y en un leve movimiento del colectivo, pude mirar hacia atrás, por sobre mi hombro e hice lo que siempre solía hacer (y lo sigo haciendo aún), es decir, crucé, con aquel hombre, una mirada cómplice y una sonrisa pícara y socarrona.
“¡Qué linda colita!” – Me dijo el hombre al oído (me encantaba recibir ese elogio y ese halago, aunque ya estaba por demás acostumbrado a ello).
Me hubiese gustaba quedarme un rato más allí, porque lo estaba disfrutando, pero el viaje había llegado a su fin, así que me bajé del colectivo, no sin antes recibir, por parte del hombre, un último manoseo en mi culo.
El hombre en cuestión continuaba su viaje y yo, desde abajo, le hice una gran sonrisa a modo de saludo y si bien, como comenté anteriormente, todo ello me gustó y mucho, nada hacía suponer, intuir o presagiar, que al día siguiente se volvería a repetir la misma situación.
Mientras yo caminaba hacia la parte posterior del colectivo, el hombre ya estaba allí, así que yo, sin mediar palabra ni hacer gesto alguno, me ubiqué delante de él e inmediatamente comenzó, nuevamente, el toqueteo, el manoseo y el “apoyo”.
“¡Te gusta esto! ¿Verdad?” – Me dijo el hombre al oído y yo esbocé un “sí”, casi susurrando, entonces y sin más preámbulos, me volvió a decir.
-“¿Querés que nos bajemos acá? ¡Conozco un lugar!”.
Si bien faltaban varias cuadras para que yo me bajase del colectivo, descendimos ambos.
“¡Caminá detrás de mí, así nadie lo va a notar!” – Dijo el hombre y yo accedí, como siempre, sumisa y pasivamente.
El hombre ingresó por una abertura en un paredón, a un predio abandonado, el cual si bien, yo no desconocía, no sabía concretamente que había en su interior y ¡Oh Sorpresa! Me encontré con un lugar ideal para el sexo, ya que nadie podía ver absolutamente nada, ni desde la calle, ni desde cualquier otra dirección.
A priori, ya estaba mucho más relajado que aquel hombre, pero una vez que nos ubicamos y que él constató que nadie nos podría observar, me dijo:
-“¡Que lindo sos! ¡Sos hermoso! ¿Te puedo dar un beso?”
Yo no respondí, pero puse la cara como para recibir ese beso; cerré los ojos y me entregué a aquel desconocido, quien en principio besó mi mejilla, luego mis labios, hasta que mi boca se abrió por completo y sentí su lengua.
Obviamente lo que más me gustaba, ya en ese entonces, era la pija a rabiar y moría por tenerla bien adentro de mi culazo, pero recibir besos en la boca, también me producía un inmenso placer, gozo y satisfacción.
Mientras el hombre me besaba furiosamente, comenzó a manosear y a toquetear mi culo, por encima de mi pantalón, hasta que me pidió directamente “el culo desnudo”. Yo volteé, me bajé el pantalón y el calzoncillo y me quedé allí, parado, esperando eso que ya sabía, de antemano, que iría a ocurrir.
“¡Qué pedazo de culo! ¡Por favor! ¡Qué culo precioso! ¡Qué locura de culo! ¿Cuántos años tenés?” – Dijo el hombre mientras miraba y admiraba ese increíble culo.
“¡Voy a cumplir 13!” – Dije, por temor a que sí, le decía mi edad, el hombre pudiera llegar a no concretar.
“¿Y ya te cogieron alguna vez? ¿Te la metieron en el culo?” – Volvió a preguntar el hombre y como mi respuesta fue positiva, se relajó por completo y no solo continuó toqueteado y manoseando mi maravilloso culo, sino que también empezó a lamerlo, besarlo y chuparlo, sin dejar de susurrar, una y otra vez, lo hermoso que era.
A esa edad, yo no reparaba mucho en la forma en la que solían cogerme, pero, con el correr del tiempo, me di cuenta que los chicos jóvenes, me metían las pijas en el culo y luego de unos “bombazos”, eyaculaban dentro de mí, en cambio los mayores, hacían toda una previa, besándome, acariciándome, tocándome, manoseándome y comiéndome el culo (besos, lamidas y chupadas), antes de la penetración propiamente dicha y esta no había sido la excepción, ni mucho menos.
El hombre seguía enloquecido con aquel alucinante culazo, hasta que percibí que se estaba bajando su pantalón y su calzoncillo y que ya tenía su verga bien erecta en una de sus manos.
“¡Mirá! ¿Te gusta?” – Me preguntó (a los hombres, siempre les gusta y mucho que uno les admire, elogie y halague, tanto la forma como el tamaño de sus pijas).
Le respondí afirmativamente con un leve movimiento de cabeza, mientras me daba vuelta y me ponía en posición, para recibir aquello que ya tanto deseaba.
El hombre puso un poco de su propia saliva en su verga e hizo lo propio con mi orificio anal, para después sí, comenzar a penetrar mi culo.
“¡Ay!” – Exclamé, no porque me hubiese producido dolor, sino porque estaba yo mal posicionado, pero cuando logré colocarme en la forma correcta, la pija ingresó dentro de mí por completo.
“¡Ah! ¡Oh! ¡Oh! ¡Ah! ¡Qué lindo! ¡Cuánto hacía que no me comía a un lindo pendejito!” – Exclamó el hombre ¿Porqué a algunos les gustaba tanto coger a chicos tan chicos? ¿Ocurriría lo mismo también con las niñas? Solía preguntarme yo, por aquellos años y la respuesta era más que obvia; los chicos chiquitos, éramos como la fruta prohibida; un manjar al alcance de unos pocos; solo de los que se animaban a dar ese paso hacia adelante (yo creo que habría muchísimos más, que lo hubiesen deseado a morir, pero que nunca hicieron realidad sus deseos y fantasías sexuales).
El hombre seguía cogiéndome y yo lo disfrutaba a más no poder, pero cuando supuse, tanto por su movimiento, como por su jadeo y gemido de placer, que ya iría a acabar y a llenarme el culo de leche, me sacó la verga del culo, me agarró fuertemente, me hizo agachar y eyaculo abundantemente sobre mi cara.
Era la primera vez que lo hacían y, en rigor a la verdad, me había gustado y mucho, si bien no alcancé a degustar aquel delicioso néctar.
Yo esperaba algo más (la ingenuidad propia de la edad); tal vez otro beso en la boca, un último toqueteo o manoseo en aquel super culo, que tanto halagó y elogió, pero lo cierto fue que, eso “del amor después del amor”, no ocurrió en aquella ocasión, ya que el hombre se acomodó su calzoncillo, su pantalón y el resto de su ropa y sin decirme ni siquiera un “Adios”, se fue raudamente por el mismo lugar en el que había ingresado a aquel predio.
Subí mi calzoncillo y mi pantalón, limpié mi cara (fue la primera vez que no tuve que hacer lo propio con mi culo) y puse rumbo a mi casa, pensando, en el camino, lo que les diría a mis padres al respecto.
“¡El colectivo se rompió y nos tuvimos que bajar! ¡Me vine caminando!” – Fue lo único que se me ocurrió, pero resultó total y absolutamente creíble.
Esa fue mi primera experiencia sexual en un colectivo, pero por supuesto, no fue la única, aunque ello será motivo, seguramente, de algún otro relato.
Soy marcos comodoro y mi correo es: [email protected] (online en Hangouts de ese mismo correo).
Espero, ansioso, sus votos y sus comentarios.
Besos a tod@s.
buenisimo y caliente con el putito
Muchas gracias. Besos.
Hubiera sido mas hot y mas creible que le doliera el culo al ser penetrado, un niño de diez años recibiendo en su culito y lo describis como un gay de 30 años, mal ahí.
Respeto todas y cada una de las opiniones, pero, como en este caso, el principal protagonista fui yo mismo, te comento: El ano, es un músculo y como tal, se entrena. A mi, me penetraron por primera vez a los 8 años y por ende, a los 10, ya llevaba 2 años de penetraciones anales. Obvio que la primera vez duele, sobre todo, sino no se lubrica y no se penetra poco a poco, pero ello corre tanto para una persona mayor, como para un chico de 10 años. Besos y gracias por tu comentario. Ahora bien, desconozco cual ha sido tu caso, es decir, si te penetraron a los 10 y te dolió y si vos penetraste a alguien de 10 y le dolió.
gran relato como sigyue