Ahora mi vecino, y yo somos íntimos.
Un par de vecinos aprovechan que sus respectivas mujeres se encuentran en un retiro religioso, y deciden conocerse más íntimamente..
Ahora mi vecino, y yo somos íntimos.
Cuando mi esposa, y nuestra vecina sin decirnos nada a nuestro vecino ni a mí, se pusieron de acuerdo para ir a un retiro religioso
Ninguna de nosotros dos estuvimos de acuerdo, pero como ya ellas, habían realizado los arreglos y pagado, no nos quedó más remedio que dejarlas ir.
El primer día, desde que ellas partieron, mientras que mi vecino y yo nos quedamos en nuestras respectivas casa, por lo que en cierto momento lo invité a tomarnos una cervezas, mientras yo trabajaba en el patio trasero de casa.
Apenas comenzamos a beber, él se quitó la camisa supuestamente con la idea de agarrar buen color por todo el cuerpo.
Cosa que, al poco rato, como no había más nadie, yo también hice lo mismo que él, hasta que me di cuenta de que mis piernas estaban algo pálidas, así que también me quité los pantalones cortos, para darles algo de color a mis piernas, entonces fue cuando él me imitó.
Al poco rato mientras trabajaba en el patio tomábamos el sol, sentí que algo me rosaba una de mis piernas, y al levantar la cabeza, para ver.
Me di cuenta de que mi vecino estaba, sentado a mi lado, era la que me estaba tocando mis piernas, pasando sus dedos que subían, y bajaban a lo largo de todo mi muslo.
Al darse cuenta de que lo observaba, me dijo. “Es que me siento tan aburrido, y me preguntaba si tú te sentirías igual que yo.”
Lo cierto es que, si me sentía aburrido, pero justo en ese instante sus dedos se acercaban peligrosamente a mis nalgas.
Yo me quedé en silencio, pero de inmediato los volvió a llevar en sentido contrario.
Yo si le dije que también me sentía muy aburrido, y se me ocurrió preguntarle que podríamos hacer para pasar el rato, aparte de meternos en el yacusi, y tomar el sol.
Mi vecino, volvió a mover sus dedos en dirección a mis nalgas, pero más lentamente, mientras me preguntó. “¿Alguna vez has tenido sexo con otro hombre?”
De inmediato le respondí que no, y él también me respondió que tampoco, nuevamente me preguntó “¿Nunca has sentido curiosidad, de saber cómo se siente hacerlo con otro hombre?”
Yo la verdad es que le respondí que no había pensado en eso, pero de inmediato mi vecino me volvió a preguntar. “¿Te gustaría probar a ver cómo se siente?”
Yo me quedé sin saber que responder, pero en esos instantes, al observar a mi amigo, lo vi como que, más varonil, hasta que comencé nuevamente a sentir sus dedos, que comenzaron a acariciar suavemente por encima de mi interior mi verga.
En ese instante pensé. “Los dos estamos solos, por aquí no hay más nadie, y nuestras esposas regresaran mañana.”
Yo pensaba responderle que quizás, cuando al seguir sintiendo sus dedos, que ya prácticamente los tenía introducidos dentro de mi interior, como acariciaban sabrosamente la cabeza de mí ya parada verga.
En lugar de decirle eso, dejé escapar, sin querer, un profundo gemido de placer, que, para los efectos, él lo tomó como un inconfundible sí.
Por lo que acercó su boca a la mía, y a pleno sol, y al aire libre, las dos recostados sobre aquellas viejas tumbonas de madera, comenzamos a besarnos y acariciarnos intensamente.
La verdad es que nunca hasta esos instantes, había pensado en llegar a tener un encuentro sexual con otro hombre.
Pero como dicen la ocasión la pintan calva, por lo que los dos, nos dejamos llevar por la curiosidad, o por lo menos eso pensé yo, en ese momento.
Lo cierto es que como nunca lo había hecho con otro hombre, me sentía extraño, y a la vez sumamente excitado.
Y pienso que mi vecino se debería sentir igual que yo, ya que tanto él como yo, no dejábamos de besarnos, y acariciarnos por todas partes.
En medio de nuestro desenfreno, mi vecino retirando mi interior, colocó su rostro sobre mi verga, y comenzó a pasarme su lengua por todas partes, y yo al poco rato, tras cambiar de posición hice lo mismo con la verga del.
Pero no conformes con eso, tras volver a besarnos, y acariciarnos, ambas separamos nuestras piernas, y comenzamos a restregar nuestras vergas, mutuamente, sus testículos rozaban contra los míos, y en ocasiones sentía que su glande, y el mío chocaban y se restregaban, una y otra vez.
Hasta que ella al igual que yo disfrutamos de un extraño placer, como nunca antes lo había disfrutado.
Los dos quedamos sumamente excitados, cuando de momento él me dio la espalda poniéndome sus nalgas como dicen en bandeja de plata.
No lo pensé dos veces, y dirigí la cabeza de mi verga a su oscuro hueco, que para mi mayor sorpresa se ha tragado toda mi verga sin decir nada.
Al rato fui yo quien después de venirme dentro de él, sin pensarlo mucho le abrí mis nalgas, y comencé a sentir como me fue penetrando divinamente.
Así nos la pasamos el resto del día, bebiendo cerveza, y sin tan siquiera detenernos para comer algo.
Por lo que ya cuando comenzó a caer la noche, tras meternos en el yacusi, al salir nos dimos cuenta de que era bien tarde.
Pero en lugar de irnos a nuestras respectivas casas a dormir, nos quedamos en el patio durmiendo juntos.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!