ALFA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Es un tío de lo más normal, de esos que llaman poco la atención, calculo que debe de andar por los 60, bajito, calvete, con algo de barriga, bastante peludo, en fin la antítesis de lo que podríamos llamar un tío bueno.
Yo soy bastante más grande que él, algo más joven y ciertamente más agraciado físicamente, así todo, él es el Macho Alfa y yo solo una de sus hembras.
Este hombre aparentemente insignificante tiene, sin embargo, una personalidad fuerte, sabe muy bien lo que quiere y como tomarlo, para ello sabe ser duro si es necesario pero habitualmente es más bien cariñoso, aunque firme.
No gusta de andar con rodeos ni con royos raros de amo-esclavo, control mental ni chorradas por el estilo, su dominación es física, le gusta infringir castigo físico, sin ser violento ni abusivo, no humilla, somete y siempre acabas haciendo lo que él quiere con gusto y sin rechistar.
Además de estas aptitudes para el dominio, guarda entre sus piernas un regalo de 18 cm.
de largo por 15 de grosor, tiene también unos cojones muy gordos que producen cantidades de leche poco habituales para un hombre de su edad.
Le gusta marcar el territorio, orinando en la boca y el cuerpo de sus hembras, esta hembra es solo mía, dice.
Te monta y te insemina y para ello se toma su tiempo.
Nos conocimos a través de internet, quedamos y la primera vez para mí, fue muy agradable descubrir sus atributos y lo bien que sabía usarlos, mame de su polla, me folló con condón y al final se corrió en mi boca.
Después me dijo que le había gustado mucho que me tragara toda su leche (que era mucha) y también me dijo que le gustaría tener relaciones esporádicas y discretas conmigo pero no así, sino de una forma diferente, y yo le dije que sí, que lo que él quisiera.
Desde entonces solemos quedar cada dos meses o así, él viaja a menudo a Bilbao creo que por motivos de trabajo y cuando quedamos reservo un buen hotel, distinto del que él se aloja (que pagamos a medias) y pasamos la noche juntos pero dormimos poco, al menos yo.
En nuestro segundo encuentro pusimos las condiciones, pocas la verdad, básicamente mucha limpieza, castigo físico sin marcas y sometimiento al Amo pero todo consensuado.
Establecimos el protocolo que él dijo que le gustaba y a mí me pareció bien.
Días antes de la cita ando nervioso, excitado, mi polla babea todo el tiempo y no puedo masturbarme por orden de mi Amo, me siento como yegua en celo, como una hembra que quiere ser preñada.
Por orden de mi Amo antes de la cita debo tomar solo líquidos y vaciarme bien con dos o tres lavativas de agua templada, también le gusta que vaya completamente rasurado por ahí abajo.
Yo siempre llego primero al hotel y espero a mi Amo desnudo sobre la cama a cuatro patas con el ojete expuesto y los huevos colgando.
Sé que llegará sobre las diez de la noche, y estoy cada vez más ansioso, cuando siento que la puerta se abre tiemblo de gusto y excitación.
No hablamos, se desnuda lentamente y después me acaricia la espalda, las nalgas, los huevos, luego enrolla una cinta de tela alrededor de su base dejando los dos huevos bien apretados y brillantes.
A continuación unta mi ojete con lubricante me dilata con sus dedos con mucha delicadeza y muy lentamente, un dedo, dos dedos, tres y al final un dildo de dimensiones considerables se aloja en mi ano y me prepara para lo que entrará después.
Hecho esto me coloca, unas pequeñas pinzas que aprietan como demonios una en cada pezón.
Causan un dolor persistente, como un ruido de fondo, que te martiriza continuamente.
También usa pinzas de madera de esas de colgar la ropa y una a una va pellizcando mis huevos, creo que ha llegado a colocar hasta 12 pinzas.
Mis huevos prietos y tensos por la cinta de tela que los aprisionan y pellizcados de esa manera, me arden.
Lo hace todo con mucha calma y tranquilidad poco a poco pero con mano firme sin dudar como corresponde a un Amo que sabe muy bien lo que quiere.
Y lo que él quiere con este protocolo es dejar claro que él es el Amo y yo su zorra sumisa y me castiga y me infringe dolor para que lo entienda y lo acepte.
Después me azota las nalgas, poco a poco con las palmas de sus manos, después más fuerte, sus azotes resuenan en la habitación como latigazos, me duele, me arden las nalgas, pero aguanto y acepto el castigo, mi polla esta tiesa y babea sin cesar, pero eso a mí Amo no le interesa, mi polla no le interesa lo más mínimo.
Lo que él quiere de verdad vendrá después.
Después de la azotaina suele descansar un rato, bebe agua y me ofrece de beber a mí también, es muy amable y cariñoso conmigo y acaricia y masajea mis nalgas enrojecidas y doloridas por el castigo.
Al cabo de un rato se va a la ducha, yo sigo a cuatro patas, vuelve fresco y perfumado, sabe que ya casi no siento dolor en los pezones, así que cuelga unas pesas de las pinzas, el dolor vuelve, más intenso más insoportable, mas placentero.
Se coloca enfrente de mí e introduce su polla en mi boca, quiere que le chupe y chupo, con el balanceo los pezones duelen, mi polla está casi a punto de estallar.
El crece en mi boca se pone duro, grande, me llena hasta la garganta (la erección es magnífica y duradera, me ha confesado que se toma una “pastillita” antes de quedar conmigo).
Cuando queda satisfecho comienza a quitar las pinzas de mis huevos, lo hace muy lentamente lo que me produce un dolor bastante fuerte después de casi una hora de pinzamiento.
El sufrimiento es intenso, el placer también, después hace lo mismo con mis pezones, duelen y me sabe a gloria.
Por fin extrae el tapón de mi ano remueve la cinta liberando mis pelotas y me manda a la ducha.
Estoy muy caliente, con muchas ganas de correrme, pero no me atrevo a tocarme, mi Amo me lo tiene estrictamente prohibido.
Este protocolo se reproduce fielmente en cada sesión, a los dos nos gusta y nos prepara para lo que viene a continuación que es el fin último de nuestro encuentro, la monta e inseminación de la hembra.
A mi vuelta de la ducha él ya está metido en la cama, cubierto solo por una sabana me espera ansioso y excitado, me meto en la cama a su lado de costado en posición fetal, él se agarra a mí por detrás, suavemente me muerde en la parte posterior del hombro, al mismo tiempo noto como su miembro roza mis nalgas buscando el agujero, por fin lo encuentra y lentamente me va penetrando, poco a poco, hasta el fondo.
Se queda allí sin moverse, me muerde un poco más fuerte y empuja su miembro bien adentro y lo aguanta así mucho rato.
Oigo su respiración jadeante, goza.
De vez en cuando bombea lentamente otras veces más rápido, empuja con fuerza y vuelve a quedarse quieto bien adentro, y ahora me muerde la oreja y me hace bastante daño, y jadea y goza.
Su miembro me llena completamente, me siento poseído, el macho alfa domina a su hembra.
Así va a tenerme mucho rato, hemos llegado a estar así acoplados más de una hora, yo entregado, el gozando, bombeando lento, rápido, empujando, quieto muy adentro, mordiendo, sujetándome con fuerza.
Suele cambiar de postura, tumbado encima de mí, siempre con su polla bien adentro mordiéndome y sujetándome
Cuando por fin se va a correr, me pone a cuatro patas y me folla con fuerza, berrea como un animal, aprieta su miembro dentro de mí como si quisiera atravesarme, me muerde y me llena con su leche.
Aun permaneceremos así un buen rato, hasta que su miembro pierda rigidez y se deslice lentamente fuera de mi ano, enseguida me coloca un pequeño tapón anal justo para tapar el agujero, lo llevare toda la noche para evitar que su semen se derrame, lo quiere dentro de mí, que mi cuerpo lo absorba y asimile, quiere que me sienta inseminado, como una hembra recién preñada…y así me siento.
Ahora descansa boca arriba y yo debo colocarme tumbado boca abajo con mi cabeza entre sus piernas e introducir su pene en mi boca.
Él lo quiere así, que su miembro blando esté en mi boca todo el tiempo y yo lo chupo y lo succiono lentamente, saboreándolo, siento su mano sobre mi cabeza acariciándome, ahora está relajado y a veces se duerme un rato, yo no puedo.
Sé que pronto despertara y un par de palmaditas en la espalda me indican que debo proceder al baño y esperarle arrodillado en la ducha.
Introduce su pene en mi boca y le oigo suspirar, pronto un chorro caliente inunda mi boca, me tiene dicho que no es necesario que lo trague todo, pero un poquito sí y la verdad es que cada vez trago más.
La orina se desborda de mi boca y se derrama por mi cuerpo, muy caliente, me gusta.
Esto puede repetirse dos o tres veces en toda la noche, mi Amo bebe mucho líquido, dice que lo hace para poder marcarme con su orina varias veces y así dejar claro, esta es mi hembra y solo la preño yo.
De vuelta en la cama volvemos a la misma posición, su polla en mi boca, el descansa yo mamo.
Casi siempre después de unas horas suele empalmarse de nuevo, entonces chupo con más fuerza, sé que quiere correrse de nuevo y me esmero para que esta vez su semen entre en mi cuerpo por la boca.
Descarga con fuerza una vez más, bebo su leche y trago hasta la última gota.
Su polla continuara en mi boca hasta que decida marcharse.
Siempre antes de irse me besa largamente en los labios introduciendo su lengua en mi boca y me dice gracias, me has dado mucho placer, ahora ya puedes correrte cuando quieras, y nos despedimos hasta la próxima vez.
Una vez solo, rememoro todo lo acontecido durante esa larga noche, estoy casi agotado, me siento lleno, como una hembra recién preñada, mi boca sabe a orina y a polla y a semen, el tapón en el culo me recuerda lo que llevo dentro, me encuentro bien, me toco un poco y al momento sale un chorro de leche que ha estado acumulándose en mí durante varios días y toda la noche.
Enseguida me duermo, sueño que soy una yegua en celo y que un gran semental me monta, a cada embestida un líquido ardiente me inunda por dentro, me está preñando, y me gusta.
Apel4u
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