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Gays

ABRIENDO LAS ALITAS 3

Continua mi biografia y ahora cuento mi primera penetracion.
Al pajarito vuela más alto.

 

Y las sorpresas subieron de nivel.

El año 71 llegó a vivir una amiga de mi mamá a la misma casa donde vivió mi primo Pablo. La señora tenía 2 hijos varones y una hija. Entre ellos estaba José, el menor de 12 años. Ellos no tenían papá.

A las pocas semanas de que llegaron se hizo frecuente que la señora y sus hijos vinieran de visita a mi casa. José y yo nos  hicimos amigos. El era un chico medio feo, dientón y cuando estábamos juntos percibía una sensación extraña que me inquietaba.

En una ocasión mi mamá me mandó a recoger unas cosas a casa de José y al llegar lo encontré solo, me dijo que su mamá no tardaría en volver, que la esperara y entonces me invitó a su cuarto para enseñarme algo. En cuanto llegamos a la habitación José sacó unas hojas como de una revista de debajo del colchón de la cama y me las mostró. Las hojas tenían dibujos en tinta color café de una mujer y un hombre sin ropa como abrazados de muchas formas.

–¿Sabes qué están haciendo? –preguntó José y yo negué con la cabeza.

–Están “cochando”.  

–¿Qué es eso? –pregunté intrigado.

–Mira, ven, ponte aquí, te voy a enseñar –me indicó.  

Me recostó boca abajo en la orilla de la cama con los pies en el piso, luego me bajó los pantalones y la trusa hasta las rodillas. José se desabrochó el cierre de los pantalones y se sacó el pene, me sorprendí al ver de qué tamaño lo tenía. Entonces él se subió sobre mí y colocó su pito entre mis nalgas. El contacto de su tibia piel me produjo el mismo cosquilleo que sentía cuando el Chuy me abrazaba, solo que con José la sensación la empecé a sentir entre mis nalgas y luego en todo el cuerpo. Mi pene se puso durísimo.

–¿Te gusta? –me preguntó al oído.

–Si.

Mientras movía su pito entre mis nalgas, José me puso los dibujos frente a la cara y me enseñó uno donde se veía que el pene del hombre entraba en el cuerpo de la mujer.

–¿Ves dónde metió el pito el señor? –preguntó quedito.

–Eso es “cochar” y se siente bien chido –agregó.

En realidad, no comprendía muy bien lo que hacían los personajes del dibujo, mi verdadero yo estaba muy ocupado disfrutando las caricias de José.

–¿Quieres que te coche? –preguntó José y no supe que responder.

Sin esperar mi respuesta José se puso de pie y fue a buscar algo, regresó con un frasco en la mano, lo destapó y por el olor supe que era crema para la piel porque olía igual que la crema que mi mamá me untaba. Con los dedos, tomó mucha crema del frasco y se embarró bastante en el pene. De pronto sentí que uno de sus dedos se insertaba en mi colita sin mucha dificultad, tal vez ayudado por la crema. Eso me causó una sensación extraña, pero muy agradable. Al ver que sonreía José aprovechó para introducirme otro dedo más. Mi yo “machito” me decía que eso no le iba a gustar a mi mamá, pero mi voluntad se había ido. En pocos minutos sus dedos resbalosos entraban y salían de mi colita haciéndome sentir cosquillas intensas en todo el cuerpo.

–Se siente bien chido, ¿verdad? –dijo en tono suave.

–Empínate bien y para las nalguitas –ordenó.

No tenía ni idea de lo que pasaría. José se volvió a recostar sobre mí, puso de nuevo su pene entre mis nalgas y comenzó a restregarlo contra mi culito. A tanto moverse, la punta del pene encontró mi hoyito y sin más, José empezó a empujarlo lentamente para que entrara. Fue metiéndose poco a poco causándome un poco de molestia.

Mi yo “machito” protestó y quise pedirle que parara, pero mi yo “verdadero”, que ya se había convertido en una especie de adivino, me convenció que esperara. Conforme su pene entraba en mi cuerpo, la molestia disminuía y lo que empecé a sentir entonces fue algo tan increíblemente agradable que me provocó un ataque de risa.

Mi yo “verdadero” ganó y me dispuse a disfrutar de la nueva experiencia, di un largo suspiro y cerré los ojos. No sé cómo se me ocurrió facilitarle la penetración a José, fue algo instintivo, creo, me empiné lo más que pude, separé mis nalgas con las manos y mi cuerpo hizo lo demás. Involuntariamente aflojé los músculos y el intruso me penetró por completo, eso me hizo gemir levemente, me sentía lleno, como si desde siempre mi hoyito hubiera necesitado ser invadido con algo.

Con el pene de José entrando completamente hasta el fondo, el cosquilleo que me hacía sentir aumentó de intensidad especialmente en mi pene y en mis huevitos lo que me provocó que empezara a temblar. Oleadas de tibio calor recorrían mi cuerpo al mismo ritmo en el que José se movía dentro de mí, no quería que terminara.

Hubiéramos seguido así por más tiempo, pero escuchamos que alguien llegaba y el pene de José abandonó bruscamente mi cuerpo.

–Súbete la ropa ¡pronto! Y no digas nada –ordenó José.

Lo noté tan nervioso que supuse que lo que habíamos hecho no lo debía saber su mamá, ni la mía. Salimos de la recámara justo cuando su mamá entró a la sala. Él le explicó para qué estaba yo ahí sin darle tiempo de que preguntara qué estábamos haciendo, lo bueno es que José alcanzó a esconder los dibujos que me había enseñado.

Tomé las cosas que me encargaron y me fui. En el camino sentía todavía como si trajera el pene de José adentro, y mi propio pene seguía durísimo, mientras platicaba en voz baja conmigo mismo tratando de entender lo que había ocurrido y el porqué había sentido lo que sentí.

La experiencia de ser penetrado por primera vez despertó en mí la idea de intentar tener un pene en mi culito otra vez. Desde entonces, mi yo “verdadero” se convirtió en mi cómplice, en una especie de consejero y “diablillo” que se encargaba de encontrar oportunidades o inventar pretextos para ir a la casa de José. Cualquier motivo era bueno, llevar un mensaje, traer algo, o hasta simplemente visitarlo. No se lo decía a José abiertamente, y no hacía falta, él sabía perfectamente que iba para que me “cochara”.

Era común que José estuviera solo en las tardes ya que sus hermanos estaban en la escuela en el turno vespertino, su mamá cosía ropa para otras personas y frecuentemente salía a visitar a sus clientas y tardaba en regresar. A veces, cuando estaba su mamá en casa solo jugabamos, pero cuando no estaba, en cuanto yo entraba, José se desabrochaba el cierre del pantalón y me enseñaba su pito, que siempre lo tenía parado, yo me sonreía y yo mismo me bajaba los pantalones y la trusa. No importaba donde estuviéramos, me lo hizo en la cocina empinado en una silla, en el sillón de la sala, a medio patio y hasta en la recámara de su mamá.

–Nunca le digas a nadie lo que hacemos –me recordaba constantemente.

–¿Es algo malo? –me atreví a preguntarle un día.

–Si fuera malo no se sentiría chido. ¿A ti te gusta, o no? Pero los papás nos regañan si lo hacemos.

Mis visitas a José se volvieron frecuentes, una o dos veces por semana. Lo hacíamos rápido para evitar que mi mamá sospechara lo que hacíamos.

Al pasar los meses, José iba creciendo y su pene se iba haciendo más largo y grueso, y yo lo iba sintiendo cada más agradable cuando me penetraba. Lo bueno era que mi culito también se iba adaptando poco a poco al crecimiento de su pito. Me encantaba tanto que me “cochara” que a veces era yo el que empujaba mis nalguitas hacia atrás para que me entrara todo, o yo solito me sentaba sobre él, sentía que mi cuerpo necesitaba estar pegado al cuerpo de José.

Después de muchos meses de hacerlo, en una ocasión que José me penetró, pasó algo curioso; José empezó a gemir más fuerte que de costumbre y se movía más brusco que otras veces.

–¡Ah!, que rico –dijo José en medio de la excitación.

No entendía qué pasaba y no dije nada, yo también me sentía más eufórico ese día. El roce de su pene se sentía diferente, más caliente y duro, me estaba gustando mucho más que antes. Me imaginaba que su pene se metía y me llenaba todo el cuerpo por dentro. Con una mano José pelaba y apretaba mi pito al mismo ritmo que se movía dentro de mí y con eso me daba mucha felicidad. Luego, de pronto, José cerró los ojos y empezó a temblar, metió el pene hasta el fondo y se detuvo un instante. Entonces, sentí que su pito palpitaba y que algo caliente me inundaba por dentro. Con eso me provocó como una descarga de energía en todo el cuerpo, gemí fuerte, me temblaban las piernas.

En cuanto José salió de mí, toqué mi hoyito con la mano para ver qué era eso tan caliente que había salido de su pito, pensé que me estaba orinando. Mis dedos se llenaron de algo pegajoso, llevé mis dedos hasta la nariz y reconocí el olor, de inmediato recordé las noches que despertaba con mi trusa mojada cuando dormía con mi hermano Marco.

–Son mis “mecos”, tarugo –dijo José al ver mi cara de sorpresa.

–¿Qué es eso?

—Eso sale del pito cuando cochamos.

José me mostró su pene embarrado de un líquido blanco, seguí sin entender mucho. Lo que sí entendía era que cada día disfrutaba y deseaba más lo que me hacía. Me acostumbré tanto a las sus caricias que en cuanto olía la crema para las manos que teníamos en casa recordaba su pito moviéndose dentro de mí.

Lejos estaban los días en que besé a mi primo Pablo y mi madre se ocupaba tanto de las cosas del hogar que no se imaginaba lo que me motivaba a visitar la casa de José.

Durante esos meses de visitar a José, sin darme cuenta, otro yo, el “sexual”, se fue formando como parte de mi personalidad. Mi cuerpo inconscientemente deseaba y necesitaba sentir otra piel, sentirse fundido con otro cuerpo. No pensaba en si eso era “normal” o no, solo mi yo “machito” protestaba y me recordaba constantemente el consejo de José de no hablar con nadie de nuestros encuentros, o mejor aún, de no ir más a la casa de José. Si a mi madre no le gustó que besara a mi primo, no quería ni imaginar lo que me haría si se enteraba lo que hacía con José.

El placer físico es instintivo, son sensaciones en el cuerpo que entre más se disfrutan más se desean.

Y si te gustó, lo buscas.

 

113 Lecturas/14 mayo, 2025/5 Comentarios/por Martian25
Etiquetas: amiga, amigos, culito, escuela, hermano, hermanos, hija, madre
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5 comentarios
  1. Alex_Twink20 Dice:
    15 mayo, 2025 en 8:29 am

    Que delicia de relato, menudo calentón me has provocado…

    Accede para responder
  2. Alex_Twink20 Dice:
    15 mayo, 2025 en 9:30 am

    Excelente relato. Como sigue?

    Accede para responder
  3. ItLuca_27 Dice:
    15 mayo, 2025 en 9:48 am

    Como sigue?

    Accede para responder
  4. Cassiel Dice:
    15 mayo, 2025 en 10:46 am

    Gran relato, me encanta como escribes. Ncesito mas.

    Accede para responder
  5. Jonathan_18_baby Dice:
    15 mayo, 2025 en 11:13 am

    Como sigue?

    Accede para responder

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