ALLÁ EN EL MONTE Y EN LA MONTAÑA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
En una de tantas ocasiones el juego se incrementaba ya los chicos sabían que me gustaba y me dejaba tocar, a veces miraba el molde de pene que se abultaba en las trusas de mis vecinos hacíamos comparaciones con el tamaño de mi pene, después de hacer la tarea escolar nos íbamos con mis vecinos a lotes abandonados nos bajábamos las trusas compitiendo quien lanzaba más lejos, como siempre perdía, como penitencia tenía que desvestirme y mis amigos me perseguían el primero que me agarraba me tumbaba al suelo y me daba de nalgadas le seguían los demás manoseándome el pene pero más lo hacían con mis nalgas, siempre me decían que no hiciera cuento de aquello yo decía que ahí quedaba todo en secreto. Una tarde salí muy temprano a jugar al principio pensé que estaba solo en nuestro lugar de juegos, pero alcancé a ver de lejos a mis amigos Frank y Patricio que se metían por un cerco de caña adentrándose en carrera al monte del solar, los seguí lentamente era muy difícil hallarlos al rato me impresioné de verlos sin ropa de la cintura para abajo, Frank estaba acostado sobre unos saquillos muy quietecito a su lado estaba Patricio más mayor que nosotros el único que tenía pelos en su pene, tenía una sonrisa burlona tomaba su pene agitándolo vi que se le enduró rápido, abrió las nalgas de Frank de su boca salió saliva chorreada sobre el ano de mi amiguito, le hacía movimientos circulares en el ano con los dedos vi que le hundía el dedo meñique por el ano cada cosa que hacía me llamaba más la atención, Frank se entumecía por cada metida del dedo vi que la cabeza del pene entraba, Frank se dejaba, miraba en la cara de mi amiguito mucha satisfacción, al rato el pene de Patricio estaba por encima de las nalgas de Frank y se movía velozmente, de la cabeza del pene en movimiento salía un líquido a gran velocidad que primero un poco cayó al suelo y el otro poco corría por la piel de Frank, el pene seguía moviéndose, Frank pujaba, Patricio se detuvo, seguía acostado sobre el cuerpo de Frank también quieto, Patricio le empezó a besar el cuello en repetidas ocasiones diciéndole Franka ya te culié eres mío, se hicieron a un lado, Patricio se acercó a un árbol lo abrazó quedando en posición perrito, Frank agitaba su pene sin pelos pero grueso, lo abrazó de las costillas su cara se apoyó en las espalda de Patricio, vi que el pene de Frank se movía a todos lados por las nalgas de Patricio, después se acostaron viéndose los penes y tocándoselos, Frank se metió al monte, Patricio me alcanzó a ver de un impulso se puso la trusa y se acercó a mí, me lllevó corriendo al sitio donde jugamos, estaba desencajado de cara, algo sorprendido me preguntó cuánto tiempo estaba allí escondido le dije que vi todo, de inmediato me dijo que no cuente de esto a nadie porque me iba a pegar duro apretándome del brazo al rato aparece Frank arreglándose la trusa, los tres esperamos sentados la llegada de los otros chicos, jugamos a los soldados, Patricio se quedó conmigo entre el monte llevándome más adentro de lo acostumbrado, me preguntó si me había gustado lo que había visto hace rato con Frank ya que él me decía que era un juego y que podíamos hacerlo, yo acepté, de inmediato me tomó de la cintura sin decirme nada me bajó la trusa acostándome sobre el suelo, me besaba y chupaba las nalgas me dijo que me iba a culiar, me besaba la espalda en repetidas veces, sentí en mi ano una frescura por la saliva que me escurría por las nalgas, mi pene estaba mojado por esa saliva, sentí sobre mi el cuerpo sudoroso de Patricio que agitaba su respiración, también sentí al rato la dura cabeza del pene de Patricio que entraba en mi ano, fruncí mi cara pujando, Patricio me decía que me quedara quieto que me dejara culiar, que ya venía lo rico pero yo seguía sintiendo mucho dolor y quería que se quitara de mi cuerpo, le rogaba que me dejara pero Patricio seguía moviendo el pene por mi ano al rato me soltó doble mi tronco para ver que por mis nalgas corría el semen de Patricio, se acostó sobre el suelo haciéndome ademanes para que me acostara sobre su cuerpo para que yo lo culiara, lo hice torpemente frotando mi pene sobre sus nalgas, esa fue la primera cogida que me hizo un chico; fue el principio de varias, aprendí a pajearme, a dejarme tocar o sobar secretamente de los chicos y ya en mi pubertad sentía deseos por chicos de mi propio sexo.
Fue en ese tiempo que llegó a arrendar en el barrio el chófer del camión de mi familia, Elvis es su hijastro mayor que yo, muy rápido se hizo de amigos en el barrio sobre todo de los más pequeños, presumía de su buen tamaño de pene poniéndose trusas ajustadas, desde ese momento me fijé ene él, con el tiempo me percaté de sus movimientos sexuales con los chicos más pequeños llevándolos al monte donde se los culiaba para después regalarles golosinas.
Era costumbre en vacaciones ayudar a recoger piña en la propiedad de mis padres, un día sólo quedamos Elvis y yo, siempre intimamos mucho hablando de sexo acostados sobre unas cajas, creo que para conocer la intención del otro, no podía disimular poner la vista en el bulto que se le hacía el pene en su trusa ya en anteriores ocasiones estando solos en ese lugar nos mirábamos como si quisiéramos desnudarnos pero ninguno daba el primer paso, esta pasión explotó una tarde bien calurosa en la que decidimos ir al riachuelo a bañarnos como siempre, esta vez iba a ser diferente, Elvis se bañaba desnudo aprecié el pene en todo su esplendor, deseaba que fuera mío, el recelo me invadía, me enloquecía mirarlo saltar sobre el agua saliendo ese pene grueso que le corría el agua, me acerque para apreciarlo mejor sin dejarle de mirar que estaba arrimado sobre una piedra enjabonándose ese delicioso pene, me insinuaba que me acerque más, me abrazó de frente de imprevisto, sentí derretirme al contacto con su piel trigueña, suave por el agua en su enjabonadura, me quedé quieto en el momento en que me pasaba el jabón por el pecho bajando por dentro de la trusa corriéndola hacia abajo a mis muslos dejándome ver mi pene erecto del deseo, la punta del jabón recorría mi pene virgen, se dio cuenta que mi glande estaba descubierto por mi prepucio, la soledad del lugar nos daba seguridad en nuestra intimidad llena de confianza, me dejé manosear el pene hasta quitarme el jabón con delicia me dijo al oído que le gustaba y que deseaba culiarme, que si yo quería, que si yo me dejaba, simplemente cerré por segundos mis ojos hasta que los abrí al sentir recorrer sus manos por mis nalgas, los volví a cerrar ahora sentía recorrer su pene por mi estomago, giré de espaldas llegando una electricidad recorriendo por mi piel a causa de ese delicioso pene que ahora me transportaba al extasis de la pasión, la enjabonadura en mi ano lo lubricaba, los dedos índices de sus manos me lo abrían más, mi cuerpo le pertenecía, deseaba que hiciera lo que fuera, desde hace tiempo deseaba que su pene me hiciera feliz, decidí darle mi virginidad anal con satisfacción, estaba seguro que lo haría con delicadeza y con amor y no me equivocaba, poco a poco entraba ese pene grueso por mi ano mi hálito lastimero contrastaba con el deseo de pasión de ser suyo, Elvis lo había entendido así y era nuestro momento de gozar con infinito placer, sabía que para él era yo su chiquillo virgen que deseaba ser desvirgado, por eso las suaves empujadas del pene en mi ano se hacían delicadamente, cada milímetro de goce para el eran para mi nuevas sensaciones, le pertenecía, se cumplía mi deseo de pertenecerle, me estaba sintiendo raro junto con mi dolor, un grito desgarrador me salió tanto así que Elvis se dio cuenta que mi su pene me había entrado y comenzó a meterla y sacarla despacio, es un dolor desgarrador insufrible lo pasé fatal al principio, me animó a recostarme sobre una piedra mientras me pasaba el jabón por mi ano, los dolores eran incontenibles la espuma del jabón se mezclaba con la sangre de mi ano desvirgado, unas lágrimas me salieron producto del dolor anal y el de ser un tipo nuevo, me daba recelo al principio mirarle la cara a Elvis, cuando paró el sangrado me llevó con dificultad a la cabaña en la cima de la montaña, le prometí que era nuestro secreto, sonreímos algo complacidos, el resto de esa tarde no se separó de mi acostándonos abrazados pasándome su nariz por mis mejillas besándome el cuello. El tiempo hizo que siguiéramos amándonos acondicionamos una cama en la cabaña donde nos mamábamos los penes, con él hice mi primera eyaculación de tanto mame, me desfloró el pene con delicadeza y pasión su lengua hizo en parte buena obra, terminábamos amándonos en el riachuelo en nuestros baños de fin de semana. Aún seguimos amándonos con prudencia.
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