Albertito 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por juanitocaminador.
Ahora tengo más de 50, estoy casado, igual que Marcos, Carlos, Daniel, Manuel y Ricardo, igual que Damián y Victor.
El único soltero es Alberto.
Somos muchos los tapados, verdad?, lo que se ve es la punta del iceberg solamente.
Nunca supe si mis amigos siguen teniendo alguna clase de contacto gay, no los veo, y si los viera, de eso no se hablaría, seguro! Las cosas que tendría para contarles!
Sin embargo,la vida tiene sus vueltas y a veces te da revanchas.
Hace unos meses me encontré con Marcos en el car- wash, luego de más de 10 años sin vernos.
Seguía conservando ese culito rico que siempre me dio ganas.
Seguía delgado y musculoso, pero ahora pelado y arrugado, jeje.
Le pregunté por los pibes del barrio, igual que yo, no sabía nada.
-Y de Alberto, qué sabés?
-Uuuh, Albertito?, con una socia tiene un comercio mayorista de artículos y equipos para peluquería, no sabés lo bien que le va!, la levanta en pala.
Vive solo en la casa de los viejos, la recicló toda a todo lujo.
A veces voy a visitarlo y tomamos unos mates-, me dijo con una sonrisa particular y sugestiva.
-Che, cuando te venís a casa?, pero mejor a tomar café y no esos mates que tomás con Alberto- Se rió, nos reimos de buena gana, pero lo noté algo avergonzado.
Cambiamos fonos y quedamos en vernos.
Mi auto estuvo listo, le di un abrazo y me fui a casa.
Me quedé pensando, al final el amor de Alberto se había hecho un lugar en el corazón de Marcos?, o de alguna manera especial, muy de puto, estuvo siempre? En esas mateadas, Marcos le ponía la bombilla de carne a su Chiche, qué duda cabía? Me dieron ganas, seguiría habiendo lugar para uno más? Marcos aceptaría mi pedido como lo hizo aquella lejana tarde de nuestra pubertad?
Al otro día lo llamé.
Me escuchó en silencio.
-Dejá que lo hable.
Te llamo en un rato.
Fueron 15 minutos, pero me parecieron 15 horas.
-Lucas, querés venir este domingo después del almuerzo? 2:30 está bien?
El domingo, por esos motivos familiares que los putos casados conocemos, se mi hizo tarde, pero a las 3:00, con mi slip más sexy estaba tocando el timbre de la casa de Alberto.
Por fuera la casa había cambiado poco, el cerco alto de ladrillos, el corto jardín delantero.
Se abrió la puerta y apareció Alberto, en una bata de toalla larga, su rostro conservaba la frescura de la juventud, ni una arruga, todo el pelo, apenas largo y muy bien arreglado.
Su voz era la misma, su sonrisa inocente la misma.
-Lucas, qué gusto!, pasá te estábamos esperando.
-Como andás Alber?, se te ve muy bien
-Me cuido mucho, sinó la vida te pasa por arriba
Con su caminar acompasado de siempre fuimos hasta la puerta de la casa.
Entramos
-Wow, qué lindo dejaste esto!
-Vení que te lo muestro.
Recordé cómo era la casa en tiempos de doña Teresa: la gran puerta de entrada daba a una especie de pasillo – estar ancho que terminaba en otra gran puerta que daba al patio trasero.
A la izquiera, la cocina, el baño y el cuarto de lavado y costura, a la derecha dos dormitorios.
Alberto lo había convertido en una especie de loft, reemplazando parte del techo del pasillo por cristales templados, por lo que el pasillo era un gran jardín de invierno, toda el ala izquierda, abierta, era una cocina comedor.
Por la derecha, había tirado abajo la pared del domitorio delantero y lo había convertido en un living, con un sillón esquinero de cuero blanco al frente, una pantalla de 50 pulgadas sobre la medianera, y la entrada al dormitorio en la pared restante.
Sólo el baño inmenso y el dormitorio eran cerrados, el resto un gran ambiente.
En la pantalla, un video gay donde un negro entrado en años le rompía el culito a un rubiecito "barely legal".
Me llevó al living, de pronto me acorraló contra la pared, me besó con fuerza, sus labios y su lengua tenían un delicioso sabor a pija recién chupada, su mano me franeleaba violentamente el bulto.
-Ya creíamos que no venías Luquita y con Marcos habíamos empezado.
Ponete cómodo y vení a la camita, si?
Se puso de espaldas a mí y se quitó la bata por la espalda, despacio, sensual, poco antes de descubrir sus nalgas la tiró al suelo.
Mi pija dio un respingo!, estaba increíble, como si los años no hubieran pasado para su cuerpo.
Su colita seguía parada, su espalda seguía bella, bastante más delgado de cómo era de joven, a pesar de los años era una estatua griega.
Abrió la puerta del dormitorio, apenas pude entrever a Marcos en la cama , entró rápido y cerró.
Wow, qué recibimiento!, al grano como siempre pero ahora con una sensualidad adulta que jamás le había visto.
Y bueno!, había que tomar las cosas como se daban, me puse en bolas, y entré al dormitorio.
Una cama king como para hacer una orgía, detrás un gran ventanal que daba a un jardín verdísimo y súper cuidado, rodeado de altas paredes.
Marcos estaba en el centro de la cama, pajeando despacito su pija larga, gorda y de glande chiquito.
Alberto, de pie, ponía lubricante en su culito.
-Hola Lucas, creíamos que no venías- Me arrimé para darle la mano, me la tomó, me empujó a él y me dio un beso en los labios que me shockeó un poco, sabría algo de mi?, bue, no importaba mucho porque hoy estaba decidido a contarles.
-Yo elijo-, vos por atrás,- mirando a Marcos-, vos en mi boquita Lucas, tengo una deuda vieja que pagarte.
Se puso en cuatro patas, me paré delante de su boca, Marcos se puso detrás, lo tomó de la cadera y se la fue clavando.
En mi butaca de primera fila pude ver cómo ese inmenso trozo de carne entraba en la rajita de Alberto.
-uyuyuyuyuy, más despacio bruto!
-Dale Chiche, no me digas que te duele!
-No me duele pero me arde, vos me cogés poco Marqui, se me cierra.
– Marcos se quedó quieto unos instantes y comenzó a bombearlo.
Yo le arrimé la verga a la boca, su lengua comenzó a lamerla como si fuera un helado, con los ojos cerrados gemía con cada pujada del ariete de Marcos y besaba y lamía mi verga.
Comenzó a chupar cada vez más profundo, lo tomé de la cabeza y lo ayudé en sus movimientos.
Qué rico chupaba ahora!, nada que ver con esas mamadas mecánicas que me hacía de pendejo, ahora mamaba casi tan bien como yo.
Me fui calentando, la sensación en mi pija, más la vista de Marcos entrando y saliendo del culito de Alberto me pusieron loco, el esfinter me temblaba.
No pude aguantar.
-Albertito, ya por favor, cambiemos.
Los dos sonrieron, Alberto se dio vuelta y me dio el culito, mientras su boca buscaba la vergota de Marcos.
Sonreí, yo quería cambiar posición con Albertito y que Marcos me partiera el culo, pero por suerte no me entendieron.
Se la clavé a Chiche y comencé a bombearlo y a revolverle la verga en el ortito dilatado y mojadísimo.
-Ay papito, que bien que cogés Luquita, rompeme todo nene!, así,así, así.
– Callate y chupá que me pongo celoso, puto!- Albertito sonrió, le tiró un beso y comenzó a mamarlo furiosamente.
Marcos lo tomó de la cabeza y comenzó a cogerlo duro por la boca.
Nos miramos a los ojos con mi amigo, nos sonreimos alborozados y aumentamos nuestros movimientos.
Alberto meneaba el culo, pasaba de pija a bolas, besaba pubis, volvía a engullir hasta la garganta, en los instantes que tenía la boca vacía gemía y gritaba que quería leche.
Volvíamos a los 14, Marcos y yo rompiéndole el culo a full a Albertito, sentía que la vida me daba una recompensa y me devolvía a mi época más feliz, pero mejor aún, porque ahora Alberto ya no era el pibe que se dejaba coger, era una puta ardiente!
Se la dí.
Lo apreté contra mi pubis y entre gemidos y estertores de su esfinter me vacié dentro de él como nunca me había vaciado en otro puto.
Como si las leches de todas las pajas que me hice pensando en él fueran conjuradas y volvieran a mis huevos para correr a volcarse dentro de ese culo al que le pertenecían.
Se la saqué despacito, Marcos, loquísimo diciendo indecencias, necesitaba ahora su culo.
Me fui al baño a lavarme.
Desde el baño, mientras me jabonaba la pija, escuchaba los gemidos del dormitorio.
-Mmmmm, que ricooo, así si Marquín, comeme todo, llename de pija, ahhh, que rico se siente!
-Tomá chichito, comela putita, cómo te gusta la pija mi amor!
-Me encanta la pija, dámela toda, dámela toda, llename de leche mi amor!
-Tomá Chiche, tomá amorcito, esta tarde te embarazo putito.
Como movés el culito chichito mio, ahhh, me matás nene!
Siguieron diciendose cosas por el estilo hasta el grito final de Marcos y el silencio.
Luego cuchicheos suaves y risitas.
Regresé al cuarto.
La cama king con sábanas de raso llenaba el cuarto, en el medio, Marcos estaba recostado contra el respaldo, con la pija aún erecta.
Albertito tenía la cabeza apoyada sobre el vientre de Marcos y sus nalgas estaban sobre el respaldo también.
La mano de Marcos acariciaba la cabeza de su Chiche.
Los dos sonreían pacíficamente.
-Lucas, tenemos que decirte algo, te presento a mi mujer.
– Sonreí, me lo tomé a broma.
– Y Claudia no cuenta?
– Tengo dos mujeres, una con pija y otra sin pija.
-No entiendo nada, qué me quieren decir?- Alberto comenzó a hablar, sin dejar de jugar con la pija de Marcos, pero mirándome con una mirada muy dulce y feliz.
-Te acordás de la barra, de cuando éramos pendejos, de la época en que todos me cojían? Después, primero uno, después otro, de a poco se fuero yendo, primero Carlos, después Daniel, después vos, al final quedó solo Marcos, pero yo igual estaba feliz, vos sabés que yo siempre amé a este pelotudo!
Sonreí y asentí.
Marcos, fingiendo enojo, le dio un chirlo en las nalgas a Alberto.
– Más respeto ehh!
-Después el también se fue, cuando se puso de novio con Claudia dejó de buscarme.
Encima el boludo creyó que la concha de su novia era como mi culo y a los seis meses la dejó embarazada y se casaron.
Ahí perdí toda esperanza de volver a estar con él.
Te acordás qué mal estaba?
-Si, me acuerdo, los dos lloramos.
– Tomó la palabra Marcos.
Si, aunque no lo creas, Claudia fue mi primera mina, para qué buscar minas si lo tenía a Chiche?, cuando Claudia me dio bola, me enloquecí.
Pero después de un par de años me di cuenta que Chiche no salía de mi cabeza, mientras cogía con mi mujer pensaba en él, extrañaba sus chistes boludos, sus gestos maricas, sus caricias, esas cosas que yo sabía bien que solamente me las daba a mi, ni a vos ni a mis hermanos, a nadie, el culo lo daba, pero el corazón era para mi.
Terminé por entender que lo amaba y lo fui a buscar.
Y ahí empezamos de nuevo, con mucho secreto, bien de trampa, hasta que se puso el negocio y le empezó a ir bien, entonces yo comencé a vender free lance sus cosas y encontramos la excusa para estar juntos sin levantar sospechas.
Hace más de 30 años que le estoy dando leche por el culo a Chiche y todavía no se lo puedo llenar, pero voy a insistir hasta que le rebalse!- Se besaron con una mirada de amor que conmovía, a mi me asomaba una lágrima y necesitaba sonarme.
Sentí un poco de verguenza de estar desnudo, pero con la pija dormida al aire fui a abrazarlos y aproveché para llorar un poco.
-Vos tenías que saberlo, Lucas, me ayudaste mucho esas dos o tres veces que nos encontramos en el telo, me diste el afecto y el apoyo que necesitaba y me hiciste sentir una persona y no sólo un agujero.
A Marcos le conté todo, así que cuando le pediste venir a cogerme como aquella primera vez en tu casa, saber que te seguían gustando los machos fue una gran alegría para los dos, bueno, Marcos se puso un poco celoso, pero después entendió.
Y te juro Lucas, el último tipo que me cogió fuiste vos, le he sido absolutamente fiel a mi marido.
– Entonces muchachos, me visto y pongo la pava para tomar mate de verdad- dije, levantándome.
Si son marido y mujer, no me voy a meter en el medio.
Los dos rieron.
Marcos me miró divertido.
– Luquitas, Alberto siempre me compartió con mi mujer, él sabe que si te quiere dar el culo yo no me voy a oponer pero, sabés que?, volver a nuestros juegos de pendejos entre los tres me encantaría, te prendés?
Sonreí, miré a uno,miré a otro.
Dije seeeeeeee!
– Bueno Marcos, fuera fuera, como antes, que a mi marido ya se le está parando- marcó el campo Albertito
-Esperen-, dije – Yo también quiero contarles algo.
Me despaché, por primera vez en mi vida hablé de Damián, hablé de Victor, hablé del bulling, de la verguenza, del encierro, de mi pasión por la pija, de mi culo roto, de mi vida entera de trampa.
Lloré como nunca, como no lloraba desde el quilombo con Víctor, me abrazaron, me palmearon, me secaron las lágrimas, fuimos por un rato tres adolescentes desamparados compartiendo tristezas.
Cuando pasó la tormenta, comenzaron las bromas.
– Mirá vos, Luquitas se la comía, ni me lo imaginaba! Entonces te voy a poder romper el culito?
– Si Alberto te deja.
– Y me la vas a chupar así como vos le hacías a Damián? Bueno, como le hiciste a Alberto, por culpa tuya ahora se la tengo que chupar.
– Si querés.
Alberto se enojó.
– Justo ahora que tengo dos pijas para mí, me vas a hacer competencia?
– Y encima Marcos no sabe que su culo me encantó desde siempre.
-Mi culo?, noooo.
– Estás refuerte Marcos!, a ver parate- Alberto se puso detrás y le sacó una foto con el celu.
-Uy, es cierto!- Se puso de costado y se miró en el espejo.
– Mirá vos, ahora de viejo, resulta que me quieren romper el culo, y encima, la verdad, que estoy para que me den, que buen orto que tengo!
-Uy, esto va mal, Amor, Luquitas, acá la mujer soy yo, reclamo mis derechos.
-Si mi vida- le dijo Marcos mientras lo abrazaba y comenzaba a besarlo.
-Si, Chichito- le dije yo, mientras lo agarraba por detrás, le franeleaba la verga entre las nalgas y metía mis manos por delante para jugar con las pijas de los dos.
Le corrí la cadera para atrás y se la puse a fondo, Marcos lo soltó y Alberto se reclinó sobre la cama, empecé el mete y saca y Alberto comenzó a gemir.
Marcos caminaba por el cuarto pajeándose, sentí un cajón que se abría y sentí un dedo en mi ojete, fresco por el lubricante.
Me la clavó sin piedad, grité.
-Viste que es un bruto?- Si, ayyyy, es un bruto repijudo! Y hace seis meses que no me la ponen, ay!
Mi culito se fue dilatando y el trencito comenzó a funcionar.
El ortito nuevo y más apretado le encantaba a Marquitos, que gemía, gritaba, insultaba y con cada ensartada me levantaba en el aire, con lo que mi pija dentro del culito de Alberto oprimía con fuerza la cara anterior de su recto y su próstata.
-Me vengo, me vengo!- comenzó a gemir el Chiche.
Lo tomé fuerte de la cadera y al tercer pijazo de Marcos en mi culo, su esfinter se cerró y entre ayes comencé a ver el charco del semen de Alberto en el piso.
Con el furor de Marcos no me quedaba lugar para darle bien por el culo a Albertito, se la saqué y me acomodé gambas arriba en el borde de la cama.
La enterrada de Marcos me hizo llegar a las nubes, profunda, gorda, me recontra abrió el esfinter, me llenó el recto, no pude aguantar, estallé y llené de leche la cara de Marcos.
-Que puto que sos!- Me dijo Marcos sonriendo mientras se sacaba el semen de las mejillas
-Siii, soy reputo, no te gusta?- Me encanta Luquitas, te voy a partir en cuatro.
Alberto se acomodó a mi lado y subió las piernas.
Todos entendimos
Marcos me la sacó y se la clavó a su mujer con pija.
Comencé a besar apasionadamente a Albertito.
Marcos volvió a mi culo una y otra vez, una y otra vez regresó al culo de Chiche.
-La leche es mia Chiche, me la regalás?- Si, Luqui, pero me debés la tuya.
Marcos aceleró en mi orto, golpeó mis caderas con una violencia que no sentía desde tiempos de Damián, me empujó las piernas hasta ponerlas al costado de mi cabeza, empujó más, gritó y acabó largo, mientras Alberto me acariciaba las tetitas y suspiraba.
Me la sacó y se abrazó a Chiche.
Intenté pararme, las piernas casi no me respondían, me reí, los miré.
-Me rompiste el culo de verdad Marquitos, tengo las piernas flojas como cuando Damián me echaba tres polvos al hilo!
-Y todavía te faltan dos, Luquitas.
Me acosté del otro lado de Alberto, nos abrazamos los tres.
Nos quedamos un rato en un silencio placentero, que terminó rompiendo Chiche.
-Che, al final, del único culito que chorrea leche es el de Lucas, ustedes dos vinieron para cogerme a mi, quién es el puto acá?
-Yo, yo!- dijimos casi al unísono con Marcos.
-Vos me la vas a pagar Lucas, ahora además de Claudia, alguien más le saca la leche a mi marido.
Acostate!
Me puse boca arriba y Alberto se sumergió en mi pija, bebió con placer los restos de semen y cuando la tuvo dura y lubricada, con una sonrisa cómplice se fue sentando arriba.
Su culito se engulló toda mi pija y sentí el peso de su cadera sobre mi pubis, comenzó a moverse hacia adelante y atrás, dándome unas sensaciones exquisitas en la pija, era raro, la abundante leche de Marcos comenzó a salir de mi agujero aún abierto y mientras su tibieza alegraba mi esfínter, mi pija subía al cielo impulsada por el experto culito de Chiche.
-Vení- le pedí a Marcos- Acomodate sobre mi cabeza.
El muy puto se puso de frente a mi y me ofreció su pija.
No podía rechazar ese manjar, así que le dí una mamada suave, sin exagerar.
Pero mo objetivo era otro.
-Date vuelta y bajá.
– Sus nalguitas, chiquitas, hermosas, deseadas por décadas venían al encuentro de mi lengua.
Comencé despacito, dándole apenas toquecitos con la punta.
Cada vez que se la apoyaba, sentía la vibración nerviosa de su cuerpo, al caballo salvaje había que domarlo para que se dejara montar.
Fui aumentando mis lamidas y al fin le pude arrancar un gemido.
Se encabritó el potro!, salió de mi boca y se fue al encuentro de Alberto.
Le metió la pija en la boca.
Alberto, sin dejar de mover las caderas, lo tomó de las nalgas y empezó a darle una chupada intensa, pero el putito había entendido muy bien lo que pasaba, se llevó el dedo a su culito, que estaba lleno de su moquito rectal y de mi preseminal, para lubricarlo, y sin dejar de chupar le metió el índice en el culo a su marido, que dio un respingo pero dejó hacer.
Estuvimos como 10 minutos en esa pose, Alberto cabalgándome, chupándole la pija a Marcos y metiéndole el dedo en el culito, yo acariciándole la espalda y las nalgas.
Alberto aceleró y me hizo acabar.
Desarmamos la pose y me incorporé.
Marcos estaba a mil, le levantó las patitas a Alberto, se la clavó y empezó a cogerlo.
Me puse detrás de él y, como podía, le volví a chupar el culito.
Marcos bajó el ritmo, me estaba dando pie para que más importante que la clavada fuera la mamada de culo, comencé a devorarlo con la lengua, gimió una y otra vez, tomó a Alberto y lo apretó contra su pubis, Alberto lo tomó de las caderas y lo apretó más, ni un milímetro de verga quedaron fuera, Marcos se venía, le metí dos dedos y fui directo a su próstata.
El grito hizo temblar los vidrios, Alberto reía como un niño, Marcos lo miraba y entre jadeos le decía "te amo Chiche", yo desde atrás pensaba "ya es mío".
Albertito, inundado, se acostó boca abajo, Marcos y yo, cada uno a un lado, de costado, acariciándole las nalgas.
No podia haber putito más feliz en el mundo que el Chiche.
-Ahora chorrea leche de tu culito también Chiche?-
-Nooo, ni una gota se me va a escapar.
Vayan a preparar el mate que yo me quedo un rato acá-.
Tomó dos almohadones y se los puso debajo de la cadera.
Buscamos un par de toallas del baño para no andar sacudiendo las bolas por la cocina, pusimos la pava, preparamos el mate, buscamos las facturas y los bizcochitos con grasa.
Cuando al agua estuvo caliente, lo fuimos a buscar, se puso su bata blanca y con su acompasado caminar vino a la cocina.
-Uy, desde la vez del monte de los pinos que no lo tenía tan abierto!
-Acostumbrate porque no se te va a cerrar más.
-No te quejes que ya recibiste tres polvos
Entre mate y mate charlamos, recordamos viejos tiempos, reímos, resumimos nuestras vidas desde entonces, hicimos lo que tres viejos amigos hacen cuando se reencuentran.
Cuando ya el agua estaba medio fría, Alberto se incorporó.
-Falta algo-, dijo mientras nos tomaba de la mano y nos llevaba al dormitorio.
Entramos y nos quedamos parados.
Alberto me retiró la toalla y me beso apasionadamente la pija.
Luego lo quitó la toalla a Marcos, se puso a su espalda, lo tomó de las nalgas y le besó los dos cachetitos.
Se incorporó.
-Chaaaauuuu, los dejo solos.
– Nos miramos con Marcos.
Le puse una mano en el hombro.
-Si vos no querés, no te hagas problemas.
– Marcos agachó la cabeza.
-Alguna vez te cogieron?- Me miró con los ojos húmedos.
– Luqui, soy el más chico de 5 hermanos.
Christian debutó con Carlos, pero los otros dos debutaron conmigo.
Después que me cogían les agarraba la culpa y me decían que era la última vez, pero cuando les subía la leche y no aguantaban la calentura, el tabú se iba y me volvían a romper el culo.
Para mi era natural, más que el dolor inicial, yo no sentía nada.
Además había visto muchas veces cómo Christian se lo cogía a Carlos y cómo se guardaba el secreto sin contarle nada a la vieja, entonces nunca me hice drama que mis hermanos me cogieran, pero sabía que estaba mal.
Mi debut fue con Alberto y cuando se los pasé a ellos ya no me cogieron más.
Sólo mis hermanos me cogieron.
Vos, fuera de mis hermanos, vas a ser el primero que me coja.
-Sonrió con un dejo de tristeza-.
Mirá que boludo que soy, yo, el gran macho, sigo con el primer hombre y la primera mujer que tuve en mi vida.
Lo abracé.
Mi abultado vientre y su descarnado pubis compartieron tibiezas.
Nuestras pijas semidormidas se encontraron y comenzaron a besarse, ambos comenzamos a sentir los cabezasos mutuos.
Cuando la tuve dura, me agaché y se la pasé debajo de las bolas para ubicarla en esa sensibilísima zona formada por el perineo y el bordecito inferior de las nalgas, le di un par de mete sacas, Marcos gimió, me agarró de la cabeza y me empezó a devorar con un beso.
Abrí mi boca, dejé que su lengua, sus labios entraran y jugaran con cada rincón de mis labios,de mi lengua, de mis pómulos.
Retruqué y mientras nos comíamos uno al otro rodamos a la cama.
Su mano buscó mi pija, mi mano recorrió su espalda, sus pezones, hasta que la cavidad de mis palmas encontraron su justa contrapartida en el suave bulto de sus nalguitas.
Acaricié su esfínter que tembló ante mi presión.
-Ponete boca abajo-, le pedí con vos enérgica.
Se acomodó en el centro de la cama.
Me acomodé con sus piernas entre las mías.
Miré su culito, mmmm, ese culito que soñé tantas veces, me pareció tan lindo que como lo tenía de pendejo, sentí que quien estaba ahí tembloroso entre mis piernas no era el hombre canoso y arrugado de hoy sino el Marquitos sonriente de mis 14, el que me había hecho el bello regalo de Albertito y había cambiado el rumbo de mi vida.
Le separé las piernas y le abrí las nalgas.
En su esfinter no entraba ni la punta de un alfiler.
Mi lengua comenzó a hacer el trabajo que tan bien sabía hacer.
Lamí, besé, penetré, recorrí, mordí, desperté sus gemidos, hasta que al fin pude ver feliz el laguito de saliva que se formaba en su dilatado esfínter.
Se la metía ya?, mejor no confiarse, busqué el lubricante, le lubriqué bien el canalito y me puse abundante en la pija.
Puse mis manos al costado de su cabeza y le apoyé el glande en la puertita.
-Despacito por favor Lucas.
–
Despacito fue, le enterré la punta del glande, se la saqué y se la volví a poner, varias veces.
Le clavé todo el glande, se la saqué y se la volví a poner, varias veces, como me había enseñado mi buen amigo R.
De a poquito, entrando y saliendo, entrando y saliendo, lo fui penetrando hasta que toda mi pija estuvo dentro de él.
Me apoyé en su espalda y le hice un solo mete y saca cortito, uno solo.
– Ya la tenés toda adentro.
Te duele?
– Me arde un poco, pero cuando me la movés siento que me cago.
– Ya se te va a pasar, esperemos un ratito.
– Lo comencé a besar en el cuello y en la oreja.
Alargando nuestras lenguas nos besamos en la boca, le acaricié la cabeza.
– Gracias Marquitos, gracias.
– Le di otro mete y saca cortito.
-Mmmm, ya se acomodó, que rico calorcito!
Empecé el mete y saca cortito.
Empezó a gemir.
-Te gusta Marquitos?
-Ahhh, como te entiendo Chiche!, que rico, dale seguí Luquita, seguí.
Alargué el mete y saca sin exagerar, no quería que subiera demasiado, quería estar en ese estado especial de la cópula que abre el corazón y te saca el alma afuera con cada palabra.
-Ay Marquitos, no sabés cuantas pajas me hice pensando en vos!
– Mmmm, Luquitas, vos también me gustabas, distinto de Alberto, a vos siempre estuve dispuesto a darte el culo.
No te acordás?, te tiré onda un par de veces bien disimulado, pero no me diste bola.
-Ay Marquitos, yo soy muy boludo para las indirectas, además con el miedo que de nuevo se diera lo de Víctor, ni en pedo me iba a animar a seguir una indirecta, mirá si me equivocaba!- Bajé un poco el ritmo.
– Pero si me decías "Luqui, me calentás, te quiero coger, en serio, si te dejás, yo me dejo", ahí nomás me bajaba los lienzos y me abría las nalgas.
-Bueno Luqui, pero la vida nos dio esta revancha, vamos a recuperar el tiempo perdido.
Cogeme, llename de leche, gozá de mi culito todas las veces que quieras.
-Si Marquitos, además yo me di cuenta que soy medio estrecho, necesito un tipo pijudo que me lo deje abierto para siempre.
Conocés a alguién?- Se rió.
– Descuidá Luquita, te voy a desfondar.
– Che, pero somos dos pijas y tres culos.
No se va enojar Chiche?
– Él gana, antes tenía una sola pija, ahora tiene dos machos que le rompen el culo.
Además Luqui, fijate, los dos somos re-lecheros, nunca va a faltar una pija dura entre nosotros.
Aceleré el ritmo, dejamos de hablar, los ayes de Marcos se hicieron fuertes.
Lo di vuelta, lo puse al borde de la cama, se la clavé y lo levanté en el aire,caminé con Marcos ensartado y gimiendo por toda la pieza.
Lo devolví a la cama y con las piernas recogidas se la clavé hasta las bolas, literalmente, su dilatación era tan grande que una pequeña parte de mi escroto entraba en él.
Comencé a gemir, nuestros quejidos se confundieron, los acallé con un beso feroz, lo clavé como para partirlo, mi pija se engrosó, sus ojos crecieron, mi leche inundó su virginal recto.
Me quedé quieto, me faltaba el aire, lo miré.
-Gracias Lucas, me hiciste feliz
-Gracias Marcos, me hiciste feliz
Lo volví a levantar, sus piernas rodearon mi cintura, sus brazos mi cuello, nos besamos suave.
Mi pija dormida fue saliendo de su culo, un leve y tibio rio de semen comenzó a mojar mi muslo.
Lo cargué como si fuera una novia y lo deposité en el centro de la cama.
Me acosté a su lado, volvimos a abrazarnos y besarnos, por el embrujo del sexo me sentí de nuevo de 14 años, sentí entre mis brazos a otro chiquilín de 14 que me deseaba, se fueron las arrugas, se fueron las canas, volvió el pelo, el deseo contenido había explotado con tanta energía que volvió atrás la máquina del tiempo.
Nos miramos, explotamos en una carcajada de felicidad
– Ahora no te largo más, putito!-, le dije
– Yo tampoco, putazo!-, me dijo
– Qué trío Marcos!, tres viejos, tres putos, tres culo roto.
– Y bueno, mientras no haya ningún Victor!
– A ese hijo de puta me gustaría cogerlo, pero con un fierro caliente!
– Ya fue, Lucas, ya fue.
Nos recuperaste a nosotros dos, lo tenés de nuevo a Alberto, me tenés a mi, nos rompiste el culo y nos los vas a seguir rompiendo, tenés mi pija gorda para tu culito, que más querés para olvidar eso? Viví el presente, nene, que ya sos viejo y no tenés tiempo para pelotudeces y rencores antiguos.
Lo abracé fuerte.
-Que boludo que soy Marcos.
Tenés razón, pero teneme paciencia, cogeme mucho, háganme mimos, regálenme el momento fuera del mundo que me dan sus culitos, y de a poco me voy a olvidar de ese hijo de.
, perdón, me voy a olvidar de lo feo del pasado.
– Che, que es de la vida de nuestra mujer?
– Nuestra?
– Si, matrimonio raro el nuestro.
No sabías?, hoy te casaste con nosotros.
Salimos.
Alberto estaba desnudo boca abajo sobre el sillón.
Su piel, con el trigueño claro del sur de Italia, contrastaba bellamente contra el blanco del sillón.
Su culito estaba como para la foto, se las sacamos y las pasamos en la pantalla.
-Hijo de puta!, con este culo que tengo les voy a empezar a cobrar para que me cojan!
Nos reimos, ya vendrían los compilados de culos con fotos de los tres y las cogidas filmadas.
Miré el reloj.
-Uy che, ya son más de las 7, me voy a bañar para sacarme el olor a garche.
Volví a los 15 minutos, luego de una ducha de sólo agua para no sumar ningún perfume que mi mujer pudiera descubir.
Alberto seguía en el sillón.
Marcos estaba arriba de él bombeándolo despacito.
Hablaban boludeces en voz queda y dulce, cosas de trabajo, nada de erotismo, pero la gorda y larga pija de Marcos entraba y salía del culito de su mujercita con pija.
Se notaba que eran felices, se notaba que se amaban y se notaba que entre ellos la cópula era mucho más que sexo, era una forma de darse más uno al otro, de sentirse más juntos y compensar que en un rato Marcos volvería a su casa con su esposa e hijos, y que Alberto comenzaría a preparar su dia de trabajo, que volvería a simular que era "amigo con derechos" de su particular socia y que extrañaría a su marido quizás hasta el próximo fin de semana.
-Che paren, a este chico le van a tener que rectificar el esfinter Marcos!, se lo vas a gastar!- Sonrieron y se lo fue sacando despacito, mi sexualidad, que tiene bastante de voyeur, se hiper excitó al ver cómo los 20 cm de verga gruesa salían despacito de las bellas y delicadas colinas de Alberto.
Esa imagen, unas nalgas con un trozo de verga adentro y el resto a la vista es algo que siempre me hizo parar la pija.
Se sentaron uno al lado del otro con sonrisas cómplices.
– Descuidá Lucas, el culito de mi Chiche es indestructible.
Les tenía que dar mi saludo de despedida y mis inmensas gracias por hacerme parte de su pareja.
Me arrodille frente a Alberto, que la tenía dormida.
Mientras comenzaba a pajear despacito la verga mojada y paradísima de Marcos, me llevé a la boca la pija de Alberto.
Me la metí entera en la boca y comencé a mamarla suavemente bien desde abajo, apretando con mis labios la raíz de su uretra y haciendo presión hacia la punta como para estirarla.
Me chupé un dedo y se lo metí en el culito mojado y dilatado, intensificando mi mamada.
La pija se despertó y comenzó a crecer en mi boca.
Cuando estuvo casi dura, la abandoné y me sumergí la verga de Marcos, pajeando entonces a Alberto.
La de Marcos era más complicada, me hacía doler un poco la comisura de los labios y debía ir tragándola de a poco para acostumbrar mi garganta, por suerte su glande era chiquito.
La tomé de abajo con la mano para tener un tope y comencé a chupar con furor el resto, Marcos comenzó a gemir, Alberto me miraba interesado.
Quité mi mano y fui engullendo más verga de Marcos, sentí su glande llegando a mi garganta, maniobré para evitar las arcadas y al fin mis labios besaron su pubis, le apreté bien la base con los labios, y con los labios lo pajee un poquito.
Marcos gritó.
Lo dejé caliente y volví a la pija de Alberto, lo mamé con furor, Alberto me regaló un ahhh, y cuando le volví a meter el dedo, me regaló un chorro de preseminal delicioso.
Volví a Marcos, tragué a fondo, mamé besé, comencé a alternar con Alberto, acaricié mis mejilas con sus pijas, me metí las dos en la boca, las dos pijas eran dos volcanes de preseminal que yo saboreaba encantado.
Levanté mi mirada, Marcos y Antonio se besaban apasionadamente.
Me concentré e la de Alberto, sin dejar de pajear a Marcos, le clavé tres dedos y comencé a chupársela violentamente, sentí sus gemidos a pesar de la fuerza con que se estaban besando.
Empujé mis dedos a fondo y sentí el engrosamiento de su verga, su leche me inundó la boca.
Alberto respiraba agitado, los dos me miraban, los miré, les mostré el lago de semen en mi boca y con mis ojos clavados en los suyos, tragué despacito toda la leche de Alberto.
Ellos se miraron con amor, y me acariciaron la cabeza.
Volví a la verga de Marcos, me dediqué a su pequeño, pero sensible glande, lamí y besé el agujerito, recorrí con mi lengua todo su borde, lo apreté con los labios.
Cerraba mi boca y la ponía en la punta del glande y la hacía entrar forzada con los labios apretados para que sintiera como si estuviera penetrando un esfínter estrecho, me la tragaba a fondo.
Alberto comenzó a ayudarme chupándole los pezones y mordiéndole el cuello.
Para Marcos fue demasiado, gritó, se recostó más en el sillón, y le regaló a mi boca una carga gigante de leche caliente y dulce.
-Dame un poco, no seas tacaño-, me pidió Alberto.
Nos incorporamos y en un beso le pasé a la boca una parte de la leche su marido, que ahora era nuestro marido.
Marcos se incorporó también, se unieron nuestras bocas y le pasamos también parte de su semen.
Nos abrazamos fuerte y mirándonos tragamos el viril elixir de Marcos, que yo y mi querido Chichito habíamos exprimido.
Ese, creo, fue nuestro brindis de casamiento.
Me lavé la boca y la cara y, ya vestidos, nos quedamos charlando en la mesa de la cocina.
Había que organizar mi ingreso.
-Che, a vos te queda tiempo a la tarde?-, preguntó Alberto.
-Si, con el laburo en el Ministerio, tengo toda la tarde libre.
– No querés vender mis cosas? Deja buena guita.
Vos ganás, yo gano y ya tenemos la misma excusa que tenemos con Marcos.
-En serio, deja buena guita-, ayudó Marcos.
-Bueno, probemos.
Desde entonces todas las tardes, cuando salgo de la oficina, recorro barberos y coiffeurs vendiendo cremas, equipos, shampues, tijeras, tintas, secadores y todo lo que se les ocurra relacionado con el arte de mantener las cabezas de ambos sexos.
Luego Marcos con una Fiorino los entrega.
Todos los lunes por la tarde, dia de descanso de peluqueros, tenemos "reunión de planificación" en la casa de Alberto.
Increíbles y fructíferas reuniones, de las que salgo con el culito roto, la pancita feliz llena de leche tibia, los huevos vacios, el pubis relajado y una amplia sonrisa en mi cara.
Me encanta regresar caminando a mi casa sintiendo mi esfinter dilatado y mojado, ese cuic cuic suavecito del esfinter abierto me vuelve a excitar y esa noche destruyo a mi mujer por ambos lados.
Qué cómo van las cosas en el resto de mi vida? Bárbaro, como vida de casado.
Estoy mucho más tranquilo, ya no ando buscando trampas, en casa todos contentos porque he recuperado el buen humor, el nuevo ingreso nos permite darnos algunos gustos, mi vida hetero mejorada, el letargo de mis huevos se fue y cada día tengo más ganas de coger.
Y cómo no voy a estar contento?, si además de mi mujer hetero, tengo a mis dos amigos de la infancia, que los sigo viendo como si tuvieran 14, con los que puedo vivir mi homosexualidad, comiéndome los dos culitos más bellos del mundo y recibiendo ese hermosa verga de 20 cm de mi Marquitos, que me rompe el culito y me llena de leche cada lunes?
A esta altura de mi vida, por mi pija han pasado muchos culos, quizás demasiados, ahora tengo sólo dos, los de mis mujeres con pija, mi Chiche y mi Marquín, y no necesito más.
Por mi culo han pasado muchas pijas, ahora tengo una sola, la hermosa, gruesa y larga pija de mi Marquin, mi marido, y no necesito más, me encanta ser su putita.
Bigamia, un hombre y dos mujeres?, no, biandria, una mujer y dos hombres?, tampoco, homotrieja?, si no existe el término, lo inventamos.
Mientras escribo esto es domingo y no pude ir a la invitación a tomar mate a lo de Alberto, con Marquitos porsu.
Seguro que mientras escribo esto, Marquitos, entre palabras dulces, le está haciendo el amor a mi Chiche y saben qué?, de sólo pensar en su verga, se me moja el culito.
Pero mañana me desquito.
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