Al fin con Carlos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Ernesta.
Carlos era mi primo, siempre sentí una fuerte atracción por él, según yo estaba muy enamorado de él.
A pesar de ser parientes, éramos muy diferentes, físicamente él era de pelo rubio, de piel blanca y de unos lindos ojos verdes, al contrario, yo tengo el pelo negro, moreno y ojos color café, sin embargo, no era algo físico, me cautivaba su forma de ser, voz ronca y una parada de macho recio que me hacía suspirar, se imponía con su sola presencia, las chiquillas de nuestro barrio morían por él, tenía muchas novias a la vez, era encantador.
A esas alturas de la vida, seguía siendo un fiasco mi vida sexual, como expliqué en otros relatos, los deseos sobraban, las posibilidades escaseaban, me había afanado tanto en mi disfraz de hombre que no tenía opciones de que pasara algo.
Carlos vivía en una excitación permanente, tenía 18 años, dos más que yo, sus aventuras se multiplicaban diariamente, para eso cuidaba su físico, visitaba el gimnasio y su vientre comenzó poco a poco a mostrar el avance en sus ejercicios.
En el período de vacaciones de verano nos habíamos acostumbrado a pasar tiempo juntos, su casa estaba siempre desierta, mis tíos salían todo el día a compartir con amigos y familiares, Carlos se acostumbró a eso desde pequeño, como vivíamos cerca pasaba a buscarme para ir juntos a la playa, yo me sentaba en la arena a mirarlo o para hacerme de rogar un poco, era rico que me tomara de la mano o me abrazara para obligarme a bañarme con él, era mi chance para acariciar su piel, intentaba apoyar mi culo sobre su verga, alguna vez tuve éxito en aquello, él parecía indiferente, pero otras veces se molestaba bastante, “ya empezaste con tus huevadas”, me decía, ante eso yo guardaba silencio, incluso sentía vergüenza por insinuarme tan infantilmente.
Llegamos un día de la playa, como siempre no estaban sus padres en la casa, “me voy a duchar” me dijo, yo solo lo miré, no sé si mi rostro expresaba algo, inmediatamente agregó “¿duchémonos juntos?”, yo solo confirmé con un movimiento de cabeza, él se desnudó, era hermoso de verdad, su pene era mucho más grande que el mío, en realidad cualquier pene es más grande que el mío, blanco, mejor dicho, rosado, sus testículos eran grandes también, le colgaban y la boca se me hacía agua.
Creo que intencionalmente, él se duchó primero, luego espero que lo hiciera yo, él se ubicó a mi espalda, no podría decir que me miraba atentamente o que quería mirarme bien para ver si me daba lo que silenciosamente siempre le pedí.
Se fue hasta su dormitorio llevándose mi ropa, lo sigo, ingresé a su pieza y estaba acostado desnudo sobre la cama, “acuéstate ahí” me dijo, indicando a su lado, conversó algún tema sin importancia, yo estaba muy excitado, la erección de mi pene me delataba, luego de unos minutos se acerca a mí, “¿hagámoslo?”, “¿qué cosa?” le dije, haciéndome la tonta, “ culiar, pues”, “¿qué?, ¿estás loco?”, me toma la mano y me dice “no te hagas, sé que te gusta, se nota”, “no, yo no voy a hacer eso contigo, además somos primos y si alguien nos ve”, me tranquiliza diciéndome “no te preocupes”, “ponte boca abajo y ábrete”, lo hice casi de inmediato, me montó y comenzó a penetrarme, me dolía, su pene era muy grande para mi ano poco acostumbrado a ser penetrado, pero él seguía, yo me quejo, me pregunta si me duele, ¿qué pregunta es esa cuando a uno le están rompiendo el culo?, en realidad ya lo tenía roto, pero no por él, su cabeza ingresa, lo siento en mi ano, luego ingresa todo, está apretadito, ufff, creo que no le será tan fácil comenzar a moverse, pero eso a él le interesa poco, comienza a bombearme, se mueve rápido de inmediato, respira agitado y me besa en el cuello, besitos cortitos, nada tan profundo, tal vez incluso le daba asco besar el cuello de otro hombre, no lo sé, pero su entusiasmo estaba en moverse, quizás quería terminar pronto
Poco a poco, comencé a gozarlo, podía sentir como su pico subía y baja en mi culo, estaba gozando demasiado, comencé a quejarme, gemía de placer, él casi estaba en silencio, a ratos suspiraba o lanzaba una bocanada de aire en mi oído o sobre mi pelo, yo era feliz, de pronto sale y me dice que descansemos un rato, cae boca arriba a mi lado, sin pensarlo y sorprendiéndolo me lanzo sobre su chuto duro, lo meto en mi boca y comienzo a mamar, primera vez que lo hacía, pero intenté hacerlo bien de inmediato, él se quedó callado por un momento, su pico olía rico, a macho limpio, saladito, le salía liquido por la cabeza de aquel falo sabroso, hacía lo posible por metérmelo todo en la boca, pero me era imposible, a ratos los sacaba, lo tomaba entre las manos y lo lamía completo, él estaba más excitado aún, seguro no esperaba aquello, entonces se acomodó y me ordenó que lamiera sus testículos también, él tomaba su pene ahora, dejándome libre el camino para meter sus bolas y sus pelitos en mi boca, yo comencé a chupar como podía y a lamer con desesperación, me gustaba demasiado aquello, no podía creerlo, en algún momento logré quitarle el pico de las manos y seguir saboreándolo, rico, rico, muy rico, yo quería más.
De pronto me acosté boca abajo, él miro y me dijo sigue, le dije no, yo lo quiero en mi poto, se montó y lo metió fuerte, me queje, pero era mucho más placer que dolor, entonces lo sacó varias veces y lo metía de golpe, yo estaba muy excitada con aquello, en voz baja, casi no me escucho, le dije “más, más, por favor, quiero más”, se concentra en sus movimientos, ahora sentía que su pene era mucho más grande, más grueso y más rico, él se movía, entonces yo comencé a moverme a su ritmo, sí, sí sí, sigue así, oooooooooooohhh, que rico, que rico, más más, mááááááááááásssss, era increíble para mí, entonces me golpeo fuerte en el interior y un chorro de semen inundó mi hoyito caliente.
Él se sintió culpable o algo, apenas hubo eyaculado, corrió a encerrarse al baño, yo me vestí lo más rápido posible y me fui, antes de salir él me gritó desde su escondite, “chao amorcito, eres rica”.
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