Alimento a mi compañero de cuarto cada noche
La relación que tengo con mi compañero de cuarto mejoró drásticamente desde que comenzó a chupar mi polla por las noches….
Tengo una obsesión a muerte por mi hermoso compañero de habitación. Nos asignaron al mismo cuarto una vez que avanzamos al último grado en la universidad, y a pesar de no conocernos de nada antes de ese momento, tuvimos química al instante y no hizo falta tanto tiempo para que nos convirtiéramos en amigos cercanos. Él se llama Agustín, por cierto, y yo Renato.
Siendo no más que dos universitarios con poco tiempo libre; no teníamos mucho contacto entre lunes a viernes, a pesar de vivir en el mismo lugar, pero el poco tiempo que pasábamos era agradable. Una cosa que es de suma importancia mencionar y por la cual es que mis deseos sexuales por el crecían considerablemente cada que lo miraba; es que Agustín es homosexual, y yo también lo soy, pero por una extraña tendencia a la cual me acostumbré, yo no suelo confesárselo a nadie. Gracias a que mi hermoso Agustín carecía de este conocimiento, yo era capaz de jugarle bromas sexuales sin que él supiera que realmente fantaseaba con todas las cosas que le hacía. Solía tocarle las nalgas cada que entraba al dormitorio, tratando de meter mi dedo entre la raja por encima de sus pantalones; claro, él se quitaba y después nos reíamos. Solía, también, sobarme el paquete con la intención de que me mirara, y cuando lo hacía yo le mandaba un besito desde lejos o le guiñaba el ojo. Lo más delicioso de toda esta situación era que Agustín no sabía que todos esos pequeños actos sexuales me servían como material mental para masturbarme. Y yo sabía también que, muy probablemente, él también se tocaba pensando en mí. Era una circunstancia en la que ambos nos complacíamos sin saber que el otro hacía lo mismo.
Dios, amé tanto a Agustín. Todo en él era perfecto. No existían ojos más hermosos, ni sonrisa más linda ni ningún otro hombre tenía un cuerpo que me calentara tanto como el de mi amado Agus. Las ganas de que esos preciosos labios rosados estuvieran sobre mi polla me quemaban por dentro. Los deseos incontenibles de que algún día él bajara sus pantalones, mostrándome aquel ano con el que tanto fantaseo, y me rogara: «Renato, por favor, no aguanto, te lo suplico… Méteme el pene y calienta mis entrañas con tu delicioso semen»… Todo eso me mataba. Lamentablemente, era algo que solo existía en mis fantasías mientras me hacía la paja. Sin embargo, no hace falta que lo diga, porque este es un relato erótico y es obvio; pero todas mis fantasías terminarían cumpliéndose…
Nuestra fabulosa relación sexual dio comienzo un domingo 17 de abril; un compañero de la facultad iba tocando de puerta en puerta para avisar a todo mundo que esa misma noche habría una fiesta masiva como celebración a que un maestro de matemáticas muy odiado había fallecido ese mismo día. Agustín rechazó inmediatamente la invitación, no porque fuera de mal gusto celebrar la muerte de alguien (él también odiaba a ese viejo), sino porque el siguiente día era lunes y, precisamente, había un examen de química bastante importante. Aún así, convencerlo de que vaya era pan comido, puesto que él casi nunca se negaba a algo que yo le pidiera por favor. ¿Lo ven? Les dije que a él también le gusto. Su única condición fue volver antes de las diez para que pudiera estudiar para el examen del lunes. Le dije que sí.
Llegaron las seis de la tarde y partimos a la fiesta. No hace falta, chicos, que les describa cómo estuvo, pues si por algo es famosa mi universidad es por dar las fiestas más chingonas de todo el puto universo. Fue tan bueno y nos divertimos tanto Agustín y yo, que terminamos más ebrios de lo planeado, y volvimos a nuestro dormitorio a las tres de la mañana. Agustín se tambaleaba y me decía cosas estúpidas a las que yo respondía con cosas aún más estúpidas. Ni siquiera recuerdo bien qué sucedió por todo el alcohol que tenía en el cerebro.
Agustín: Eres uf imfécil. Tonfo. Penfejo. (dijo borracho)
Renato: ¿Quéééééééé? No te entiendo.
Agustín: Ya no podré estufiar para el examen de… de… (se tiró en mi cama) de mañana.
Renato: No es mi culpa que hayas tomado tanto. (dije aún más borracho)
Agustín había dejado de responderme, al parecer se durmió por unos segundos y después se levantó y tomó uno de sus libros, que ni siquiera era de química, y se puso a «estudiar».
Me acerqué a él y le quité el libro de las manos, después me tiré sobre mi cama y le empecé a gritar que mejor se durmiera, que ya era muy tarde para estudiar. Estábamos tan borrachos que nada de lo que hacíamos tenía suficiente sentido. Entonces, se arrojó sobre mí e intentó quitarme el libro de las manos.
Agustín: Devuélveme el libro, puto. En serio, debo estudiar para el examen.
Renato: ¿Cuál examen? (dije mientras peleábamos por el libro)
Agustín: … No me acuerdo.
Agustín se quitó de encima de mí y se echó a mi lado. Nos quedamos en silencio, borrachos y medio dormidos, hasta que Agustín me volvió a chingar con que le diera el libro. Y más por costumbre que por efecto del alcohol, le dije que le daría el libro si me chupaba el pene. Él se empezó a reír y me dijo que sí. Después puso su mano sobre mi caliente paquete, del que no me di cuenta en qué momento se me había puesto tan duro. Cuando menos me lo esperaba, ya que todo en ese momento era borroso, Agustín ya estaba entre mis piernas a cuatro patas sobre la mitad de la cama. Me quitó el cinturón de cuero, desabrochó mis jeans y los jaló bruscamente junto con mi bóxer, dejando mi cadera desnuda y mi pene medio moreno tocándome el ombligo. Yo seguía tan borracho que no me daba completa cuenta de lo que estaba pasando realmente, pero no fue hasta que sentí algo tibio, algo suave y carnoso que se estaba comiendo una parte de mi cuerpo. Y cuando alzo mi cabeza de la almohada y miró hacia mis piernas… ¡Agustín estaba chupándome el pene!
Mis deseos sexuales por Agustín eran tan fuertes que le habían ganado por completo a mi borrachera, y en ese momento fui lo suficientemente consciente para darme cuenta de lo que estaba pasando.
Agustín estaba chupando mi pene. Mi gran pene. Su deliciosa boquita… Mi gran pene en su deliciosa boquita. Se sentía tan rico que comencé a ver estrellas en el techo de la habitación.
Renato: Uuffff… Hmmm…, qué rico… Agustín, de… de… de verdad estás lamiéndome. Oh, Dios. Sí. No te detengas.
Pronto comencé a sumergirme en un placer inimaginable. El mejor de toda mi jodida vida. Era el chico de mis sueños chupándome la polla. Era lo que tanto había deseado. Era el efecto del alcohol. Eran todas esas cosas combinadas las que me hicieron empezar a gemir como una mujer y a apretar las sábanas con mis manos por el increíble placer de sentir a mi verga ser succionada por primera vez por mi primer amor.
Agustín: ¿Cómo se siente? ¿La chupo bien? (se lo sacó de la boca para poder hablar, sin parecer estar borracho, como si el sabor de mi pene le hubiera sacado el efecto de la cabeza)
Yo estaba tan extasiado por su deliciosa mamada que no pude ni hablar. Solo le asentí con la cabeza y volví a meter mi pene en su boca. Entonces moví mis caderas de arriba hacía abajo para que me la chupara más fuerte. Pude sentir su hermosa y rojiza lengua de hombre masajear cada punto débil de mi gigantesco pene virgen. Era la primera mamada de mi vida y la mejor. Pero yo quería sentir más.
Le saqué mi pene, ya muy mojado e hinchado de su boca, y puse de espaldas a Agustín, colocando una almohada detrás su cabeza, para después poner cada una de mis rodillas a los costados de sus hombros y volver a clavar mi lechosa polla en su caliente boquita. Comencé a violarle esos hermosos labios de rosa con la intención de llegar cada vez más profundo. Mis bolas le chocaban en la barbilla y hacían un sonido de golpeteo bastante delicioso, que sumado a los ruidos obscenos que hacía su garganta cuando yo la golpeaba con el glande; me producían el más satisfactorio porno para mis oídos.
Renato: Ay, uff, sí… Agustín, Agus, mi lindo Agus… ¡Qué rico mamas mi verga! Te encanta, ¿cierto? Sí, la amas. Me estas succionando tan duro que vas a sacarme todo lo que sea capaz de escupir. ¿Sabe rico? ¿Te sabe rico mi pene? Aaah, ooh… Me voy a vaciar en tu garganta, no lo quiero sacar. (gimiendo como si estuviera a punto de morir)
La mitad de mi cuerpo era víctima de un sabroso cosquilleo a causa de la manera en la que le sacaban punta a mi lápiz. Una sensación de electricidad que nacía en mis caderas y me recorría las piernas hasta las puntas de los dedos de mis pies.
Pronto me di cuenta de que Agustín estaba masturbándose al mismo ritmo en el que yo penetraba su boca. Era la primera vez que veía su pene, y era tan hermoso. Lo hubiera chupado si mis caderas no estuvieran pegadas a su cara.
Después de un rato muy corto, supe que ya no podía más; que mis testículos estaban a punto de reventar. La manera en la que cabalgaba su hocico y los deliciosos apretones que su caliente y apretadita garganta le daba a la punta de mi pene me había ganado por completo. Pronto sentí esa deliciosa sensación parecida a las ganas de orinar y le metí mi polla lo más profundo posible. La dejé ahí dentro y viví el orgasmo más delicioso de todos mis años de vida. Al mismo tiempo que le vertía a Agustín todo mi espeso yogurt en la garganta, pude sentir cómo toda su leche se había disparado, al mismo tiempo, en mi culo sudado. Mi precioso Agustín había eyaculado tan fuerte que me llegó hasta las nalgas.
Después de unos cuantos segundos de esperar a que ese efecto de estupidez que deja el orgasmo haya pasado, saqué mi pene, ya medio flácido y baboso, de la boca de Agustín, la cual me dio un último beso en el glande. Miré a mi hermoso chico; los ojos rojos y llorosos, los labios y la barbilla empapados en saliva, el cabello alborotado y… Dios, oh Dios, esa mirada tan pervertida, su rostro con la expresión más cachonda que se puedan imaginar. Simplemente no se podía ser más bello. Me daban ganas de volver a follarle esa linda carita.
La resaca del siguiente día me hizo olvidar las últimas cosas que pasaron esa madrugada, pero supongo que fueron buenas, porque amanecí en la misma cama que mi amado, mi precioso, mi bello Agus. La luz del sol del lunes me despertó y lo miré dormir un poco más hasta que él también se despertó. Me miró, lo miré. Y ambos, abrazados y bien tapados entre las cobijas de la cama en la que hace algunas horas habíamos experimentado algo hermoso; nos dimos un besito.
Ambos reprobamos el examen de química ese día.
Bueeeeeeeno. Eso es todo. Lamento mucho que haya sido muy largo para que al final solo haya ocurrido una mamada, pero sepan entender que es la primera vez que escribo un relato así. Soy solo un aficionado. No estoy seguro sobre si volveré a escribir, ya que los relatos largos no los lee nadie, y yo me acostumbro a escribir tanto que incluso esta despedida ya está siendo tan gigantesca como mi pene xD
Adiós
Dato extra: toooodo eso realmente me sucedió, excepto la mamada. Solo me besé con Agustín. Nada de sexo 🙁 por eso vego acá a tristemente escribir mis fantasías con el amor de mi vida. Y tampoco pasó en la universidad, sino en la preparatoria/secundaria. Ahora sí, adiós.
A mi me FASCINAN los relatos largos, donde se detienen en los detalles, en las descricpiones; siento que todo lo que pasa en el relato me lo puedo imaginar más y hace más rica la paja que me hago. Tu relato me ha encantado! Saludos!
No importa que no gusten tanto los relatos largos, siempre habrá quienes los leamos 😉 además este está bueno