Algo repelente (y el pequeño Christian) EL DESENLACE
Por fin disfrutamos mi pequeño amante y yo de una orgía .
Llega el final de esta serie. No me queda más que agradecer sus atenciones, preferencia y comentarios.
¡Disfrútenla!
Durante tres días esa fue nuestra rutina: colocarle el plug anal y que anduviera con él la mayor parte del tiempo, penetrarlo hasta 5 veces durante el día e introducir el dildo de 22 cm en su ano, para dilatarlo debidamente y prepararlo para su primer orgía.
Al cuarto día, y faltando muy poco para el regreso de su mamá y el fin de esas fabulosas vacaciones, Martín me visitó, me dejó a Brandon y me preguntó:
–¿Y qué ha pensado, Javier? ¿Vamos a intercambiar a nuestros niños, o no? Ya hablé con mi hermano Mateo y está más que puesto para prestarle a mi sobrino Luis a cambio de Christian…
–Animado estoy, y creo que Christian ya está suficientemente preparado, acabo de hablar con él y también está de acuerdo…¿Verdad, mi amorcito?
–Siiii, sí estoy de acuerdo, don Javi—respondió Christian, con un poco de temblor en sus lindos labios.
–Pues no se hable más, veo que tiene una pequeña alberca. A las 5 de la tarde recojo a Brandon y aquí nos vemos a las 10 de la noche, con mi hermano y su hijo, si le parece…
–Claro que sí.
Se despidió Martín y Christian y Brandon juguetearon un poco, nos bañamos en la alberca, besé, acaricié y lamí sus lindos y pequeños cuerpecitos, los puse a chupar mi pene y llené sus caritas sonrientes con mi semen, que ellos se quitaron mutuamente con sus lenguas.
Me reservé penetrarlos pues deseaba guardar energía y lechita para el nuevo culito que mi pene conocería en breve.
Llegó Martín por su hijo a la hora acordada y se despidieron prometiendo volver en algunas horas.
Mi amorcito y yo tomamos una siesta, despertamos, nos bañamos y cenamos. A la hora convenida tocaron a la puerta.
Abrí y Martín nos presentó con Mateo y Luis. El niño poseía unos grandes ojos color miel, cabello lacio, una tímida sonrisa, unos labios delgados color carmesí. Su piel era color moreno y su complexión delgada.
Verlo y enamorarme de él fue instantáneo. En el jardín había preparado bocadillos, cerveza y diversos licores. Los conduje ahí, para desnudarnos.
Al ver el trozo de madera que poseía Martín entendí el porqué del temor de Christian hacia él. Medía alrededor de 20 cm, gruesa y era el más dotado de los tres.
Mateo, al contrario de su hermano, era dueño de un pene que no llegaba a los 15 cm y yo, con mis poco más de 17 cm, completábamos el cuadro de machos que avanzamos hacia los niños.
Mateo pidió elegir a Christian alegando que si su hermano lo hacía primero lo hija a dejar muy abierto. Yo elegí jugar con él hijo de él, Luisito, mientras que Martín lo hacía con su propio hijo.
Entramos a la pequeña alberca a juguetear un poco. Era un cuadro hermoso en verdad ver a tres machos acariciando y abrazando a tres pequeños niños, besándolos y preparándolos para ser empalados.
Luisito actuaba con un poco de timidez conmigo, besaba muy bien y salí con él del agua, lo recosté en una toalla grande y comencé a acariciar y besarlo en todo su lindo cuerpecito, besé, lamí y chupé sus genitales y culito.
Lo monté sobre mí y lo puse a chuparme la verga mientras yo dilataba su hoyito, primero con mi lengua y luego con mis dedos. Él gemía de placer.
Lo puse en cuatro para meterle de una mi verga De reojo pude ver cómo Brandon montaba a su padre y lo cabalgaba con intensidad y Mateo, arrodillado, ponía de espaldas en el pasto a Christian y levantaba sus piernitas para iniciar su penetración.
Ver cómo entraban y salían una y otra vez nuestros peces de aquellos cuerpecitos infantiles era muy excitante. Luisito movía muy sensualmente sus caderas buscando hacerme sentir el mayor placer. Era muy rico sentir lo estrecho de aquél culito alrededor de mi verga mientras se deslizaba una y otra vez en su interior y él y los otros pequeños gemían como verdaderas putitas al ser embestidas. Casi simultáneamente nos corrimos en el interior de aquellos pequeños.
Nos servimos unas bebidas y los nenes sodas y jugos así como bocadillos para recuperarnos un poco.
En la segunda ronda sexual, Martín y Mateo intercambiaron a sus hijos, los pusieron uno frente al otro y ellos detrás de los niños para comenzar a penetrarlos mientras los dos primitos gemían a la vez que se abrazaban y besaban apasionadamente mientras eran penetrados salvajemente por sus machos y se escuchaban los aplausos producidos al chocar sus nalguitas con los pubis de sus tíos.
Christian y yo nos les unimos y ahora eran tres niños los empalados hasta el fondo los que gemían y se abrazaban y besaban.
Los colocamos de espaldas y les pedimos levantar y sostener sus piernitas mientras los penetrábamos y hacíamos el amor hasta llenar decsemen, por segunda vez, aquellos hermosos e infantiles agujeritos.
Salimos de ellos, los besamos, acariciamos un poco y les hicimos sexo oral hasta hacerlos orinarse de placer, dando así tiempo para reponernos y prepararnos para la tercera ronda.
Martín tomó de la mano a Christian, Manuel a su hijo y yo a Brandon y los pusimos primeramente a mamar.
Christian miraba con algo de temor el enorme y grueso trozo de carne que en breve abriría su culito mientras que Luisito y Brandon, acostumbrados ya, disfrutaban con deleite chupar las vergas que habrían de penetrarlos.
–¡No puedo esperar más¡ –rugió de placer anticipado Martin—¡por fin va a ser mío este culito! ¡Voy a reventar tu hoyito y te voy a llenar de leche, Christian!
Y poniendo manos a la obra, lo acomodó en cuatro, lo hizo parar sus colita y con su lengua humedeció aquel infantil agujerito, y la introdujo repetidas veces en el, arrancando suspiros y gemidos de placer del pequeño Christian.
Después introdujo uno, dos y tres dedos llenos de gel para dilatarlo y prepararlo aún mejor para la brutal penetración que iba a darle.
Puso su glande en su rajita, empujó un poco varias veces hasta que al fin su esfuerzo rindió frutos y su glande fue engullido y desapareció tragado por el apretado culito de Christian.
Empujó un poco más hasta meter la mitad de su mástil. Christian le pedía parar, lloraba y gritaba ante lo estirado y forzado que sentía su anito y el dolor que esto le ocasionada.
Martín sólo esperó un poco antes de deslizar la totalidad de su verga en el interior de Christian que pareció quedar en stock ante el dolor tan grande que experimentaba.
Dejó de llorar y gritar y solamente sollozaba un poco mientras gruesas lágrimas escurría por su rostro.
Mateo y yo, entretanto, excitados por la cogida tremenda que Martín le daba a Christian, abrazamos a nuestras respectivas parejas, les pedimos rodear con sus piernas nuestra cintura y colocando nuestra verga en sus culitos, les pedimos dejarse caer poco a poco hasta ser empalados totalmente.
Pusimos nuestras manos en sus nalguitas y les ayudamos a subir y bajar para frotar nuestras vergas en sus paredes anales.
Martín inició un meteisaca lento al principio y aumentó de manera gradual su ritmo.
Christian ya no se quejaba y empezaba al igual que Brandon y Luis, a gemir y suspirar cada vez que la verga de su pareja lo penetraba profundamente.
Mateo y yo acercamos a los primitos para que se besaran mientras eran penetrados.
Casi simultáneamente, arrojamos nuestro semen lo más profundo que pudimos en aquellos niños. Cansados, pero felices y más que satisfechos, sacamos nuestros penes de ellos y nos permitimos descansar un poco, comer y beber algo, mientras yo abrazaba y consolaba a Christian y untaba una crema especial en su irritado orificio anal.
Para cerrar con broche de oro nuestra candente noche, pusimos a los tres niños acostados boca arriba formando un bello triángulo, y nos pusimos cada uno de nosotros frente a uno de ellos, levantamos sus piernitas y los penetramos durante dos minutos, para después siguiendo el orden de las manecillas del reloj, cambiar de niño.
Después de dos rondas les pedimos ponerse en posición de perrito uno al lado de otro y reiniciamos nuestro intercambio cada dos minutos.
Cuando estábamos por eyacular después de casi media hora, los acostamos boca arriba, nos pusimos de pie nosotros y nos masturbamos un poco para bañar en leche los rostros y pancitas de nuestros pequeños amantes y por último les pedimos limpiarse uno al otro y alimentarse con él para no desperdiciar nuestro semen.
Llevamos a los nenes a bañar y aprovechamos nosotros también para asearnos. Los acostamos, pues se caían de sueño, en un sofá cama que tengo en la sala. Nosotros salimos al patio a conversar un rato, beber un poco más y finalmente, despedirnos. Ellos tomaron a sus hijos, subieron en el auto de Manuel y arrancaron.
Yo me acosté a un lado de mi pequeño amante y me dormí casi al instante, con una sonrisa en los labios mientras acariciaba el cuerpo desnudo de Christian.
F I N
Como sigue?
Excelente relato. Como sigue?
Gran historia, ojala pronto subas otra.