A través de la ventana
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por kuvano.
Hola, me llamo Rodrigo, vivo en Miami y tengo actualmente 23 años de edad. Hace poco les conté sobre mi primera experiencia sexual con un chico. El afortunado, fue Ernesto, un amigo mío de hace muchos años, con el cual sigo teniendo una linda amistad y unos encuentros sexuales cada vez mejores. Si lo desean pueden leerse el relato que se llama “Noche de juegos”, ahí les cuento con más detalles sobre esa “primera vez”. Pero hoy quiero contarles sobre cómo fue que el deseo de tener sexo con un chico llegó a mí mente. Cursaba yo el segundo año de High School en uno de los tantos institutos que tenemos aquí en Miami. Para ese entonces hacía muy poco tiempo mis padres, mi hermano y yo nos habíamos mudado a Coral Gables, una exclusiva zona aquí en Miami. El complejo de apartamentos al que nos habíamos mudado era precioso, tenía tres pisos y era muy abierto y con mucha vegetación. La vista que disfrutábamos desde nuestro apartamento era espectacular excepto la de mi cuarto. Todas las ventanas de nuestro apartamento daban para los exteriores del edificio, pero la ventana de mi cuarto daba justo para uno de los patios interiores del edificio, en donde habían sembrado de manera muy bien diseñada, un sinfín de plantas tropicales que hacían del lugar un sitio muy acogedor y placentero. Algo que siempre me llamó la atención de ese edificio, era el diseño asimétrico de sus apartamentos, pues de los 5 apartamentos que había en mi piso, sólo el mío tenía una habitación donde su ventana daba para ese patio, también en el segundo piso había otro apartamento con otra ventana que daba a dicho patio y la cual se encontraba al otro lado de mi ventana, y en el primero piso otra ventana que quedaba justo debajo de la del segundo piso.
Nunca tuve el privilegio de saber quiénes vivían en el apartamento del primero piso, pero si sabía yo muy bien quien vivía en el del segundo piso. Su nombre era Guillermo, tendría unos 40 años de edad, era alto, delgado, poco musculoso, de piel blanca, ojos color aceituna, poco vello y bien pegado a su piel, tenía el cabello corto, ondulado y era de color como sal y pimienta debido a sus canas (algo que lo hacía lucir muy interesante), su nariz aguileña, labios carnosos que daban ganas de besar, sus manos eran grandes y venosas. Su aspecto era empresarial debido a que siempre andaba en trajes lo que lo hacía lucir mucho más interesante. Olía muy bien, siempre usaba la misma colonia. Había veces que sabía que él andaba cerca de mí pues su olor lo delataba. Les confieso que en mi mente nunca antes había albergado ningún pensamiento homosexual. Pero desde que lo vi por primera vez, pues provocó en mi cierto interés, atracción o un “no sé qué” que hacía que me sintiera nervioso.
Casi todos los días yo llegaba de la escuela a eso de las tres de la tarde, y a esa hora nunca había nadie en mi casa. Mi hermano llegaba siempre sobre las 5 de la tarde y mis padres sobre las 6. Por lo que por lo general siempre estaba solo un par de horas, las cuales aprovechaba para escuchar música y ponerme a leer algún buen libro sin ser interrumpido. Uno de esos días mientras buscaba uno de mis libros pasé cerca de la ventana de mi cuarto (la que daba para el patio interior del edificio) y me percaté que la ventana del vecino del segundo piso estaba abierta y que él (Guillermo) estaba sin camisa justo frente a la ventana con una taza de café en sus manos. Su pecho era perfecto, como les dije no muy musculoso pero si muy sexy y con una leve tela de vellos que cubrían de manera fina todo su pecho y los cuales iban desapareciendo mientras se unían para formar una ligera línea la cual iba bajando hacía su ombligo y más.
Mi corazón comenzó a palpitar a mil. Me asusté y me puse nervioso sin saber el por qué.
Cerré la ventana y seguí con mi rutina diaria de la música y la lectura sin darle importancia a ese hecho. Pasaron unos días de aquel suceso y ya prácticamente lo había olvidado, cuando de pronto mis ojos volvieron de manera accidental a toparse con el cuerpo de mi vecino esta vez completamente desnudo pero en ésta ocasión no tenía una taza de café entre sus manos. Guillermo estaba sentado en el borde de su cama, desnudo y entre sus manos en ésta ocasión lo que tenía era la cabeza de un chico, el cuál le estaba proporcionando sexo oral, y Guillermba controlando con sus manos el ritmo de la mamada. Mi corazón casi se me salía del pecho, sentía que palpitaba demasiado rápido. Se notaba claramente que el chico era mucho más joven que Guillermo, sería de mi edad o quizás un par de años mayor que yo, pero no más que eso. Era trigueño de piel, de pelo muy negro, y con un ancla de barco pequeña tatuada en la parte de atrás de su hombro derecho. El chico estaba completamente desnudo igual, y a diferencia de Guillermo, el cuerpo de este chico se veía claramente que estaba siendo trabajado de manera muy cuidadosa en un gimnasio. Hice por cerrar la ventana, no tenía yo porque estar viendo semejante espectáculo, pero que va, no pude, mis ojos no podían dejar de mirar a esos dos hombres tan sexis, disfrutando uno del otro. Mi pene estaba en completa erección y mis manos ya andaban en su búsqueda. Guillermo y el chico del tatuaje seguían en su afán de satisfacerse mutuamente. Guillermo se tumbó completamente encima de su cama, y el chico del tatuaje desesperadamente fue en busca de él. Estuvieron besándose apasionadamente por unos minutos y poco a poco el chico iba bajando acompañado de besos y mordiscos por todo la anatomía de Guillermo como sabiendo lo que iba a encontrarse en su camino. No tardó mucho en toparse con su premio y en cuestión de segundo se lo metió completamente en la boca. Como un niño con un caramelo el cual ha estado ansiando todo el día. Éste chico sí que sabía saborear su majar, y se notaba por la cara de satisfacción que Guillermo ponía. Guillermo lo estaba pasando muy bien, el chico también y no se puede negar que yo también estaba disfrutando mucho de todo lo que estaba pasando.
Era la primera vez que veía algo semejante. Nunca antes por mi mente había pasado escena como esa, sin mentirle era mejor que cualquier película porno. Luego de un rato Guillermo se levantó de la cama, viró al chico poniéndolo en cuatro, él abrió una de las gavetas pequeñas de al lado de la cama y vi como tomaba algo de ella, no lograba ver que era. Desde mi ventana solo ahora podía ver la espalada de Guillermo, apoyado en sus rodillas encima de su cama, y al chico solo lograba verle sus piernas y parte de sus brazos. Guillermo tardó un poco hasta que me di cuenta que estaba introduciendo todo su pene en el culo del chico. Guillermo comenzó de manera lenta, pero poco a poco comenzó a acelerar el ritmo y se veía claramente como le estaba dando pinga a ese chico.
Después de un rato Guillermo se levantó se acostó boca-arriba y el chico se sentó encima de él, y con sus manos ubicó el pene de Guillermo en el agujero de su culo y comenzó a introducírselo completamente. Se podía divisar fácilmente que el pene de Guillermo era de buenas dimensiones, pero el del chico también lo era. Siguieron dándole con ganas, Guillermo a veces paraba y tomaba el control de la situación, otras veces era el chico quien controlaba el ritmo de la penetración. Se besaban constantemente, se agarraban las manos fuertemente y había momentos en el que el chico se retorcía como de placer. En uno de esos momentos de éxtasis sentí ruidos fuera de mi habitación, cerré inesperada y rápidamente la ventana y de manera casi exacta mi hermano abrió la puerta de mi cuarto. Se dio cuenta que algo me pasaba, era algo obvio, yo andaba sudando, estaba nervioso, mucho más rojo que un tomate y con una erección imposible de ocultar. Mi hermano sólo se sonrió y me dijo, te dejo para que termines lo que estás haciendo. En cuanto cerró la puerta, volví a mirar por una rendija de la ventana y ya la ventana de Guillermo estaba cerrada. Me pregunté si se habrían dado cuenta al escuchar el tirón fuerte que le di a mi ventana al cerrarla.
Siempre trataba de evitar el encuentro cara a cara con Guillermo en los pasillos del edificio, y si ocurría hacía que no lo había visto y me iba por otro lado. Pero lo que si no podía evitar el llegar cada tarde de la escuela y mirar por mi ventana con la esperanza de verle ahí solo o acompañado, pero me había enamorado de su cuerpo. Mis dos horas de lectura y música se habían reducido a casi nada y habían sido suplantadas por una nueva pasión que me hacía sentir feliz e ilusionado.
Desde ese día que vi a Guillermo con el chico del tatuaje supe que lo que yo más deseaba era estar con un hombre. No sabía cuándo, cómo, donde, ni con quien, pero si sabía que pasaría algún día. Estuve viviendo en ese edificio por un año más. En mis más ocultas fantasías Guillermo era el protagonista de todas ellas, pero nunca las pude hacer cumplir.
Mi primera vez ya pasó, fue muy buena, y la segunda y la tercera y la cuarta y las demás veces han sido insuperables. Todas han sido muy pero muy buenas. Algunas han sido con Ernesto, otras han sido con desconocidos, pero no descarto aún la esperanza de que algún día me encuentre con Guillermo y pueda satisfacer esos deseos que él provocó en mí mirándolo a través de la ventana.
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