Al servicio de tres heterosexuales l
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Awen09.
Un día, mientras hablaba por teléfono, una de mis amigas me dijo que un amigo suyo, Daniel, estaba buscando alguien que pudiera cocinarle a el y sus amigos, pues estarían prácticamente encerrados en su casa en una clase de "retiro futbolero" mientras duraba el mundial de fútbol.
Yo había conocido ha Daniel hacía algunos años y la verdad nunca nos habíamos llevado bastante bien, sin embargo, siempre se me había hecho atractivo y además de trabajar haciendo algo que me gusta hacer, me llevaron a aceptar el trabajo.
(Llegó mi primer día de trabajo y me dije a mi mismo que no importaría que, se trataba de un trabajo y no iba a arriesgarlo por tratar de conseguir a un hombre.
)
La anoche anterior había hablado con Daniel y me había pedido que si de favor podría llegar un poco más temprano .
Según lo que me pidió, llegué temprano y estando fuera de su puerta, toque el timbre y escuché los pasos de alguien yendo hacia la puerta.
Cuando abrieron la puerta, al principio no reconocí a Daniel, solo vi un hombre alto, con barba, cabello oscuro y corto, robusto pero con unos brazos y piernas fuertes y velludas y con una mirada dominante y entonces habló.
– Debes ser Ben no?
– Así es, ese soy yo.
– Vaya que no te reconocí
– No te preocupes, que yo tampoco te reconocí.
Daniel se rió.
– Pues deja te digo que eso de las viejas y las fiestas no dejan nada bueno.
Pero solo es la panza ehh, que los brazos y las piernas los necesito fuertes para someterlas.
No supe que decir, así que simplemente me reí.
– Bueno bueno, pasa, ahorita te llevo a la cocina y te enseño donde está todo.
Daniel vivía en una casa muy grande.
A lo largo del recorrido me fue mostrando las distintas habitaciones, los baños (inclusive tenía un jacuzzi), un gimnasio, una sala de juegos y la cocina, que estaba pegada al cuarto de televisión.
– Esta es la cocina, acabo de abastecer la alacena y cualquier cosa que necesites no dudes en decírmelo, los demás llegarán en una hora.
Dejé una lista en el refrigerador de lo que los chicos prefieren comer, por si es que te quedas sin ideas.
– Vale, muchas gracias.
– Excelente, te dejo trabajar entonces.
En cuanto se fue y hube calmado mi calentura, me puse manos a la obra, preparé algunos snacks, puse a refrigerar algunas cervezas y saque los ingredientes necesarios para prepara un filete de res.
Más tarde llegaron los demás y alcance a escuchar algunos diálogos.
– Mmm, huele excelente, a poco contestaste una chef sexy y profesional?
Daniel contestó:
– Hahaha, no tíos, es un amigo que nos estará cocinando durante el tiempo que estemos aquí encerrados.
– Pues hasta que piensas en algo bueno, tío.
– dijo otra voz que no reconocí.
– Ya, dejen sus cosas que se los presento.
Por unos momentos escuché el movimiento por la casa, habitaciones cerrándose y mochilas dejadas en el suelo y finalmente pasos acercándose a la cocina.
– Este es Ben.
Ben, ellos son Oscar y Ricardo.
Daniel me señaló a cada uno de ellos.
Oscar era un poco más alto que David y se veía que el iba constantemente al gimnasio, tenía cabello negro y ojos café, era bastante atractivo a decir verdad.
Por otro lado, Ricardo era un poco más bajo de estatura, con cabello y barba castaño claro, ojos color avellana y una complexión musculosa al igual que Oscar.
A pesar de que estaban en mejor condición que Daniel, seguian pareciendo unos debiluchos en comparación a él.
Todos parecían de la misma edad que Daniel, alrededor de 26 – 27 años.
– Mucho gusto.
– dije yo
– El gusto es nuestro tio, gracias por venir a alimentar estos hambrientos estómagos.
– dijo Oscar
– Y que onda, a ti te late el fut? – pregunto Ricardo
– La verdad es que nunca he sido muy deportivo.
– contesté
– Pues esperemos no te molestes con nuestra afición hehe – dijo Oscar
Estaba a punto de decir algo cuando Daniel interrumpió.
– Bueno, bueno, ya déjenlo trabajar, nosotros vamos a lo que vinimos.
Daniel y sus amigos se fueron al cuarto de la televisión y se pusieron a jugar en lo que comenzaba el primer partido.
Yo les lleve unos snacks y unas cervezas, pero pase frente a ellos y ni una sola mirada me dirigieron.
Así fue pasando el día hasta llegada la hora de la cena, que una vez se la hube servido, me quedé completamente dormido sobre la mesa de la cocina.
De pronto me llegó el sonido de puertas cerrándose y rápidamente me desperté, vi el reloj y me di cuenta que era super tarde.
– No quise despertarte, puedes pasar la noche aquí si quieres, por ciertl cocinas mejor que las mujeres que han cocinado para mí, hehe.
– dijo Daniel, quien había entrado sin que me diera cuenta.
– Gracias, creo que te tomaré la palabra.
– Las habitaciones de invitados están ocupadas, pero si quieres puedes tomar el sofá.
– Vale, gracias.
– contesté
Asintió y se fue de la habitación.
Mientras se iba me quedé viendo su cuerpo fuerte y robusto y no pude evitar calentarme pensando en lo que se ha de sentir satisfacer a alguien como Daniel.
Así paso el resto de la semana, yo les cocinaba y servía, pero pasaba desapercibido, pues ni una sola mirada me dirigían.
Al parecer la de la limpieza no había podido ir y la casa era un desastre, olía a sudor, había ropa por doquier y parecía que orinaban a ciegas porque los baños eran una porquería.
Además yo no aguantaba la calentura, sabiendo que estaba durmiendo en una casa con 3 heterosexuales agresivos por la tensión de los partidos que veían.
La noche del viernes una vez hube servido la cena, Daniel se me acerco y me dijo.
– Me gustaría pedirte un favor, pero antes me gustaria saber cómo te has sentido.
– Todo ha estado muy bien, gracias.
– Supongo que sí hahaha, a fin de cuentas estamos entre hombres.
– dijo el
La verdad me quería morir en ese momento, me preguntaba que pensarían si supieran que han estado con alguien gay todo este tiempo.
No me sorprendería que se molestaran, pues en el tiempo que he estado aquí ya había escuchado bastantes comentarios homófobos de su parte.
– Bueno, y que me querías pedir? – pregunté
– Verás.
creo que te has dado cuenta que la casa está hecha un asco, los chicos y yo no tenemos ropa limpia y mañana vamos a tener visita, así que me gustaría saber si podrías limpiar y lavar para nosotros? Te pienso pagar extra, por supuesto.
En mi mente me decía a mi mismo que no lo hiciera, que jamás conseguiría lo que realmente quería que me pagara.
Sin embargo, también necesitaba el dinero.
– Claro, está bien, ahorita paso por su ropa para lavar y mañana termino lo demás.
– Genial tío, es raro que hagas todas estas cosas tan bien.
Si fueras vieja, ya serias mia, hahaha.
En fin, aquí está mi ropa y los chicos están en sus cuartos.
Sentí que me faltaba el aire.
– Hahaha vale, deja paso por ella.
Buenas noches.
El se fue sin añadir nada y me dirigí a la habitación de Ricardo.
Toqué la puerta pero nadie respondió y cuando entré, escuché el agua de la ducha, rápidamente agarre su ropa y me salí con mi imaginación trabajando a mil por hora.
Iba tan perdido en mi calentura que entre a la habitación se Oscar sin avisar y tarde me percaté que tenia la verga bien dura y se la masajeaba mientras veía un vídeo porno.
– Qué haces pendejo?! Qué no ves que estoy ocupado?!
– Lo siento, solo venía por la ropa sucia, para lavarla.
– contesté
– Ya, al menos sirves para algo, si no yo ya te habría echado de aquí.
Ahora te esperas aquí a que termine porque voy a ensuciar esta ropa.
– Lo siento, esperaré afuera – a pesar de que disfrutaba de la vista, la verdad es que si me sentía apenado por haberlo interrumpido.
– No, no, espera aquí, no tardó.
Es más tío, quieres ver el vídeo conmigo.
– No, no, no, estoy bien gracias.
Aquí espero.
– contesté yo
Me hubiera encantado estar cerca de esa verga, pero temía que me descubriera.
Así que me senté y esperé, mientras veía sus grandes manos sobar la enorme y rosada cabeza de su miembro al son de los gemidos del vídeo y luego, el esperado final, chorros de leche, saliendo de ese miembro y cayendo sobre su ropa interior y sus piernas.
Me los quería comer todos.
– Listo, ven por la ropa que quiero descansar.
Rápidamente fui por toda su ropa y separé la que aún tenía de su leche sin que se diera cuenta.
Baje las escaleras, fui al cuarto donde estaba la lavadora y puse toda la ropa a lavar, menos la ropa interior de Oscar.
Cuando estuve seguro que todos dormían, lamí los restos de leche de Oscar y me fui a dormir.
A la mañana siguiente me puse manos a la obra, arregle la casa, limpie los baños y como me sobró un poco de tiempo planché la ropa de Daniel.
– Buenos días! Te ha quedado increíble la casa Bien, eres excelente en esto, muchas gracias.
– Daniel dijo al entrar a la cocina
– No hay de que, ahora si pueden recibir a su visita cómodamente.
– respondí
– Ah sí, sobre eso, ¿crees que podrías ir al super a comprar despensa? Vi que ya casi no queda nada, alli hay dinero en la mesa.
– Vale, regreso más tarde.
– contesté.
La verdad estaba ansioso por tomar un poco de aire fresco.
Hice las compras necesarias y me regresé a casa de Daniel, había sido un buen día.
Cuando llegué y pasé por la sala de estar, casi tiro las bolsas del super.
Allí enfrente de mí estaba Daniel, Oscar y Ricardo, los tres completamente desnudos y entre ellos una muchacha de alrededor de 23 años con la verga se Daniel enterrada y la de Oscar en su boca.
– Hola Ben! Llegas a tiempo, ella es Diana, es nuestra invitada, está un poco ocupada pero se que le da gusto que estés aquí.
Te gustaría unirte tío? Has trabajado mucho, ven a deshagorte.
– me dijo Daniel mientras seguía embistiendo a la chava.
Dios mío era un toro Daniel.
– Se ve que se la están pasando genial, pero la verdad es que tengo que preparar la comida, será para la otra.
– dije.
Tenía que escapar de allí cuanto antes.
Rápidamente me fui a la cocina, guarde toda la despensa y discretamente me fui a una de las habitaciones a desahogarme.
Me desvesti completamente me acosté sobre el suelo, levante las piernas un poco y me comencé a dedear mientras me masturbaba, con la imagen de los tres en mi mente.
Finalmente me corrí gritando los nombres de los tres y me quedé allí tendido un rato en el suelo.
Limpié mi ropa, me vestí y baje antes de que sospecharan algo.
El día siguió su curso, una vez terminaron con Diana, se vistieron, comieron y se pusieron a ver la tele.
Ya me estaba hartando de la rutina y apenas había comenzado.
Con el triunfo de México contra Alemania, todo se volvió un caos y preferí mantenerme alejado de ellos.
Más tarde escuché que me llamaban.
– Ben, puedes venir por favor? – me llamó Daniel
Que sorpresa, se acordaron de mi.
Fui a la sala y allí estaban los 3 en el sofá, muy relajados y mirándome.
– Estamos muy agradecidos por todo lo que has hecho por nosotros y pues queremos que vengas a relajarte un rato con nosotros mientras vemos unos vídeos.
– dijo Daniel
– No hay de que y no es necesario, ustedes sigan relajandose mientras yo hago lo mío.
– No tío, todos insistimos.
– contestó.
La verdad no podía seguir negandóme, ya me las arreglaría de alguna manera.
Asentí y me senté en el espacio que me había hecho Danie.
– Oscar, pon los vídeos en la tele.
– le ordenó Daniel
Oscar sonriendo sacó el control y comenzó a reproducir el vídeo.
Sabía que estaba perdido cuando en la pantalla me vi a mi mismo, primero lamiendo los restos de leche de Oscar y después en la habitación con mis dedos dentro del culo y gimiendo.
En esta última escena Ricardo comentó.
– Esta actriz porno vaya que es buenísima.
– Se ve que le gusta que le den, tu que opinas Ben? – preguntó Oscar.
Les habría seguido el juego si no supiera que odian a los gay, así que no me quedaba nada más que salvarme como pudiera.
– No, no es lo que parece.
– intenté decir.
– Claro que si lo es Ben.
La verdad estaba empezando a dudar por que antes nos llevábamos tan mal, pero ya me doy cuenta de por qué.
– dijo Daniel mientras ponía so brazo alrededor de mis hombros
– Lo siento, me voy y no volveré, lo prometo.
Estaba levantándome, pero Daniel me.
lo impidió empujandome nuevamente.
– La verdad no considero esa como tu mejor opción.
Verás, el caso es que confiamos en ti y pues viste la verga de Oscar y no hiciste nada por evitarlo.
En lo personal, nosotros tres no tenemos mucho cariño a los homosexuales y no es por cosas como la familia o esas tontadas, simplemente nos encantan las damitas bien hechas y nos gusta que se les respete.
– el tono de Daniel era muy amenazador y yo solo quería salir de allí.
– Enserio lo siento, nunca le diré a nadie, lo prometo.
– Shhhhh, tranquilo, hoy estamos de muy buen humor y te vamos a dar dos opciones para que tu libremente eligas.
Ten en cuenta que lo hacemos principalmente porque estamos muy agradecidos por el buen trabajo que has hecho.
La verdad sospechábamos de ti; cocinas bien, planchas y hasta limpias nuestras porquerías, haha te gusta eso verdad? – Daniel guardó silencio así que asumí que esperaba mi respuesta.
– S-sí – estaba tan nervioso que apenas podía hablar
– Ya veo.
bueno, tus opciones son estas.
Te golpeados como mereces y te dejamos ir.
o te conviertes en nuestra damita por el resto del mundial y sigues haciendo tus labores.
pero ten en cuenta dos cosas.
Primero, solo te damos esta opción porque eres más útil que las mujeres que conocemos y nos hace falta y dos, que si aceptas ser nuestra, será más complicado pero disfrutarás y claro, ya no habrá dienro para ti, pero no creo que eso te importe.
– dijo Daniel.
A pesar del miedo que me daba el estar a su merced por tanto tiempo, mi morbo y mis fantasías estaba a punto de cumplirse así que acepté.
– E-stá bien, prefiero la segunda opción.
– Hahaha te lo dije Daniel, si es bien puta.
– dijo Oscar
– Ey, si vas a ser nuestra nena, te vamos a cambiar el nombre.
Pero nada de putadas como vestirse de mujer, solo queremos tu sumisión y servicios.
– dijo Ricardo
– S-sí
– Muy bien nena, por ahora serás Alemania, y creo que queda claro por qué.
Y pues como debe ser, debemos cerrar el trato.
– dijo Daniel
Yo ya sabía a qué se refería y me estaba excitando demasiado.
– Oscar, Ricardo, vayan a sus habitaciones y no molesten que si no, no les tocará disfrutar los siguientes días.
– dijo Daniel mirando a cada uno de los dos.
Ambos asistieron y se fueron riendo, no antes sin hacer una sala obscena hacia mi y tocarse el paquete.
Daniel se volteó hacia mi me agarró la mano me llevó a su habitación.
Una vez estuvimos allí, volvió a mirarme y comenzó a acariciarme el rostro y me dijo.
– Muy bien preciosa, te acuerdas aquella vez que te dije que hacia con estos bellos músculos? Pues ahora lo sabrás, y quiero que tu también me enseñes donde ocultas esos músculos.
Yo no hablé, simplemente asentía y después Daniel me besaba mientras me agarraba por el cuello.
En mi mente han pasado miles de fantasías y jamás habría creído posible el ver a Daniel besándome.
Sus besos eran fuertes e insistentes, y cuando pegué mi cuerpo contra el suyo, pude sentir la erección de su miembro.
Rápidamente Daniel se deshizo de toda mi ropa y quedé completamente desnudo.
Mientras con una mano agarraba mi cabeza y me besaba, con la otra jugaba con sus dedos en la parte más baja de mi ano.
Lo hacia como si estuviera jugando con una cuca.
Yo intenté quitarle la camisa pero me quitó las manos, se quitó el pantalón y la ropa interior, me llevo hacia la cama e hizo que me sentara para que mi cara quedara a la altura de su polla.
Era ancha y como de 20 cm aproximadamente, blanca, venuda, con vellos recortados y una deliciosa ancha y roja cabeza con líquido preseminal.
Estaba a punto de comerme ese delicioso manjar cuando Daniel me detuvo con su mano.
– Aún no, quiero que la huelas primero.
Hice como me dijo y me dio un delicioso aroma a sudor, macho y algo más que no lograba reconocer.
– Hueles eso? Eso es el olor de una mujer.
Pero no te preocupes nena, que pronto olerás así, tienes todo el potencial.
Ahora estaba más que decidido a comerme esa polla, era una de un macho de verdad, aún con restos de la última hembra que había ordeñado.
La olí un poco más y después me la introduje a la boca.
Comencé con leves lametones, primero la cabeza, suave y poco a poco me la fui metiendo.
Sabía deliciosa, disfrutaba todos los sabores, era enorme y me costaba meterla toda.
Daniel se dio cuenta e hizo que nos recorrieramos más en la cama, de manera que yo quedé debajo de él y el incado con su verga en dirección a mi garganta.
Finalmente se quitó la camisa y quedamos los dos completamente desnudos.
Su abdomen era robusto pero firme y cubierto de vellos, sus brazos enormes y fuertes, como de un lobo.
Estaba perdidamente endiosado con Daniel.
Volví a mi labor de disfrutar esa verga, daba lametones y me la metia lo más que podía, mi entusiasmo aumentaba al escuchar las gemidos de Daniel.
El me agarraba del cabello y lentamente movía mi cabeza hacia su miembro, era bastante dócil, y cuando menos me lo esperaba, comenzó a cogerme la boca.
La embestia y me atragabtaba, la intentaba sacar pero era demasiado fuerte, el gruñía mientras me la metia y la saliva escurria por mi boca.
– Que linda boquita tienes nena, me encanta escuchar como te atraganta.
Pero así eres de golosa.
Así estuvo un rato, bajaba la intensidad justo cuando terminaba de tomar aire, empezaba otra vez.
Finalmente la sacó y se recorrió para quedar a mi altura.
Comenzó a besarme con urgencia y a jugar con mis pezones.
Yo gemía de la excitación y mi cuerpo respondía a sus movimientos.
– Te gusta linda? Las nenas siempre se vuelven locas cuando hago esto.
– Sí, papi, me encanta!
El gruñó y agarró mi cintura mientras repegaba su ingle.
Me daba leves mordiscos y yo gemía dem placer que me generaba la sensación de su barba y sus vellos contra mi cuerpo.
Puse mis manos sobre su cabello y no incitaba a que continuará.
Se separó de mi e intenté voltearme para ponerme de cuatro, pero Daniel me detuvo.
– No cariño, hoy te voy a coger como mereces.
Nuevamente me regresó a la posición anterior, el arriba de mi.
Levantó mis piernas las colocó sobre sus hombros, metió los dedos de su mano izquierda en mi boca y con la derecha se apoyó sobre la cama.
Sacó los dedos de mi boca, se inclinó a besarme nuevamente y con la mano izquierda comenzó a jugar con mi ano, nuevamente hacia movimientos muy suaves y giratorios, como si estuviera jugando con una cuca.
Yo gemía, me sentía en las nubes, estaba seguro que no siempre seria así de dócil y estaba dispuesto a disfrutarlo.
Dejó de jugar con mi ano para comenzar a besarme nuevamente, está vez fue bajando más y más, se saltó la parte de mi miembro y fue directamente a la parte donde terminan los testículos y comienza mi ano.
Y entonces dijo.
– Eres muy linda y una excelente mujer.
Te quiero solo para mi.
Después de eso comenzó a besar mi ano a jugar con su lengua.
Estaba tan excitado y era tan bueno en lo que hacia, que estoy seguro que en ese momento gemí como una verdadera hembra.
Lo besaba, lamía y mordia suavemente.
Finalmente paró y puso su miembro a la entrada de mi ano.
Yo me asusté, pues apenas si lo había lubricado y si no lo delataba me iba doler.
– E-espera.
– dije yo.
– Shhhhh, tranquila, te quiero sentir completamente cerradita.
Dime, quieres ser mía?
Yo asentí.
– Bueno, pues a mi me gusta complacientes, y yo se que eres muy buena en eso, así que me dejarás seguir?
– Sí, mi amor.
Me besó y dijo.
– Muy bien nena.
En cuanto dijo esas palabras, me la metió toda de una embestida y yo grité como nunca había gritado, fueron unos instantes de confusión, dolor y placer y luego tenía a Daniel encima de mi, con su verga invadiendo mi cuerpo y su fuerte respiración sobre mi rostro.
– Mmmm así me gustan que griten.
Vaya que estás muy apretadita.
Después de eso comenzó un suave movimiento con sus caderas, la metia y la sacaba poco a poco, muy suave y yo sentía como mi ano tomaba la forma de su miembro y lo recibía con placer.
– ¿Te gusta?
– Sí!! Dame más fuerte, por favor, soy toda tuya.
Daniel comenzó a embestirme más fuerte, comenzó a sacar su verga completa y a meterla de nuevo mientras yo gritaba y gemía.
Con sus piernas me mantenía sostenido y con una mano sujetaba mis manos encima de mi cabeza y con la otra mi cadera.
Conforme aumentaba la velocidad y la presión, gotas de sudor caían sobre mi.
Daniel se inclinó y me susurró.
– Estoy a punto de terminar.
Si me corro dentro de ti, habremos sellado nuestro trato y serás mía solamente, conmigo no se juega nena, dime que quieres?
– Corréte dentro de mi, quiero ser tuya, siempre te he querido como macho Daniel.
Daniel gruñó y dijo.
– Mmm, que puta eres, te daré muy buen uso nena.
Daniel aumentó la velocidad de sus embestidas y con sus manos me apretó fuertemente de la cintura.
Sentí como crecía su miembro dentro de mi y luego con un gruñido de su parte, sentí como su leche me invadía todo el cuerpo, 5 chorros fueron los que sentí.
Ambos gemimos por última vez y Daniel se inclinó para darme un último beso.
– Espera aquí un segundo.
Yo quedé allí tendido, con la leche de Daniel aún dentro de mi.
Cuando el regresó traía su celular en la mano.
Se acercó a mi, levantó mis piernas y me tomó una foto.
– Mira que preciosa te ves.
Te gusta?
Se acercó a mi y me enseñó una foto donde se veía mi culo y mi ano al igual que su semen y un poco de sangre saliendo.
– Sí, papi, gracias por permitirme ser tuya.
– respondí
– Nada es de gratis bebé y tú lo sabes.
Espero no haberte dejado preñada.
Y ahora a limpiarse y a dormir, que mañana será otro día de trabajo.
Después de limpiamos, nos dirigimos a la cama.
Estaba adolorido y cansado, pero como nunca de feliz, no sólo había conseguido a mi macho si no que iba a servirle y dormir junto a él.
Ya mañana seria otro día y con suerte, aún mejor.
Continuará.
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