A solo dos puertas
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Tenia un cuerpo sin duda alguna consecuencia de mucho ejercicio, pero conservando su naturalidad. Su vestimenta no era acorde a los que esperarías de una persona de su intelecto. Ese primer día de clases se presento con unos lindos pantalones negros y una camisa de un verde discreto, haciendo lo que estaba a su alcance para no hacer notar su jovialidad, pero no lo suficiente como para parecer mayor. La ropa se le ceñía al cuerpo, sin notarse apretada. Me sumergí en un estado casi hipnótico que agudizo mi vista y mi tacto y casi anula mi oído. Al iniciar la clase, me hizo perderme entre el sonido de su voz, su belleza física y las ideas y pensamientos que hacían eco en mi cabeza.
Cuando llegue a casa no pude evitar encerrarme en mi recamara, y sentir la firmeza de mi miembro con tan solo acordarme de el. Venían a mi mente los recuerdos de solo un día, No podía evitar acordarme de su delineada espalda, el grosor de sus hombros, sus prominentes glúteos y su hermoso rostro, como tampoco pude evitar quitarme la corbata y camisa escolar, que junto con el resto de mi uniforme quedo tirado en la alfombra, quedándome solo con pulcramente blanca ropa interior. El recuerdo me hizo tener fantasías donde me tocaba cada centímetro de mi abdomen, mis piernas y el resto del cuerpo, produciendo placeres tan intensos que hacen perder la noción del tiempo. Solo basto unos cuantos ligeros rozamientos para hacer estallar en éxtasis por mis fantasías.
El curso transcurrió con la normalidad esperada, nuestra relación fue tan respetuosa y ordinaria como puede ser la de un maestro con su alumno. Pero todo cambio esa mañana de verano, a dos semanas de terminar el curso y concluir el bachillerato. Ese día, había decidido caminar a la escuela, lo que implico levantarme tan solo 20 minutos más temprano de lo acostumbrado. Iba saliendo de mi casa cuando me todo justo saliendo de dos casas después de la mía a Gabriel. No puede evitar voltear por completo y observarlo. Parecía con prisa, salía con su ropa pulcramente planchada, la taza de café en la mano, gafas oscuras que perfectamente delineaban su rostro, Subía a su camioneta y colocaba su mochila en el asiento de un lado. Al momento que se subió me miro y esbozo una sonrisa enorme que dejo ver su dentadura aun que con los aparatos de ortodoncia. Avanzo lentamente por la calle y justo se paro frente a donde yo esta:
-¿A la escuela?- pregunto esperando la obvia respuesta.
-Claro, solo que hoy decidí caminar- respondí, tratando de verme lo mas natural posible.
-Puedo llevarte, pero si aun quieres caminas…-
No lo pensé dos veces y subí a la camioneta.
-¿Listo para la universidad?- pregunto tratando de hacer conversación.
-Si por su puesto, ya tengo mi lugar en la facultad-.
-¿Y que vas a estudiar?-
-Me gustaría decirle que Filosofía, pero mentiría- haciendo una sonrisa que fue respondida con una risa ligera- entrare a Ingeniería Electrónica.
-Fantástico- respondió -tengo unos libros en casa que te podrían ayudar, yo no los necesito, mañana te lo entrego en el colegio.
Y ese momento llego a mí una idea y un plan que solo una mente joven podía idear en tan solo unos segundos.
-Preferiría pasar por ello a su casa si no le molesta, no quiero venir cargando desde el colegio-
-Te lo puedo llevar a tu casa si deseas, pero si gustar venir mejor, me haría bien algo de compañía, casi no conozco a nadie aquí.-
-Perfecto, paso al anochecer si le parece bien-
-Esta bien, si no te regañan- y ambos soltamos una ligera carcajada.
La clases transcurrieron con normalidad para todos, excepto para mi. Conforme pasaban las horas el nerviosismo era cada vez mayor. Para mi sorpresa, las clases fueron suspendidas a las primeras horas por lo que regrese a casa temprano. Pase el resto de la mañana pensando e imaginando el encuentro de hoy por la tarde. Preferí dormir
Al despertar, me limite a bañarme. Lo hice con calma y recorriendo cada rincón de mi cuerpo. Me vestí como siempre lo hago, no puse mucho esmero, quería parecer natural. Me puse los jean azules, un poco ajustado, una camiseta de un concierto, tenis y la chamarra de cuerdo ajustada.
Llegue a su casa y toque su puerta. Al entrar lo mire tan atractivo como nunca. Vestía sandalias, una camiseta de tirantes y un pantalón tan ajustado que hacia ver las costuras de su ropa interior, la cual asomaba el resorte arriba del cinturón.
-Pasa- me dijo con voz amable -voy por los libros. Toma asiento-.
Me senté en un amplio y cómodo sillón. Me quite la chamarra y la puse en el respaldo. No pude evitar sentir el entumecimiento de mi entrepierna y la rigidez que se hizo notoria aun por debajo de mi pantalón.
-Aquí te los pongo-dijo y los coloco en la mesa de centro-Te traeré un refresco ¿o prefieres un jugo?-
-El jugo esta bien- respondí y seguí su andar con la mirada, notando como el pantalón se ajustaba a sus firme anatomía.
-Toma- me dio el vaso al cual lo bebí rápidamente, haciendo notar mi nerviosismo- Te serán de ayuda, solo son un par de libros de cálculo pero seguro le sacaras provecho.
-¿Y vives con alguien?-pregunte, temeroso de parecer indiscreto
-No – contesto con un tono indiferente – pero al parecer estas interesado en mi vida personal, ¿no es así?-
Me quede mudo, sin tener que pensar.
-No te preocupes, lo note desde inicio del curso. Vivo solo, no tengo pareja y me gustan completamente los hombres. Y me gustas tú-
Quede completamente mudo, no sabia que hacer o decir, solo que quede viéndolo. Fue entonces cuando prosiguió sin despegar su mirada de mis ojos.
-En este momento tienes dos opciones, la primera es agarras tu chamarra y los libros y te retiras de mi casa. Lo que puedas decir la verdad no tiene importancia. Eres un adulto y yo solo estoy aquí por un tiempo. La segunda es que empieces a quitarte el resto de la ropa, por que por lo que veo, tu pantalón esta apuntó de romperse de la entrepierna. –
Estaba absorto de lo que acaba de escuchar que me tome un instante reaccionar. Proseguí quitándome la camiseta y el hizo lo mismo. Se acerco y empezó a besar mi cuello, lo que me debilito que me deje caer acostado en el sillón y el encima de mí. Lo tome por la cintura y lo apreté a mi cuerpo. Fue cuando empezó la intensidad de las caricias en nuestras espaldas y tórax.
Sus labios recorrieron mi cuello, terminando en los míos. Fueron besos tan suaves que me hicieron sentir una emoción tan delirante. Sus manos recorrieron todo mi torso y mi rostro. Ambos nos quitamos nuestros zapatos y calcetas con ayuda de nuestros mismos pies y sentimos como se tocaban, transmitiendo una calidez que llegaba hasta nuestra cadera.
-Ven- me dijo –estaremos mas cómodos en mi recamara-.
Y así fue, en cuanto tocamos la cama, el prosigo a quitarse el pantalón y el resto de su ropa, sin permitirme admirar su anatomía pues de lanzo sobre mi y continuo besándome. Yo empecé a masajear sus glúteos y el aumento su excitación. Empezó besarme en el abdomen y se bue bajando hasta llegar al cierre y botón de mi pantalón, los cuales desabrocho y bajo junto con mi ropa interior. Introdujo mi miembro en su boca, lo cual me hizo sentir que no existe mayor placer en la vida. Continuo recorriendo con su boca y lengua mi miembro, llegando a un éxtasis mayor, trate de retirar su cabeza de mi entrepierna y no me lo permitió. Culmine justo con mi miembro en su boca, haciéndome sentir tan pleno que no podía dejar de retorcerme de la sensación de excitación que tenia.
Me tomo de las caderas y me coloque boca abajo, y empezó a recorreré con la punta de su miembro las hendiduras que producían mis glúteos. Los recorrido con una suavidad que hizo que lograra un nuevo grado de excitación. Sentía como se iba humedeciendo hasta que toco ese punto donde ya no tenia vuelta atrás. Levante un poco mas mis caderas en señal de aprobación y el se introdujo con una suavidad y precisión que me hizo sentir sensación aun desconocidas para mi. Lo hacia de una manera que sentir el contacto de todo su cuerpo con el mío. Subía cada vez más la intensidad, no solo de su movimiento, sino también de mis sensaciones. Escuchaba sus gemidos en mi oído que solo se detenían cuando besaba mi cuello y mis hombros. Cada vez lo sentía mas adentro de mí hasta que sentí como me lleno de placer y soltó un gemido peculiar de alguien que ha logrado alcanzar un placentero orgasmo. Solo se recostó sobre, mí besando mi cuello. Acerca su boca mi oído y me dice:
-Eres mejor aun de lo que esperaba aquel primer día-
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