Afortunadamente llegó la policía: Coyote Cojo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Tengo 29 años y vivo en la capital michoacana, una ciudad insegura, como la mayoría de las ciudades de México hoy en día.
Soy blanco, de 1.
76 metros, 76 kilos y 16 centímetros de verga parada, ligeramente desviada a la izquierda.
Soy delgado, velludo y varonil, inter, con cabellera y barba crecida castaña, ojos oscuros y dientes derechos, nariz aguileña, pero bien parecido, según la gente.
Retomando el asunto de la inseguridad es que parte mi experiencia recién vivida.
Resulta que hace algunos meses estoy trabajando desde la casa, por nuevos modelos experimentales de la institución donde laboro y ayer al mediodía, mientras tomaba una siesta al mediodía, necesaria por haber estado trabajando en la computadora desde la madrugada, me despierta la señora que hace el aseo en casa, gritando desde el patio de servicio "Maestro, maestro, hay alguien en la casa del vecino, se les metió un ratero (ladrón).
" Desperté y fui con ella a observar desde la azotea donde ella acomodaba ropa cuando vio en el patio de los vecino al delincuente.
Yo nervioso por el exabrupto le grité a sus perros y no reaccionaban, no ladraban.
Así que llamé a los vecinos por teléfono y a la policía.
Después de algunos minutos llegaron las patrullas y de inmediato uno de los vecinos, que les abrió la casa a los oficiales para que entraran.
Desgraciadamente habían robado algunos objetos de valor de la familia y los ladrones ya no estaban.
Salimos, la señora de servicio y yo, a declarar lo respectivo, ya que ahí mismo el vecino levantó la denuncia y nos pidieron testimonio.
Regresamos a la casa y le dije a la señora que se tomara libre el resto del día.
La acompañé a la puerta y se marchó.
Ahí me quedé yo de curioso porque había muchos policías y patrullas más.
Estaba yo aún parado en la puerta, al igual que ya también muchos otros vecinos y de repente noté a un oficial muy joven y atractivo que observaba y se me acercó directamente a preguntarme si yo les había llamado y al contestarle se mostró muy atento y decía cosas como "Le recomiendo que cambié su chapa por una tipo equis para mayor seguridad.
" y "Sería mejor si su ventana estuviera orientada en otro sentido.
" En fin, recomendaciones para estar menos expuestos a los delincuentes.
Él es de 1.
70 metros, aproximadamente, moreno claro, lampiño y de rostro redondo, pero muy bien parecido, así como ojos claro.
Delgado, seguramente de talla 28 o 30 y unos 68 kilos.
Entre 28 y 30 años de edad.
Tremendamente atento y educado, con manos pequeñas, pero una imponente arma larga pendiente desde su hombro.
El chaleco de su corporación se hacía verse bien fornido.
El corte del pantalón, sus botas, el cinturón y los elásticos que ajustaban la funda de la pistola a su cuerpo le acentuaban tremendamente las nalgas y el bulto.
De esas veces que uno quisiera llenar sus manos de esas carnes, de esas nalgototototas.
De esas veces a uno se le hace agua la boca tan sólo al ver como se levanta una pequeña montaña en la entrepierna masculina, coronada por el ziper que hipnotiza.
Sin lujuria alguna me eché el taco de ojo, es decir, deleité mis ojos con su imagen, y salió este oficialito del pórtico de casa.
Se perdió entre la multitud y yo volví, sin más a mi hogar.
Aunque obviamente llevaba ese delicioso recuerdo que me hizo agua la boca, es decir, que se me antojó mucho.
Por fortuna la noche me tenía reservada una sorpresa.
Eran cerca de las ocho y media de la noche cuando estábamos todos los vecinos acompañando a la vecina perjudicada, viendo cómo podíamos ayudar en algo, en el estacionamiento del vecindario, cuando llegó de nuevo la policía.
Era el servicio pericial que venía a levantar pruebas, testimonios y reconstruir hechos.
Y vaya sorpresa, venían un par de policías, entre ellos el chaparrito que tanto me gustó al mediodía, igualmente de atractivo, pero con el rostro evidentemente cansado del trabajo, grasoso de andar sudando de un lado a otro toda esa tarde.
Qué alegría, al menos para mi vista.
Cuando la vecina acompañaba a los peritos por su casa, la pareja de mi poli chaparrito se puso a dialogar con todos los vecinos sobre estrategias de seguridad en el barrio y cautivó la atención.
Por su parte, mi poli chaparrito se volvió a acercar a mí, diciendo "Usted parece ser muy precavido, tiene una casa linda y muy bien asegurada, sin embargo es bueno que participe de las organización son sus vecinos.
" A lo que respondí "Claro, estoy dispuesto a colaborar con el barrio, pero igual de mi casa, siento que le faltan cosas y he pensado buscar algún experto en seguridad para que me asesore sobre qué reforzar y cómo prevenirme.
" Y tan amable como desde el principio, replicó "No, busque más, antes de trabajar aquí, estuve en una empresa de alarmas y seguridad privada, soy Rodrigo Cortés, para servirle".
Me sorprendí "No puedo creerlo, muchas gracias, yo pensaba buscar mañana mismo a los profesionales para que viniesen temprano, ya se imaginará la paranoia, Rodrigo, mi nombre es Eriko y también estoy a sus órdenes.
" Pero ya parecía Rodrigo más urgido por la seguridad de mi casa, que yo y dijo "Mire, mi turno finaliza a la diez, si no se molestan en su casa, puedo estar aquí antes de las diez y media,hacerle unas sugerencias y hasta cotizarle algunas cosas.
" Le confirmé "Encantado, aquí lo espero a esa hora y créame que nadie se molestará en casa, al contrario, será bienvenido" yo extremando amabilidad y ya cierta ilusión erótica.
Estrechamos manos, le llamó su pareja y los peritos y todos se fueron.
Permanecí un poco en la calle y entré a casa, a limpiar unos vasos y unos caballitos, partir naranjas y a darme una ducha.
No tomé el tiempo.
Salí de la ducha con un short y una camiseta sin mangas a navegar por youtube y facebook cuando escuché el timbre.
Salí y ahí estaba, tan hermoso como siempre, con un maletín al hombro y una chamarra negra que cubría las insignias de su uniforme.
Le invité a pasar y a que se sentase en el sofá, le ofrecí whisky o mezcal y respondió negativamente estando cabizbajo.
"¿No quiere?" le repliqué sorprendido.
Pero dijo "no es eso, lo que pasa es que no quiero incomodar; su esposa debe estar en la recamara esperando que haga mi trabajo y me marche".
Sonreí y le dije "no es así, le dije que nadie se molestaría en casa porque nadie más que yo vive aquí, puede sentirse relajado y como en su hogar, Rodrigo, por cierto, ¿puedo tutearlo?"
Con otra actitud, incorporó la cabeza y dijo en tono afable y más abierto "siendo así, tomaré la palabra, prefiero el mezcal y la comodidad que tú traes con esa ropa" y se carcajeo.
Hablábamos mientras yo me le acercaba con el mezcal, un par de caballitos, sal, chile y naranja para beberlo y le dije "adelante, yo te entiendo perfectamente, no uso uniforme pero sí traje para trabajar y cuando llego a casa, lo primero que hago es desnudarme para descansar, te presto un short mío y una camiseta para que descanses mejor".
No se lo creyó o le incomodó y respondió "no, cómo crees, era broma, qué pena me daría ensuciar su ropa y dejarla sudada" mientras también se carcajeaba nervioso.
Rodrigo me resultó encantador, tenía un carisma imponente y yo estaba sintiendo una fuerte tensión sexual en la atmósfera.
Me aparté de la sala sin decir a qué ni a dónde y volví de mi habitación con un short o pantalón corto, una camiseta, un par de sandalias y una toalla.
Le dije "en serio, mira, aquí está la ropa y si te incomoda mucho tu condición, también te traje toalla, para que te duches y ten por seguro que nadie nos molestará.
" Bebimos un par de caballitos o copas, cada quien y mientras hablábamos de trivialidades, se levantó, tomó las cosas que le había llevado y dijo "te voy a tomar la palabra y me asearé".
Mientras se marchó al baño yo preparé sándwiches para invitarle un bocado ligero.
Yo también ya estaba ideando cómo insinuármele sin que se ofendiera o indignara.
Salió más relajado y fresco.
Qué tierno se veía despeinado.
Cuando se aproximó con mi short y camiseta aún secándose el cabello y volvió al baño cuando le indiqué dónde encontrar cremas y lociones para acicalarse.
Volvió a la cocina donde le esperaba, comimos y platicamos de mil cosas como la inseguridad de mi barrio, los asuntos de nuestros trabajos, los deportes que nos gustaban o la música, poniendo ejemplos del youtube.
Durante buen rato hablamos de libros pues había muchos en mis paredes y reconoció algunos títulos que había leído.
Hablamos de esos y otros que le interesaron.
Había estudiado derecho y al haber pocas opciones entró a la policía, estuvo viviendo con una chica que conoció en la adolescencia pero estaba separado y su hijo de 15 años vivía con la mujer.
Él tenía 32 años.
Se veía más joven.
Y mientras esto pasaba, nos acabamos la botella de mezcal.
Terminamos sentado en el mismo sofá y me dijo "en el trabajo soy amigo de varios como tú".
"¿Tienen muchos libros?," le dije.
Respondió "no, que viven solos".
Respingué "¿ah sí?, ¿muy buenos amigos?, ¿qué haces con ellos?" Y terminó diciendo "son los mejores amigos, sin duda.
lo único que hago es acompañarlos seguido para que estén siempre solos.
" Y digo que terminó diciendo porque no dijo nada más, con la amabilidad, educación y atención de siempre cuando quise decir algo, me cortó las palabras con un beso, uno sin saliva ni lengua, simplemente me calló con el beso.
Yo estaba con la pierna que le quedaba cerca subida en el sofá, mi pie pisaba el asiento y mi rodilla flexionada apuntaba al techo.
Estando así fue que Rodrigo mientras me besó, con una mano se metió por detrás de mi pierna levantada y me acarició haciendo ponerse firme mi palo de inmediato, tieso y rígido, como muerto pero, en vez de frío, hirviendo de sangre por dentro.
Excitadísimo de que ese policía nalgón e hiper lindo me estuviera acariciando la pierna y ya la nalga, cuando también el beso ya me abría los labios con los suyos y las lenguas comenzaban a bailar regué que se oía en el fondo.
Yo estaba encantado y no costará trabajo imaginarme no sólo con la reata bien dura, sino también con ella babosa.
No traía puesta ropa interior, salvo el short y su mano seguía torneando y amasando mis nalgas, me recosté un poco y supe que debía entregarme, así que al hacerlo, abrí un poquito mis piernas y nalgas para hacerle saber que podía llegar adonde quisiera.
Mi culo punzaba y palpitaba, se estremecía al sentir sus dedos cerca y finalmente uno de ellos lo tocó y me hizo estallar porque ya no pude contenerme.
Lo tomé del cuello y lo jalé hacía mí, que se acostara sobre mí.
Su aliento de mezcal era exquisito y me besaba como sólo puede besar un policía de mi país, como si fuera la última vez que puede besar, intensamente.
Cuando lo tuve encima, sentí su perfumado aroma de la piel y percibí la rigidez de su rifle por debajo del short, al cual tampoco le había puesto ropa interior.
Le metí mano y bien pronto lo dejé sin ropa.
Era más hermoso aún, pectorales levemente hinchados, cintura bien definida y bien delgado, sin marcar, pero sin un gramo de grasa, sino bien fibroso, así como brazos y piernas bien desarrolladas.
Y como era predecible tenía un vergota morena, derechita, apuntando curva hacia arriba, modestamente gruesa, de cabeza brillante y abultada, esplendorosos 19 centímetros bien firmes y jugosos.
Volvió a mí para terminar de quitarme la ropa y por fin meter su dedo lubricado por mi precum y su saliva a mi culo.
Esporádicamente chaqueteaba mi pito pues estaba más concentrado en mi hoyo hasta con tres de sus dulces y pequeños dedos, lo cuales llevaba a ambas bocas y los metía de nuevo a mi cola; cuando acariciaba la cabecita de mi verga yo sentía ahogarme de placer.
Se agachó y lamió mi punto, me metió al lengua tan rico tantas veces que ahora mismo estoy firme de recordarlo; succionaba y jugueteaba como queriendo morderlo y me asfixiaba de placer.
Se incorporó, me senté y él de pie se puso frente a mi boca.
Yo comía y era bien rico gozar aquel moreno camote tan limpio y ajustado para llenarme la boca y hacerme hasta algunas arcadas de tanta verga y tanto precum.
Lamí sus huevotes colgantes, como de semental.
Me cogió la boca un buen rato y yo encantado.
Tuve oportunidad de besar y lamer su apretadito culo rosado y sin vello alguno.
Se arrodilló frente a mí y me besó, bajó su cabeza y volvió a comer mi culo y dedearme.
Yo me volvía loco para que me penetrase, casi que ya estaba poniendo mis piernas sobre sus hombros, cuando me hace permanecer sentado y a su vez él hace sentadilla sobre mí y con la lubricación de precum de mi verga que era tremendamente abundante por la excitación ya que él me la tocaba poco y yo no lo hacía tampoco pues gozaba con lo que le hacía a mi asterisco; se juntó el precum en mi largo prepucio y él lo provechó.
Sorpresivamente se sentó poco a poco en mi verga y me cabalgó.
Insistó, yo estaba excitadísimo y él además de cabalgarme frente a frente, apretaba el anillo externo de su agujero y me hacía sentir delicioso en la base del pito, en la parte donde pasa la uretra, ¡no mamen!, qué rico.
Su verga, pesada por su propia carne, chocaba en mi abdomen a cada sentón que Rodrigo se daba.
Yo le jalaba la reata y le untaba mi saliva por su cabeza.
Rompió el silencio para confesar "me gustaste mucho desde que te vi en tu puerta y se siente bien chingón estar contigo, cabrón, por favor no dejes de verme.
" Me conmovió y me hizo sentir muy bien, sólo pude corresponderle "todo el día he estado pensando en ti papasito, me estás regalando la mejor noche desde hace mucho tiempo, te dije que estoy a tus órdenes y sólo si me ordenas no verte, no te veré, me gustas mucho también.
" Comenzó a gemir y eso me hizo sentirme increíble así que terminé haciéndome de leche todito dentro suyo.
Él siguió cabalgando, torturándome de tanto placer por la hipersensibilidad y la lubricación de recién haberme venido en su cola.
Apretaba y yo gritaba de rico, para por fin levantarme de golpe y clavarme la vergota en la boca, viniéndose de inmediato a sentirse cobijado por mi paladar.
Fueron muchos chorros y no desperdicié nada.
Rendido se acostó a mi lado, con su dorso, axila y cabeza descansando sobre mis piernas y regazo desnudo, viscoso de nuestra avendtura.
Dormitamos unos minutos de fatiga y ligera embriaguez erótica y etílica, hasta que se levanta y comienza a vestirse y a hablar "Eriko, me encantas y de veras quiero servirte como lo mereces, debo retirarme porque vivo con mi hermana y avisé desde la tarde que sí llegaría esta noche a dormir a casa, si hubiera previsto esto, acá me quedaría, pero mañana temprano vengo para ahora sí ver qué le haremos a tu casa y sirve que te veo seguido.
" Guiñó el ojo, se acercó, me desacomodó el cabello y me dio un beso discreto como el del principio.
Nos despedimos, le acompañé a la puerta cuando llegó el taxi que pidió y como nos dimos los números de teléfono, al llegar a su casa, me avisó por whats que ya iba a dormir.
Ya veremos qué pasa mañana.
Ustedes qué desearían que pasara.
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